7. No se olvida.
—Green Day, Time of your life —dijo Cameron apuntando a su laptop donde se reproducía una canción en inglés que Victoria no tenía mucha idea de que decía—. ¿Te gusta?
Ella asintió.
—Me gusta cómo suena pero no le entiendo casi —él sonrió y se acercó a ella, ambos estaban sentados en el piso de la habitación de Cameron, donde Victoria había pasado los siguientes días después de su primer beso aprendiendo algo de inglés.
Luego del beso del ascensor, ella no le había permitido besarla más. Primero porque era demasiado abrumador para ella, él al parecer no se cansaba porque cada vez que la veía la miraba de una manera suplicante y se acercaba demasiado, luego parecía olvidarlo pero la tensión entre ellos seguía ahí, danzando en el aire y cualquier persona que los viera en ese momento iba a notarlo por la forma en que ella sonreía sin mirarlo cuando él la miraba de esa manera.
—Al menos entiendes algo —él se encogió de hombros—. Español es fácil, más que francés... inglés difícil no creo pero personas se... hace difícil, algunas.
—Tú aun te enredas, así que no hables —ella lo acusó—. Buscaré las traducciones, anótame los nombres de las que quieres que escuche.
Él tomó el cuaderno que descansaba sobre su cama y el lápiz y anotó varios nombres.
—Ahora... —él dejó el cuaderno abajo y cambió la canción en la lista de reproducción—. Esta es Queen, Under Pressure —él se levantó y se dio la vuelta para buscar algo en su mesa de noche, ella se levantó y se sentó en sobre su cama.
A él le gustaba cantar a la par de la música y verlo cantar esa canción en especial se le hacía gracioso. A ella particularmente le dio ganas de bailar y se levantó y comenzó a hacerlo, Victoria no era especialmente conocida por mantener reprimir sus impulsos cuando escuchaba una buena canción. Cuando él se volteó y la miró se rió pero se unió a ella. Victoria trató de cantar la canción pero solo salían palabras inentendibles, Cameron lo hacía por ella y tomando su mano la hizo girar. Ambos terminaron riendo mientras caían sobre la cama de dos plazas, uno al lado del otro, boca arriba.
—Victoria... —él pronunció su nombre y ella frunció el ceño, rara vez la llamaba "Victoria", él siempre le decía "Vic" —. ¿Alguna vez... quieres venir a Seattle?
Ella se volteó a verlo y se colocó sobre su costado, apoyando su mejilla en su mano y el codo en el colchón.
—¿Por qué me lo preguntas? —ella fingió que no le emocionaba y lo miró como si nada.
Él le sonrió.
—Mi casa es tu casa —se encogió de hombros—. Eres bienvenida.
Ella rió y negó con la cabeza, poniendo un dedo sobre la nariz perfilada de su gringo.
—Me encantaría, pero no tengo dinero para viajar, ni siquiera tengo pasaporte.
—Eso se arregla, yo te ayudo, te ayudaremos todo... solo quiero que vengas, visitas mi país y te quedas conmigo un tiempo.
—Podría visitarte —ella se mordió el interior de la mejilla fuertemente intentando opacar sus ganas de llorar con el dolor en ella, pero aun así un quejido se le escapó, el cual ella disimuló riendo—. Es que no sé, a lo mejor te vas y me olvidas, no sé cuánto tiempo vaya a pasar hasta que pueda conseguir dinero para comprar un boleto de avión, eso no es cualquier cosa aquí y tú lo sabes.
—No, Vic —él levantó la cabeza y se apoyó sobre sus codos, moviéndose más cerca y a ella no le quedó otra que mirarlo a los ojos—. No te olvido ¿Cómo puedo? Tú eres... ¿Cómo se dice? No se olvida.
—¿Inolvidable?
Él asintió varias veces.
—Eso —dijo él sonriendo—. Yo no te olvido.
—Pero ¿Tú eres consciente de que es imposible, verdad?
Él bajó los hombros y frunció el ceño.
—¿Por qué? —quiso saber viéndose confundido.
—A ti te gusta tu país, a mí me gusta el mío... yo no puedo dejar a mi familia y tú no puedes dejar a la tuya, yo no voy a irme contigo y mucho menos vas a quedarte aquí ¿Te das cuenta de que lo nuestro como una pareja es una mala decisión? Es como en esas películas, él se tiene que ir y se casa con alguien más y ella igual, ambos hacen sus vidas pero siempre se quieren el uno al otro, es una historia triste de esas.
—Si me voy, voy a volver —él dijo como una advertencia aun con el entrecejo fruncido—. Mi papá vive aquí, siempre vuelvo, tal vez... mmh una vez por año.
—Una vez por año no es suficiente cuando estoy acostumbrada a verte todos los días —ella sonrió tristemente—. Lo mejor es que no nos enamoremos porque eso va a doler... pero yo ya te estoy queriendo y que alguien me mate, porque no sé cómo se detiene, no tiene un botón de apagado.
—También te estoy queriendo... —él le dio una sonrisa apagada pero aun así sincera—. Papá dice... eso no se evita, aunque sabes que tienes que ir.
