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[Capítulo 15]

Biel salió corriendo en busca de Taoni, a quien alcanzó a ver salir huyendo por una de las calles.

Soltó un suspiro, meneando la cabeza en desaprobación y acelerando el paso para alcanzarla; para tener nueve años, su hermana era muy veloz.

Todavía había charcos de lluvia por dondequiera, por lo que tuvo que tener cierto cuidado para evitar resbalarse.

Sabiendo de antemano a donde se dirigiría, Biel no tuvo que seguir realmente a Taoni, y solo se detuvo al llegar al pequeño parque que había unas dos cuadras lejos de la casa. Bueno, no era un parque en sí, sino más bien un jardín circular con bancas, senderos de piedra, árboles por aquí y por allá, y juegos para niños en el centro.

—Taoni, hace frío. Te vas a enfermar —le advirtió Biel, cruzándose de brazos y apoyando su espalda contra una de las paredes de la casita en la que sabía que Taoni se había metido; tenía toboganes a los costados, así como un pequeño puente y columpios.

—La temperatura no tiene nada que ver con eso —le contestó Taoni, asomando su cabeza desde una pequeña ventana de la casita, mirando a Biel con el ceño fruncido—, en todo caso lo haría por la baja de defensas que puede generar.

—Como sea. ¿Quieres quedarte aquí toda la noche? —Taoni no contestó, volviendo a perderse de vista en el interior de la casita, por lo que Biel tuvo que agregar—: Anda, ya... ¿Qué te hicieron ahora que volviste a escaparte hacia acá?

—Mamá dijo que iba a llevarme mañana al concurso de mi amiga —murmuró su hermana, muy apenas oyéndose—, pero resulta que no puede... ¿Quién hace promesas que, al final del día, no va a poder cumplir? ¡No tiene sentido!

Biel apretó los labios, pensando en esto por unos momentos. No pretendía decir algo en contra de su madrastra, porque definitivamente no quería que Taoni luego anduviera repitiendo sus palabras y él se metiera en problemas.

—Estoy seguro de que no era su intención que te sintieras así —suspiró él, mirando hacia el cielo y notando cómo las nubes se habían dispersado, dejando espacio a que la luz de luna cubriera su alrededor y cayera sobre ellos, manifestando sus sombras en el suelo—. Debe haber surgido un cambio de planes... Vamos, Taoni, no te molestes por eso. Uno no puede andar por ahí sabiendo exactamente todo lo que va a pasar.

La niña se quedó en silencio; no había que ser muy inteligente para caer en la cuenta de que esta explicación no le había agradado a ella.

Así que Biel se animó a decir:

—¿Qué te parece esto? Podría ser yo quién te lleve al concurso en lugar de tu mamá.

Taoni volvió a asomarse fuera de la casita, notablemente interesada mientras sus ojos se abrían de par en par.

—¡Eso sería genial! —exclamó, esbozando una sonrisa de oreja a oreja. Sin pensarlo, desapareció del espacio donde se asomaba, yendo a parar al tobogán, bajando por ahí e incorporándose de un salto.

Biel esbozó una sonrisa, girando su cabeza al percibir una mirada sobre él. Apretó los labios al ver que su madrastra observaba la escena desde lo lejos, con el ceño fruncido y los brazos cruzados.

Era notable que ella no estaba del todo de acuerdo con lo que Biel había prometido, pero a cambio estaba la felicidad de Taoni, a lo que su madrastra también apuntaba.

Al final, la conclusión fue lo que Biel originalmente había prometido.

.

—¡Vamos, Biel, vamos a llegar tarde! —le gritó Taoni, tocando su puerta repetidas veces y llamándolo en un volumen de voz innecesario.

Biel soltó un suspiro, acabando de arreglar su cabello y pasando una mano por su cuello. Solo llevaba una bufanda, un suéter y unos jeans, lo que era suficiente teniendo en cuenta que no tendía a salir demasiado de casa.

Con una media sonrisa, se decidió a abrir la puerta y encarar al rostro enfadado de su hermana.

