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9. Madres...

Victoria estaba nerviosa, al fin iba a conocer a la madre de Cameron.

Él le había dicho que quería que estuviese ahí al menos una vez cuando hablase con su madre por Skype, Cameron ya le había hablado sobre ella a su madre y al parecer ella quería conocerla, Victoria lo sabía pero lo que desconocía era lo que él le había dicho sobre ella y lo que pasaba entre ellos. Conocerla se le hacía algo importante, aunque solo fuese una videollamada.

-¿Me veo linda? -le preguntó al chico mientras se arreglaba el cabello.

-Hermosa -contestó él sin mirarla, arreglando cosas en su laptop.

-¡Camarón, ni siquiera me miraste, embustero! -ella le golpeó el brazo con la mano abierta.

Cameron volteó a verla.

-Estás bonita ¿Por qué te preocupas, Vic? -él se inclinó en el sofá y la besó rápido en los labios-. Mamá es buena persona y ya le agradas, le envié tu foto.

-¿Por qué hiciste eso? -ella rió-. ¿Qué le dijiste que somos?

-Vecinos, amigos -él se encogió de hombros.

-¿Y...? -ella jugó con el brazalete de cuero en la muñeca del chico.

-No le dije que eras mi novia porque yo no sé si sea bueno que lo seas -le dijo.

Ella suspiró.

-Yo tampoco -murmuró ella-. Es decir, lo sería si pudiera pero sabemos que es lo que pasará, ¿Qué caso tiene? -de repente soltó una pequeña risa-. Aunque creo que no vale la pena que lo neguemos a nadie más, todo el mundo cree que lo somos... los único que sabemos que no somos novios somos tú y yo.

-Te beso siempre, eso hace un novio -él le sonrió.

-Lo sé, pero no quiero admitirlo, es muy triste.

-Sí -él asintió-. No quiero admitirlo tampoco.

El sonido de una llamada entrante los interrumpió. Cameron pareció emocionarse al ver el nombre de su madre en la pantalla, él se sentó a los pies del sofá frente a la mesa de café donde estaba puesta y jaló la mano de Victoria, haciéndola sentarse a su lado. Ella se arregló el cabello una vez más antes de que él aceptara la videollamada.

-Hi mom! -Cameron movió la mano en un saludo.

La mujer rubia en la pantalla lo saludó también con una gran sonrisa.

-Hi, honey, how are you? I miss you so much! (Hola, cariño, ¿Cómo estás? Te extraño mucho) -su voz era dulce, aguda, a Victoria le agradó porque se parecía mucho a su hijo-. That's Victoria? Oh my God, honey, she's really pretty! (¿Esa es Victoria? ¡Oh por Dios, cariño, es muy bonita!) -lo oyó decir luego, de algún modo supo que la estaba elogiando.

-Believe me, she's even better (créeme, ella es incluso mejor) -dijo él.

-Hola Victoria, soy Jackie, es un gusto conocerte por fin -le dijo la mujer con el acento americano remarcado, Victoria se mordió el labio para no reír, siempre que un extranjero intentaba hablar español le causaba gracia.

-El placer es todo mío, señora Lawrence -dijo ella, vocalizando lo más que pudo por si ella no lograba entenderla.

-Eres bienvenida a visitarnos cuando quieras, Victoria -la mujer comentó-. ¿Cómo está tu español, Cameron? -preguntó entonces hacia su hijo.

-Un poquito mejor, Victoria me enseña mucho... con trabalenguas... yo le enseño inglés.

-Qué lindo, hijo -ella les dedico una gran sonrisa-. ¿No das problemas a tu papá? Espero que no.

-No -él negó con la cabeza.

-¿Es bueno contigo, Victoria? -preguntó la mujer riendo por alguna razón.

-Es el mejor, señora Lawrence.

Victoria fue testigo de esa mirada que les dio a ambos, la mirada que les daban todos cuando ellos estaban juntos; aquella que decía que ambos hacían una buena pareja y que hacía a todos pensar que lo eran. Y eran una pareja, una pareja rara y única, pero también una pareja temporal.

Con una excusa ella se fue luego de que Cameron había dejado de hablar español. Odiaba no entenderlo cuando hablaba su idioma y aunque se estaba esforzando aun le costaba aprender, sus clases en el colegio y no eran suficientes y las que tenía con Cameron siempre terminaban en besos. Él había dicho que las películas y series subtituladas ayudaban, también las canciones. Ella había programado las mejores series y había llenado su playlist con canciones que él le había recomendado, pero su acento aún se le dificultaba. No llevaba el suficiente tiempo practicando y siempre tenía miedo de sonar como una idiota al hablar.

