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31. Acepto.

—Entonces no se casan —Miguel a afirmó cruzado de brazos.

—Y yo que me había comprado un vestido bien caro para la boda —resopló Eliana—. Y me queda sexy —aseguró.

—Le queda sexy —corroboró Miguel con mucha convicción.

—No sabemos... —Victoria se miró las manos con nerviosismo—. Él quiere quedarse aquí pero yo digo que... ¡No sé! No sé que hacer.

—Ve con él —dijo Eliana en voz baja—. Jamás vi a dos personas que hicieran tanto por estar juntos, yo le dije a Miguel que si aguantaban el año eso no duraría.

—Es, verdad, me lo dijo —Miguel asintió.

—Vaya fe que nos tienes —Victoria hizo una mueca.

—No es eso, es que... si soportaban un año entero, incluso más de seis meses sin el otro ya estarían resignados a una constante ausencia y cuando volviesen a verse las cosas no iban a ser igual —Eliana se encogió de hombros con una sonrisa triste en la cara—. Una pareja que va a casarse debe pasar tiempo junta, acostumbrarse a compartir su vida, cambiar sus rutinas para que coincidan con la del otro, Victoria... y creo que aunque sea un reto para ti, debes ir con él, tú ya conoces este país y lo amas pero... ¿Cuál es la aventura en todo eso? ¿No te gustaban los retos? Amar a Cameron es un reto, ahora cumplelo como se debe.

—Cuando pareces Alfonso León hablando de la vida y el amor yo me pregunto que fue lo que vi en ti ¿Qué me gustó tanto de la Telenovela andante? —interrogó Miguel haciendo una mueca con la boca y negando con la cabeza.

—Sí, bueno, te lo voy a recordar más tarde —dijo Eliana alzando la barbilla.

—Bueno, me callo —susurró Miguel.

Victoria sonrió mirándolos y suspiró porque sabía que su amiga tenía razón. Ella amaba su país pero Cameron ya había pasado mucho tiempo lejos de sus costumbres y ella poco sabía de todo lo que ocurría en Estados Unidos, como era la vida allí, peor o mejor ella tenía la meta de algún día ir y que Cameron le enseñase todo lo que hasta ahora le había contado. Era lo justo. Ella le había enseñado sus costumbres, su cultura y todo lo que le gustaba pero ¿Qué sabía de las cosas que hacía en Seattle? No solo quería escuchar sobre ello, quería verlo, quería ser la alumna por primera vez.

—Eliana tiene razón —Miguel interrumpió sus pensamientos—. ¿Qué harás aquí? No estás trabajando ni estudiando y sé que es difícil dejar a tu familia y a nosotros, claro pero... no es como que no nos volverás a ver, ya mismo estábamos ahorrando para ir a visitarte cuando se vayan y... no es como que nunca vas a volver —él alargó el brazo para limpiar una lágrima de su rostro—. Venezuela te perdonará tu ausencia, creeme que va a estar aquí siempre pero Cameron no, no puede esperar toda la vida por ti.

—Aunque todos sabemos que él diría que sí —Eliana murmuró—. Él accedió a quedarse pero... ¿Es realmente lo que quieres?

—Y el hombre vino hasta aquí para recuperarte —le recordó Miguel.

—En cambio tú ibas a ir con él para terminarle en la cara porque te acobardaste —continuó Eliana.

—Cuando lo dices así suena como si él te quisiera más a ti que tú a él ¿No lo crees? —sopesó Miguel.

—¡No, yo lo amo! —reclamó Victoria.

—Menos palabras, más acciones  —dijo Eliana.

—¿Ustedes me están echando? —preguntó Victoria frunciendo el ceño.

—Para nada, no va a ser lo mismo si te vas, tú eres nuestro complemento pero estamos pensando en lo que tú quieres —afirmó Eliana.

