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•4•

Si tuvieran que definir aquellos diez días llamados "Luna de Miel", definitivamente los llamarían desastrosos, pesados y explosivos.

Tenían por supuesto sus momentos de calma, donde ambos charlaban tranquilamente y conocían más del otro, o hacian alguna actividad juntos, sorprendentemente casi nunca peleaban, lo cual le daba esperanzas a Argentina de que este matrimonio no fuera tan malo.

Pero también tenían aquellos momentos donde simplemente, estaban a punto de morir, y no es broma.

Quizás uno pensaría que aquellos días servirían para relajarse, para el placer carnal y divertirse, pero no para nuestros protagonistas.

Pero en resumen, casi incendian el hotel, hicieron una secta satánica por accidente, hicieron que un grupo de personas se separara en clanes por una pelea absurda, cometieron homicidio involuntario, por un capricho hicieron que un tipo de vino se dejara de vender ahí, explotaron un camión de gas sin querer.

Y de echo eso no es todo, la lista simplemente sigue, pero como el destino es maravilloso nunca descubrieron quienes fueron los que casi destruyeron el lugar, excepto lo de la secta satánica, los cuales empezaron a adorarlos como si fueran dioses.

-Mierda eso fue horrible -dijo Argentina cerrando la maleta donde tenía guardadas todas sus cosas -hay que irnos de acá antes de que descubran quiénes liberaron a los caballos -tomo la maleta y se puso los lentes de sol, como último toque de su disfraz.

-si, fue un desastre, al primer ministro le costará mucho reponer todo, y si es que se anima a hacerlo -se puso la capucha, tomo su maleta y siguió a su marido.

-el calor te está afectando Uk, aca no tenemos primer ministro-contestó, dejo la maleta en el suelo y fue hacia la heladera.

-ho sierto, disculpa -se disculpó, fingiendo estar apenado, el argentino se hacerco a el y le puso una pequeña bolsa de hielo en la cabeza que había sacado hace un momento- gracias

-solo di que te diste un golpe o algo parecido si preguntan -Uk le sonrió -¡vamos boludo apurate! -lo tomo del brazo y con prisa comenzó a caminar.

Llegaron al ascensor, presionaron hacia la recepción y este comenzó a bajar, Argentina se moría de los nervios mientras este iba a donde le habían indicado, el británico mientras tanto trataba de tranquilizarlo cantando alguna canción de rock clásico, lo cual parecía dar resultado. conviviendo con el durante esos días y pasando por muchos momentos de estrés, había aprendido que cantar lo tranquilizaba, y era mejor hacerlo si no quería después recibir algún grito por parte del de sol.

Cuando el ascensor por fin paró y se abrió, ambos salieron de el, le entregaron las llaves a la recepcionista y con apuro comenzaron a salir por las puertas.

-¿porque tanta prisa? -pregunto la mujer con molestia y algo de sospecha, ambos se dieron la vuelta.

-p-pues... -trato con nervios responder aquella pregunta.

-¿quiere saber el por qué? ¡¿el porqué?!, queríamos pasar una maravillosa luna de miel en este sitio, pasar un momento romántico y tranquilo, ¡pero fue un jodido error venir aquí! La única razón por la cual nos quedamos es por que pagamos todo por adelantado, ¡me golpearon en una de las peleas de los clanes! No volveremos nunca mas -con falsa ofensa reclamó, tomó al argentino por los hombros y se dio la vuelta, comenzando a caminar hacia la salida.

-Eu, ese pelotudo musulmán con acento Inglés tiene razón, ¡devuelvanos la plata! -y con eso dicho un montón de gente más comenzó a gritar y reclamar.

Ambos salieron del lugar, comenzaron a caminar dirigiéndose hacia un taxi, el cual los llevaría al aeropuerto para ir directo a Londres.

-no puedo creer que dejaste todo eso en manos de esa pobre mujer -reclamo el latino, Uk simplemente se encogió de hombros.

-si las personas le echan la culpa a ella no es nuestro problema, agradece que salimos de esa situación rápido -sin más que decir ambos entraron al auto.

(...)

El avión despego, mientras estaba este en el aire, Argentina no pudo evitar mirar por la ventana sus tierras con un sentimiento de tristeza antes de que apareciera solo el azul del mar, estaba consciente que no volvería en mucho tiempo, suspiro y se acomodó en el asiento, miro a un lado suyo al británico, el cual solo estaba con una revista en manos, ignorando todo a su alrededor.

Empezó a imaginarse su nuevo hogar y como sería su nueva vida, durante el tiempo que pasó con el anglosajón, había podido comprobar que se podía llegar a llevar bien con el, todavía le tenía un poco de rencor, pero si quería que aquella convivencia no fuera tan pesada, debía simplemente dejar eso de lado.

(...)

El vuelo duró unas catorce horas, horas muy aburridas y monótonas, en las cuales no hicieron más que dormir, leer algo o estar atrapados en sus pensamientos.

En cuanto el avión aterrizó y se dio el aviso de que ya habían llegado a su destino, los pasajeros, incluyendo nuestros protagonistas empezaron a pararse para por fin salir.

-welcome to London! ¡bienvenidos a Londres!-se escuchó a una voz robotica ya habiendo salido del avión.

Argentina, un poco extrañado dirigió su mirada por donde se escuchó la voz, dándose cuenta de un pequeño robot que parecía estar respondiendo preguntas, hablando tanto Inglés como español para que las personas que acababan de salir del avión lo pudieran entender.

