Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Parte III | "Un final interesante y épico" 50. ¡Malditos antojos!

29 años | Anggele

Junio

Seis meses después...

Arrugo la nariz cuando me miro al espejo, tengo alergia y algo de congestión, debe ser porque me mojé con la lluvia cuando salí del trabajo ayer. Me recojo el cabello en una coleta para quitarme el maquillaje, una vez termino, me doy una ducha rápida y me pongo mi pijama. Una sudadera ancha y un short de tela. Ese es mi atuendo ideal para dormir.

Me acerco al tocador que había comprado hace unos meses atrás y que ahora formaba parte de la decoración de la habitación y enciendo el teléfono para revisarlo.

¡Estoy tan emocionada por verte otra vez, amiga!

¡Solo cuento las horas! UwU

Sonreí al ver el mensaje de Erika, con quién me vería mañana porque sería mi dama de honor. Por supuesto, Aiby sería mi madrina, pero no podía dejar a mi primera amiga de lado.

¡Yo también estoy deseando verte!

Tenemos mucho de que hablar.

Te espero mañana. ♡

Luego de ver qué el teléfono tiene veinte por ciento de carga, lo dejo en su sitio cuando veo que no hay ningún otro mensaje importante.

Suspiré cuando me di cuenta que el aburrimiento ya estaba haciendo de las suyas en mi sistema. Ahora que tengo permiso especial en el trabajo y salgo más temprano, no tengo nada que hacer después de las seis de la tarde. Además, Aiby se estaba quedando con Sebastián gran parte de las noches y eso no ayudaba mucho, ella era mi única diversión.

De hecho, había estado jugando Candy Crush desde que llegué del trabajo, por eso mi teléfono estaba casi muerto y yo no tenía nada más que hacer.

La puerta se abrió de pronto y mi ceño se frunció al ver a Demián entrar mientras se quitaba la corbata.

—Hola, amor —se acercó para darme un beso.

—Hola —hice una mueca—. Es temprano, ¿qué haces aquí?

—Son casi las siete, creí que estarías contenta —ladea la cabeza y se agacha frente a mí.

—Lo estoy. Me gusta que llegues a casa temprano —le sonrío—. Es que has estado llegando tarde.

—El papeleo es horrible —me sube la sudadera—. Sebastián ya se encargará con la nueva secretaria —sus ojos dejan los míos y van a mi abultado vientre—. Hey, campeón, ¿has molestado mucho a mamá?

—¿Mucho? —bufo—. Es un trompo. No deja de patearme.

—Mamá se molestará, Derek —le dice y, con una sonrisa, le da un beso a mi panza—. Te extrañé.

—Y yo a ti —acaricio su cabello, mientras permanece con sus labios pegados a mi piel, haciéndome estremecer.

Le regalo una sonrisa cuando se levanta y luego se va hacia el baño. No pasa mucho tiempo cuando escucho el agua de la ducha caer. Pongo las manos en mi vientre cuando Derek se mueve otra vez.

—Ya basta, me vas a romper una costilla —le digo y de inmediato se queda quieto—. Así es, pequeño, hazle caso a mamá y todo estará bien.

Cuando descubrimos que tendríamos un niño, las cosas cambiaron. Es como sí, de alguna manera, viéramos las cosas de un modo distinto. Antes estábamos emocionados por el bebé y todo eso, pero al saber lo que sería, es como si ya tuviéramos la certeza de que tendríamos un miembro más en la familia.

Era algo interesante esto de prepararse para ser papás, pero creo que ya nosotros tenemos sobresaliente en todo. Demián me ha demostrado que será el papá más protector y cariñoso de todos, tan estricto y tierno en partes iguales. No tengo dudas que el papel se ajustará a su medida en vez de ser al revés.

Por otro lado, me siento psicológicamente preparada para traer a este bebé al mundo, puesto que nunca había sentido un amor tan grande como este. Ni siquiera conozco el rostro de mi hijo y ya estoy enamorada de él sin conocerlo.

Para cuándo Demián salió de la ducha con una toalla y su cuerpo perfectamente esculpido rociado con pequeñas gotas de agua, mi respiración se agitó y mis hormonas se volvieron locas, literal. Tuve que desviar la mirada cuando se quitó la toalla y buscó un bóxer.

Sí, era una locura. Todo mi embarazo ha consistido en eso: sexo, antojos, cambios de humor y más sexo. Solo que, había veces que el sexo no era suficiente y la comida sí. Cómo ahora.

—¿Demián? —lo llamé, optando por un tono de voz manipulador.

—¿Sí? —se giró y me miró.

—Tengo hambre —le sonreí con dulzura, adoptando una expresión de inocencia que no iba para nada conmigo.

Se ríe, divertido conmigo, supongo.

—¿Hambre de qué? —me pregunta, rebuscando algo en cajón, paseándose por la habitación solo con su bóxer puesto.

—Quiero una hamburguesa —digo, me mira por sobre su hombro y frunce el entrecejo—. Una hamburguesa de McDonald's.

—¿Ahora? —arquea una ceja.

—Síp —asiento.

—Bueno, ahora pedimos algo por Delivery —dice, sin prestarme mucha atención.

Mi sangre empieza a burbujear.

—No —musito.

Demián se gira para verme confundido.

—¿No? ¿Ya no quieres?

—Sí quiero, pero no quiero que la pidas por Delivery.

—¿Entonces? —ladea la cabeza.

—Quiero que vayamos a McDonald's —hablo sin darle opción a reproches.

El castaño me regala esa expresión de «¿En serio?» mientras que yo arqueo mi ceja en señal de «Por supuesto que es en serio».

—Amor, son casi las ocho...

—¿Y? —me levanto de la silla y camino hacia la puerta—. Tengo hambre y tú vas a llevarme a McDonald's.

Abandono la habitación y bajo las escaleras, sin importarme que solo tengo calcetines y parezco una loca. Lo espero en la sala unos cinco minutos hasta que lo veo bajar, tiene el ceño fruncido y las llaves de la camioneta en la mano.

—¿Vas a ir así? —me mira de arriba abajo, asiento—. Estás descalza.

—No pienso bajar de la camioneta —le digo, él pone los ojos en blanco y pasa por mi lado.

—Vamos.

Los dos salimos de la casa y subimos al auto, Demián se pone en marcha sin tardar más y me ignora por todo el camino. Lo oía suspirar cada tanto, como si estuviera cansado o estresado.

¿Acaso estaba harto de mí?

No. Puede. Ser.

Una rara opresión en el pecho me puso triste y me hizo sentir muy mal.

Subí los pies al asiento y me giré hacia la puerta, ocultando el rostro y mis ojos empañados. Me dediqué a ver por la ventana, aún y cuando estaba incómoda por la posición, no me moví.

—Oye —sentí su mano ponerse sobre mí brazo, dándole un leve apretón—, ¿estás bien?

—Sí —mi voz salió baja y ronca por las lágrimas contenidas.

—¿Estás llorando? —su noto fue un murmullo horrorizado.

Sentí como nos detuvimos, así que levanté la mirada para ver qué ya estábamos en la fila del autoservicio. Escuché como se quitó el cinturón de seguridad y tiró un poco de mi brazo.

—¿Qué es lo que pasa, cielo? —me preguntó con suavidad, dándole una caricia suave a mis nudillos cuando tomó mi mano—. ¿Qué tienes?

—¿Soy muy exasperante? —cuestioné en un susurro y ya no pude retener las lágrimas, para cuando me giré a verlo, ya tenía las mejillas empapadas—. ¿Estás cansado de mí?

—¿Qué? —se ríe y negó—. Jamás me cansaría de ti. ¿De dónde sacas eso?

—Solo lo sé —respondí, sorbiéndome la nariz.

—Solo lo sabes —repitió él, ahora con una sonrisa socarrona—. Solo porque sí.

—Sí —hipé otra vez, lanzándome a llorar—. ¡Si ya estás cansado de todo esto solo dímelo!

Mi gruñido resonó por todo el auto y Demián suspiró.

—Anggele, no quiero discutir, ¿vale? —condujo unos metros cuando la fila avanzó, luego me miró otra vez—. Además, no te he hecho nada para que te pongas así, ¿de acuerdo?

—¡Exacto! —estallé otra vez—. ¡No me has hecho absolutamente nada! ¡¿Por qué no me haces nada?! —mierda, ni siquiera sé lo que estoy diciendo—. ¿Acaso no estás estresado? ¡¿No te cansa tener que soportar todo esto?!