—Porque te conocemos —concretó Miguel—. Tú quieres irte con tu gringo y ser feliz en el imperio yankee, pero tienes miedo y estás acobardandote por todo lo que la gente dice.

—Yo no sabía que era así de transparente —Victoria apoyó la barbilla sobre la palma de su mano poniendo su codo sobre la mesa de la cocina, estaba teniendo un momento difícil ahí.

—No es que lo seas —Eliana sonrió—. Es solo que tenemos mucho tiempo conociéndote, Vic, aunque nos quieras mentir no puedes.

—Consideramos decirte que era una buena idea quedarte, porque tenemos una parte egoísta que odia a Cameron por querer arrancarte de nuestro lado —comentó Miguel casualmente.

—Pero... —Eliana continuó—, sabemos que no es Cameron quien va a obligarte a ir —dijo—. Tú serías feliz.

—Y eso, asquerosamente telenovelezco, lo que queremos para ti —culminó Miguel—. Siento que debimos haberle escrito todo esto en una tarjeta —susurró Miguel a Eliana—. O una carta, tipo escena dramática de película americana, El diario de la princesa, Mi chica descarada o algo así.

—Te quejas de mí pero tú eres peor —resopló Eliana.

—Los amo, de verdad —Victoria rió y se levantó para abrazarlos a cada uno.

—¿Ya decidiste? —preguntó Eliana.

—Creo que sí.

Miguel sonrió como si supiera la respuesta.

—Te vamos a extrañar.

Emocionarse con la idea de vivir en otra parte al principio había sido sencillo pero ahora que consideraba a fondo todos los pros y los contras, aunque estaba emocionada siempre había un riesgo, un problema que afrontar, un obstáculo que superar. Sin embargo, era joven y tenía ambiciones y sueño que no tenían que ver nada con Cameron, como estudiar una carrera y viajar, siempre quiso eso. Curiosamente, ambas cosas podía hacerlas sin tener que separarse de él. Solo tenía que arreglar un par de problemas que ella había causado.

—¿Cómo estuvo el recorrido? —preguntó Victoria al verlo llegar con Dustin, al apartamento de su padre, ella esperaba en el pasillo para entrar con ellos.

Ambos chicos se veían cansados y algo sudados. Era obvio que el clima era algo diferente para ellos.

—¡Excelente! —Cameron abrió la puerta del departamento y tomó a Victoria de la mano para entrar—. Tenías que venir, lo llevé a comer, hubieras visto su cara cuando probó empanada.

—Lo mejor —dijo Dustin levantando la mano—. Like... for real... (Como... de verdad), empanada, uff —cortó el aire con una mano sacudiendo la cabeza.

Victoria rió y se abrazó a Cameron mientras ambos miraban a Dustin caer en el sofá con una expresión de cansancio pero aún así una sonrisa.

—¿Vieron chamas buenas? —preguntó Victoria alzando una ceja.

—Dustin vio, yo no —afirmó Cameron.

—Mmm... sí va —Victoria lo soltó.

Cameron se cruzó de brazos y alzó la ceja.

—¿Tu viste a alguien? —interrogó graciosamente indignado.

—Bueno,  cuando regresaba de la casa de Eliana vi a unos chamos que venían del gimnasio con unos músculos tan... de infarto —Victoria se abanicó la cara y emitió un pequeño jadeo, Cameron se aproximó a ella la atrajo, besándola de golpe, ella se rió pero dejó que la besara, aunque ambos sabían que era una broma.

—Eres mala —susurró Cameron contra su boca.

—No-o —Victoria negó con ma cabeza y le enrolló los brazo alrededor del cuello—. Tú eres pendejo... ¿Cómo crees que preferiría a alguien más antes que a ti?

Él sonrió satisfecho.

—Oh my God (Oh por Dios) —pronunció Dustin desde el sofá—. You're like those couples from telenovelas, when you speak in spanish I feel like I'm in Telemundo (Ustedes son como esas parejas de las telenovelas, cuando hablan en español me siento como en Telemundo).

