III
La noche en que la desgracia empezó, X y Raptor se encontraban recostados sobre la cama del segundo, platicando acerca de las actividades que les habría gustado hacer al día siguiente.
—Mañana que descansamos de nuestras tareas, quizá podemos ir con las hermanas que están en la cocina para que nos enseñen un poco, ¿No crees? —sugirió el de ojos bicolor.
—¿Eso te llama la atención?
—P-pues sí, je —respondió nervioso—. Es que el olor que sale de ahí, siempre me provoca hambre.
—Jaja, está bien. Puede que pasemos un rato ahí —aceptó el más alto—. ¿Qué más?
El otro pensó un poco y finalmente le llegó una idea.
—¡Ir a hacer pulseritas de la amistad! —levantó un tanto la voz por la emoción.
—¿Pulseras? ¿P-para compartir tú y yo? —preguntó mientras sus mejillas se enrojecían.
—Tú, yo y nuestros demás amigos.
—Ow —expresó en tono desilusionado—. ¿Crees que podamos armar unas solo para nosotros dos? —pidió X, evitando hacer contacto visual con su compañero.
—¿Por qué? —dudó.
—P-porque... T-tal vez, yo...
—¡Ay, quiero ir al baño! —Ari salió corriendo del dormitorio.
—Tal vez me esté sintiendo "enamorado" —marcó las comillas con sus dedos— y ni siquiera sé qué significa —suspiró.
[...]
El pequeño castaño oscuro, luego de 10 minutos, por fin regresaba a su cuarto para seguir planeando su día con su amigo.
Iba de lo más tranquilo, hasta que escuchó gritos provenientes de uno de los patios de su hogar, al igual que le vino el olor a humo.
Dió unos pasos para atrás y visualizó por una ventana que los arbustos que adornaban el lugar estaban en llamas. Lógicamente entró en pánico y pensó en buscar al de ojos morados, pero una hermana entró deprisa al pasillo, mostrando que llevaba a algunos niños de la mano; el de ojos bicolor no fue excepción.
De la misma manera, golpeaba las puertas de las habitaciones para que todos salieran.
—¡Niños, despierten! ¡Tenemos que salir de aquí! —alertaba a los menores.
—¡Mgh! ¡Hermana María! —llamó Raptor—. ¡Mi amigo se quedó en mi habitación! ¡Q-quiero que lo traiga, por favor! —pidió desesperado.
—Pequeño, ya irá otra hermana por él. No te preocupes —intentó calmarlo.
—¡P-pero...!
Antes de terminar, más cuidadoras y más niños llegaron con ellos, empujándolos a una salida.
En el camino, Ari solo podía gritar:
—¡X! ¿¡Me oyes!? ¿¡D-dónde estás!? —miraba a los alrededores para encontrarlo—. ¡X! ¡¡No quiero que te separes de mí!!
Entre tanto bullicio, nadie le prestaba atención al menor, excepto su amigo. Al oír su nombre entre la multitud, trataba de abrirse paso hacia el castaño oscuro, aunque fue en vano.
Unas personas encapuchadas los interceptaron y así, sin ninguna compasión, comenzaron a matar a las mujeres para que la recolección de niños se tornara sencilla.
Algunos de estos entraron en pánico y empezaron a correr en todas direcciones; algunos otro fueron capturados para ser trasladados a otra locación.
El de ojos heterocromáticos, al ser un pequeño con problemas de ansiedad, lo único que se le ocurrió fue regresar a su cuarto, agarrar un peluche que había en su cama y esconderse en un rincón. Ahí solo lloraba mientras abrazaba su juguete y rezaba para que la situación finalizara.
[...]
Por otra parte, el chico de cabello castaño se reunió con sus otros dos compañeros, los cuales alcanzaron a ocultarse en la cocina, específicamente bajo unas mesas.
—X —se sorprendió Mike.exe al verlo—, ¿Estás bien? ... ¿Y Raptor? —cuestionó preocupado.
—N-no lo sé —contestó cansado—. E-escuché que me llamaba, p-pero no lo logré ver d-después.
—Shh —emitió Hacker analizando sus alrededores—. No van a querer que nos encuentren.
—¿Qué está pasando ahí fuera? —inquirió X a ambos.
—Algo así como una invasión —dijo el de ojos esmeralda.
—... ¿Seguro?
—¡Sí! Todo se ha vuelto un desastre y... Las hermanas m-murieron —comentó.
—Nos llevan a nosotros —añadió el de ojos rojos—. P-parece que no les importa la gente grande.
Luego de un pequeño silencio, el de ojos morados les hizo saber una sugerencia.
—No podemos quedarnos aquí. Tarde o temprano sabrán donde estamos.
—Tiene razón, Hacker —le habló el .exe—. Tratemos de salir.
El vigilante accedió y tomando un cuchillo del lugar, empezó a guiar a sus compañeros, al mismo tiempo que se protegían unos a otros.
Ellos intentaron aprovechar el ruido que se seguía produciendo, sin embargo, unos metros más adelante consiguieron ser capturados por los asistentes de un científico loco.
Debido a que el incendio se volvió algo incontrolable, el equipo tuvo que salir corriendo, dejando muy pocos niños detrás.
[...]
Los bomberos llegaron cuando el edificio estaba colapsando y solo pudieron apagar el fuego para identificar si todavía existía algún menor con vida. Entre estas autoridades y policías, comenzaron una búsqueda por los escombros, encontrando los cadáveres de varios pequeños.
Uno de los cuerpos que hallaron era el de Ari, quien aún mantenía en brazos su dinosaurio de felpa. Con el corazón apretado y un nudo en su garganta, un rescatista se agachó a comprobar su salud.
—¡VÍCTOR! ¡VÍCTOR! —llamó desesperado él a su compañero—. ¡Necesito una camilla! ¡Rápido!
Daba la casualidad de que Raptor aún respiraba y tenía pulso, solamente perdió el conocimiento por culpa del humo.
—Mmm... ¿Papá? —entonó bajo el menor.
—Ow, no soy tu papá, pequeño, pero estoy aquí para ayudarte. ¿Cómo te llamas?
—S-soy Ari.
—Muy bien. Te llevaremos al hospital para un chequeo, ¿De acuerdo?
El pelicastaño asintió con su cabeza y dos paramédicos lo subieron para transportarlo a la clínica; él fue el único que sobrevivió a tal masacre.
—¿No hay nadie más? —preguntó su amigo policía.
El otro miró el lugar destruido.
—Al parecer no y, si llegara a haber más niños vivos, sabes quien los tiene —informó.
—Tranquilo, Mayo —rodeó con un brazo los hombros ajenos—. Ya acabaremos con esto.
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[N/A]
[🖤🥀] Je, lamento que el capítulo sea corto nuevamente, es que al inicio siempre es el problema y como va al grano, no hay mucho que explicar :^
Por cierto, ¡Feliz Navidad... Atrasada! TwT
¡¡¡Bye!!!
-AshleyHgoRdz
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