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6. Encariñados.

El padre de Cameron dio un paso dentro del ascensor entre él y Victoria y presionó el botón de su piso como si no ocurriese nada. Victoria se cruzó de brazos y miró a Cameron por detrás de la espalda de su padre, él sonrió hacia ella de medio lado y sacudió la cabeza como si le dijera "todo está bien". Ella de pronto se sintió mejor.

—Entonces... ¿nadie me va a decir que era lo que Victoria quería que le diese Cameron?

Don Gabriel se cruzó de brazos y Victoria lo miró; él no se parecía mucho a Cameron excepto por su nariz y su estatura, de resto él era castaño y un tono menos blanco que el chico, con ojos cafés y barba, tal vez tendría unos cuarenta años, Victoria nunca le había prestado tanta atención. Ella en ese momento no podía pensar en algo que decirle al hombre y Cameron se veía como si no quisiera contestar ninguna de sus preguntas.

—¿Cameron? —el hombre lo miró alzando las cejas.

Dad, stop, i think you already know (papá, basta, creo que ya lo sabes) —le dijo Cameron cruzándose de brazos.

You can bet that I know (puedes apostar a que lo sé) —él negó con la cabeza y le puso una mano sobre el hombre, Victoria se sintió malditamente enojada consigo misma por no saber el tonto idioma, estaba considerando un montón decirle a su tío que pagase ese curso para ella—. Son, you and I have much in common from now on, always falling in love with who is not for us to fall in love.

(Hijo, tú y yo tenemos mucho más en común de ahora en adelante, siempre enamorándonos de quien no nos corresponde enamorarnos).

Love, love. Esa palabra sí la conocía. Amor.

It will not be that way (no será de esa manera) —habló Cameron muy serio, las puertas se abrieron por fin y los tres salieron del ascensor—. I mean, not for us. I know what I do and I think she does too. (Quiero decir, no para nosotros. Sé lo que hago y creo que ella también).

Gabriel le palmeó la espalda a su hijo y le sonrió.

You go home, I 'll talk to her (tú ve a casa, yo voy a hablar con ella) —le dijo, Cameron lo miró entrecerrando los ojos y se cruzó de brazos, Gabriel le golpeó el hombre—. Quiet child, first tell her how you feel and then you get jealous okay? (Tranquilo hijo, primero dile a ella lo que sientes y luego te pones celoso ¿ok?).

Cameron rodó los ojos y miró a Victoria, le hizo una seña para que ella supiera que iba a estar en el departamento y luego caminó lejos de ellos. Victoria quiso seguirlo pero don Gabriel la estaba mirando con una sonrisa y las manos metidas en los bolsillos. Él suspiró y se acercó. Victoria se sintió como si él fuese a regañarla por besarse con Cameron. Todavía no tenía idea de que le había dicho a Cameron pero no lucía como un regaño. Aun así él se había ido y eso la ponía nerviosa.

—Entonces... ¿tengo que llamarte nuera ahora? —le preguntó don Gabriel alzando una ceja.

Victoria soltó una risa nerviosa y sacudió la cabeza.

—No, no, no —dijo muy bajito—. Yo solo... bueno, es que, verá; yo fui la que le dije que me besara pero no porque yo quiera ser su novia es que... ay, no sé cómo explicarle —se cubrió los ojos con las manos—. No le vaya a decir a mi abuela, si se entera que me ando besando con Cameron seguro me baña en agua bendita.

—Tranquila, yo no le voy a decir nada a nadie —do Gabriel se rió y le puso una mano en el hombro—. Yo solo quería agradecerte, Victoria, por enseñarle a Cameron la ciudad y nuestras costumbres, él quiso venir en esta época y yo tengo vacaciones para diciembre pero no podía retrasarlo más, quería verlo aunque sabía que poco lo iba a ver durante la mañana —se encogió de hombros haciendo una mueca de disgusto—. El trabajo no me deja enseñarle todo lo que quiero y creo que fuiste muy oportuna, así que gracias por eso.