—Lo sé —ella asintió lentamente y se levantó de la cama.
—Oye... —él sujetó su mano, ella se volteó a mirarlo.
—Yo sé que no debimos pero tampoco se evita a los besos ¿Verdad? —él tiró de ella dejándola acostada sobre su espalda de nuevo.
—No ahora —susurró ella, pero no se movió.
—No hay nadie —dijo él, aun así susurrando.
—Ya sé, pero... —Victoria resopló y se cubrió la cara con las manos—. Tú me tienes que entender, yo nunca antes había tenido a alguien que quisiera besarme todo el tiempo y no sé si está bien o mal ¿Sabes? ¿Qué vas a pensar de mí si te dejo besarme siempre que quieras?
—Pienso que beso bien —dijo como si no fuese gran problema.
—¡Ay, tonto! —ella se rió y lo empujó—. Es que yo no soy así.
—Yo te respeto, si preocupa eso... yo te respeto —él tomó sus manos y las quitó de sus ojos—. Nunca hago nada que no quieras, nunca te digo palabras que tú no eres, nunca presiono... me gusta besarte pero si no te gusta, entonces no lo hacemos.
—Oye, sí me gusta —ella susurró y se colocó un poco más cerca de él, casi debajo de su cuerpo—. Solo que... no sé, yo solía criticar a esas que se la pasaban atragantándose con chamos que no eran sus novios en a cada rato y eso es lo que hacemos.
—Pero no besas a otro ¿Verdad? —él se mostró preocupado.
—¡Obvio no, pendejo! ¿Por quién me tomas? —ella le golpeó el hombro y él rió.
—Entonces, soy yo nada más... ¿Qué preocupas? Nadie va a ver, nadie va a decir nada ¿Qué preocupa?
Ella rodó los ojos.
—Ya ni sé —ella cerró los ojos.
Victoria apretó sus parpados y sonrió porque al tenerlo podía oler su loción que la hacía dar vueltas y al mismo tiempo abrazarlo. Más cuando él se acercaba. Él se estaba acercando y ella no lo estaba deteniendo. Él colocó sus labios sobre su barbilla y se quedó ahí moviéndolos contra ella por un rato, luego Victoria giró su cara y chocó sus labios contra los de Cameron, besándolo al fin.
Había olvidado cuando le gustaba la sensación de su boca suave y húmeda contra la suya. Era algo extraño, porque normalmente no esperaría que el contacto con la saliva de otra persona le agradase, por lo que era algo repulsivo pensar en todos los gérmenes, sin embargo él la hacía olvidarlo moviendo su lengua y sus labios hábilmente contra los de ella. Ella cerraba los ojos y se olvidaba de lo asqueroso que era besar. Eso estaba bien para Victoria, no había otra persona con la que quisiese compartir saliva, la de Cameron no le molestaba y eso lo hacía especial.
Ella sintió una suave caricia sobre su abdomen y sabía que estaba peligrando; la mano de él viajó hasta su costado y sus piernas se colocaron a cada lado de sus caderas. Ella sabía lo que venía cuando los dedos de Cameron comenzaron a invadir la entre sus costillas y sus caderas haciéndole cosquillas como un desalmado. Ella se empezó a retorcer como una pequeña lombriz debajo de él soltando sus labios de golpe y propinándole puñetazos en sus hombros que de nada servían, porque él era mucho más grande.
—¡Suéltame, ten piedad! —gritaba ella con los parpados apretados, golpeándole los brazos.
—Oh no, miss good kisser, your punishment is tickling! (¡oh no, señorita buena besadora, tu castigo son las cosquillas!) —ella lo golpeó una vez más pero él no se detuvo, ella empezaba a quedarse sin aliento por tanto reír—. You did not let me kiss you for so long, you're evil! (¡No me dejaste besarte por tanto tiempo, eres malvada!)
—¡Ay, te odio, déjame, déjame ya! —suplicaba ella.
Victoria tuvo la suficiente fuerza como coger una de sus almohadas y empujar la cara de Cameron con ella, él trató de quitarla y mientras estaba distraído quitando la almohada del camino, ella tomó uno de las almohadas pequeñas y lo golpeó justo en la cara. Él se quedó muy quieto mirándola desde arriba y sonriendo como si no pudiera creérselo. Entonces tomó la almohada que había quitado y la sujetó fuerte.
—If you want a pillow fight , you have a pillow fight (Si quieres una pelea de almohadas, una pelea de almohadas tendrás) —le dijo antes de atacarla justo en la cara con la almohada.
Ella se rió y lo derribó tocando no demasiado fuerte el punto débil entre sus piernas con la rodilla, él huyó pensando que ella podría lastimarlo y entonces Victoria estuvo de rodillas en la cama, golpeándolo con una almohada mientras él se encorvaba hacia adelante, cubriendo su entrepierna con una mano y reía mientras con su mano libre trataba de alcanzar la otra almohada. Cuando lo hizo él la tiró sobre su espalda de almohadazo y ella rebotó, golpeándolo en el costado con su arma. Él no se quedó atrás y decidió usar su cuerpo como arma una vez superado su miedo de obtener un golpe en las partes bajas, lanzándose sobre ella con los brazos abiertos. La cama crujió debajo de ellos ante tal estruendosa caída.
