[Capítulo 22]
Nathan estaba notablemente aturdido por lo que acababa de oír de Gaspar, el chico junto a ellos. Sus labios se entreabrieron en estupefacción, sacudiendo la cabeza varias veces como para asegurarse de que había oído bien.
—Estoy en esa lista —repitió Nathan alegre mientras una sonrisa tiraba de sus labios. Miró hacia Biel, quien, por alguna razón, tenía el ceño fruncido, mas no tardó en deshacerlo poco después.
—Felicidades... —empezó diciendo Biel, pero fue interrumpido por Gaspar, que exclamó:
—¡Vaya, ¿quién iba a pensar que querías involucrarte con esas cosas?! Debo admitir que me parece un tanto... patético. —Gaspar se encogió de hombros, como si la palabra que acabara de emplear no fuera de lo más degradante y, acto seguido, apoyó su codo sobre el hombro de Nathan, mirándolo fijamente a los ojos—. También me pregunto si estarás bien, ¿qué se supone que tocas?
—La batería —murmuró Nathan, desviando sus ojos hacia el suelo y sintiéndose un tanto incómodo por esa cercanía física que Gaspar siempre había tendido a tener con la gente que le rodeaba. El chico sabía intimidar a su propia manera; no te dabas cuenta de lo que hacía, pues sus acciones pasaban por gestos amables y sonrisas.
—Oí que hay que tener mucha coordinación para eso —Gaspar dirigió sus ojos hacia el cielo, divagando un poco—, siempre has sido muy torpe, ¿no es verdad? —Se rio entre dientes, palmeando ahora la espalda de Nathan—. Deberías dejar de jugar a las bandas musicales pronto y volver al equipo lo antes posible. No tiene caso que intentes pretender que no estamos ahí, ¿o es que no sabías que es de mala educación ignorarnos?
Nathan no contestó. Desde el primer día había estado considerablemente alejado (a propósito, cabe resaltar) de Gaspar y su grupo, porque creyó que por fin podría alejarse tras abandonar el equipo... porque creyó que, si realmente lo intentaba con todas sus fuerzas, podría deshacer esos lazos que lo ataban a ellos. Sin embargo, sabía que Gaspar no era de esos que se rendían fácil, y era aún más complejo alejarse de él cuando lo trataba como un "amigo".
Sí, un amigo.
—Oh, no te había visto —agregó Gaspar en dirección de Biel, que había vuelto a arrugar el entrecejo y miraba la escena con una mezcla de recato y recelo—. Soy Gaspar, el amigo de Nathan. —Recalcó esta palabra como si fuera una especie de veneno.
—Yo soy Biel —contestó el chico algo a regañadientes, arqueando las cejas—. Creo que ya nos habíamos visto antes.
—¿En serio? —Gaspar ni siquiera le dio importancia y su porte se tornó pensativo—. Espera, tu nombre me suena... Creo que también estabas en esa lista.
Nathan parpadeó con fuerza, mirando primero a Gaspar con incredulidad y luego a Biel con confusión.
—¿La lista de aceptados? —inquirió Nathan sin entender.
—¿Pues cuál más? —ironizó Gaspar, rodando los ojos—. Sí que eres distraído... De cualquier forma, recuerda que la fiesta de Brandon es este viernes. Asumo que vas a ir porque no quieres comenzar a tener malos tratos con él... Y supongo que él también está invitado si quiere —añadió, señalando a Biel con la barbilla.
Gaspar no le dio tiempo a Nathan de decir algo antes de dar media y desaparecer entre la multitud de estudiantes que se había empezado a dispersar en el patio.
.
Biel no supo qué decir al ver que, después de todo, Gaspar sí tuvo razón y su nombre en serio estaba en la lista de los aceptados oficiales del club de música.
¿Grady no le había metido? Por alguna razón, le costaba creerlo... pero el sentimiento que más predominaba en él era el de la pura y gran emoción que ahora recorría sus venas.
—No lo entiendo —dijo Nathan a su lado. Habían podido acercarse a las listas del mural gracias a que la marea de alumnos ya no estaba condensada ahí—, creía que no habías podido hacer la audición... —Sus ojos se clavaron en Biel, y el chico se asustó cuando percibió en su amigo un cierto toque de traición—, ¿por qué me mentiste?