—Ay... —ella respiró aliviada—. Bueno, de nada, yo lo hice porque él me agrada.

—Porque te gusta, querrás decir.

—Oiga, no le eche más leña al fuego de mi vergüenza, se lo agradezco.

Don Gabriel negó con la cabeza mientras reía y luego ambos empezaron a caminar lentamente hacia el pasillo.

—Él no deja de hablar de ti, Victoria, es feliz contigo —le confesó, ella sintió una extraño calor de satisfacción en el pecho que la hizo sonreír como tonta—. Pero tú sabes que él se tiene que ir ¿Verdad? No ahora, pero en algún momento.

—Sí, yo sé —ella bajó la cabeza y todas sus esperanzas y la emoción murieron al instante—. Yo trato de no pensar en eso.

—Qué más quisiera yo que se quedara para siempre —dijo el hombre anhelante—. Pero él tiene que volver con su madre, tiene que volver a la universidad y luego tal vez él vuelva —se encogió de hombros—. Yo solo te digo lo mismo que le dije a él; enamórate si quieres, si no lo puedes evitar, hazlo pero tienes que decir adiós y lo sabes y créeme que va a doler un montón.

—Usted lo sabe bien ¿verdad? —ella se cruzó de brazos—. ¿Dolió mucho cuando no se pudo quedar con la mamá de Cameron?

—Aun duele, hija —él asintió pero luego sonrió—. En fin; disfruta a mi hijo mientras lo tengas, Victoria, si yo pudiese escoger a la novia de Cameron me encantaría que fueses tú —le tomó la mano la sacudió—. ¿Y te doy un consejo? No se besen en el ascensor, cualquiera puede verlos, incluyendo tu abuelo.

—Fue idea de él —admitió Victoria.

—¡Ajá, sí se estaban besando! —la apuntó con un dedo.

Victoria gruñó.

—¡Me engañó! —acusó a do Gabriel.

Él sacudió la cabeza soltando una gran risotada mientras se alejaba.

—No, no, yo no he hecho nada, lo has admitido —le dijo—. Hija, yo creo que si va a ser serio deberías decírselo a tu abuela, yo hablaré con ella y la tranquilizaré si quieres porque no quiero la señora Virginia venga a decirme a algo sobre Cameron, ya bastantes problemas me da aprendiendo inglés apenas.

—Ay... —Victoria suspiró—. Es que no somos novios, no somos nada, solo le pedí un beso.

—Y él triste por eso —él rodó los ojos con diversión—. Bueno, pero si tu abuela me dice algo yo lo negaré todo ¿Ok?

—Ok —ella asintió.

—¿Quieres que lo llamé? —apuntó hacia la puerta.

—No, tengo que volver pero dígale que... que le voy a escribir —apretó los labios y se rió como tonta, luego abrió la puerta—. Adiós.

—Adiós —don Gabriel la despidió y ella entró como si nada en su apartamento.

Su tío que estaba sentado en la sala armando un rompecabezas con Micaela la miró como si fuese culpable de todo acto indecoroso posible. Ella rodó los ojos y caminó directo a su habitación, para su desgracia su abuela se encontraba ahí guardando sabanas limpias en su armario. Victoria saltó al verla y Virginia notó ese gesto, ya le había puesto el ojo sabedor que conocía todos los gestos de Victoria; principalmente el de culpabilidad.

—Ah, ya llegaste —dijo la mujer en un tono curioso—. Yo pensé que te ibas a quedar por allá con tu gringo.

—Es que su papá llegó —ella se encogió de hombros tratando de lucir casual mientras se tropezaba hacia su cama.

—Mmh... ok —Virginia cerró el armario y la miró cruzándose de brazos—. ¿Hay algo que me quieras decir?

—¿Yo? No, nada —Victoria rió negando con la cabeza mientras subía las piernas sobre la cama—. ¿Por qué preguntas?

