5. El ascensor.
—¿Beso? —Cameron la miró estupefacto.
—Sí, beso —ella se acercó, hablando en voz baja—. Mi primer beso.
—Tú —él la apuntó a ella— quieres que yo —se apuntó a sí mismo— te beso —frunció los labios en un beso al aire—. Beso, el primero... para ti.
—Sí —ella asintió apenada, bajó la cabeza y se miró las manos—. O sea, discúlpame que sea tan abusiva y que te lo pida así de sopetón, pero es que se me ocurrió que... aquí los chamos me dan asco ¿Entiendes? Y no quien que ninguno se me acerque pero tú eres diferente, no sé si es porque eres de allá de donde tú eres o... yo no sé para qué me molesto si no me estás entendiendo —se golpeó la frente con una mano y sacudió la cabeza—. ¿Sabes qué? Olvídalo, es una idea loca mía que nada que ver.
—Vic —ella sintió el toque de Cameron en las manos, quitándolas de sobre sus ojos para mirarla, él estaba sonriendo; Victoria ya no sabía que era lo que había entendido o no—. Sí —dijo asintiendo rápidamente—. Yo te doy beso, no problema ¿Ok? Yo me encargo.
—Ay ¿sí? —ella rebotó en el colchón y lo abrazó inmediatamente tan fuerte como pudo, él la recibió tan gustoso entre sus brazos que a ella le costó que la soltase—. Gracias, de verdad, Camarón —le dijo cuándo la soltó al fin, él la miró a los ojos y bajó su cara buscando sus labios pero ella puso una mano sobre sus labios impidiendo tocarla—. ¡Frena tu caballo, que no estoy lista aun! —le exclamó dejándolo asombrado—. No aun, Camarón, no ahorita.
Él quitó su mano de su boca y puso la suya sobre la mejilla de Victoria frunciendo el ceño de repente.
—¿Entonces cuándo? —interrogó apretando los labios, Victoria tuvo que alejarse porque comenzaba a sentirse abrumada por la manera en que la miraba.
—Cuando mi abuela no esté en la casa o en un lugar donde estemos solos ¿Me entiendes?
Cameron asintió.
—Solos, no abuela en casa, sí entiendo.
—Bueno... —Victoria se rascó la nuca y se volvió a mirar las manos con un nerviosismo que Cameron estaba notando— ¿No piensas que es raro?
—¿Raro? —Cameron frunció el ceño—. Mmh... no, raro no. Tú quieres beso, yo te doy beso, solo... está bien para mí.
—¿Por qué? —ella frunció el ceño y ladeó la cabeza al preguntar.
Él le colocó los dedos debajo de la barbilla y le besó la frente.
—Porque eres hermosa, Victoria.
Él lo dijo, ella no estaba loca ni lo había entendido mal; él le había dicho que era hermosa. Eso jamás se le iba a olvidar; ni como sonaba esa frase con su acento, ni cómo se veía cuando se lo había dicho ni el día ni la hora. Era el primer muchacho que le había dicho tal cosa, al menos de una manera buena y respetuosa que a ella no le provocaba ganas de correr lejos de él. Quiso no estar sintiéndose tan atraída hacia él en ese momento, quiso darle vuelta atrás a su petición inmediatamente porque Victoria podía no entender el inglés, pero entendía perfectamente que él tenía que irse en algún momento y ella no iba a ir con él.
Él se fue ese día con la promesa de un beso cuando estuviesen solos; pero al parecer el destino no los quería a solas esa semana. Todo el mundo se interpuso; desde Eliana y Miguel jalando a Victoria de aquí para allá con cosas de la escuela que tenían atrasadas hasta, a su abuela le había dado por quedarse en la casa varias tardes seguidas durante dos semanas y apenas podía ver a Cameron en el pasillo y en planta baja, donde cualquiera podía verlos si lo intentaban. A él ya se le había hecho una costumbre preguntar "¿Cuándo?" y ella sabía lo que significaba. Odiaba tener que decirle "después".
El viernes sabía que su abuela iba a salir, así que prácticamente voló desde el liceo hasta el edificio, se encontró a Cameron esperando en las escaleras; ella sabía que iba a estar con Francisco en la mañana así que le dijo que la esperara cuando él al fin se fuera. Ella lo tomó de la mano al verlo y sin decirle nada lo arrastró hasta el ascensor.
—¿Hoy sí? —le preguntó él poniéndose a su lado mientras veía los números subir en la pequeña pantalla del ascensor frente a ellos.
