XIV
9:22.
Ari había percibido un olor delicioso y eso solo significaba que el desayuno estaba siendo preparado, entonces el hambre que se cargaba lo motivó a despegarse de su colchón.
Se sentó y notó que se hallaba en su habitación; pensó de inmediato que X lo dejó allí. También se dió cuenta de una prenda de ropa extra que no le pertenecía, pero que de manera habitual veía que portaba su compañero. Después de quedarse profundamente dormido, no supo de nada de lo que pasó a su alrededor, ni siquiera sintió que fuera movido.
El suéter del Señor X emanaba un aroma fuerte a un perfume caro y esto no le desagradaba, es más, decidió ocuparla como parte de su vestimenta de ese día.
[...]
El castaño oscuro ya se encontraba arreglado, y contento, bajó al comedor a ingerir sus primeros alimentos. Ahí le acompañarían Rius, Sparta y Mike.
El primer mencionado se hacía cargo de vigilar a los otros tres, a pesar de que estos fueran mayores de edad.
—Los demás fueron a trabajar, ¿Verdad? —le cuestionó Andrés al mayor.
—Como siempre —respondió.
—¿Y por qué a diario te dejan cuidándonos?
—Porque no quisieran que, en su rebeldía, se les ocurriera montar una fiesta aquí. La casa es demasiado grande para que estén solos.
—¡Ay, por favor! Con Ari como policía, ¿Cuál es su preocupación? —señaló el de ojos cafés.
—Justamente por la próxima profesión de él, es por lo que a Víctor no le gustaría que se aprovecharan de su hijo.
—Al único que veo quejándose, es a mi hermano. No sé qué le incomoda —dijo Mike en tono fastidiado.
—No peleen y acaben de desayunar, por favor —pidió el peli-blanco intentando poner orden.
Raptor ni siquiera le prestaba atención a la plática que tenían sus familiares. A él nada más le interesaba y hacía feliz el suéter que llevaba puesto, ya que, a su parecer, estaba ahí porque de alguna manera, X se preocupó por protegerlo.
—¿Ari? ¿Estás bien? —preguntó el mayor—. No has dicho nada en todo este rato.
—Sí. Solo estoy pensando —contestó viendo su plato medio vacío.
—¿Pensando? ¿En qué?
—En las vueltas que da la vida y la ironía de esta —suspiró sonriendo.
Entre los tres se miraron y al que le picó una espina de curiosidad mezclada con celos, fue a Sparta, pues su instinto le gritaba que algo era muy extraño en cuanto a ese comportamiento del pelicastaño oscuro.
[...]
14:30.
Los más chicos ahora sí permanecieron solitarios en su domicilio, realizando la limpieza de sus habitaciones y otras tareas adicionales. No contaban con empleados que les sirvieran en eso, así que les tocaba a ellos ayudar a mantener la mansión impecable.
Raptor recogió la ropa sucia de cada dormitorio y se dirigió al cuarto donde se lavaban las prendas. Ahí, frente a la lavadora, echando el primer conjunto, se cuestionó si también enjuagar el suéter que llevaba puesto, pues no era suyo y pensaba devolverlo esa misma noche.
Esa era su idea principal, pero por otro lado, planeaba quedárselo solamente porque le había pertenecido a su amigo.
Al último, decidió conservarlo y continuar usándolo ese día, ya después el tiempo haría lo que le corresponde; iba a esperar, nada más.
Mientras aguardaba y acomodaba unos cuantos productos en las alacenas, un amigo suyo llegó a interrumpirlo; Sparta.
—¡Hola! —saludó de sorpresa—. ¿Te molesto?
—Un poco —contestó seco.
—Ay, Ari, eres muy grosero conmigo —le reclamó y arrinconó contra una lavadora—. ¿Por qué~? Si no he hecho nada malo.
—Según tú. Todos los días me fastidias con lo mismo.
—¿Con qué? —fingía no saber.
—Con lo de ser pareja, Sparta.
—Pff, sabes muy bien que nos veríamos excelentes juntos, pero no sé por qué persiste tu rechazo.
—¡Porque tú no me gustas! —se exaltó y lo empujó para apartarlo—. ¡Y tengo derecho a enamorarme de alguien más!
—¿Disculpa? ¿Te gusta otra persona? —preguntó con un tono de superioridad.
—C-claro que no —tartamudeó nervioso—. Te aclaro las cosas y, en el remoto caso de que me enamore de algún otro, te pido que me respetes.
—Ajá, lo que tú digas, ¿Pero te recuerdo lo que dirían tus papás? —insistió inquiriendo de nuevo.
—No dirían nada. Al contrario, me apoyarían con la decisión que tomara —se defendió—. Quizá quieres cumplirle una voluntad a Timba y por eso fastidias tan seguido con lo mismo.
—¡Oye! ¡Por supuesto que no! —gritó algo enfadado—. Esto es pura disposición mía.
—De acuerdo, ¿Ya me dejas en paz? Necesito terminar mis demás labores —dijo para cortar la conversación y avanzó a la salida.
—Vale, pues —lo aceptó—. Aunque también venía a proponerte que saliéramos por la noche.
—¿Perdón? —dudó desconcertado y giró a verlo.
—¿Qué? Es en buena onda.
—No te creo, Andrés.
—Es la verdad —levantó su mano, mostrando su palma en símbolo de promesa.
Ari suspiró.
—Te voy a conceder este favor, ¡Pero hasta ahí! ¿¡Entendiste!?
—Claro como el agua, Raptorcito. Yo me encargaré de todo, tú no te preocupes.
—Ni lo iba a hacer.
—Por cierto, lindo suéter —remarcó viendo la prenda.
Un tanto nervioso, el de ojos heterocromáticos terminó por cruzar la puerta, dejando ahí al otro, pensando con una sonrisa de lado en la mejor forma para comenzar con la conquista de su amado.
[...]
17:48.
Ya a este punto del día, Raptor concluyó con las labores que le correspondían y formuló una opción algo rara. Debido a que Sparta notó un cambio en su vestimenta, decidió ocultar a simple vista la prenda; utilizándola para cubrir su almohada.
No se apreciaba tanto, pero tampoco desaparecía y contaba con un par de fundas de un color parecido, así que los combinó. Sabía que en algún momento debía devolverlo, así que intentó disfrutarlo un rato más.
En cuanto acabó de arreglar su cuarto, se cuestionó si Timbalosky solicitaría su presencia, pues ahora había acordado un compromiso y sería medianamente sospechoso que lo cancelara. Deseó lo mejor para sí y empezó a mentalizarse del horror que estaba por pasarle.
[...]
20:10.
Ari finalizó una pequeña rutina que hacía para arreglarse y, frustrado, bajó a la sala a esperar a Andrés.
En los sillones de la misma se encontraba Mayo sentado, leyendo una revista y en el segundo que vió de reojo que alguien entraba, giró su cabeza, topándose con su hijo.
—¿Ari? Je, ¿Por qué tan arreglado?
—Es lo primero que encontré en mi armario —dijo desinteresado, tomó asiento y prendió su celular para distraerse.
—¿Cómo? Te percibo molesto.
—¡Es que imagínate, papá! —dejó su aparato de lado—. ¡Tengo que salir en una "cita" con el odioso de Sparta!
—¿Y por qué accediste?
—Quiero comprobar si con esto ya puedo estar en paz.
—Yo lo dudo, Ari. Creo que sabes que Sparta va a cumplir su objetivo como sea.
—¿Entonces ya la cagué?
—Sí —regresó a su lectura.
—Ay, mierda —se quejó y desplomó su cuerpo por todo el mueble—. "¿Por qué justo hoy no me manda a llamar X? No me importa qué pensaría Sparta" —así de rápido cambió de parecer.
—¡Raptor! —llamó el castaño claro al otro, llegando al cuarto—. Hora de irnos, querido.
—No me pongas apodos, ¿Sí? —enunció con un tono muy seco y se levantó—. Vámonos.
—Ugh, qué amargado.
Los menores dejaron su hogar en un par de segundos. Afuera, el de ojos café pidió un carro que los llevara al restaurante y en todo el trayecto, Ari se continuaba maldiciendo por su decisión tan estúpida.
[...]
21:53.
La cena se tornaba aburrida para el castaño oscuro, pues en ningún momento había podido congeniar con Sparta, ya que este se empeñaba en no hablar de otra cosa, más que de sí mismo y lo tedioso que era su trabajo; le gustaba mostrarse como el centro de atención.
Para intentar distraerse, recargó su cabeza en su palma y giró su vista hacia la ventana que se encontraba al lado. Le entretenía, por mucho, ver a la gente pasando con su familia o a las personas elegantes que salían de su trabajo; eso era mejor, indudablemente.
—Ay, discúlpame. Debo ir al sanitario —avisó Andrés y se levantó de su silla.
—Adelante —dijo el de ojos bicolor sin interés.
Ya sin la presencia de su acompañante, el ambiente se relajó para él.
Mientras esperaba, del otro lado de la acera de la calle le sorprendió ver al Señor X, a quien lo seguían dos hombres adicionales. De la manera más sincera, esto le preocupó, pues pensaba que algo malo iba a suceder.
Sin pensarlo demasiado, se ausentó del establecimiento y, siendo cauteloso, se dispuso a caminar en aquella dirección misteriosa. Lo que hiciera o no al llegar, sería una incógnita.
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¡¡¡Bye!!!
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