—No, por nada —Virginia se dirigió a la puerta pero regresó—. Bueno sí, por algo... —se sentó al lado de Victoria—. Mira Victoria, todos lo hemos notado así ni siquiera te atrevas a tratar de negarlo porque es obvio que te gusta el hijo de don Gabriel ¿No es así?

Victoria se sintió atacada, se lo había soltado de así de repente sin dejarla pensar en una buena excusa de negación.

—Pero bueno ¿qué pasa si me gusta? Ni que fuera importante —se cruzó de brazos haciendo un puchero.

—Ay hija... —Virginia la miró con nostalgia—. Yo solo espero que tú no seas como tu mamá, que en cuanto perdió a quien ella realmente quería se pasó la vida buscando a alguien como él y arruinándose en el camino —le tomó la mano—. Prométeme algo, Victoria, prométeme que cuando él se vaya tú no te vas a hundir ni vas a tratar de reemplazarlo con el primero que se te cruce.

—Nunca —Victoria negó con la cabeza muy seria—. Abuela, yo podré ser tonta a veces pero soy lo suficientemente madura para saber que la gente no se puede reemplazar así como así, que mi mamá esté loco no significa que yo lo haya heredado —le dijo, su abuela sonrió—. Y no estoy enamorada de él, solo me gusta, yo sé que se tiene que ir pero ¿Sabe una cosa? No me importa, yo... lo voy a disfrutar mientras lo tenga.

Virginia se rió levantándose de la cama.

—Bueno, pero cuidado con algo, Victoria, mira que lo menos que yo quiero es que después de que se vaya descubras que te dejó un regalo para que lo recuerdes —le advirtió con picardía—. Yo confío en que tampoco heredaste eso de tu mamá.

—¡Ay! No sea así, ¿Qué dice? —Victoria sacudió la cabeza—. No, no, no.

—Bueno, recuérdelo.

Virginia salió de la habitación dejando a Victoria ahí sobre su cama pensando demasiado.

Ella necesitaba tiempo para asimilarlo así que se encargó de no estar en la casa el fin de semana hasta la noche; fue al cine y al centro comercial con sus primos y caminó como un zombi junto a ellos tratando de no hacer conversación porque estaba en las nubes y extrañando a Cameron, lo cual era peor, porque él se mantenía escribiéndole y ella respondiéndole con monosílabos lo más que podía. Él era tan tierno cuando mandaba notas de voz practicando su español.

El lunes faltó a la última clase de castellano y caminó lentamente hasta su apartamento con Miguel y Eliana porque necesitaba de la sabiduría del consejo de cualquier cosa menos sabios mientras intentaba lidiar con lo que ocurría.

—Entonces lo besaste —dijo Miguel empujándole el hombro—. ¿Qué tal fue? ¿Besa así muy rico o como gringo estirado?

Victoria rodó los ojos.

—Bueno, besa bien, es suave —ella ladeó la cabeza mirando hacia un punto muerto y sonriendo.

—¿Lengua? —Eliana levantó las cejas arriba y abajo.

—No y especialmente porque se lo dije —admitió ella.

Miguel y Eliana se miraron entre ellos y sonrieron, luego se echaron a reír.

—¡Estás clara que le dijiste que te la metiera hasta el fondo! —exclamó Miguel aplaudiendo, Eliana estalló en carcajadas colgándose del brazo del muchacho.

—Victoria, se seria, por favor —pidió Eliana—. Dinos la verdad, no te hagas la santa.

—Yo sé que te encanta... —continuó Miguel recordándole a Victoria la canción que tanto odiaba.

—¡Ay, cállense! —espetó Victoria frunciendo el ceño—. ¡Que cuando ustedes se besaron yo no dije ni pregunté nada ¿Verdad?!

Miguel y Eliana se tensaron rápidamente y miraron hacia los lados, separándose de repente.

—Cállate, que por aquí pasa mucha gente, coño ¿Por qué siempre tienes que estar gritando? —susurró Miguel mirando a Victoria con reproche, Eliana se pasó al otro lado de la acerca—. Además, prometiste que no le ibas a decir a nadie lo de Eliana y yo —reclamó él visiblemente serio y molesto, Victoria sonrió satisfecha porque había logrado callarlos.