Biel titubeó, apretando sus labios e inhalando una bocanada de aire.
—Eh... No te mentí —se apresuró a aclarar, pasando una mano por su cuello—. Es algo complicado...
Luego, se dispuso a contarle casi de golpe lo ocurrido con Grady, que no le parecía que tenía ni pies ni cabeza y que, de alguna manera, le había resultado como lo quiso en un inicio.
No podía negar que se sentía extrañado y anonadado, mas en el fondo ciertamente no tenía ánimos de cuestionar la decisión de Grady por miedo a que él cambiara de opinión.
—Ya veo... —dijo Nathan cuando Biel acabó de hablar en tono bajito—. Definitivamente nunca había oído hablar de que sucediera algo así. Incluso en los años antes de que estuviera Grady los líderes jamás se atrevieron a tener algún tipo de trato especial hacia otras personas... ¿Ya conocías a Grady?
Biel supuso que la conclusión más lógica era llegar a esa: asumir que tenía algún tipo de relación familiar o de otra índole con Grady que no le contó. Sin embargo, la idea bastó para hacerlo sentir algo irritado, y también se alegró de no tener que mentir al decir:
—No, no lo conozco de nada. Es más, yo creía que me odiaba, ¿sabes? —Le restó importancia al asunto con un ademán de mano—. Yo sé que no soy un genio musical ni tampoco me atrevería a decir que soy lo suficiente bueno como para ser elegido habiendo perdido mi oportunidad de postularme como el resto...
—¿Entonces dices que Grady te aceptó por una razón personal? —intervino Nathan, frunciendo las cejas—. Porque, sinceramente, eso me parece más descabellado que pensar que solo le gustó tu forma de tocar la guitarra. Grady no se arriesgaría el cuello a elegir a alguien que pudiera resultar en un problema para el club. Yo creo que no tiene caso pensar en eso. Deberíamos quedarnos con que fuiste aceptado y eso es bueno.
Biel dibujó una media sonrisa en sus labios.
—Es verdad —suspiró, cruzándose de brazos y notando que el cielo se había nublado—. Espera, ¿qué sigue después de esto? Fuimos aceptados, ¿debemos hacer algo o no...?
Los ojos de Nathan se abrieron de par en par, como tratando de rememorar el protocolo que seguía.
—Deberíamos ir al aula de música —dijo, dando media vuelta y comenzando a caminar mientras Biel le seguía el paso de cerca—. Por lo general el primer día de los clubes son solo presentaciones y eso, pero tampoco es que nos convenga llegar tarde.
Eran las 2:25 PM cuando Biel y Nathan entraron a la sala de música.
Ahí todo se sintió diferente.
Fue distinto para Biel a cuando había entrado las otras tres ocasiones, pues, para empezar, el lugar ya no estaba vacío. Un cosquilleo hormigueó en la boca de su estómago, dándole la impresión de que podría vomitar en el momento menos oportuno.
Notó que había varios chicos y chicas sentados en sillas que formaban una media luna. Todos ellos lucían algo aburridos.
Nathan y Biel no se lo pensaron dos veces antes de recorrer la sala en busca de lugares sin ocupar y, al hallarlos, dejarse caer sobre ellos. No había nadie al frente de la sala ni tampoco señales de la presencia de Grady, sino que solo estaban los estudiantes que muy apenas se veían entre sí.
De pronto, Biel advirtió la existencia de dos personas en particular.
Eran Jack y Olivia... No, esperen.
¡Eso debía ser una broma!
Estaban sentados algunos asientos hacia su izquierda y atrás, por lo que apenas alcanzó a distinguirlos como correspondía. Sin embargo, Biel estaba seguro; eran ellos. Y eso le envió un fatal sabor de boca que lo hizo removerse inquieto en su asiento.
Es que él tenía una suerte para encontrarse con ciertas personas... Casualidad. Destino. Coincidencia. Daba igual como lo llamara, solo sabía que el suyo tenía una particular forma de molestarlo.
Se sobresaltó al oír la puerta abrirse de golpe, por lo que giró tan rápido su cabeza en esa dirección que un leve dolor tiró de su cuello.