—¡Ay, desgraciado! —ella no podría moverse, él tenía sus piernas y manos inmovilizadas!
—¿Por qué siempre me dices insultos? —él le preguntó apoyando entonces su peso en sus manos y rodillas, evitando aplastarla—. ¿No puedes llamarme apodos... es decir, palabras lindas? Como... Jesus, I don't know, baby, babe, honey, sweety, sweeheart, my boy, my love or something like that (Jesús, no lo sé, bebé, nene, cariño, dulzura, cielo, mi chico, mi amor o algo parecido).
Ella se rió, lo entendía a medias pero eso ya era algo.
—¿Pendejo no te gusta? —ella se rió apoyándose en sus codos.
—I guess it's special , I never heard that before. Not as a cute nickname for a guy. (Supongo que es especial, nunca escuché eso antes. No como un apodo lindo para un chico.
—No sé, lo de "amor" o "bebé", se me hace muy cursi, el mío es más original —dijo ella con orgullo.
—It's weird (es raro) —él se rió.
—¡Tú siempre me dices eso!
—You're always weird (siempre eres rara) —él se encogió de hombros.
—Y tú siempre eres un pendejo, entonces no te quejes —espetó ella dejándose caer sobre su espalda de nuevo y de brazos cruzados—. Además, te llamo "Camarón" también, eso debe contar como un apodo lindo de animalito.
—They are usually bears or bunnies, something cute and adorable, no shrimps (son usualmente osos o conejos, algo lindo y adorable, no camarones) —le dijo poniéndose derecho sobre ella y cruzándose de brazos, con sus piernas a cada lado de su cadera todavía, pero sin tocarla.
—Ahí sí ya no te entendí, algo de conejos, pero más nada —ella se encogió de hombros, él rió—. Me gusta cuando hablamos así, es divertido.
—We have to do it more often (tenemos que hacerlo más seguido).
—Aunque a veces no te entiendo ni papa, Camarón —ella resopló—. Como sea, tú tampoco me tienes un apodo lindo.
Él se rió.
—Vic —le dijo.
—Dah, tu primo y tu papá también me llaman así y Miguel y Eliana a veces también.
—Mmh ¿Vicky?
—¿Cómo la de los padrinos mágicos? ¡Paso!
—What about Tori? (¿Qué tal Tori?)
—¡Suena como a toro!
Él se volvió a poner sobre sus manos y rodillas sobre ella y le sonrió.
—Rara —le dijo suavemente.
—Tú lo dices y suena como "Rana" —ella rió y colgó sus manos de su cuello.
—But you're a weirdo (pero eres un bicho raro) —él frotó su nariz contra la suya—. En inglés... suena mejor, así voy a llamarte.
—Bien —ella le besó la mejilla—. Pero tú seguirás siendo pendejo.
—Tuyo —él levantó un dedo—. But... tuyo.
—Yes, my pendejo.
Eso lo hizo reír a Cameron a carcajadas.
—Voy a poner eso en camisa, así —él señaló el pecho de su camisa con la mano—. I'm Victoria's pendejo.
—Me van a acusar de maltratadora de hombres.
—No entendí —él la miró confundida.
—Ay, cállate.
Ella subió su cabeza buscando los labios de Cameron y los obtuvo en un momento, dejándolo recargar todo su peso sobre ella y enredando sus brazos a su alrededor mientras él la envolvía también. Se besaron por un rato antes de que la puerta fuera abierta bruscamente por Francisco, el primo de Cameron que los miró alzando una ceja y recargándose del marco de la puerta cruzado de brazos mientras ellos buscaban un escondite que les devolviera la dignidad.
—Miren, eso que estaban haciendo no es problema mío —dejó claro Francisco de una vez.
Francisco no se parecía en nada a Cameron; él era moreno, de ojos oscuros, delgado pero con brazos musculosos y el cabello corto, además de una sonrisa grande y contagiosa.
—Solo vengo a avisarle a Cameron que esta noche quiero que me acompañe a una rumba* de la universidad y si quieres llevar a tu novia, por mí está bien —se metió las manos en los bolsillos—. Pero de qué vas conmigo, vas ¿Ok?
—Ya dije que sí —Cameron resopló bajándose de la cama y miró a Victoria, que estaba por el otro lado intentando arreglar su cabello—. ¿Quieres venir?
—Ah, me gustaría pero mi abuela no creo que me deje —ella se retorció las manos.
—Podemos hablar con ella —le dijo Francisco—. Yo le digo que te vamos a cuidar, que vas a volver temprano tipo las doce y puedes llevar a una amiga.
—No sé —Victoria se mordió el labio—. Pero si se enoja fue idea suya —ella los acusó.
—Asumiremos la culpa —Francisco asintió—. Dejen el cebo* para después, vamos a hablar con doña Virginia.
Ambos se sonrojaron pero tenían que admitirlo, habían sido atrapados.
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Rumba*: Fiesta.
Hacer cebo*: besarse y otras cosas sin estar en una relación.
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