Esa semana Victoria llegó con un 20 de calificación en un examen de inglés y aunque había sido bastante simple, estaba genuinamente feliz. Él le había ayudado a estudiar toda la tarde y parte de la noche, ella lo había agradecido un montón con un largo beso cuando lo encontró en la puerta de su edificio. Victoria tenía pensado llegar a casa y llamar a su tío, para aceptar su oferta de pagar un curso de inglés para ella. Lo necesita. Quería decirle cosas a Cameron en su idioma, como él lo hacía con ella.

Antes de que ambos pudieran empezar a caminar por el pasillo, Victoria divisó cerca de su puerta a alguien a quien no quería ver en ese momento, mucho menos estando con Cameron.

Ella tomó al chico de la mano y trató de ponerse contra la pared para que la mujer al final del pasillo no los viera.

-Tienes que fingir que no me conoces ¿Okay, Camarón? -indicó ella en voz baja y con mucho seriedad.

-¿Por qué? -quiso saber él frunciendo el ceño.

-Te voy a explicar luego, solo camina delante de mí, no mires a la mujer que está frente a mi puerta, entra en tu apartamento y yo te llamo después.

-¿Qué pasa?

-Que te llamo después.

Él asintió y aunque parecía no entenderla, hizo lo que ella le pidió. Ella empezó a caminar hacia su puerta cuando él estaba sacando su llave para abrir la suya sin siquiera mirar a la mujer, cuando Victoria llegó frente a aquella mujer hermosa de cabello largo castaño, con la ropa cara y con el maquillaje perfecto, Cameron ya no estaba en el pasillo. Ella suspiró tranquila y se giró para ver a Oriana.

-Hola mamá -Victoria la saludó y trató de no lucir culpable.

-Hola, mi niña -Oriana quitó la mirada de su celular y se acercó a Victoria, dejándole un beso en la mejilla y su olor dulce impregnado, ella siempre olía bien-. Sabía que ibas a llegar temprano, le pregunté a tu abuela ¿Entramos? Necesito quitarme los zapatos, me están matando.

-Está bien -ella sacó la llave y abrió la puerta, Oriana dejó las maletas afuera cuando pasó y Victoria las tomó-. ¿Te vas a quedar mucho tiempo? -preguntó ella frunciendo el ceño, por dentro rezaba que no lo hiciera.

-No, solo dos días -se encogió de hombros-. Quería venir a verte, hacer algo, no sé, salir ¿Te parece?

-Claro.

-Ay, pero que cara tienes ¿Qué pasó? -Oriana se acercó una vez que Victoria dejó las maletas abajo y le apretó las mejillas-. Estás cada día más linda, mi niña -le dio un beso en cada mejilla-. Oye, siempre que llamo a la casa o no hay nadie o tu abuela me dice que no estás y siempre que te llamo al teléfono no contestas ¿No estarás por ahí con un novio, o sí? Porque ya te lo dije, Victoria, yo te dejo con tu abuela solo si te concentras en los estudios y solo en eso. -recalcó con seriedad y cruzándose de brazos-. Si hay un novio, nos vamos inmediatamente para Caracas las dos, así estés terminando, no me importa.

Victoria asintió repetidamente y buscó entre sus cosas en su bolso la hoja del examen.

-Mira, me saqué un 20 en inglés -dijo.

-¡Ay, qué bueno! -Oriana tomó el papel en sus manos y lo ojeó-. Muy bien, hija -le besó la frente luego.

-Yo he estado con lo del proyecto de investigación todas estas semanas y por eso siempre estoy fuera, a veces no llevo el celular porque me toca caminar hasta la casa de Eliana y no quiero arriesgarme, así que... perdón por no contestarte... ¿Cómo está Fernando?

Su madre suspiró.

-Está bien, ocupado como siempre.

-¿Y el trabajo?

-Está bien también, mucho ajetreo...

Su madre empezó a contarle sobre su vida y sabía que inmediatamente después ella querría que Victoria le hiciera un resumen de la suya, pero estaba cansada. A Victoria le agradaba su madre en ciertos aspectos, pero le desagradaba en otros. Saber que probablemente la obligase a dejar de ver a Cameron era otra razón para no quererla ahí en ese momento. La quería mucho, más no era su persona favorita en ese momento. Cameron lo era, y ella lo había tenido que echar sin explicaciones por culpa de su miedo a que su relación tuviera que ser bruscamente cortada.

Su corazón corría cada vez más rápido y estaba ansiosa, necesitaba explicarle a Cameron en persona por qué lo había dejado así como así. Entonces se le ocurrió excusarse para ir a la panadería. Tendría que ir al fin y al cabo, pero necesitaba hablar con Cameron.

