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[Capítulo 14]

Cuando el reloj marcó las 4:05 PM y Biel salió finalmente de la escuela, el cielo rompió a llover a cántaros.

Si fuera supersticioso, Biel habría creído sin pensar que era una especie de mal augurio o algo así.

Estaba caminando por el patio delantero del instituto, atravesando el área que estaba recubierta de un pequeño techo; era un pequeño pasillo contiguo a los salones de algunos clubes, lo que era una ventaja teniendo en cuenta que no tenía ganas de mojarse camino a la tienda de Astor.

—¡Biel! —Una muy aguda voz lo sobresaltó, haciéndolo frenar en seco y alzar la cabeza. Su sorpresa fue en aumento al advertir que la persona que lo había llamado era Taoni, su hermana.

El chico frunció las cejas, acercándose hacia ella con paso vacilante y notando que ella se había levantado de la banca apoyada contra una de las paredes de los salones. Tenía un paraguas en su mano izquierda y la mochila de la escuela colgando de sus hombros.

—¿Qué haces aquí? —cuestionó Biel, sin poder evitar sonar un tanto receloso mientras ladeaba la cabeza.

Taoni se sonrojó, apretando los labios en una fina línea recta y enfocando sus ojos en el suelo. Hundió su mano en el bolsillo de su abrigo, sacando de ahí un sobre.

—No quería romper tu guitarra —murmuró la niña, desviando vagamente sus ojos al estuche del instrumento en cuestión que Biel cargaba en su mano derecha—. Esto es de mi mesada... Quiero que lo uses para repararla. —Mientras decía esto, su voz disminuyó de volumen hasta volverse inaudible, mordiéndose el labio inferior.

Biel arqueó una ceja, dibujando una sonrisa divertida en su rostro.

—No sabía que podías ser así de gentil —bromeó. Acto seguido, meneó la cabeza en negación—. Agradezco tu gesto, pero no creo necesitarlo... Voy a repararla por mi cuenta.

Los ojos de Taoni brillaron en admiración.

—¿Puedes hacer eso? —preguntó impresionada.

—No es que sea precisamente difícil, ni tampoco busco que me quede perfecta —explicó Biel, encogiéndose de hombros para desestimarle importancia al asunto.

—Oh, de acuerdo. —Taoni no se lo pensó dos veces antes de guardar el sobre que le había ofrecido devuelta al interior de su abrigo—. Por cierto, ¿puedo ir contigo y eso?

—Hum, no te ofendas... Pero no creo que sea la mejor idea. Ya sabes, a tu mamá no me gusta mucho verte conmigo.

Taoni curvó sus labios en un puchero.

—Por favor —insistió, mostrándole el paraguas—. Si te vas sin mí, ¡vas a mojarte todo! Además... la verdad es que no le conté a mamá que vendría hasta aquí y le dije que pasaría la tarde con mi amiga, así que no puedo volver a casa antes.

A Biel no le pareció que hubiera sido la decisión más acertada, por lo que titubeó. Definitivamente su madrastra se molestaría si se enteraba que había pasado la tarde con Taoni... Aunque, por otro lado, ¿realmente importaba si no tenía forma de enterarse? Sin duda, era mejor estar con Taoni que dejarla andar por ahí por su cuenta.

—Ah, bien, bien... Tú ganas —suspiró, pasando una mano por su cabello y riéndose entre dientes—. Sin embargo, no planeo hacerme responsable si tu mamá se entera de esto.

—¡Si se entera, le diré que te seguí por mi cuenta! —asintió Taoni, comenzando a caminar a la par que Biel lo hacía. Sus ojos estaban fijos en él, aunque, luego, se fruncieron—. Por cierto, llegué aquí a las tres porque sales a esa hora... ¿Qué estabas haciendo que te demoraste una hora?

—¿Por qué suenas como si me estuvieras regañando? Fuiste tú quien llegó de improvisto.

Taoni rodó los ojos, volviendo a esa actitudes de hermana menor irritante que pretendía no preocuparse por él.