—Tal vez —ella lo miró de reojo encogiéndose de hombros.
Él levantó una ceja cruzándose de brazos y parándose frente a ella intentando articular una cara seria y fallando completamente porque no podía evitar sonreír. Victoria comenzó a reír mientras se alejaba y las puertas se abrieron un poco antes de lo que ella esperaba. Ella iba a tomar su mano pero se detuvo en seco cuando miró a su tío y a su familia parada frente a su apartamento con maletas alrededor. Victoria rodó los ojos con ganas de volver al ascensor con Cameron y escapar ¿Por qué no la dejaban besar a su gringo en paz?
—Tengo visitas —suspiró Victoria hacia la gente parada al final del pasillo.
Cameron resopló y rodó los ojos.
—This is so damn frustrating, Victoria (esto es tan jodidamente frustrante, Victoria) —Cameron negó con la cabeza y miró el ascensor—. The elevator (el ascensor) —apuntó a la caja metálica frente a ellos como si se le hubiese ocurrido una fantástica idea, Victoria frunció el ceño y lo miró como si estuviese loco—. If I press all the buttons on the elevator, it will give us some time ...yes! I'm a genius. (Si presiono todos los botones del ascensor, eso nos dará algún tiempo... ¡sí! soy un genio).
Victoria sacudió la cabeza y avanzó.
—No seas pendejo, ven que te los voy a presentar ¡Pero saluda bien! —le pidió y Cameron asintió con la cabeza mientras la seguía.
Los tres primos de Victoria saltaron y corrieron hacia ella en cuanto la vieron, eran tres pequeños revoltosos; Gregorio, el mayor de trece años, Luis, el de en medio de diez y Micaela de cinco años apenas. Su tía y su tío la saludaron con abrazos mientras Cameron esperaba parado detrás de ella tratando de mirar algo interesante en las paredes del pasillo. Ya no salía con su celular a la calle como Victoria le había indicado, así que realmente no tenía nada con lo que entretenerse.
—No me dijeron que iban a venir —dijo Victoria con aquella sonrisa forzada que tanto le cortaba articular en ese momento, estaba frustrada.
—Se lo dijimos a tu abuela, ella nos dijo que hoy iba a salir y que te iba a avisar, pero me parece que no lo hizo —su tío se cruzó de brazos e hizo una mueca graciosa.
Victoria sintió como sus ojos se contrajeron. Vieja traicionera, pensó para sí misma.
—Mira —Gregorio levantó la barbilla apuntando detrás de ella—. ¿Y este qué? —le preguntó, Victoria se giró para mirar a Cameron y sonrió
—Él es el hijo de don Gabriel, el señor que vive aquí al lado, es amigo mío —ella les señaló la puerta del departamento de don Gabriel y luego tomó la mano de Cameron haciéndolo dar unos pasos al frente—. Se llama Cameron, pero yo le digo Camarón porque suena a Camarón y es de los Estados Unidos, saluda, Camarón.
—Hola —él movió la mano levemente—. Mucho gusto.
—Mira, ellos son Gregorio, Micaela y Luis, y él es mi tío Oswaldo y ella es María Alejandra su esposa —mencionó ella apuntando a cada quien respectivamente—. Tienen que hablar despacio cuando vayan a hablarle porque está aprendiendo el español apenas ¿Ok?
—¿Habla inglés? —preguntó la pequeñita de ojos entre el café y el verde alzando los brazos para que Victoria la cargara, ella la tomó y la puso a la altura de Cameron—. Hello —le dijo moviendo su manito en su dirección, todos rieron.
—Hi —Cameron la saludó sonriendo.
—You can call me Mica (me puedes llamar Mica)—le dijo pronunciando las palabras apenas bien, pero dejando a Victoria estupefacta.
Cameron rió y le apretó una mejilla.
—All right, Mica, that's a beautiful name (De acuerdo, Mica, ese es un hermoso nombre) —dijo él, Mica le sonrió.
—Esto ya es maldad —Victoria rodó los ojos y miró sus tíos—. ¿Dónde aprendió a hablar inglés esta niña?
—Sus hermanos están en un curso y ella aprende de ellos —le hizo saber su tío—. Si quieres que te pague un curso dime, yo encantado, así te llevas mejor con tu novio, puedes hablar con él en vez comértelo a besos.
