No sabes más que solo estorbar...

¿Qué es ese horrible olor?

Mikey, pásame más cigarrillos

Pobre criatura, vivir en ese ambiente

No te preocupes por mí hermanito, solo, no salgas de tu habitación.

Ese chico es un fenómeno... Y su olor es tan desagradable

No eres él, perdóname por lo que te hice Mikey... Ya no sabrás más de mí

No, no te vayas... No me abandones...

Mikey se despertó repentinamente, con respiración agitada y con el corazón en la boca, su cuerpo temblaba con suma fuerza y en un intento inútil por reprimirlo se abrazó a sí mismo. Los sollozos pequeños que soltaba sus labios temblorosos eran retenidos por la palma de su mano derecha.

Dolía...

— ¿¡Mikey-kun!?

Aún no deja de doler...

— Mikey-kun, estoy aquí, tranquilo, tranquilo...

¿Cuándo el dolor se terminará? Él sólo quiere dejar de sentirlo... ¿Es mucho pedir? 

Y en un intento por no terminar de romperse por completo, se aferró al abrazo que su mejor amigo le proporcionaba, mojando su prenda de lágrimas silenciosas.

En un intento por calmar a Mikey, Takemichi le da suaves caricias en la espalda, y debido al fuerte olor que el peliblanco inconscientemente soltaba se encontraba levemente aturdido pero ignorando aquello permaneció allí para él. Y en eso en que quiso buscar la mirada de Mikey se encontró con la marca que lo cambió todo, la misma que desde hace semanas había tomado un color verdoso. 

Takemichi por un intento de no romper en llanto, afianzo el agarre con el contrario, y se permitió perderse en lo único que los unía. Porque de cierta forma, Takemichi no estaba unido a Mikey como él quisiera, y era tan frustrante.