—Te hubiera dicho, pero asumí que no ibas a buscarte problemas o castigos en tu primera semana de clases —contestó, alzando las cejas y añadiendo por último—: Supongo que fue mi error por sobrestimarte.

Biel revolvió el cabello de su hermana en venganza mientras la oía chillarle por haberle "arruinado su magnífico peinado".

Al salir del instituto, Biel fue quien sostuvo el paraguas y, junto a Taoni, caminó entre las calles.

Llegaron a la tienda de Astor aproximadamente una hora más tarde, en donde Biel pudo reparar su guitarra, que había mantenido junta provisionalmente con cinta. Lo único que lo consolaba era que, al menos, había planeado cambiar las cuerdas el próximo mes, así que solo estaba haciendo un adelanto, puesto que se había roto una de ellas en el proceso de haberse quebrado el mástil.

—¿Algún día me vas a enseñar a hacer eso? —inquirió de pronto Taoni, balanceando sus pies sobre el banco en el que estaba sentada, viendo atentamente a Biel trabajar sobre el mostrador de la tienda. En el fondo estaba Astor afinando una guitarra, una de esas cosas de las que no se había olvidado el hombre.

—¿Qué cosa? ¿Lijar y pegar madera? —preguntó Biel, frunciendo el ceño y pasando un trapo para limpiar el exceso de pegamento que le había puesto a la guitarra para fijar el mástil—, no es que sea algo del otro mundo, ¿sabes?

Taoni negó la cabeza, formando una mueca en sus labios.

—No, me refiero a todo eso de las guitarras —contestó, mirando hacia el suelo. Cuando Biel no contestó, ella inhaló una bocanada de aire y soltó—: Hay un niño en mi clase al que me gustan mucho las guitarras, y me gustaría poder tocar por él...

Había sido una revelación tan repentina que a Biel le costó procesarla por unos momentos, mirando a su hermana con los ojos abiertos de par en par.

—¡¿Era eso por lo que tomaste mi guitarra sin mi permiso?! —exclamó, más alterado de lo que había pretendido sonar, por lo se sonrojó y bajó el volumen de su voz, agregando—: Quiero decir... Eh, ¿quieres aprender a tocar para impresionarlo?

El rostro de Taoni se tornó del color de un tomate, hundiéndose en su asiento y moviendo sus pies en círculos ansiosos.

—Pues... eso creo —contestó, enterrando su cara entre sus manos y soltando un hondo suspiro—, ¡ah, no lo sé! Se siente raro, Biel.

El chico se quedó en silencio por unos segundos, ladeando la cabeza y sopesando la situación. Después, una sonrisa asomó a su expresión y arqueó las cejas.

—Aww, sí que puedes ser cursi y linda al final de cuentas —se burló, aunque una parte de él no pudo evitar pensar que su hermanita aún era demasiado pequeña para que le gustara un niño... ¡Solo tenía nueve años! Bueno, iba a cumplir diez el próximo mes, pero aun así se sentía raro pensar en eso—. Voy a necesitar saber quién es este niño antes de enseñarte algo, ¿sabes?

Taoni se descubrió la cara, viéndolo con el entrecejo arrugado.

—¡No molestes! —espetó, cruzándose de brazos con fastidio y musitando algo más entre dientes—. No te voy a decir ni quién es ni nada... Solo enséñame algo de guitarra para tener algo en común con él... por favor.

—Es la segunda vez en la semana que me pides algo de esa forma —puntualizó Biel con exagerado deje pensativo—. Debo estar haciendo algo bien por ahí...

—Biel...

—Ya, ya... Te voy a enseñar lo básico de los acordes y a hacer rasgeos interesantes, ¿contenta?

La mirada de Taoni respondía por ella, así como sus pupilas dilatadas en sorpresa y pura alegría.

Así pasaron el resto de la tarde, lo que incluyó también la intervención pasajera de Astor, que parecía recordar de a ratos cómo hacer que un principiante se familiarizara por primera vez con una guitarra.

Taoni y Biel volvieron en autobús aproximadamente cuando el reloj dio las 7:05 PM. El chico estaba un poco nervioso ante la idea de que su madrastra no tardara en descubrir ni un poco que habían pasado toda la tarde juntos, así que no podía dejar de morderse el pulgar y dar pequeños golpes con su pie al suelo del transporte.