La cara de Victoria ardió en llamas y quiso que la tierra la tragara. Se preguntó a sí misma como lo había adivinado pero cuando él empezó a reír ella supo que era una broma de su parte. Aun así lucía aterrada y bajó a Micaela para buscar la llave en su bolsillo mientras trataba de pasar la vergüenza sin que se diesen cuenta. Ella pasó hacia la puerta para abrirla pero ya era muy tarde para negar que estaba afectada, su tío la estaba mirando con una sonrisa acusadora como cada vez que quería ponerle un novio falso y matarla de la pena.
Cameron se quedó a su lado y sostuvo su bolso mientras ella lidiaba con la vergüenza y la puerta.
—Cuando el amor llega así de esta manera, uno no se da ni cuenta —cantó su tío recitando la canción de Caballo Viejo de Simón Diaz haciendo que Victoria quisiera tirarse por la ventana luego de abrir la puerta—. El carutal reverdece, el guamachito florece y la soga se revienta.
Cameron ayudó a la tía de Victoria con las demás maletas a entrar en el departamento mientras su tío empujaba una valija con ruedas y otras bolsas y seguía cantando.
—No seas payaso, tío, él no es mi novio —espetó Victoria cruzándose de brazos, cerrando la puerta cuando todos entraron.
—¿Y qué estoy diciendo yo? ¡Yo estoy cantando! ¿No te sabes la canción, Cameron? —le preguntó al muchacho, Cameron negó con la cabeza riendo al ver a ese hombre casi calvo y regordete que hablaba demasiado algo golpearle el brazo amistosamente—. ¿Cómo dice la canción, Mica? —cargó a la niña y ambos empezaron a cantar—: Cuando el amor llega así de esta manera, uno no tiene la culpa... quererse no tiene horario ni fecha en el calendario, cuando las ganas se juntan —Victoria se cubrió los ojos con las manos mientras ambos cantaban la canción, Cameron rió y se sentó en el sofá junto con sus primos.
De pronto él y sus primos entablaron una conversación en donde ellos le preguntaban cómo eran las cosas en su país, por lo poco que ella podía entender. Ella se dio por vencida y se resignó a perder la oportunidad de besar esos labios internacionales... de nuevo. Mientras ayudaba a su tía a preparar el almuerzo, pensó en como tendría que ser; ella había visto un montón de besos en la televisión, una y otra vez en las novelas, pero nunca había tenido el placer de experimentarlo o siquiera haber estado cerca de hacerlo.
No es que ella se considerase horrenda, era algo linda si se arreglaba pero siempre pensó que su personalidad no agradaba a los chicos y realmente no le importaba porque los chicos nunca le agradaban a ella; Cameron era completamente diferente a todos. Le había dicho que era hermosa y por sobre todas las cosas, él actuaba como si en realidad le gustase estar con ella. Habían pasado mucho tiempo estando juntos y todavía les faltaba mucho por conocer acerca del otro, pero realmente le gustaba y quería besarlo, tanto como quería todos se fuesen.
Aun así le alegraba ver a sus tíos y a sus primos de nuevo, aunque la interrumpiesen y la avergonzase, los había extrañado. Ya sabía de sobra que se quedarían por el fin de semana, así que estaba resignada a perder ese fin de semana también y le jodía bastante pero nada podía hacer ya. Además, tenía tiempo y sentía que mientras más se preparase mentalmente para ello, mejor.
El día siguiente por la mañana él le mandó un mensaje a las ocho, ella ya estaba despierta porque Micaela había ido por ella para jugar y la niña se levantaba excesivamente temprano. Estaba apenas tomando café cuando recibió un mensaje de Cameron que decía: ¿Puedes salir?
Él escribía en español mejor de lo que lo hablaba, irónicamente.
Ella contestó: Sí ¿Por qué? ¿Quieres ir a algún lado?
Cuando él respondió ella pudo sentir su nerviosismo latente por todo el cuerpo.
Sí, el ascensor. Tengo una idea, Vic, para tu primer beso. Era lo que había contestado.
Victoria le dijo a todos que estaría con Cameron abajo pero no les dijo que iba a hacer, claro que se ganó bromas de su tío acerca de Cameron pero las dejó pasar. Ella salió y lo vio al final del pasillo junto al ascensor con las manos en los bolsillos del pantalón. Estaba usando jeans ajustados de color negro y una camiseta roja con esos enunciados en inglés, ella se acercó lentamente a él y se paró en frente del ascensor a su lado.
