Ran y Rindou no sabían exactamente cuando fue que ese hombre abandono a su madre, tampoco preguntaban, no era un tema del que fuera fácil hablar. Dicen que un niño menor a un año no debe ser capaz de guardar recuerdos pero Ran recuerda claramente cuando ese hombre y su madre comenzaron a salir, el hombre era bueno simpre ayudaba a su madre, incluso sabiendo que ellos no eran sus hijos el los procuraba mucho. No fue una sorpresa que él y su madre terminaran por casarse para quedar embarazada no mucho después.   

Fue un tiempo bastante regular para los hermanos Haitani, un dia de pronto su madre llego acompañada de un bebé de cabellos negro y ojos azules brillantes, los pequeños de poco más de tres años lo vieron como una novedad, no paso de ahí.

Él hombre incluso después de tener un hijo propio nunca descuido a los hermanos, siempre se refirio a ellos como hijos, pero, su madre era una historia totalmente diferente, despues del nacimiento de Takemichi ella prácticamente los olvidó centrándose en su pequeño hijo y a ellos nunca les importó realmente.

Los años pasaron, aquel bebé era un sol, uno brillante, ambos admitían que le tomaron algo de cariño pero no estaba ni cerca de tener la clase de confianza que se tenían entre ellos. 

Ambos recuerdan ese día, ese día en que todo cambio, el día en que ese pequeño solo tres años menor que ambos se volvió su hermanito. Tenían siete años, su madre les gritaba por pelear en la escuela de nuevo, los regaño, los amenazo con sacarlos de la escuela, nunca se fijo que ambos niños tenían heridas en la cara, la mujer solo se preocupaba porque él no la abandonara, los mando a su cuarto castigados y ninguno replico, fueron en silencio cerrando la puerta tras de ellos.

Pensaron que siempre sería así, ambos contra el mundo.

De pronto la puerta sonó mientras se abría dejando ver unos brillantes ojos azules.

— ¡¿Están bien?! — Preguntó preocupado el pequeño de cuatro años. 

— Takemichi sal o mamá te regañara. — Le dijo cansado Ran.

— Mamá dijo que están castigas pero shhh — El pequeño buscó en sus bolsillos sacando dos banditas con dibujos de ositos — No me gusta ver a Ran-nii y a Rin-nii lastimados. — Sonrió.

Ambos estaban muy sorprendidos, subieron sus ojos topandose con aquellos brillantes ojos azules, esa sonrisa enorme mientras les entregaba las curitas.

— ¿Se las puedo poner?

Voltearon a verse sorprendidos pero terminaron por asentir. El pequeño se acerco a Ran y se la pego tratando de ocupar el mayor espacio posible.

— Vete dolor vete. — Cantó el pequeño mientras acariciaba la cara de su hermano mayor.

— ¿Por qué haces eso? — Preguntó Rindou.

— ¡Es un hechizo para que el dolor se vaya! Fuyu me lo enseñó. —  Explicó aún acariciando la carita de Ran.

— ¡Voy yo! ¡También quiero el hechizo! — Gritó Rindou.

— ¡Claro Rin-nii! — El pequeño se acerco a su segundo hermano y le pego la curita. — Vete dolor vete. — Cantó para su segundo hermano.

Después de aquel día ambos adoraron a su hermanito. Lo acompañaron cuando de niño soñaba con ser un súper héroe, cuando soñaba con ser un "pandillero" con el cabello rubio color patito, para terminar siendo golpeado para ayudar a alguien, cuando tuvo su primera novia y descubrió que no le gustaban las chicas, cuando salio de la preparatoria, cuando creó Thousand Winters y se mudó con su mejor amigo.

Como su hermanito estuvo con ellos cuando se metían en peleas, cuando enloquecian, cuando les presento a los hermanos Kawata y vio como los perseguían para siempre ser rechazados por los gemelos, cuando se volvieron pareja, estuvo en todo.

Pero ahora tenían un problema mas serio que eso.

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— ¿Qué intenciones tienes con nuestro hermanito? — Sonrió Ran de una manera aterradora, lástima que la persona que quería asustar ni lo noto.

— Cuentanos. — Rindou no presentaba expresión.

— Ya se los dije, le voy a pedir matrimonio a Mitchy. — Hablo Mikey ya cansado de respetirlo.

— Son demasiado jóvenes. — Dijeron al unísono.

— Ustedes se casaron con los Kawata cuando ellos tenían veinticuatro y ustedes veinticinco. — Rodó los ojos, aún recuerda como Takemichi lloro de la emoción de ver que sus hermanos no morirían solos. 

— Son demasiado jovenes. — Repitió Ran.

— ¿Quién sabe si eres serio con él? — Rindou tenia una opinión bastante fuerte.

— Llevamos cinco años de relación, somos felices pero quiero estar con él para todo la vida, claro que soy serio, soy serio con todo lo relacionado con Mitchy. — La expresión de Manjirō estaba llena de seguridad. 

— Mierda. — Maldijeron al unísono.

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Los hermanos solo podían ver a su hermanito llorar mientras tomaba la mano de su esposo, vestía un traje negro mientras que Mikey uno blanco. Todos los felicitaban, ellos querían hacer lo mismo pero ese hombre se estaba robando a su bebé.

— Ran-nii, Rin-nii. — Corrió hacía ellos —Vamos a tomarnos una foto.

— Claro que si Mitchy.

— Es tu día.

— Cuñados, vamos a tomarnos una foto. — Sonrió Mikey.

— Cuñado tu abuela. — Susurró Rindou.

— Vete a la mierda. — Murmullo Ran. 

— Bueno si no quieren que los llame así entonces tendre que decirles hermanos. — La sonrisa de Manjirō se ensanchó.

— ¡Vete a la mierda!

— ¡Jodete!

Mikey solo río, era tan divertido burlarse de ellos, estaba discutiendo hasta que escucharon unos sollozos, voltearon y ahi estaba su adorado Takemichi tratando de aguantar las ganas de llorar.

— ¡¿Mitchy/Hermanito?! — Los tres entraron en pánico.

— ¡¿No pueden llevarse bien solo por un maldito día?! — Las lagrimas se arremolinaban en sus ojos azules.

— ¡Mitchy/Hermanito fue nuestra culpa! — Los tres estaban en pánico total intentando que Takemichi no llorara, si alguien mas viera a los terribles jefes Haitani junto con el despiadado presidente Mikey actuar así se asustarían.

 — ¡Tienen razón es su culpa! Actúen maduros solo por hoy ¿Pueden? — El ceño fruncido revelaba la clara molestia.

Los tres asintieron frenéticamente, tomaron la foto (junto con varias mas) y la boda transcurrió sin mas problemas.

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Moría si no escribía esto XD