Entraron a casa ya casi a las ocho de la noche, estando el cielo de lo más oscuro y fúnebre.

Atravesaron la puerta y llegaron al otro lado. Biel había sopesado la idea de quedarse paseando un rato por las calles para simular que no había llegado a la misma hora que su hermana, pero llegó a un punto que ya no tenía ganas de hacer esto... Quizá lo hubiera hecho de no haber perdido la noción del tiempo y quedarse así de tarde en el centro comercial.

Ninguno avisó que ya habían entrado a la casa al atravesar el umbral, caminando por la sala. Taoni se asomó a la cocina, negando con la cabeza hacia Biel cuando vio que la mamá de ella no estaba ahí.

Biel se sobresaltó al oír que alguien abría la puerta a sus espaldas.

Fuera suerte, casualidad, destino o cómo quisiera llamarle, su madrastra estaba ahí, sosteniendo un par de bolsas con las compras que, aparentemente, acababa de hacer.

—Oh, ya llegaste —fue lo único que le dijo ella al ver a Biel, aunque sus ojos brillaron con mayor entusiasmo al advertir en la presencia de Taoni más allá—. Cariño, ¿cómo te fue con tu amiga?

Sin siquiera respirar o pensarlo, Taoni se inventó toda una mentira acerca de un día completo junto a su amiga. Incluso Biel se sintió algo intimidado por esta capacidad de su hermana de mentir... De haber un concurso de esto, ella arrasaría con los concursantes.

Y, el resto del día, fue bastante parecido al de los pasados, aunque esta vez, Biel se quedó hasta tarde haciendo tarea.

.

Los próximos días de la escuela fueron bastante similares entre sí: deberes, clases aburridas, conversaciones banales y sin sentido con Cloe y Nathan, las horas del castigo que cumplía junto a Grady y que al menos se habían tornado algo amenas, etcétera.

Biel estaba contento de haberse acoplado a esta rutina... ¡Simplemente le parecía fantástico! La vida cotidiana era algo que le encantaba, puesto que representaba el orden y la limpieza del caos. No había sorpresas ni noticias abruptas. Todo era como tendía a planearlo y eso le gustaba.

Por supuesto, también estaba la incertidumbre de no saber si en serio estaría en el club de música de forma oficial, y había una pequeña parte de él que creía que Grady solo le había gastado una broma pesada.

Biel soltó un suspiro, parándose afuera del instituto. Ya era viernes, lo que no le parecía del todo creíble... En serio se había sentido como si, en lugar de cinco días, hubiera transcurrido todo un mes, ¡vaya locura!

Nunca veía a Cloe y Nathan luego de clases, lo que si bien le parecía un tanto decepcionante, podía entender que en ambos casos de ellos tuvieran quién viniera por ellos hasta ahí.

Al ir a la tienda de Astor, quedarse ahí un tiempo y regresar a casa, todo fue bastante similar a los otros días. Una rutina significaba tener una vida normal.

Y a Biel le gustaba eso.

Se detuvo en el umbral de la puerta de su hogar cuando alcanzó a percibir algunos gritos provenir de su interior. ¿Y es que acaso eso estaba en la rutina? Pues no, por lo que llamó su atención de forma inmediata y entró con paso apresurado tras cerrar la puerta a sus espaldas.

Taoni bajaba las escaleras con coraje y rabia, y frenó cuando vio a Biel en la sala.

—¿Qué sucede? ¿Por qué hay tanto escándalo? —preguntó él, arrugando la frente y hundiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón.

Las mejillas de Taoni se inflaron en un puchero, mirando de soslayo que su madre venía detrás de ella desde las escaleras.

—¡Me voy de la casa! —chilló Taoni y, sin esperar a una respuesta, corrió hacia la puerta, la abrió y salió por ella.

Biel tardó en entender lo que había pasado, pero en cuanto reaccionó, salió corriendo detrás de ella.

A veces el problema de tener una hermana así de dramática era saber que no era la primera vez que hacía una escena como esta.

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