Cameron levantó la mirada y le sonrió, tomó su mano y llamó al ascensor, ambos esperaron en silencio antes de que la puerta se abriese. Entraron y Cameron presionó cada botón de cada piso, eran catorce pisos e iban a pasar por todos.
—¿Qué estás haciendo? —Victoria interrogó frunciendo el ceño.
—Bueno, para tu beso... tiempo a solas —se encogió de hombros y se volteó a mirarla en cuanto las puertas se cerraron—. Aquí no despiertas temprano... no hay nadie, pensé... bueno —él apuntó al techo—. Muchos pisos.
—Bueno ¿Y cuánto tiempo planeas que dure? —preguntó Victoria abriendo mucho los ojos e instintivamente retrocediendo—. Es decir, no creo que mucho ¿Verdad? Porque... bueno, porque los besos no deberían durar tanto... al menos no los primeros.
—Segundos, terceros... sí duran —él sonrió y tomó su mano—. ¿Aún quieres beso?
—Sí quiero.
Ella se sacudió mentalmente, tomó una gran bocanada de aire y se acercó a él poniendo su cabello lacio detrás de sus orejas y mirándolo a los ojos. Tenía que deshacerse de su vergüenza cuanto antes, estaba a punto de besarlo y no podía desaprovechar esa valiosa oportunidad de nuevo. Estaba nerviosa, era cierto, no sabía dónde pondría las manos o que haría el con las suyas pero eso era lo de menos, estaba feliz de poder hacerlo.
Él lentamente le tomó las manos y las puso sobre sus propios hombros y las suyas las llevó a la cintura de Victoria. Las puertas se abrieron pero no había nadie tras ellas. Victoria se sintió aliviada, sentía que alguien podía descubrirlos pero tenía que calmarse o nunca iba a lograrlo. Claramente podía ver que Cameron sabía cuan nerviosa estaba, porque él actuaba como si ella pudiese romperse o escapar en cualquier momento.
Cuando las puertas se cerraron de nuevo él se acercó y ella entró en pánico, poniendo su mano sobre su boca de nuevo; los labios de Cameron chocaron contra sus dedos. Él retrocedió mirándola confundido.
—Mira, acabo de pensarlo pero... ¿Podrías no meter a tu lengua en esto? Solo, no quiero eso en el primer beso ¿Ok? —le pidió amablemente mientras jugaba con el borde de su camisa—. Es solo que... no sé, no quiero un primer beso todo baboso ¿si me entiendes?
—Umm... no lengua, ok —él asintió—. Te acostumbras después.
Victoria abrió mucho los ojos y se alejó.
—¿Después? —ella se pegó a la pared— ¿Cómo que después? ¿Cómo es eso? ¿De qué hablas? ¡Explícate! —le exigió.
—Ya dije Vic; segundos, terceros... beso, te acostumbras a eso luego —se encogió de hombros simplemente.
—Oye, oye, óyeme —ella levantó un dedo tembloroso y lo apuntó—. ¡Yo solo pedí un beso! —le recordó—. ¡Uno solo!
Cameron frunció el ceño y abrió la boca pero la volvió a cerrar y las puertas se abrieron de nuevo. Él se cruzó de brazos, no había nadie de nuevo pero esperó a que las puertas se cerraran para hablar. Victoria pensó que estaría enojado por cómo se paró separando las piernas como si fuera a ponerle una sanción. Ella le copió la pose porque ella había aprendido que ningún hombre iba a verla y hablarle como si fuera su dueño.
—O sea... ¿tú quieres uno beso? —levantó solo un dedo—. Just one? (solo uno)
—Sí, eso... un beso —ella asintió—. ¿Por qué? ¿Pensaste que yo quería que me besaras y me comieras a besos cada vez que me vieses después? ¡Te pedí mi primer beso, solo el primero!
—Vale... —él asintió varias veces—. Ok, sí... yo tenía que preguntar primero —susurró mirando al piso—. ¿Por qué solo uno? —atacó de nuevo con una pregunta dejándola paralizada con las manos pegadas a la pared del ascensor de nuevo.
—Bueno porque... porque sí pues, porque yo quiero saber cómo es besar pero no quiero... bueno, tú sabes.
—No, no sé —él se acercó y le tomó las manos y la acercó, las puertas se abrieron de nuevo y él resopló, esperando que se volviesen a cerrar, mirándola a los ojos—. ¿En verdad quieres... que te beso?
—Que me beses, sí, lo quiero, sino no te lo hubiese pedido nunca —ella bajó las manos bruscamente.