—¿Para qué te peinas si de todas formas te ves igual? —espetó Taoni, rodando los ojos y soltando un hondo suspiro de exasperación—. Ah, de verdad que eres demasiado perfeccionista... ¡Ya, así estás bien! No quiero que perdamos el autobús.

Biel se rio entre dientes, meneando la cabeza y arrepintiéndose de haberle contado sobre esa ocasión a Taoni en que perdió el autobús y tuvo que llegar tarde a la escuela.

—¡Mamá, ya nos vamos! —exclamó su hermana, corriendo por el pasillo y bajando rápidamente por las escaleras mientras Biel iba detrás de ella con las cejas arqueadas.

Se detuvieron en la sala, en donde Biel observó a su madrastra en la cocina. Ella no podía ir a dejar a Taoni y quedarse con ella, puesto que había tenido una reunión de forma repentina en su trabajo.

—Tengan mucho cuidado —dijo su madre, mientras que sus ojos se clavaban sobre Biel con cierto deje receloso—. Si algo le sucede a Taoni, te haré directamente responsable de eso. Espero que seas consciente de eso.

Biel lo era, y más de lo que le gustaría, por lo que tensó la mandíbula y bajó la mirada, enfocándola en el suelo.

—Me aseguraré de que llegue a salvo —se obligó a responder, ya que sabía reconocer en su madrastra esos ojos expectantes que ella le dedicaba cuando ciertamente buscaba una respuesta.

Acto seguido, dio media vuelta, saliendo de la casa en compañía de Taoni, que iba dando saltos por ahí. Caminaron hasta la estación de autobús, en donde esperaron alrededor de quince minutos.

Eran las 8:17 AM cuando el autobús finalmente llegó y Taoni y Biel subieron a él.

—Así que no me enteré realmente de qué es el concurso al que vamos —comentó Biel de forma vaga, apoyando sus manos por detrás de su cabeza y soltando un bostezo.

—Es el concurso de Johana, mi amiga —contestó Taoni, mirando atentamente a través de la ventana con sus ojos abiertos de par en par—. Ella practica piano, así que el concurso va de eso.

Biel asintió, como si esa sencilla explicación le diera todo el sentido a sus dudas. El resto del viaje fue en un completo silencio, aunque no era exactamente incómodo; era lo suficiente ameno para que ninguno sintiera la necesidad de romperlo con alguna frase rebuscada.

Eran las 8:45 AM en el momento en que el autobús se detuvo. Biel y Taoni bajaron de él, observando un gran e inmenso teatro extenderse ante ellos.

—¡Es genial! —exclamó su hermana, apretando los puños y abriendo sus ojos de par en par con notable admiración. Biel hundió sus manos en los bolsillos de su pantalón, arqueando las cejas con leve impresión.

El teatro poseía largos y grandes pilares que sostenían casi todo el techo, la entrada consistía en un par de puertas inmensas con detallados en su superficie, lo que daba la idea de que habían sido grabadas con mucha dedicación y tiempo. Además, había varios escalones que dirigían hacia las puertas abiertas hacia adentro, con múltiples personas subiendo por ahí y un par de anuncios colgados sobre los pilares referentes al concurso.

—Vamos, vamos —le presionó Taoni, tirando de la manga de su sudadera y forzándolo a correr con ella, lo que Biel no apreció del todo, pero no pudo resistirse—, Dana dijo que iba a guardarme dos lugares, pero de por sí ya vamos tarde.

—¿Quién es Danna? —inquirió Biel, frunciendo el ceño.

Taoni giró los ojos, como si la respuesta fuera de lo más obvia.

—Ella es mi otra amiga, a quien también invitó Johana —diculidó ella, meneando la cabeza en desaprobación. Biel solo notó de forma vaga que los nombres, por alguna razón, rimaban.

Subieron por los escalones con gran velocidad, cruzando el amplio umbral del teatro y atravesando el extenso y pomposo pasillo que había más allá; poseía una gruesa alfombra roja, un montón de cuadros de pinturas extravagantes y un techo innecesariamente alto. Ahí los retuvo brevemente un hombre calvo para confirmar que tuvieran los boletos para la exposición del concurso... En cambio, Biel soltó un bostezo mientras Taoni se los daba.

