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CAPITULO 39.

Al salir del hospital, todos estaban esperándolos, los padres de Yeon Jun se acercaron con lágrimas en los ojos, la beta fue la primera en cargar a la pequeña Eun Ji, su esposo estaba a su lado, admirando a su hermosa nieta.

—Su nombre es Eun Ji.

—Es bellísima. —susurro la beta con lágrimas en los ojos.

Ji Min no pudo evitar llorar, se acercó al castaño y lo abrazo con fuerza. —Tu abuelo estaría orgulloso.

El alfa pelinegro, Yoon Gi, se acercó a su hermano, sonrió —Felicidades.

—Gracias.

Tae Hyun también se acercó al castaño para abrazarlo con fuerza. —Eres increíble. A propósito, Huening Kai y Terry ya vienen para acá, desean conocer a la pequeña.

—Deberían disfrutar de su luna de miel. —Ambos sonrieron.

La rubia se acercó con una hermosa sonrisa. —Hola hermoso. —Lo abrazo con fuerza y cariño. —Felicidades.

—Gracias Chae Won.

—¿Dónde se quedarán? —preguntó el padre de Yeon Jun acercándose a la joven pareja.

Soo Bin sonrió a los mayores. —La casa que mi abuelo me heredó aquí es grande, todos podemos quedarnos ahí, si ustedes quieren claro.

La beta sonrió entre lágrimas. —Gracias. —se acercó y con un enorme cariño abrazo al Omega. —Te quiero.

—Y yo la quiero a usted.

Al separarse, Yeon Jun se acercó, abrazando por los hombros al Omega. —Vayamos entonces. Quiero que Soo Bin y mi hija descansen.

La pequeña dormía tranquila, Soo Bin la miraba con amor, quería abrazarla todo el tiempo, protegerla de todo.

La puerta se abrió suavemente, dejando ver al padre de la pequeña. —¿Puedo entrar?

—Claro. —Yeon Jun se acercó y abrazo al Omega por detrás. —¿Tus padres?

—Instalandose. Al igual que Tae Hyun.

—¿Y Chae Won?

—Se quedará en el departamento que estábamos rentando, junto a Yun Jin.

—Entiendo.

La pequeña se removió un poco, el alfa sonrió encantado. —Es hermosa.

—Valio la pena la espera.

—Te quiero pedir perdón, en todo este tiempo jamás te llamé ni te visite, tenía miedo de que pensaras que por mi pasado quería estar contigo. —soltó al Omega y lo volteo para poder mirarlo a los ojos, le acaricio el rostro y le miro con amor. —Pero quiero estar contigo porque te amo.

—Lo sé. Tambien te amo.

Sus labios se juntaron con dulzura, un beso tierno y suave.

Las personas que estaban en aquella casa se turnaban para pasar el rato con la pequeña, la niña era sociable y cariñosa, solamente lloraba cuando tenía hambre o se hacía del baño.

—¡Hola! —saludo el castaño abriendo la puerta y mirando el vientre de su amigo pelirrojo. —¿Cómo estás?

—Estoy bien.

—Pasen. —la pareja de esposo entro y se acercó a Yeon Jun, quién cargaba a su hija.

La pequeña Eun Ji amaba a los amigos de sus padres, aceptaba a todos pese a tener unas semanas de haber nacido.

—¿Entonces si se quedarán en Londres? —pregunto el pelirrojo sujetando la pequeña mano de la bebé.

—No. Vamos a esperar a que Eun Ji cumpla mínimo mes y medio, después de eso volvernos a casa. ¿Y ustedes?

—También volveremos. Londres es bonito, pero no es nuestro hogar.

El beta mayordomo estaba sentado en una banca del parque, miraba a los niños jugando y recordaba cuando Soo Bin era apenas un niño.

—Hola. —el alfa médico saludo, se inclinó y beso los labios del mayordomo. —¿Me tarde? —se sentó a su lado.

—Un poco.

—¿Cómo está Eun Ji? En verdad los quiero visitar, pero el hospital está lleno.

Sonrió al recordar a la pequeña. —Esta bien, es hermosa y cada día crece más.

Yoon Gi pudo notar una chispa diferente en el beta. Le sujeto de la mano y la acaricio con el pulgar. —Me alegro. ¿Yeon Jun y Soo Bin decidieron irse de Londres? —Ji Min lo miro confundido, el alfa soltó una pequeña risa. —Tu mirada es triste.

—En dos semanas Eun Ji cumple mes y medio. Nos iremos de regreso.

—¿Nos?

—No puedo quedarme, mí familia es Soo Bin y Eun Ji, no los quiero perder. —Su voz parecía como si se fuera a quebrar, el médico sonrió y lo abrazo con fuerza.

—Pescuida. Lo entiendo.

—Prometo llamarte siempre que se pueda.

—No te preocupes.

Yoon Gi trataba de calmarlo, lo quería a su lado, en verdad que si, pero no estaba dispuesto a pedirle que se quedase y hacer a un lado la hermosa familia que tenía.

Todos llegaron a su ciudad de origen, Seúl, Soo Bin y Yeon Jun habían comprado una casa especialmente para ellos, pues Soo Bin no quería vivir en la casa que había compartido con su abuelo, claro que amaba esa casa, ahí estaba la memoria y los recuerdos de su amado abuelo, pero ahora necesitaba un hogar nuevo, una casa en la cuál crear recuerdos.

Huening Kai y Terry también habían comprado una casa, pues Huening Kai se negaba a seguir obedeciendo las órdenes de sus padres, quería tener su familia y criar a su pequeño a su manera, con el amor y cariño que sus padres no le habían dado.

Tae Hyun seguía estudiando pero también había comenzado a trabajar, optando por irse de casa y rentar su propio departamento, en el mismo edificio donde sus viejos amigos, Chan Yeol y Min Gyu, rentaban.

Ji Min también había rentado un departamento, ya no trabajaba como mayordomo, ahora se dedicaba a trabajar como maestro de niños de preescolar, pero seguía frecuentando a su familia, y amaba a su pequeña sobrina.

Chae Won estaba en la sala de profesores calificando algunos exámenes, por instinto volteo hacia donde una vez había estado Yun Jin. Aquella chica que había desaparecido unos días después de que Soo Bin diera a luz.

—¿Terminaste? —el pelinegro la saco de sus pensamientos.

—No molestes. —Regreso su mirada a los exámenes. —¿Cómo está mi gorda?

—Cada día más grande. ¿Quiéres que te ayude?

—No. Me molesta tu presencia, vete.

—Si necesitas ayuda me avisas.-

—Já, serías la última persona que buscaría.

Ji Min estaba en su aula asignada, las clases habían terminado, pero estaba mirando algunos dibujos que los niños habían realizado en clases.

—¿Maestro?

—¿Si? —al levantar la mirada se sorprendió, aquel hombre pelinegro de Londres, estaba frente a él, con un enorme ramo de rosas. —Yoon Gi. ¿Que haces aquí?

—Queria verte. Renuncié a mi trabajo en Londres.

—¿Por qué?

—Antes de conocer a Soo Bin, estaba solo, mis días eran monótonos. Cuando lo conocí supe que mi hermano había encontrado a su familia. Jamás veo a mi madre, y básicamente mi familia está aquí, mi padre, mi hermano, mi cuñado, mi sobrina... Y tú.

—¿Yo? —cuestionó nervioso.

—Si. La persona que amo.

Ambos sonrieron, Ji Min se acercó y rápidamente beso al alfa, quién lo rodeo con su brazo libre.

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