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[Capítulo 20]

Biel seguía bastante cansado de su carrera para cuando el timbre anunció el receso.

—No vuelvo a usar la bicicleta en lo que me queda del año —exhaló el chico, dejándose caer sobre la banca tras la mesa junto a Cloe, quien le veía con aire divertido.

—Es adorable lo cansado que te ves —se burló ella, apoyando su barbilla sobre el dorso de su mano y esbozando una sonrisa ladina—, ¿en serio vives tan lejos? —agregó haciendo un leve énfasis en "tan".

Biel le dedicó una cara amargada, dibujando una mueca de disgusto en sus labios.

—Por supuesto —se limitó a responder, dándose cuenta que de Nathan se estaba acercando a ellos desde la distancia—, hasta a veces siento que vivo en otra ciudad.

—Hum, sí que eres todo un caso —comentó Cloe, saludando con la mano varias veces a Nathan una vez que se sentó frente a ellos—. Hey, Nathan, adivina por qué Biel parece que está por morirse.

Nathan parpadeó varias veces, un tanto confundido y esbozando una sonrisa a medias.

—Este... No lo sé, ¿se enteró que a nuestro grupo le hicieron examen de diagnóstico en educación física y nos obligaron a dar cinco vueltas al edificio? —atinó a decir, titubeando.

Biel abrió los ojos de par en par.

—¡¿Nosotros también vamos a tener que hacer eso?! —exclamó, frotándose los ojos con perplejidad.

Cloe soltó una carcajada.

—¿Será que es verdad eso de que los músicos no son nada atléticos? —cuestionó con tono pensativo. Nathan frunció el ceño.

—Hey, yo sí hago ejercicio —contestó él con fingido aire ofendido.

—Ah, ¿sí? ¿Y qué haces?

—Levanto muchísimo mis brazos y los agito cuando tocó la batería, eso es ejercicio...

—Hum, no, no lo creo —contradijo Cloe, ahora mirando hacia Biel—. Bueno, pues la respuesta a mi anterior pregunta es que el ganador al premio nobel atrasó su reloj y tuvo que recorrer kilómetros en su bicicleta hasta la escuela... Mira, ¡qué cosas! Biel es como de esos chicos de rancho.

Nathan miró a Biel con incredulidad.

—¡¿Es en serio?! —dijo, partiéndose de la risa mientras Biel ocultaba su rostro rojisimo de la vergüenza.

—Hum... —fue lo único que emitió el chico como una queja, apoyando su frente con la superficie de la mesa—. Por cierto, se supone que hoy dan la lista oficial de los integrantes aceptados, ¿cierto?

Los ojos de Nathan cambiaron de sentimiento, ahora fluctuando entre la preocupación y la duda.

—Es verdad —contestó, pasando una mano por su cabello. Biel no le había contado ni a él ni a Cloe acerca de lo que Grady le había dicho sobre estar aceptado... Es decir, ¿qué sucedía si al final sí era una broma? Seguro quedaría fatal y, por si fuera poco, sus amigos lo verían con lástima—. No había pensado en eso... ¡Ahora estoy nervioso!

—Vamos, seguro quedaste —le consoló Cloe aun si ella no estaba muy metida en el asunto. Muy apenas sabía de la lista oficial y eso—. La gente que se preocupa más es a la que le va mejor.

—No estoy de acuerdo con eso, pero bueno —exhaló Nathan, apretando sus labios con fuerza y enfocando sus ojos en el techo.

Pasaron del tema poco después, conversando acerca de otras cosas de menor relevancia.

Resultó que Nathan había tenido razón acerca de las pruebas durante educación física... Bueno, más que tener razón, había dado un mal augurio para Biel.

Él maldijo por lo bajo al oír al profesor de dicha materia, que hasta ese momento solo había dado clases teóricas, informarles que iban a salir a hacer carreras y ejercicios para una especie de examen de diagnóstico.

El resto de la clase se alegró, pero Biel hundió sus hombros y abandonó el aula junto a los demás con paso pesado. Tuvieron que pasar por los vestidores para cambiarse el uniforme formal de saco y corbata por el pantalón y playera de la escuela, que recién les habían entregado el viernes.

—Creo que quiero renunciar a esto —masculló el chico hacia Cloe una vez que salió de los vestidores y se encontró con ella, curvando sus labios en una mueca—, y agh, todavía tendré que volver en bicicleta... Odio esto.

Cloe arqueó las cejas. Habían tardado un poco en abandonar el edificio, aunque ya se encontraban en el patio trasero del instituto en la retaguardia del grupo.

—¡Vamos, chicos, juntense en filas y comiencen a darle vueltas al edificio! —ordenó el profesor, haciendo un par de anotaciones en una tabla que sostenía en su brazo izquierdo y, al acabar, tomando un cronómetro—, ¡les tomaré el tiempo a partir de la segunda vuelta! Mientras tanto pueden tomarlo con calma para calentar y que no se lastimen luego. ¡Por cierto, olvidé mencionarles que sus compañeros del 3-A1 se unirán a ustedes, así no quiero que discutan entre ustedes!

Biel evitó esbozar la sonrisa amarga que amenazaba con emerger, sintiendo un tic en su ojo y comenzando a caminar en compañía de Cloe. Dejó de oír lo que el profesor de educación física decía una vez que se alejaron de ahí sin prisa alguna, mientras que hubo algunos chicos y chicas que se lo tomaron más en serio y comenzaron a trotar por el camino.

El edificio que debían rodear era muy enorme y gigantesco, y bastaba decir que ahí se encontraban todas las aulas de su curso y la de otros grupos.

—Ah, parece que tienes ganas de saltarte esta clase —comentó Cloe con falso tomo distraído, arqueando las cejas y sonriendo—, ¿y si nos desaparecemos y nos vamos a otro lado?

Biel le dedicó una mirada vacilante. Debía admitir que la idea le tentaba, mas no era de esas personas que pudieran rehuir la autoridad así de sencillo.

—Hum, no lo sé —murmuró, dirigiendo sus ojos hacia el cielo y cruzándose de brazos. Luego, se recordó el dolor que inundaba sus piernas y se encogió de hombros—. Podría ser... ¿El profesor se da cuenta de ese tipo de cosas?

Cloe negó con la cabeza, revisando su reloj.

—Podemos fingir que hemos dado las otras vueltas y volvemos solo para la que va a cronometrar. Si nos quedamos en los patios traseros nadie nos verá... No te preocupes, que todo estará bien.

Biel la miró con leve recelo.

—¿Por qué parece que ya has hecho esto antes? —inquirió vacilante.

En cambio, la chica dibujó una sonrisa en sus labios, tomándole de la muñeca y haciéndolo correr detrás de ella. Cruzaron en diagonal hacia la parte posterior de los salones que cubrían en U el patio.

Ahí Biel observó que había un almacén cerrado, así como un par de árboles y troncos a medio cortar. Sintió un hormigueo de éxtasis recorrer la punta de sus dedos al darse cuenta de que estaba echándose la tan conocida "pinta" de la que había oído a alumnos hablar... Nunca lo había hecho, pero no porque fuera un estudiante ejemplar, sino más bien porque no tuvo con quién escaparse de clases de esa forma.

Así que una sonrisa de emoción se curvó en sus labios cuando se dispuso a seguir a Cloe.

—Recuerdo que en la primaria teníamos patios similares —relató la chica de golpe, sentándose sobre el suelo mientras Biel la imitaba con algo de recato y no sin antes asegurarse de que sus manos no tocaran el concreto levemente cubierto de tierra bajo él—, y también recuerdo que solía fingir que era una especie de parque de diversiones...

Biel se rio.

—¿Y los árboles eran montañas rusas? —preguntó divertido.

—Lo creas o no, pues sí —contestó Cloe, cruzándose de brazos—. Y antes tenía muchas amigas para jugar a eso, por si te preguntas.

Eso hizo a Biel titubear, lo que ella notó de inmediato.

—No quiero sonar entrometido —se apresuró a aclarar el chico, aunque aun así agregó—: pero parece que hay una historia detrás de eso.

Cloe bajó la cabeza, pegando las rodillas a su pecho.

—La hay —afirmó, mordiéndose el labio inferior—. Quédate con saber que fue un malentendido... Sin embargo, incluso si ya han pasado dos años desde entonces, nadie ha querido volverse a acercar a mí... y supongo que no importa, ¿sabes? Al menos no se meten conmigo y da igual siempre que no haya problemas.

Biel no hizo más preguntas.

Súbitamente, escuchó algo parecido a alguien chocar contra la puerta del almacén a su costado, que les cubría la vista periférica de su izquierda y evitaba que vieran a simple vista lo que había de ese lado. Biel y Cloe se miraron entre sí, frunciendo el ceño y ladeando las cabezas.

Con lentitud Bien hizo amago de levantarse, pero Cloe le detuvo halando de su manga y negando varias veces con la cabeza.

Biel sacudió la cabeza también en respuesta, entablando algo parecido a una conversación mental con la chica. Algo ofuscado por su resistencia, él se puso igualmente de pie, ignorándola en el proceso.

Se asomó con lentitud del borde de la pared que le impedía ver más allá, cayendo en la cuenta que ahí se estaba desarrollando lo que parecía ser una pelea. Abrió sus ojos de par en par, paralizado por lo que estaba sucediendo. ¿Debía irse de ahí y buscar al profesor de educación física para alertarle de los hechos?

Apretó sus labios en una fina línea recta, echando un vistazo hacia Cloe y notando que la chica le estaba viendo con un toque molesto, haciéndole varios gestos para que se alejara de ahí con ella. Sin embargo, Biel volvió a sacudir la cabeza.

Regresó sus ojos hacia la escena que se estaba desarrollando a menos de dos metros de distancia. Alcanzó a visualizar que la pelea sucedía de dos contra uno. El que parecía ser la víctima era un chico (probablemente de un año menor) que tenía el cabello cubriéndole casi todo el rostro, con un hilillo de sangre corriendo por su boca y el cuello de su camisa siendo agarrado por el agresor... que era alguien que Biel reconoció.

Parpadeó varias veces, primero confundido y, luego, comprendiendo que no estaba errado, ¡realmente lo conocía! Es decir, no demasiado, pero sí lo había visto antes.

Era ese chico pelirrojo que había hablado con él en el paintball... Jack, si mal no recordaba. Frunció el ceño, tensando sus dedos en torno al borde de la pared, sintiendo un hormigueo en la boca de su estómago al ver que el segundo agresor era la chica que era la melliza de Jack... Olivia era su nombre.

Biel estaba así de sorprendido porque no se creía que tuviera la "suerte" de toparse en la escuela con dos desconocidos que vio en un centro comercial... Y, para colmo, encontrándolos en una situación bastante peliaguda.

Su garganta se cerró y, antes de saberlo, sus piernas actuaron ante su indecisión, plantándose cerca de Jack y Olivia a la vez que sus labios soltaban:

—¿Qué está sucediendo aquí?

Quiso sonar amenazante o seguro de lo que hacía, pero la vacilación que hubo en su voz no lo ayudó en nada... Y definitivamente tampoco lo hizo la forma en que tragó saliva con nerviosismo.

No le gustaban las peleas ni las confrontaciones físicas. Y no es que no fuera capaz de ganarlas, sino que solo... no quería perder el control.

Jack soltó al chico del flequillo largo que estaba sosteniendo del cuello de la camisa, dirigiendo violentamente su mirada hacia Biel. La sorpresa parpadeó en sus pupilas por unos instantes antes de regresar a esa agresión de antes.

—Esto no es de tu incumbencia —espetó el chico. No se parecía en nada a la forma amable en que se había dirigido a Biel en el paintball... ¿No sería acaso que en realidad eran dos personas diferentes? Pero eso no tenía sentido—. Lárgate de aquí si sabes lo que es bueno para ti.

Biel tomó esto como una especie de reto personal, tensando la mandíbula y cruzándose de brazos. No pretendía verse como una especie de "salvador", pero tampoco quería marcharse a sabiendas de que ahí estaba sucediendo algo que bien podía evitarse. Una pelea, en serio, ¿es que acaso estaban en primaria?

—Lo siento. No pienso moverme de aquí —respondió Biel, que podía ser bastante terco cuando le convenía.

Jack crujió sus nudillos, clavando una mirada furiosa en sus ojos.

Pero fue Olivia quien se adelantó, empujando a Biel contra la pared tras él.

—¿No escuchaste lo que él dijo? —cuestionó la chica.

El tono de su voz fue demasiado duro y cruel para alguien con un rostro delicado y suave como el suyo.

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