Observó que Grady y un hombre con lentes oscuros entraban al aula con paso pesado.
Biel sintió la curiosidad apoderarse de él al caer en la cuenta del hombre que acompañaba a Grady. Le resultó sumamente familiar, aunque resultaba difícil verlo con nitidez por esas gafas oscuras y una bufanda que le cubría parte del rostro.
—El hecho de que estén aquí implica que han sido aceptados en el club de música —anunció Grady con un porte de lo más serio y pétreo—, sin embargo, eso no garantiza por completo su lugar aquí, por lo que no deben conformarse y mucho menos creer que han hecho lo mejor por estar aquí sentados... —Dirigió sus ojos hacia el hombre a su lado, asintiendo con la cabeza—. Si bien la profesora Salazar será nuestra asesora oficial y nuestro apoyo durante eventos escolares, el profesor que nos guiará y orientará durante el transcurso del año será el escritor, cantautor y solista Adam Clocer.
Un coro de respingos y alientos contenidos se oyó en el aula, a la vez que los presentes se miraron los unos a los otros con sus ojos abiertos a más no poder y sus pupilas dilatadas en sorpresa.
—¿Adam Clocer? —repitió uno en un murmullo.
—¿El famoso escritor de "Déjame caer"? —La emoción fue palpable en el susurro de una chica.
—¡No me creo que él nos va a dar clases!
—Era verdad lo que decían los otros cursos.
—¡Debí haber entrado antes al club!
El hombre cubierto carraspeó con la garganta, quitándose ahora las gafas y la bufanda..., mostrando en el proceso que se trataba del dichoso Adam Clacer.
Biel, al igual que el resto, estaba incrédulo. ¡Por supuesto que conocía a Adam! Era un cantante espectacular que admiraba desde hacía tiempo. Había escuchado uno de sus solos de casualidad en la radio en la tienda de Astor y, desde entonces, había seguido todos sus éxitos incluso si él ya no sacaba canciones nuevas. Había oído previamente que él iba a dar clases ahí... pero el tenerlo ahí se sentía completamente distinto.
Se mordió el pulgar en un vano intento por contener su emoción, tamborileando sus pies contra el suelo una y otra vez mientras sus ojos escaneaban a detalle a Adam. Solo lo había visto en fotografías y alguna entrevista en internet, pero definitivamente eso no le hacía juego a su verdadera apariencia: medía alrededor de 1.80, lo que lo volvía una persona muy alta (y es que en la República Superior el promedio de altura era de 1.70 en hombres), poseía cabello largo y castaño similar a los rockeros de épocas pasadas y, además, sus ojos eran de un intenso color gris que daba la idea de que siempre estaba serio.
Al mirar hacia Nathan, Biel notó que él también estaba perplejo. ¡Se alegraba un montón de que Grady no hubiera mentido! Es decir, sí, seguía pareciendole un poco extraña la situación... Pero, como decía el dicho, a caballo regalado no se le ve el diente.
—¿Estará con nosotros en el festival de música como el año pasado? —preguntó alguien que estaba sentado hasta delante... Y Biel reparó en que reconocía esa voz.
Era Nahomi.
Sin embargo, su presencia no le sorprendió del todo, recordando que ella sí le había mencionado algo al respecto cuando se conocieron en la tienda.
—Llegaremos a eso cuando sea el momento —respondió Adam; poseía una voz profunda y gruesa, por no mencionar un acento que le hacía remarcar con claridad cada una de sus palabras—. Por ahora tal parece que el club se llenó de muchos novatos y rostros nuevos, por lo que considero que deberíamos iniciar este día con las presentaciones y ya mañana comenzar con un diagnóstico e información respecto al festival.
Los presentes en la sala asintieron con entusiasmo, inclinándose un poco hacia delante mientras comenzaban las presentaciones desde el lado izquierdo de la primera fila.
Biel soltó un hondo suspiro.
Estaba ahí, comprendió. Realmente lo había conseguido... Estar en un club rodeado de gente con sueños similares al suyo. Estar...
Estar ahí.
¿Acaso había algo mejor que eso?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro