IX
3:30.
El Señor X, tras escuchar una secuencia de ruidos que interfirieron con su sueño, bajó a la parte de las celdas a verificar que cada prisionero permanecía en su lugar.
Al pasar por el espacio de Raptor, se detuvo delante de este y, analizando de forma detallada, se percató de algo inusual; la puerta enrejada se veía suelta, o sea que no cerró del todo.
Igual notó lo cómodo que dormía el otro, a pesar de ser como un pájaro encerrado.
—Qué extraño —enunció en un tono que denotaba un cierto tipo de sarcasmo—, te ves tan dormido... Y a la vez tan despierto.
Por su parte, el castaño oscuro no se inmutaba ante las palabras, pues cumplía excelentemente su papel de víctima.
—¿Vas a seguir fingiendo? Quiero que te levantes.
Ninguna reacción.
—O... ¿Prefieres que abra la puerta?
Al fin el de ojos heterocromáticos obedeció y muy tranquilo, solo giró su cuerpo con una vuelta hacia la dirección donde estaba X.
—Intento descansar, ¿Puedes irte, por favor? —pidió intentando verse cansado.
—¿Estás seguro de eso?
—Sí. ¿Habría motivos para mentir?
—No sé —contestó—, pero bueno, Timbalosky solicitó hablar contigo.
—¿Para qué? ¿No te dije que quiero dormir? —se molestaba para que lo dejara en paz.
—Sí, sí te escuché, sin embargo, son órdenes directas de él y yo solo lo obedezco. Vámonos —ordenó.
—Agh, bien. ¿P-podrías dejarme un rato a solas? —se levantó del suelo y acomodó sus prendas—. ¿Por favor?
—¿Qué? No. Hay que ir de una vez —se acercó a la reja.
—¡Por favor! ¡Te lo suplico! —se arrodilló y juntó sus manos para rogar.
—Eres raro —suspiró—. Lo siento, no cumplo esas peticiones.
En ese instante, el de ojos morados volvió a mirar el acceso a medio cerrar y entonces ató los cabos zafados.
—Ohh, ahora entiendo, jaja —cruzó los brazos y se alejó confiado.
—¿Q-qué cosa? —tartamudeó nervioso.
—Ja, ¿Por qué no empujas la puerta?
—¿Disculpa? ... ¡Está cerrada, genio! —le reclamó Raptor.
—¿Seguro? —mostró las llaves e introdujo una en la cerradura—. Y si no, ¿Qué haré contigo?
En efecto, el prisionero había logrado forzar el seguro de la celda y solo le quedaba pendiente elaborar su plan de escape.
Con resignación, Ari empujó hacia afuera lo que le impedía salir, dió unos pasos adelante y agachó la cabeza.
—Nada mal, pero hiciste mucho ruido y eso fue lo que me trajo hasta acá, si no, no me entero —felicitó medianamente al otro.
—... ¿Le dirás a tu jefe sobre esto? —preguntó en tono bajo, un poco desanimado.
—Claro que sí —afirmó y luego le colocó unas esposas en las muñecas a su contrario—. Él tiene que saber de lo que eres capaz.
Con eso en mente, ambos se retiraron de aquella zona. Caminaron en dirección de la oficina de Timbalosky, la cual se hallaba dos pisos arriba del lugar en el que mantenían cautivos a los reclutas.
Para ser una base donde operaban miembros del narcotráfico, estaba bastante pequeña, a consideración del castaño oscuro.
—Pensé que habría más presupuesto para tener un espacio más grande —dijo Ari, realizando una crítica.
—Jajaja —rió el otro pelicastaño—, ay, eres muy gracioso. Este no es el único asentamiento que tenemos, iluso.
—¿Cuántos más hay? —le preguntó.
—¡Ja! ¿Tú crees que voy a contestarte eso? Olvídalo.
—"Bueno, lo seguiré intentando" —pensó y continuó caminando.
[...]