—Go get a shower, please (Ve a ducharte, por favor) —pidió Cameron enviándole una mirada a su amigo—. Give me a few minutes with muy girlfriend, I spend the whole day with you (Dame unos minutos con mi novia, pasé todo el día contigo).

—Yes mom —Dustin se levantó—. I just wanted to tell that I love this place because it's so hot that girls have to dress less, that's amazing (Solo quería decirte que amo este lugar porque es tan caliente que las chicas tienen que usar poca ropa, eso es genial) —decía Dustin mientras caminaba hacia el baño—. Besides, they feed you like you were to die, this people doesn't know about fast food, really (además, te alimentan como si fueras a morir, esta gente no sabe acerca de la comida rápida, de verdad).

—We're like a big family (somos como una gran familia) —dijo Victoria—. Fast food is great when your hurry but... we're always getting late (la comida rápida es genial cuando estás apurado pero... nosotros siempre llegamos tarde).

—¡Whoa! —exclamó Cameron mirandola sorprendido—. Damn, you're sexy as fuck when you're speak english (eres tan sexy cuando hablas en inglés).

—Thanks (gracias) —ella le guiñó un ojo.

Dustin entró en el baño dejándolos solos. Cameron pasó a su habitación trayendo a Victoria con él de la mano, él también iba a prepararse para tomar un baño luego de que Dustin terminase. Estuvo hablando con Victoria sobre lo que hicieron todo el día. Tan solo llevaban una semana en Venezuela pero tenerlo de vuelta era fascinante, adoraba verlo todos los días como antes, aunque la comodidad y lo fácil que sabía que podía romperse la tenía un poco nerviosa, pero aun así era feliz teniéndolo cerca.

—Quédate hoy a dormir conmigo —pidió Cameron con un beso en su mejilla—. Por favor.

—Hablaré con mi mamá, tal vez ceda, ya sabes como es —ella asintió no pudiendo decirle que no—. Igual tengo algo muy importante que discutir contigo.

—Mmm... —Cameron entrecerró los ojos hacia ella—, no suena prometedor.
—No es nada malo —aseguró ella poniéndose sus manos sobre el pecho de Cameron—. Es algo serio, sí, pero no es malo.

—Está bien —asintió el chico viéndose más tranquilo.

—Voy a ver que dice mi mamá y por mis cosas si no se enoja ¿Si? —ella frunció los labios.

—Sí —él asintió.

Por suerte la madre de Victoria estaba de buenas pero aún así no la dejó sacar sus cosas sin antes darle una charla extensa sobre por qué tenía que tener cuidado. Victoria la escuchó por un buen rato antes de poder escapar con Cameron. Él apenas salía de la ducha cuando ella entró, cambió su ropa por su pijama esperando que el terminara. Ambos cayeron sobre la cama al mismo tiempo.

—Estoy cansado —suspiró él poniendo las manos debajo de su cabeza y cerrando los ojos.

Victoria lo admiró con una sonrisa, acostada sobre su estómago, apoyando los codos en el colchón.

—¿Qué querías hablar conmigo? —interrogó él volteandose sobre su costado para mirarla.

—Bueno... es que... lo estuve pensando mucho y quedarnos aquí no creo que sea la mejor idea —Victoria sonrió—. Quiero tomar el reto de ir contigo a Estados Unidos, ya sé que no será fácil pero necesito hacer algo con mi vida y quiero que sea junto contigo, estando aquí no hay mucho que hacer.

La sonrisa de Cameron le iluminó el alma.

—¿Entonces...? —él se incorporó con una gran sonsisa.

—Entonces... —ella tomó el anillo que él le había dado en su cumpleaños y se la mostró—. ¿Te casas conmigo? —preguntó haciendo un puchero.

Él tomó el anillo y lo puso de vuelta en el dedo de Victoria Luego asintió.

—Acepto.

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