—Y no lo hice, pero me están tentando —bufó Victoria amarrándose el pelo mientras caminaba—. El punto es que lo besé y ahora me siento mucho más atraída por él que antes y es difícil porque... como comprenderán, él se va a ir, o sea que el futuro de nuestra relación es completamente... inexistente.

—Tal vez le gustes tanto que se quede a vivir aquí —argumentó Miguel, Eliana lo miró mal—. ¿Qué? Podría pasar.

—No creo —Eliana negó con la cabeza—. Es decir, son jóvenes, podrían lamentarlo y...

—¡Ya sé! cínica del amor —bufó Miguel hacia Eliana poniéndole mala cara—. Pero bueno, yo que soy hombre les digo que... es posible, uno por tener sexo hace cualquier cosa —se encogió de hombros con simpleza—. Y más si está buena, tú no eres fea Victoria, ¿Qué tal que le guste el mambo venezolano?

—¿Tú solo piensas en sexo? —preguntó Eliana frunciendo el ceño hacia él.

—Veinticuatro siete, pan de leche —le respondió él guiñándole un ojo.

Victoria rodó los ojos.

—Yo no creo que vaya a quedarse por mí —dijo negando con la cabeza.

—Vete tú con él, pues —ofreció Miguel como si fuera lo más fácil del mundo.

—¡No puedo! —Victoria se rió—. Y en parte entiendo por qué él no se quedaría; es muy difícil tener que dejar todo lo que conoces: tus amigos, tu familia, tus costumbres, tu idioma y solo irte detrás de otra persona... no puedo imaginármelo, no puedo imaginarme viviendo allá y siendo feliz ¿Qué tal si me deja? ¡Además, ni siquiera tengo plata para irme!

—Nos estamos adelantando a los hechos —saltó Eliana alzando las manos—. ¿Qué tal si él mete la pata y lo terminas odiando? ¡No llegarías ni a Maiquetía con él! Así que no hables, todo puede pasar.

—¿Por qué eres tan aburrida? —le reclamó Miguel a Eliana—. Echas a perder todo.

—Tú no eres coherente —espetó ella de vuelta—. Nunca dices nada con sentido y solo piensas en sexo y comida.

—Discúlpame por ser un hombre normal, pan de leche.

—Discúlpame por ser racional, pan de ajo —Eliana se volteó a ver a Victoria que estaba riendo al llegar a la esquina—. Adiós, nos vemos mañana, escríbeme —Victoria asintió y cruzó la calle.

—¡Oye, lo del pan es cosa mía, se original! —le gritó Miguel y miró a Victoria luego—. Adiós Victoria, escríbeme también —le sonrió antes de seguir a Eliana mientras le gritaba algo al cruzar la calle.

Victoria negó con la cabeza y siguió su camino hasta el edificio. Como siempre, él la estaba esperando abajo, esta vez recostado bajo el marco de la puerta mientras miraba a la calle, parecía algo triste. Victoria se sintió terriblemente culpable de pronto, seguro estaba así porque ella estuvo cortante todo el fin de semana. Después de lo que había hecho por ella. Ella se mordió el labio y tomó una gran bocanada de aire antes de avanzar. Su corazón corría desbocado porque ahora que lo veía y conocía sus labios era diferente; estaba nerviosa de hacer algo mal pero se sentía segura al mismo tiempo. Él la hacía una chica complicada, aun cuando ella ya lo era por sí misma.

—Hola —le dijo al pararse frente a él.

—Hola —él la miró sin ninguna expresión—. ¿Cómo estás?

—Bien ¿Y tú?

—Bien —él se encogió de hombros—. ¿Cómo te fue?

—Fue bueno, tú sabes, falté a la última hora.

—Ya sé, eso dijiste que harías en viernes —le dijo él—. No me respondes último mensaje ¿Hice algo malo? —bajó la cabeza, miró sus zapatos y ella se derritió.