Argentina arqueo una ceja, pero decidió ignorarlo, empezando a caminar siguiendo a Uk.

A medida que avanzaba notaba la presencia de más de esos robots, pero cada uno de estos hablaban diferentes idiomas, "deben ayudar a guiar a la gente que no sabe el idioma local" penso curioso.

¿Era curioso para el? Bastante.

Cuando salieron del aeropuerto, el argentino no pudo evitar mirar todo sus alrededores con asombro y curiosidad, no era nada parecido ni de cerca a ninguna de sus ciudades, era como si hubiera viajado en el tiempo.

Las calles estaban llenas de autos, pero sorprendentemente casi ninguno, si no es que ninguno, sacaba rastro de humo alguno, rápidamente se dio cuenta que los autos eran eléctricos.

Algunas personas, las cuales se notaban que tenían algún problema visual, caminaban con alegría y tranquilidad mientras eran guiadas por una pequeña ave robotica, la cual estaba posada en sus hombros y les describían todo lo que estaba delante suyo y los guiaban.

Algunos niños jugaban y corrían mientras volaban un dron, y con un objeto extraño hacian que este se teletransportara cerca suyo.

Mientras ambos recién casados caminaban por las calles, el de sol parecía interesarse y emocionarse por cada cosa que veía, en un momento tomo al británico por el brazo para no terminar perdiendolo ya que aveces paraba de caminar solo para ver algunas cosas que le llamaban la atención.

-me alegro que te esté gustando lo que vez -dijo el británico de repente, llamando la atención de su contrario.

-es que todo es tan wow -alago, Uk río con una sonrisa cerrada -¿de que te reis? -pregunto, arqueando una ceja.

-es raro verte tan feliz, se ve que te está empezando a gustar este lugar, quizás te lleve uno de estos días a ver el Big Ben un poco más de cerca -dijo de manera tranquila.

-no sería nada malo -la charla concluyó ahí, no se escuchó otra palabra salir de ambos en un buen rato.

(...)

Salieron del taxi, el anglosajón pagó este mientras Argentina se dedicaba a mirar con interés las afueras de su nuevo hogar, era una casa como cualquier otra, ni muy chica ni muy grande, pero era bastante bonita y se notaba el gusto decorativo del británico, debía admitir que era algo aburrido, pero tampoco era feo.

-¿no vas a entrar?- pregunto Uk, tomando tanto su maleta como la de su marido comenzando a entrar a su hogar, Argentina asintió y lo siguió.

Ambos entraron a la casa, estaba bien decorada y bastante ordenada, a excepción de unas cajas que se encontraban en el suelo, era obvio de que se trataban de las cosas del argentino, el cual haciendo algo de fuerza comenzó a tratar de cargarlas, Uk quiso ayudarlo pero el de sol se negó a esto.

En un momento, Argentina, se quejó del dolor, una de las costuras que tenía en el brazo se había abierto.

-¡dios mío! -el británico rápidamente fue a auxiliarlo, quitándole la caja de una manera algo brusca para luego dejarla en el suelo y tomando su brazo para revisarlo.

-estoy bien, esto me suele pasar seguido, no es nada grave, puedo coserlo otra vez después -contestó llendo otra vez hacia la caja pero esta acción fue detenida por Uk.

-no, primero lo primero, vamos a encargarnos de tu herida, después yo me encargaré de llevar todo esto a tu cuarto -con delicadeza lo tomó del brazo y lo llevó a una silla.

-pero yo puedo hacerlo, en serio, esto es solo un pequeño inconveniente, nada más -reprochó.

-despues buscaré un buen doctor privado para que te revise esas grietas -ignoró totalmente lo anterior dicho por el argentino ofendiendo un poco a este- iré por el botiquín -sin más se fue.

Cuando el amante del té volvió después de unos tan solo tres minutos, Argentina ya estaba intentando levantar la caja de vuelta.

-carajo ¡¿porque eres tan terco?! -volvio a quitarle la caja y a sentarlo.

-me estas tomando como alguien debil, no permitiré eso, pirata -entre cerro los ojos con molestia.

-no te estoy tomando como una persona débil, solo como alguien que necesita ayuda -saco del botiquín alcohol y empezó a desinfectarlo con cuidado.

-no necesito ayuda -se cruzó de brazos.

-me da igual lo que digas, primera regla y única por ahora, si yo veo que necesitas ayuda LA NECESITAS -terminó de desinfectar la herida y comenzó colocándole una venda.

-pareces mi padre.

-y tu pareces un niño berrinchudo -dicho esto, cortó la venda -muy bien -se paró, colocando sus manos en sus caderas- voy a llevar estas cajas a tu nueva habitación y decides como decorarla -sin más que decir se fue.

Argentina aún algo enojado vio como el británico tomaba las cajas sin problemas, como si estas no pesaran nada,  miró sus brazos y manos totalmente lastimadas, para después volver a ver por la puerta donde cruzó el dueño de la casa anteriormente, sin querer le dio la razón al británico mentalmente.

Quizás podrían llegar a ser amigos cercanos si...

Nha, que idiotez.

Prefería mil veces admitir quienes eran los padres de sus hijas, y eso que era algo que nunca diría ni estando bajo los efectos de la droga más fuerte de la tierra.

"Ahora que lo pienso, después tengo que llamarlas" pensó.

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