—Si me besas una vez, me besas dos veces... ¿qué es diferente? Más divertido ¿No?
—Cameron... —ella negó con la cabeza—. ¿Tú me quieres besar más de una vez en serio?
—Mucho —respondió él inmediatamente—. Quiero besarte mucho, Victoria... like... so much, so fucking much (como... mucho, tan jodidamente mucho) —él buscó sus manos de nuevo y las volvió a poner en posición sobre sus hombros y volvió a poner las suyas en la cintura de Victoria, empujándola contra él para retenerla y evitar que escapara de nuevo—. ¿Todavía no entiendes que me gustas? Yo pensé que se nota... Fran dijo; ella debe saber, porque no la dejas en paz, y como me pediste beso yo pienso que te gusto también.
Victoria estaba en shock, parpadeó varias veces antes de apretar los hombros de Cameron y abrir la boca para decir algo pero anticipando que sería una tontería, ella solo la cerró de nuevo. Él la estaba mirando expectante ¿Qué quería que hiciera? Ella no podía moverse. Él tuvo una gran idea y movió la cabeza hacia adelante, lentamente acercándose a sus labios como si esperase que ella saliera corriendo. Victoria lo dejó acercarse e incluso frunció los labios hacia él. La tocó suavemente por unos minutos, solo presionando sus labios contra los de ella.
Victoria quiso cerrar los ojos como él pero no lo hizo; quería ver su cara mientras la besaba. Pronto él, algo vacilante, tomó su labio inferior entre los suyos y tiró de él con delicadez. Victoria se puso de puntillas para alcanzarlo mejor y rodeó su cuello con sus brazos. Él la sujetó más fuerte y así lo mantuvo por un buen rato, solo tirando y devolviendo suavemente sin interponer su lengua mientras podía escuchar muy lejano el sonido de las puertas del ascensor mientras se abrían y se cerraban.
Victoria estaba en una etapa en donde quería no creérselo y al mismo tiempo quería seguir besándolo y llevarlo a todos lados y besarlo. Besarlo una y otra vez, besarlo todo el tiempo, besarlo en todas partes. No solo esto. No una sola vez. No nada más hoy. Se arrepintió de todo lo que le pidió y todo por lo que reclamó antes; ella necesitaba más. Y cuando quería conseguir más, él se alejó.
Ella había quedado con los labios extendidos haciendo soniditos extraños e intentando volver a conectar sus labios con esas increíblemente suaves nubes delgadas y rosadas. Era como una zombi en busca de cerebros, pero en vez de cerebro lo que quería eran los besos de Cameron.
—Ya está... —él dio dos pasos atrás—. Primer beso listo.
—Sí —ella suspiró bajando los hombros y se miró las manos—. Bueno, mira...
—¿No te gustó? —preguntó preocupado.
—¡No, no! —ella levantó las manos y negó con la cabeza—. Me encantó, me fascinó, me gustó, lo amé... —le hizo saber y luego quiso golpearse por parecer una desesperada—. Lo que pasa es que... quiero otro —se cubrió los ojos con las manos.
—Tú dijiste solo uno —levantó un dedo recordándoselo.
—¡Bueno chico! —Victoria agitó sus manos—. ¿Qué soy yo tuyo? ¿Tu maestra de prescolar, tu mamá, tu niñera que tienes que hacer todo lo que yo te diga? ¡Ten un poquito de personalidad, Camarón, por favor! No tengas miedo de ser tú mismo, busca tu yo interior ¡Y bésame!
Cameron terminó riendo y negando con la cabeza, caminando hacia ella de nuevo.
—Yo... me gustas así —tomó sus brazos y la sacudió—. Así cuando hablas mucho y me gritas... me gusta tu acento, es sexy, tú dices mucho, gritas mucho pero me gusta, todo lo que dices aunque no entienda a veces —buscó poner sus manos sobre sus mejillas—. ¿Quieres otro? —preguntó sonriendo cuando las puertas se volvieron a abrir.
—Sí, quiero otro —ella asintió.
—¿Otro qué, Cameron? —preguntó alguien parado afuera del ascensor.
Ambos miraron hacia allá.
—Papá —dijo Cameron cuando miró al hombre cruzado de brazos y levantando una ceja con una sonrisa acusadora afuera del ascensor.
Victoria prácticamente saltó al otro lado del ascensor. Ni siquiera sabía en qué piso estaban, ella solo estaba muriendo o deseando morir, más bien.
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