—No, no —Victoria puso una mano sobre su hombre y otra debajo de su barbilla para mirar sus lindos ojos—. No, yo hice algo malo, yo estuve cortante... es que necesitaba pensar.

—¿Qué piensas? —él frunció el ceño.

—Bueno, sobre nosotros.

There is a us (hay un nosotros) —susurró él sonriente de nuevo—. Podías decirme que tú quieres piensas... em, yo entiendo, pero no contestas yo preocupo.

—¿Pensaste que ya no te quería?

—No pensaba que me querías...

—Bueno, me he encariñado contigo.

Él ladeó la cabeza frunciendo el ceño.

—¿Encar... cari...? —trató de repetirlo pero su lengua se trabó.

—Encariñado —ella sujetó su barbilla y miró sus labios—. En-ca-ri-ña-do.

En-carri-ña-dou —repitió él.

—Ajá, así está bien —lo soltó y tomó su mano—. ¿Sabes lo que significa?

—Eso creo... —él hizo una mueca—. ¿Me quieres?

—No exactamente, significa que te aprecio, no que te quiero o muerte pero te tengo cariño, como... pienso en ti y me preocupas ¿Entiendes?

Él asintió.

—Yo igual, estamos encariñados ¿Verdad?

Victoria rió y asintió

—Sí —le dijo.

Él se acercó mucho haciéndola retroceder y chocar su espalda contra la puerta.

—Yo quiero un beso, otro, por favor —le dijo él de repente, mirándola anhelante e intensamente.

—Mmh... —Victoria parpadeó varias veces, su labios se entreabrieron con sorpresa y estaba segura de que él podría derretirla como se derrinten los helados si se mantenía mirándola así por unos segundos más—. Es que... —ella miró a los lados; no había nadie pero se sentí expuesta ahí—. Cualquiera puede llegar.

—¿Y?

—¡¿Y?! —ella se rió apretándole los bíceps, miró hacia ellos estupefacta—. ¿Haces pesas? —los tocó, eran bastante firmes.

—No, no me ignores —le dijo él haciéndola mirarlo de nuevo a la cara—. ¿Beso?

—Pero Cameron... —ella suspiró.

—¿No me quieres besar? —él hizo un puchero.

—No me pongas esa carita —Victoria le aplastó las mejillas—. No me puedes ir besando así como así, no somos novios.

—¿Y?

—¡¿Eso es lo único que sabes decir?! —ella resopló—. Ok, uno pequeño —extendió los labios.

Él miró, se rió y sacudió la cabeza y se inclinó para besarla. Presionó sus labios por unos segundos y luego retrocedió pero ese simple toque fue más que suficiente para que ella se fundiera contra él colgándose de su cuello con sus brazos. Él la volvió a besar sin permiso y esta vez con la boca abierta, sin usar su lengua directamente pero rozando su labio inferior con ella. Para Victoria fue una sensación fascinante que la hizo buscar más alcance ladeando la cabeza; ella abrió la boca y fue como una invitación para él, para presionarla contra la puerta mientras su lengua exploraba por primera vez y con cuidado la de ella. Victoria se quedó sin aliento y abrió los ojos para mirarla; él lucia tan hermoso besándola con los ojos cerrados que cuando se separó ella dejó escapar un sonido lastimero.

Ambos hiperventilaban.

—Practicar —dijo él asintiendo.

—¿Practicar? —ella se colocó las manos en las caderas—. ¿Es que acaso soy tan mala?

Él se encogió de hombros con simpleza y tomó la mochila de Victoria que había caído al piso mientras la besaba, colgándosela en el hombro y alejándose de ella hacia el ascensor. Ella ignoró el anterior consejo de don Gabriel y luego de entrar en el ascensor con él lo besó, estrellándolo contra la pared, solo para demostrarlo que ella aprendía bastante rápido.


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N/A: foto de Victoria en multimedia :D 

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