Cuando pudo salir de allí, inmediatamente tocó la puerta del apartamento de don Gabriel esperando que no se le ocurriese salir a su madre para pedir otra cosa.

Francisco abrió en vez de Cameron.

-Quiero hablar con tu primo -espetó ella inmediatamente.

Francisco rió.

-Tranquila, no esperaba que quisieras hablar conmigo -retrocedió unos pasos-. ¡Cameron, te buscan!

Escuchó la voz de Cameron, no lo entendió primero pero luego él apareció. Francisco desapareció de su vista dejándolos solos.

Cameron se recostó del marco de la puerta cruzándose de brazos con cara inexpresiva.

-¿Estás molesto? -ella lo miró con preocupación.

Cameron miró hacia la puerta del departamento de enfrente y tomó a Victoria del brazo llevándola dentro con gentileza, cerrando la puerta tras su espalda y parándose frente a ella de brazos cruzados de nuevo. Era como si él leyera su mente, ella estaba bastante preocupada de que su madre saliera del departamento y los viera.

-Es tu mamá -le dijo demasiado serio para parecer el mismo.

-¿Me escuchaste? -Victoria frunció el ceño.

Cameron asintió.

-Pero yo sabía, se parecen mucho, muchísimo -él se encogió de hombros-. ¿Por qué no me quieres que conozca tu mamá? -preguntó sin preocuparse por cuidar su pronunciación.

Victoria hizo una mueca y resopló.

-Es una historia muy larga y tengo que ir por pan, no debería estar aquí, tengo que ir a la panadería.

-¿Voy contigo y me cuentas?

-Cameron...

-Victoria, yo te dije que entiendo todo lo que me cuentes... ahora o después, mejor ahora ¿Sí? Quiero saber.

-¿Por qué? -ella interrogó como si no lo supiera.

-Porque me importas -él sentenció y tomó un paraguas que había cerca de la puerta-. Va a llover -el apuntó hacia la ventana del balcón a través de la sala, afuera ya estaban sonando los truenos-, compramos pan, me cuentas en el camino ¿Sí?

-Sí -ella asintió.

Ambos salieron del apartamento rápidamente, esperando llegar al ascensor para que ella comenzara a hablar. Él la miró expectante cuando las puertas se cerraron.

Ella tomó una respiración profunda.

-Mi mamá no me deja tener novio -soltó de pronto.

-No somos...

-¡Cameron, míranos! Ya hablamos de eso... nadie va a creerse que no lo somos, no puedo estar un segundo sin mirarte, no puedo estar un segundo sin ti, ya yo no soy como antes cuando estoy sin ti y todo el mundo lo nota.

-Lo mismo.

-¿Qué?

-Es así para mí... no me gusta estar sin ti -ella le sonrió sin poder evitarlo-. Pero no entiendo ¿No puedes decirle que no a tu mamá? Es decir... explicarle.

-Mi mamá es muy dura respecto a los estudios, ella quiere que me concentre y siempre se frustra porque no saco tan buenas notas como ella quisiera... ella creo que está traumada con esto de que su primer novio embarazó a otra y ella realmente lo quería y no quiere que me pase lo mismo, siempre dice que los hombres son maduros solo a partir de los veinticinco y que debo esperar... -Victoria lo miró con preocupación entonces, el ascensor llegó a planta baja, ambos salieron y empezaron a camina-. Por eso la condición para que me deje vivir con mi abuela es que no tenga novio hasta la universidad... si ella ve que me gustas, que seguro lo verá... ella me dará una advertencia y se agarrará de eso para llevarme con ella... ¿Sabes que te dije que no soporto a su novio? No soporto a ese hombre, es demasiado chocante ¿Entiendes?

-¿Chocante? -él ladeó la cabeza.

-Insoportable, desagradable... me cae muy mal -ella explicó.

Él abrió el paraguas al empezar a caminar por la acera, ya empezaban a caer algunas gotas de lluvia.

-¿Es malo? -quiso saber él retomando la conversación.

-No, no es eso... es solo que es como un sabelotodo y es demasiado serio y ¡Ahg! No lo soporto, los otros tres antes de él eran mejores, este me choca.

-Está bien, yo entiendo -él asintió varias veces y tomó su mano para tirar de ella hacia debajo del paraguas-. ¿Cuánto se queda?

-Dos días...

Él rió y puso su mano derecha debajo de su barbilla, empujándola cerca de sus labios. Él la acarició con sus labios mientras caminaban por la acera casi vacía, llegó a su oído y susurró-: Espero muchos besos ahora para no verte dos días ¿Sí?

-Sí.

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