Los dos llegaron al despacho de Timbalosky y este se encontraba en una junta con sus repartidores.
—¡Ahí está mi orgullo! —celebró el científico al ver a X entrando—. ¿Trajiste lo que te pedí?
—Claro. Aquí lo tiene.
Dicho esto, el de ojos morados empujó a Raptor para enseñarlo y él cayó de rodillas delante del mayor; solo levantó su cabeza muy lento, cruzaron miradas y, por esto, empezó a temblar.
—Cosita. Parece un pequeño cachorro asustado —comparó—. Con esa fachada que carga, fácilmente pasa desapercibido —sonrió.
—¿Disculpe? ¿A q-qué se refiere?
—Mmm, jaja —soltó la risa y se dirigió a la carpeta de documentos sobre su escritorio—. Eres Ari Gonzalo, ¿No? Hijo adoptivo del oficial Víctor y del aprendiz Mayo.
»Tu pretendiente es Andrés, su hermano menor es Miguel y puedo seguir así durante un largo rato.
El miedo volvió a manifestarse y al de ojos bicolor le sudaron las palmas de sus manos, tiritaron sus dientes e incrementaron los temblores.
—¿T-todo eso sabes de mí?
—¡Y un poco más! —expresó mostrando felicidad.
El otro se quedó sin palabras por la información que unos delincuentes tenían de su persona y familia; siempre creyó que se cuidaba perfectamente.
—El Señor X fue el encargado de investigarte —reveló— y dice que fuiste un dolor de cabeza en ese periodo.
Sus ojos rápido viajaron por todo el cuarto y tras pensarlo, cuestionó el propósito de su secuestro.
—... ¿Qué necesita de mí, señor?
—¿Eh? Ja, no esperaba que aceptaras tan rápido —se alegró el de cabello celeste y se puso de pie delante de un mapa sujeto a la pared.
—No estoy aceptando, solo pregunto el porqué sigo aquí.
—Ow, entiendo, pero sucede que si no accedes a quedarte en el equipo, voy a recurrir a una técnica que en estos últimos años no he practicado —advirtió.
—¿T-técnica? ¿De qué habla? —quiso aparentar firmeza.
—Homicidio —sacó su arma y la puso sobre la cabeza ajena—, ¿Te suena el término?
—¡Hey! ¡Hey! ¡A-aleja esa cosa de mí! —retrocedió un poco.
—¿Le tienes miedo a la muerte, niño?
La pregunta no fue respondida y Timbalosky, aburriéndose de mantener la pistola en su mano, la guardó de nuevo en la parte de su espalda baja, sostenida por el pantalón.
—Bueno, ¿Qué elijes, chico? —dijo con un tono bastante serio.
—¿N-no tengo tiempo para razonarlo? —formuló la duda como una petición.
—Lamentablemente, no —encogió los hombros—. Lo siento.
En su pecho, las emociones se convirtieron en un desastre y por lo mismo, solo podía pensar en la traición que cometería a sus colegas, en especial a su familia. ¿Qué opinaría Mayo de lo que su hijo haría?
Se proyectaron los diversos y posibles futuros, reflejando en cada uno de ellos los rostros de decepción de sus padres adoptivos.
Mientras él seguía considerando sus opciones, el peliazul se cansó.
—Agh, no soy alguien de mucha paciencia, niño —expresó—. ¿Decides ya?
—E-es que... Mi familia...
—Sí, sí, sé que son importantes, pero estoy seguro de que tu perspectiva cambiará en cuanto veas lo que se trabaja aquí —afirmó—. No somos un negocio exclusivo de drogas.
Raptor vió por última vez al científico, a X y a los demás socios. Con eso, respondió:
—Bien... Yo me uno a ustedes, señor.
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[🖤🥀] Hola ^^ Ya no voy a poner excusas, simplemente cuando quiero escribir y tengo ideas, lo hago 🤷🏻♀️.
¡¡¡Bye!!!
-AshleyHgoRdz
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