Cruzaron otras puertas al llegar al final del pasillo, desembocando finalmente en el escenario. Las luces eran dolorosas y blancas, probablemente para ayudar al público a ubicarse en sus lugares. Había un montón de butacas que iban descendiendo conforme se avanzaba, clasificadas por letra y número. También había varios palcos por encima de sus cabezas, aunque Biel desconocía si se tenía que adquirir un boleto distinto para haberles tocado sitios ahí.

—¡Ahí está Danna! —Taoni no perdió el tiempo antes de salir corriendo hacia una de las filas de butacas.

Biel se resignó, yendo detrás de ella. Acabaron en la penúltima fila frente al escenario, que únicamente poseía un solo piano en todo el sitio. El chico visualizó que entre esos asientos había una niña de cabellos rizados y rubios; tenía también un montón de pecas esparcidas por todo el puente de su nariz.

—¡Taoni! —se alegró la niña, que Biel asumió que era Danna a juzgar por la respuesta de emoción por parte de su hermana, que no tardó en sentarse al lado de ella y comenzar a hablarle en un volumen de voz innecesariamente alto.

Con cierta duda, Biel se hundió en el asiento a un lado de Taoni, observando que un poco más allá se encontraba una mujer de nariz aguileña que veía la escena con tono de recelo y desconfianza. Dio por hecho que era la madre de Danna, pues el parecido entre ambas era notable a simple vista.

Desvió su mirada al suelo, soltando un hondo suspiro y apoyando su nuca contra el respaldo de su asiento, que era más suave y cómodo de lo que habría podido predecir en un inicio.

Escuchó la conversación entre Taoni y Danna respecto a si los dragones en serio existían, lo que tuvo argumentos sorprendentemente sólidos. Luego, la conversación se tornó a algo parecido a:

—¿Te enteraste que Johana invitó también a Hugo también? Cómo se le nota a kilómetros que él le gusta. —Danna hablaba en un tono bajito y apresurado, como quien cuenta un chisme; aunque eso no bastó para que Biel no alcanzara a escuchar la conversación, a la que le prestó particular atención e inclinó su cabeza en aquella dirección.

La cara de Taoni fluctuó entre la duda, confusión y, después, un destello de rabia para acabar en desinterés.

—Ah, ¿en serio? —inquirió, cruzándose de brazos y torciendo sus labios en una mueca que quiso pasar desapercibida, pero sin conseguirlo—. Me imagino que Hugo no vendrá... Yo creo que tiene mejores cosas que hacer.

Danna se encogió de hombros, como si de pronto hubiera dejado de interesarle el asunto.

Aproximadamente diez minutos después, el teatro se llenó casi por completo, lo que ocasionó que se escucharan un montón de murmullos por detrás de ellos que hizo que Biel comenzara a ponerse un tanto ansioso. Acto seguido, las luces que los rodeaban se apagaron, mientras que las del escenario se encendieron.

El público guardó silencio a excepción de unos cuantos que siguieron hablando en cuchicheos. Biel se removió en su asiento, entrelazando sus propios dedos y mirando hacia el frente. Taoni no le había especificado cuánto tiempo se quedarían ahí, y ahora lamentaba haber rechazado el panfleto que tenía toda una lista de los participantes y sus respectivos horarios.

—¿Cuánto va a durar esto? —se atrevió a preguntar hacia su hermana, susurrando y alzando las cejas en su dirección.

—Primero, va a ir la liga infantil —explicó Taoni, contando con sus dedos—, luego la juvenil. También sigue la libre, pero darán resultados de juvenil e infantil antes de que sea la hora de la libre, y sí, vamos a quedarnos a averiguar si Johana ganó un buen lugar. Ahora calla, que ya va a comenzar el concurso.

Biel meneó la cabeza, decidiendo que no tenía caso molestarse por haber sido arrastrado ahí sin saber exactamente de qué iba todo eso.

Le gustaba la música, pero la idea de oír a un montón de niños tocar el piano no era su idea exacta de diversión.

Lo

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