
CAPITULO 59.
Después de una visita al médico por el dolor de cabeza que tenía el Omega, y un momento incomodo con el doctor al mencionar que la noche anterior habían tenido sexo, ambos volvieron a casa, dónde estaba su pequeña con aquella hermosa rubia.
Al ver al castaño, de inmediato la pequeña le estiró los brazos, soltando unos pequeños quejidos al querer ir a los brazos de su "madre".
—¿Ya desayunaron algo? —cuestionó el alfa pelinegro tomando a su hija entre sus brazos, logrando que está se tranquilizara, pues el alfa tenía sobre su cuerpo un poco del aroma de Soo Bin.
—A Eun Ji le di un poco de fruta picada.
—¿Tienes cosas que hacer?
—Lavar ropa.
—Ven con nosotros, vamos a desayunar algo. —invito el alfa, logrando incomodar un poco al Omega.
—Te lo agradezco, pero quedé en desayunar con alguien más. —La rubia se dirigió a la salida, y cuando se aseguró que el Omega no los veía, le hizo señar a su amigo alfa, dándole a entender que esa mañana debía insistir, pues la noche anterior podía haberlos ayudado. —Nos vemos después. —se despidió cerrando tras ella la puerta.
Yeon Jun miro al Omega con una sonrisa que transmitía tranquilidad. —¿Quiéres desayunar con nosotros?
—Desde luego. —sonrio mirando a la pequeña que descansaba en los brazos del alfa.
Yoon Gi caminaba con una tablilla entre sus manos, no tenía pacientes que atender y había decidido ir a la sección de terapias. Al querer doblar el pasillo, su cuerpo chocó con el de una hermosa joven, a quien logro sostener de la cintura para evitar la dolorosa caída.
Al ver los ojos de la chica, algo en su interior comenzó a incomodarlo, era ella, su instinto le decía que ella era su Omega destinada.
Los padres de Beom Gyu eran muy amables con Tae Hyun, siempre que los visitaban los mayores los recibían con una deliciosa comida y un exquisito postre.
Tae Hyun también había pensado en llevar al Omega y al pequeño con su padre y su pareja, pero no sabía si Beom Gyu lo tomaría a bien, no quería apresurar nada entre ellos, y tampoco quería incomodar al Omega.
Una tarde cuando la familia salió de compras al supermercado, el padre de Beom Gyu se llevó al rubio con la excusa de que comprarían algún helado para Beom Gyu y Eun Sang.
—En verdad te agradezco que nos devolvieras a nuestro hijo, pero quiero saber una cosa... —el señor apartó la mirada del refrigerador, solamente para observar a ese rubio. —¿Estás jugando con él?
—¿Qué le hace pensar eso?
—Sabemos cómo son los alfas, no es fácil que acepten a un cachorro que no es de su sangre. Además, no parecen tan cercanos.
Tae Hyun sonrió inconsciente. —Eun Sang es un niño maravilloso, lo supe desde que los conocí. Me encanta ver su sonrisa aún inocente, a pesar de todo lo que vivió con su padre... Quiero proteger las sonrisas de ambos. Lo que menos quiero es hacerles daño.
El padre de Beom Gyu, podía notar un extraño brillo en los ojos del rubio, cosa que extrañamente lo tranquilizó.
—Con respecto a lo otro... Beom Gyu me pidió mantener distancia, le asusta que lo nuestro no funcione y que nuevamente lo vean fallar en lo que consiste formar una familia.
Ahora quien sonrió melancólico fue el padre del Omega. —Aunque falle una y otra vez estaremos para él.
—Quiero esforzarme, hacerlo feliz, darle la felicidad que merece. —Afirmo. —Pero no lo haré si usted no me aprueba, Eun Sang lo hizo, pero quiero tener el apoyo de todo su familia. Solo acepteme si cree que soy el indicado.
Aunque quisiera no lo podía negar, ese rubio alfa era más de lo que había esperado. —Mi hijo lo piensa. Tú y Seok Min son tan diferentes. Contigo lo veo mucho más feliz y tranquilo de lo que lo ví jamás.
Abrió la puerta del refrigerador y tomo un bote de helado de galletas. —Si le haces daño me encargaré de que no sepas más nada de ellos. —Dicho esto comenzó a alejarse del rubio, quien sonrió encantado al ver cómo Eun Sang se acercaba tomado de la mano de Beom Gyu.
—¿De qué hablabas con mi padre?
—Sobre que sabor de helado sería mejor. —el rubio sonrió mientras cargaba al pequeño castaño entre sus brazos, quien sonrió alegre.
Tae Hyun miro al pelinegro, sonrió y le rodeo la cadera con uno de sus brazos. —¿Puedo darte un beso?
Las mejillas del Omega enrojecieron. —Están mis padres.
—Jajaja sabía que dirías eso. —Tae Hyun solamente se limito a besarle la frente, cosa que removió el corazón del Omega.
Soo Bin miraba encantado como la pequeña dormía en los brazos del alfa, quería decirle que anhelaba cargarla, pero no sabía cómo lo tomaría Yeon Jun.
—¿Entonces? —La voz del alfa saco de sus pensamientos al castaño, quien lo miro un poco nervioso al no saber que responder.
—¿Ehh?
—¿Quiéres o no? —preguntó amable.
—¿Qué? —la inocente pregunta del Omega, logro sacarle una pequeña risa al alfa mesero que los atendía, un pequeño gruñido involuntario salió de la garganta del maestro pelinegro.
—Postre. —aclaro molesto.
Soo Bin se encogió en su asiento. —Un pastel con durazno.
—Un pastel con duraznos, una malteada de fresa y un helado napolitano. —Rectifico el alfa sin mirar al mesero, quien después de tomar la orden se marchó.
—Lo lamento. —se disculpo el Omega un poco avergonzado. —Creo que es un poco molesto para tí.
—Descuida. No es tu culpa. —Y era verdad. Le molestaba que aquel alfa hubiera visto una de las facetas más tiernas del omega.
Soo Bin se sentía un poco incómodo, tras pensar varias preguntas, solo una logró salir de su boca. —¿Cómo va el trabajo?
Yeon Jun sonrió para sus adentros. —supongo que bien.
El Omega se sintió tonto, era una pregunta que no lo llevaría a mucho. —¿Cuándo es tu cumpleaños?
El alfa lo miro por unos segundos sin decir nada, Soo Bin esperaba respuesta, pero está nunca llegó.
El alfa mesero se acercó y colocó los postres en el centro. —Una disculpa. Sus postres.
El alfa miro al Omega esperando una pequeña señal de interés, en cambio Yeon Jun lo miro con rabia, logrando hacer que este se fuera con una sonrisa incomoda.
Soo Bin miraba con deseo esos postres, cosa que el maestro notó, sonrió y se los acercó.
—¿Qué haces?
—Todo es para tí. Solías pedir lo mismo antes de tener a nuestra hija.
Sin más palabras, el Omega probó lo que el alfa había pedido, los sabores llegaron a su paladar y una enorme sonrisa adorno sus labios. —¡Está delicioso! Prueba. —con su mismo tenedor, le ofreció un trozo de pastel, el cuál probó gustoso.
—Rico. —afirmo sonriente.
Por primera vez, la pequeña Eun Ji los había dejado disfrutar de una mañana entre ellos, llena de risas y miradas curiosas.
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