CAPITULO 56.
El Omega pelinegro suspiro con cansancio tras cerrar la puerta de su hogar, definitivamente conseguiría otro trabajo.
Extrañamente la casa estaba en silencio y las luces apagadas, se le hizo raro, ya que el rubio y su pequeño siempre estaban en casa, y si decidían salir primero lo llamaban.
—¿Eun Sang? ¿Tae Hyun? —Al no obtener respuesta llamo al celular del rubio, pero no respondió.
Al ver qué la sala, el comedor, la cocina y el patio estaban desolados, optó por ir a las habitaciones, la de su pequeño estaba vacía, al igual que la del rubio.
Pero al entrar a su habitación vio un oso de peluche medianamente grande sosteniendo un ramo de rosas rojas y una caja de chocolates al costado.
El techo tenía unos cuantos globos rojos y blancos, y una suave nota musical era reproducida en su bocina.
Con una sonrisa se acercó a la cama, tomando entre sus manos la nota que resaltaba entre su colcha blanca.
Al sentir que alguien había entrado a la habitación, volteó, encontrándose al rubio y a su pequeño, ambos sonriendo ampliamente, uno de felicidad y el otro de forma un tanto nerviosa.
—¿Qué es todo esto?
—Eh... Fue idea nuestra... ¿Te gusta?
—Si, pero... —se quedó callado un momento, no sabía exactamente que era lo que quería decir.
—Beom Gyu. —lo llamo bajando al pequeño y acercándose al Omega, quién comenzó a ponerse nervioso. —Se que tal vez no piensas en esto ahora, se que pasaste por mucho y puede que aún tengas miedo... Pero me gustaría que aceptaras ser mi pareja... Si dices que no lo voy a entender.
Beom Gyu lo miro dudoso. —¿Quiéres que yo sea tu novio?
—Si.
El Omega se cruzó de brazos y negó sin mirarlo. —Tae Hyun, estoy roto. No tengo mucho que ofrecer. Además Eun Sang...
—Ya dije que si. —Interrumpio el pequeño.
Beom Gyu miro al rubio buscando respuesta, Tae Hyun detrás de su nuca. —Hable primero con él. Si él no aceptaba yo no estaba dispuesto a hacer nada de esto.
Beom Gyu soltó una pequeña carcajada. De nuevo negó con una sonrisa triste. —Tae Hyun... Tengo un hijo, yo...
—Es un niño maravilloso. —Lo interrumpió y se acercó a él para sujetarlo suavemente de las mejillas. —Si no quieres está bien, sabes que no te obligaré.
—Tengo miedo. —susurro.
—No te haré daño, lo sabes.
Ambos se miraron, el pelinegro sabía perfectamente que Tae Hyun no era de los que lastimaban a los demás. Asintió con una pequeña sonrisa. —Lo sé.
Tae Hyun sonrió encantado, abrazo al pelinegro y beso su frente con ternura, Eun Sang soltó una risa y se unió al abrazo. —¿Aceptas papi?
Beom Gyu miro a Tae Hyun, sonriendo asintió. —Si, acepto.
El rubio sonrió y beso rápidamente los labios del pelinegro, dándole un tierno beso.
—¡Bibi! —la pequeña se removió con fuerza, pidiéndo ir a los brazos del castaño, quién estaba sentado frente a ellos.
—No hija.
—¡Bibi! —la pequeña comenzó a sollozar mientras trataba de ir a los brazos del castaño.
Yeon Jun sabía que no podía obligar al castaño a tomar un papel que no recordaba ni mucho menos quería.
Miro al Omega, y trato de que sus palabras no sonarán de forma grosera. —Creo que es mejor que te vayas.
Soo Bin le miro, la pequeña estaba a punto de explotar en llanto, y lo quisiera o no, Yeon Jun conocía más a la pequeña.
Se puso de pie y comenzó a alejarse de ellos.
La pequeña, al ver qué el castaño se estaba marchando, comenzó a llorar y gritar tan fuerte como sus pulmones se lo permitieran. —¡No! ¡Bibi!
—Tranquila. —Yeon Jun no sabía exactamente que hacer, su hija jamás le había hecho un berrinche de tal magnitud.
Soo Bin se detuvo, algo le decía que no debía irse, que no estaba mal quedarse. Se dio media vuelta y se acercó al pelinegro, quién podía verse nervioso.
—¿Puedo cargarla?
Pensándolo un poco, asintió.
De inmediato la pequeña freno su llanto, se aferro a la ropa del castaño y hundió su cabecita en el pecho del Omega. —Bibi.
Yeon Jun suspiro con tranquilidad, en cambio Soo Bin se sentía extraño, una pequeñita descansaba tranquilamente entre sus brazos.
—Vamos a su habitación, en cuanto esté dormida por completo puedes dejarla en su cuna.
Ambos salieron de la sala y subieron aquellas amplias escaleras, el lugar era amplio y hermoso, pero Soo Bin solo podía observar a esa pequeña descansando en sus brazos.
Al alfa abrió la puerta de aquella habitación dejando entrar de primera al Omega.
La habitación era bellísima, había una cuna con sábanas blancas y cobijas rosas, las paredes eran blancas al igual que los muebles y la mecedora. Las ventanas tenían cortinas color rosa pastel y una alfombra decoraba el sueño de madera. Las tres imágenes que decoraba la habitación, eran de la pequeña, cuando recién había nacido.
—Puedes dejarla en la cuna.
—Ah si... —tras la voz del alfa, el Omega se acercó al lugar donde la pequeña dormía, la recostó con delicadeza para no despertarla. —¿Siempre la dejas dormir aquí?
—Solo por el día, cuando tiene sus pequeñas siestas. Por la noche duerme conmigo en mi habitación.
—Entiendo.
El sonido de un coche estacionandose, y los gritos de la rubia y su hermano peleando, se escuchaban afuera.
—Bajemos. La comida llegó.
Antes de abrir la puerta, el castaño rápidamente sujeto el brazo del alfa. —Espera...
—¿Qué sucede? —Yeon Jun lo miraba impaciente, en verdad queri besarlo y hacerlo suyo, extrañaba su cuerpo, sus labios, su sonrisa... Extrañaba todo de Soo Bin.
El Omega lo soltó y bajo la cabeza. —No es importante. —Esta vez fue el alfa quién lo sujeto del brazo, con rapidez y delicadeza apreso el cuerpo del Omega contra la pared y su pecho, ambos mirándose. —¿Qué...?
—Se que cuando dices eso... —hablo tomando entre sus dedos unos cuantos mechones del castaño. —Hay mucho de lo cual escuchar.
Ambos se miraron, Soo Bin se perdía en aquello ojos azules, los cuales eran de color más ingenso que los suyos. Yeon Jun lo dudo, pero comenzó a acercar su rostro hacia el del castaño, su corazón latió con fuerza al ver qué el castaño no intentaba moverse, al contrario, sus ojos comenzaban a cerrarse lentamente.
—¡Bibiiii!
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