—¿Me vas a dejar responder? —me pide, avanzando otro poco en la fila. Aún faltan dos autos para llegar—. Me gustaría poder darte mi opinión, si no es mucha molestia, claro.

—¿Ahora estás molesto conmigo? —miro su perfil, indignada—. No me jodas...

—No estoy cansado, ¿de acuerdo? Ni siquiera sé de dónde carajos sacas esas cosas —espeta, sin mirarme, tan solo se ocupa de estar pendiente a la fila frente a nosotros—. No sé si es el embarazo o simplemente te gusta que peleemos, pero te sugiero que pares ahora, porque tú misma terminas rompiendo tus sentimientos —dice de golpe, dejándome con la boca abierta—. Será mejor que nos demos prisa y vayamos a casa, no pienso seguir con esto en el auto.

Me quedé pasmada por todo lo había dicho y fue como si una bola demoledora chocara contra mi estómago. Él tenía mucha razón en eso. Ni yo misma sabía si todos mis cambios de humor eran por el embarazo o solo porque quería quitarme el aburriendo.

Yo sola me saboteo, siempre lo he hecho.

Nunca lo había pensado de esa manera, tal vez porque siempre trato de verle el lado malo a todo antes de ver lo malo en mí. ¿Por eso siempre he tenido tantos problemas? Quizás fue mi desconfianza con el mundo lo que me volvió tan frívola.

¿Entonces yo he sido la culpable de todo? Mi ruptura familiar por mucho que me pidieran perdón. Mi falta de contacto con mi hermano menor. Todas las veces que corrí de Demián. ¿Fui yo la causante de mi propio dolor?

Maldición.

—Ten —me sobresalté cuando Demián tendió su mano hacia mí con una bolsa de papel.

Ni siquiera me había dado cuenta que ya había pedido y que ya estábamos por salir del Drive Thru hacía la carretera de nuevo.

Esquivé su mirada en todo momento y tomé la bolsa, el olor a comida que abrió el apetito, pero sabía que el nudo en mi garganta me iba a impedir comer bien y que terminaría vomitando todo.

—¿No compraste nada para ti? —susurré, observando el logo de McDonald's en la bolsa marrón.

—No tengo hambre —fue todo lo que dijo y yo no pude moverme—. ¿Qué pasa ahora?

—Nada —negué, dejando la bolsa en mi regazo—. Solo me dado cuenta de algo, eso es todo.

No dije nada más, ni siquiera cuando me preguntó que era lo que había descubierto. Tragué con fuerza y me acomodé en el asiento, dejándome llevar por el ronroneo del motor y el frío del aire acondicionado. Tan solo quería llegar a casa y esconderme entre las sábanas.

Eso sucedió, cuando llegamos a casa fui a la cocina para dejar la bolsa de McDonald's en la barra y buscar un vaso de agua. Sentía que me estaba asfixiando y creo que me lo merecía luego de todo lo que había hecho. Después de eso, subí las escaleras con rapidez y me metí a la cama, ignorando la mirada que Demián me dio cuando entró a la habitación.

Me quité la liga del cabello y me recosté entre las almohadas, subí la sábana hasta mi cuello y me giré de perfil hacia el lado contrario para no verlo. No tenía la valentía para hacerlo después de darme cuenta de todo. Lastimé a todos a mi alrededor y me lastimé a mi también por puro capricho.

Tanto miedo tenía de salir herida que terminé por hacerme daño yo misma.

La luz de la mesita de noche se apagó y la cama se hundió a mi lado, sentí el tironeo de la sábana por parte de Demián y después su brazo rodear mi cintura. Apreté los ojos cuando una lágrima se me escapó. Su mano se perdió bajo mi sudadera y acarició mi vientre, Derek se movió ante ese toque y yo permanecí quieta.

—Te amo —besó mi cuello, suspirando.

No pude responder, tan solo permanecí llorosa por lo que fueron horas, hasta que me dormí.







Estos dramas de embarazada de Anggele no son tan divertidos.

Esperemos a ver que pasa.

En otras noticias: ¡YA ESTAMOS EN LA TERCERA Y ULTIMA PARTE!

AAAAAAAAAAAHHHHHHH

No quiero dejarlos ir, ¿y ustedes?

¡Voten y comenten muchooooo!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro