Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

43. ¿Es en serio esta vez?

28 años | Anggele

Noviembre



Demián me sostiene contra su pecho mientras sus dedos le dan lentas caricias a mi espalda. El calor de su cuerpo traspasa el mío haciéndome olvidar que estamos en Rusia y que afuera esta haciendo un frío que te congela hasta los pensamientos.

No me quiero mover ni un solo centímetro, quiero permanecer quieta y quedarme aquí para siempre. Este es mi lugar feliz.

—Tienes fiebre —sus labios se presionan contra mi frente.

—Debe ser el frío —susurro, cerrando los ojos.

—O puede ser que estás estresada —reitera.

—Tal vez —oculto una sonrisa—. Puede ser por todo lo que pasó esta semana.

Echo la cabeza para atrás, me pierdo en sus ojos marrones un segundo, antes de que sus labios se encuentren con los míos en un casto beso. Una sonrisa de boba enamorada se forma en mi boca, sin que pueda hacer algo para evitarlo. Estoy enamorada de él desde el primer instante, solo que antes no lo veía de esa manera, justo ahora, no quiero ocultar ese hecho.

—Te amo —digo por millonésima vez en todo el día.

Habíamos vuelto al hotel a eso de las dos de la tarde, almorzamos en la habitación y ninguno habló más de la cuenta. Hasta que, en algún momento, nos abalanzamos sobre el otro y no supe nada más hasta hace unos treinta minutos.

Lo había extrañado en todos los sentidos, además, no paré de decirle lo mucho que lo amaba. Sí, amo a Demián Whittemore, en cuerpo y alma.

—Y yo te amo ti —me dice de vuelta, haciéndome reír.

Sus dedos le hacen caricias a mi pelo, sin apartar sus ojos de los míos.

—¿Cómo supiste que estaba aquí en Rusia? —le pregunto—. No recuerdo habértelo dicho y a Aiby estoy segura de que no le conté.

—Aiby no me lo habría dicho, aunque lo supiera —me dice—. Ella muy leal.

—Eso es verdad —la rubia era una de las pocas personas a las que le confiaría mi vida entera si fuera necesario—. ¿Entonces?

—Miranda me lo dijo —sonríe.

Me incorporo apoyando en un codo, subiendo la sabana por mi cuerpo.

—¿La llamaste? —lo miro con el entrecejo fruncido.

—No sabía dónde estabas —me acaricia la mejilla con los dedos—, debía jugar mis cartas.

—Mamá es una chismosa —hago un puchero, él sonríe.

—Fue de mucha ayuda, en serio.

—Tú le dijiste lo que pasó entre nosotros —lo acuso, entrecerrando los ojos.

—Algo así —ahora recuerdo sus palabras ayer—. Valió la pena venir hasta aquí.

—Tienes razón —me inclino hacia él y le doy beso—. Me alegra que vinieras a buscarme.

—Quise buscarte antes, pero sabía que necesitabas tiempo —su mirada brilla, mientras se dedica a detallar todo mi rostro—. Solo que ya no voy a darte más tiempo.

—No me des más tiempo —me rio ante sus palabras.

Está asustando. Teme que cambie de opinión. Puedo ver todas las emociones y los sentimientos encontrados que pasan por su mirada. Me hace sentir horrible saber que mi actitud es la causante de su miedo, pero pretendo cambiar eso de ahora en adelante.

—Ya no quiero luchar contra la corriente —admito en un susurro, bajando la mirada—. ¿Qué caso tiene?

—Creo que ninguno —sonríe y las mariposas se vuelven locas en mi estómago.

Sonreí otra vez y me dejé caer de espaldas sobre el colchón, miré el techo con bastante interés. Me sentía tan bien, tan contenta, tan feliz, que una sensación abrumadora me apretó el corazón.

Mi expresión debió delatarme, pues Demián no tardó en rodear mi cintura con su brazo y darme un beso en el hombro.

—¿Qué es lo que pasa? —cuestionó con sus labios bailando sobre mí piel.

—Estoy muy feliz —giré el rostro para verlo e hice una mueca de consternación—. ¿Eso está mal?

—No, mi amor —besó mis labios un efímero segundo—. Eso está bien. Yo también estoy feliz.

—Me gusta que seas feliz —admití en un susurro, sintiendo mis mejillas ponerse rojas.

—Soy feliz cuando estoy contigo —confesó mirándome a los ojos—. Así que, por favor, ¿puedes dejar de huir de mí?

—No huía de ti —levanté la mano para rozar sus labios con mis dedos—, solo creo que no quería enfrentarme con la realidad.

—¿Cuál es esa realidad?

—Que te amo más de lo que creí amar a alguien —susurré otra vez.

Sus ojos brillaron ante mis palabras y supe que todo cambiaría para nosotros luego del día de hoy. Confesar, aceptar y admitir en voz alta que nos amamos era un salto inmenso de un peldaño a otro en la escalera de nuestra relación.

No sabía si estaba lista para ese cambio, pero lo averiguaría y no me daría por vencida.

Ya no más.

[...]

Cuando llegamos a Nueva York sentí que todo estaba diferente, tal vez porque, a pesar de la nieve, el Sol brillaba. Puede ser que, a pesar del frío, me sentía protegida. O quizás, puede que sea el hecho de que volví con el amor de mi vida.

Sí, eso es seguramente.

Demián y yo nos despedimos en mi departamento, diciéndome que tenía que resolver unas cosas en la oficina con Sebastián. La verdad, no le creí, algo que dijo que solo iba a contarle a su mejor amigo que habíamos vuelto. No obstante, me llevé la sorpresa de ver a Sebastián en la casa de mi novio, puesto que yo había optado por esperarlo ahí.

Me sorprendió saber que Sebastián se había tomado el día libre solo para hablar de unos asuntos con Aiby, pero algo dentro de mí notó una rara diferencia entre esos dos y eso me estaba carcomiendo.

Por otro lado, la rubia se puso muy contenta al saber que le había dado la oportunidad definitiva al amor que tenía por su hermano, creo que no la había visto tan feliz y extasiada. Lo asocié a la visita del pelinegro también, porque luego de eso, estuvo sonriendo todo el día.

¿Qué estaba pasando?

Cuando me fui esto no estaba así.

—¿Estás bien? —cuestiona Demián, inclinándose hacia mí para darme un beso—. ¿Qué tienes?

—No es nada —le sonrío y sigo cepillando mi cabello sentada en la orilla de la cama—. Solo estoy pensando.

Demián había llegado hace unas horas con esa sonrisa suya que tanto me encantaba, se le veía contento y eso me hacía feliz a mí.

—¿En qué? —se sienta junto a mí.

—En que estás muy guapo —me acerco a él para besar su mejilla.

—¿Estás segura? —me pasa un mechón de pelo detrás de la oreja—. ¿No estás ideando cosas locas en tu cabeza?

—¡No! —largo una risa divertida, Demián me sonríe—. Estoy bien, en serio. Solo estaba pensando en todo lo que pasó estas últimas semanas y en lo feliz que me hace que hayamos solucionado nuestros problemas.

—A mi también me pasa lo mismo —una de sus manos toma la mía y acaricia mis nudillos con su pulgar—. Quiero que entiendas de una vez por todas que te amo, que estoy aquí y estaré siempre para ti, no importa lo que pase —sus ojos de chocolate me miran fijamente—. No quiero que te guardes nada. Si quieres gritar, hazlo. Si quieres llorar, no dudes en que estaré dispuesto a consolarte. Lo que necesites...

No lo dejé terminar, tan solo junté mis labios con los suyos. Solté el cepillo al suelo y lo besé con ansias, con desesperación, con fervor. Dejé todo mi amor en ese beso, para que supiera que estaba dispuesta a darlo todo de mí para que lo nuestro tuviera futuro.

—Yo también te amo —jadeé al separarme de sus labios.

Mi novio me sonríe con adoración y me besa castamente otra vez.

—¿Salimos a cenar? —cuestiona, acariciándome la mejilla.

—Síp —asiento en su dirección—. ¡Me estoy muriendo de hambre!

—¿Cuándo no? —se ríe, besa mi frente y se pone de pie.

Lo veo ingresar al baño mientras se quita la camisa. Debo parpadear varias veces antes de ponerme de pie, no vaya a ser que me den ganas de seguirlo. Salgo de la habitación y voy hacia la de Aiby, al final del pasillo. Toco dos veces y abro la puerta.

—¿Puedo pasar? —sonrío al verla de pie frente al espejo.

—Claro —cierro la puerta y voy hacia su cama para sentarme.

—Demián y yo vamos a salir —le digo—, iremos a cenar.

—Oh, que bien —sonríe mientras se aplica perfume—. Diviértanse.

—¿Qué pasa entre McCain y tú? —la pregunta sale de mi boca antes de que pueda procesarlo, pero tengo la duda latente en mi cabeza.

Sus ojos se abren mucho ante la impresión que le causa mis palabras, pero trata de disimularlo con una risita nerviosa.

—¿Qué? —arquea una ceja en mi dirección, jugando con un mechón de su pelo—. ¿Qué debería pasar entre McCain y yo?

—Eso te pregunto —la miro expectante, a la espera de su respuesta, pero se mantiene callada. ¿Qué es lo que pasa? Frunzo el entrecejo mientras pienso, busco las posibilidades, hasta que una llega a mi cabeza y tan solo abro mucho los ojos y la boca también—. ¡Te acostaste con él!

—¡Shhh! —se pone un dedo en los labios y yo jadeo de la sorpresa—. Baja la voz.

Estoy a un segundo de gritar ante su afirmación. Esas mejillas rojas y esa expresión de angustia en su rostro solo pintan un enorme «Sí» en su cara.

—No puede ser, esto no me lo creo —suelto una sonora carcajada y ella lloriquea—. ¿De verdad, Aiby? ¿Con McCain?

—¿Qué tiene de malo?

—Nada, es solo que... Es McCain —no puedo dejar de reírme, pero es que era tan obvio que jamás creí que pasaría—. Es el hombre más sexy de la Tierra, después de tu hermano, claro.

Debía admitir eso, Sebastián estaba como para comérselo, pero amaba a Demián mucho como para fijarme en la belleza de otro tipo.

Aiby se ríe y suspira, al borde de la histeria.

—¿Te gusta? —indago, viéndola jugar con sus manos y bajar la cabeza.

—Sebastián siempre me ha gustado, Angge —aceptó en voz alta, cosa que estaba esperando desde que Sebastián estuvo en coma por aquel horrible accidente—. Pero la cosa ahora, es totalmente diferente.

—¿Estás enamorada de él? —enseguida me miró y frunció la nariz, como hace su hermano en ciertas ocasiones.

—No, enamorada no —negó con la cabeza—. Pero es más que solo gustar, va más allá.

—Entiendo —asiento y suspiro profundamente—. No soy quien, para aconsejarte, no cuando el mismo hombre ha estado detrás de mí por casi ocho años y aún así no he querido darle una oportunidad, hasta ahora —me rio de mi misma, porque tengo razón. He estado con Demián desde hace tanto tiempo que, hasta ahora me doy cuenta de que me he dado la oportunidad de amarlo sin barreras—. Pero, cuando estás enamorada, creo que es mejor no ocultarlo, eso complica mucho más las cosas.

Ella razonó mis palabras, lo veo en su mirada. Ojalá y tomé mi no recomendación, porque le servirá de mucho. Aplazar el tiempo para admitir los sentimientos no ayuda en nada. Mi relación con Demián era algo que tenía claro desde el inicio. Lo quería, sí, pero hasta puedo decir que lo amo sin restricción alguna.

—Te ves muy bonita —le digo.

Aibyleen, con una falda de jeans color beige, una camisa de mangas largas blanca y unos zapatos deportivos, era toda una reina de belleza.

—¿Tú crees? —dio una vuelta, sonriendo.

—Claro, si quieres que Sebastián te folle apenas de te vea —abrió sus ojos a máxima capacidad por lo que acabo de decirle.

Corre a verse al espejo, comprobando si es verdad lo que digo.

—¿Tan indecente me veo?

—Al contrario, estás demasiado inocente —murmuré—. A los hombres les encanta eso —agrego antes de levantarme—. Diviértete, las cosas irán bien, ya verás.

—Gracias —sonríe con cariño.

—Nos vemos —me acerco a la puerta.

—Adiós.

Sonrío satisfecha conmigo misma por haber comprobado algo que descubrí hace años, pero que hasta ahora puedo afirmar con seguridad. Aibyleen se lo tenía bien guardado, aunque, pensándolo bien, creo que ni siquiera sabe disimularlo.

Me sorprende que Demián no se haya dado cuenta. ¿Él lo sabrá? No me ha dicho nada, es por eso que mantendré la boca cerrada hasta que me lo confirme el mismo.

Me debato internamente en si ir a la habitación o bajar a la cocina. Termina ganando la segunda opción. Si Aiby saldrá, eso que quiere decir que tenemos la casa sola. Podría intentar cocinar algo decente.

Me puse manos a la obra, concentrada en todo lo que buscaba, hacia y cortaba. En fin, me sentía toda una chef. Escuché a lo lejos como la puerta de la entrada se cerraba, supe casi de inmediato que Aiby se había ido. Cinco minutos después, Demián entro a la cocina.

—¿Estás cocinando? —pregunta con diversión.

—Claro que sí —sonreí.

—Creí que saldríamos a cenar —se sienta en el taburete junto a la barra.

—Cambio de planes, amor —tapo la olla y me doy la vuelta hacia él—. Aibyleen salió y tenemos la casa para nosotros dos.

—Que bien —me regala una sonrisa—. ¿Qué estás haciendo?

—Encontré una receta fácil en internet...

—¿Qué consiste en...? —ladeó la cabeza.

—Espaguetis con salsa de tomate —me encogí de hombros y él se rió de mí—. Idiota.

—Eres increíble, en serio —se puso de pie y caminó hacia mí, sostuvo mi rostro entre sus manos y besó unos segundos—. Vente a vivir conmigo.

Suspiré, sintiendo la textura de sus manos contra la piel de mi cintura que la tela de mi camisa no alcanzaba a cubrir. Lo miré a los ojos, a diferencia de la primera vez que me lo pidió, ahora no había opción a una respuesta negativa de mi parte.

—¿Es en serio esta vez? —cuestioné.

—Muy en serio —asiente, con seguridad.

Mordí mi labio inferior y pasé mis brazos alrededor de su cuello, lo abracé hasta que nuestras narices se rozaron y una risa jovial escapó de mis labios. Yo tenía una respuesta para su pregunta no formulada, porque no había algo que quisiera más, que despertar con este hombre cada uno de mis días.

—De acuerdo —digo, sonrío sobre sus labios—, me hace ilusión hacerte comida con un sabor horrible todos los días.

—Mmh —me abraza más por la cintura, puedo ver la felicidad que le da mi respuesta en su mirada—, suena a qué me dará indigestión.

—Tal vez —beso la esquina de sus labios—, puede que mueras envenenado.

—Correré el riesgo.







Este cap me lo imaginé así:

Yo:

Ustedes:

Confirmen si es así.

¡Voten y comenten mucho!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro