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30. Juntos

Victoria tembló al verlo; de repente cada una de las inseguridades y los miedos en su cabeza desapareció, sus ganas de abrazarlo y nunca soltarlo se incrementaron. Parecía que había pasado tanto tiempo, como un año entero, lo que la hizo pensar que se hubiese desplomado en el piso de haber esperado el año entero. Pero eso ya no importaba porque él estaba, ahí acercándose a ella, Victoria no podía recordar como mantenerse firme.

—Vic... —fue lo primero que dijo al verla.

Victoria sonrió, oírlo había sido todo lo que necesitaba para saltar sobre él envolviendo sus brazos alrededor de su cuello. Él atrapó su cintura con fuerza y la estrechó contra él. Victoria soltó unas cuantas lágrimas mientras disfrutaba de su calor y su olor, su suavidad. Cerró los ojos sintiéndose como la peor persona del mundo porque ella había planeado ir a verlo para decirle que no podía casarse con él, pero ahora que estaba ahí sabía que no podía hacerlo.

—Te extrañé tanto —masculló contra su cuello.

—Y yo a ti —él la miró con una hermosa sonrisa—. Bésame... —aunque lo estaba pidiendo fue el primero en bajar sus labios hasta los de ella.

Fue beso aun más pasional que el que el que le había dado antes de irse. Sujetó su cara entre sus manos mientras saboreaba sus labios con desesperación. Victoria sonrió en medio del beso, el sabor salado de sus lágrimas llegó hasta sus labios pero no se detuvieron. Ambos necesitaban el contacto el uno con el otro, sus manos estaban en todas partes, el mundo desapareció, las personas, los problemas, todo, solo eran ellos dos... y si la vida pudiese ser como ese momento Cameron y Victoria pudiesen ser completamente felices.

Pero no lo es y nunca lo será, la felicidad no se encuentra sin esfuerzo y no es constante por mucho que lo intentes. Y eso ambos ya lo habían aprendido.

Sin embargo, ese pequeño instante, ahí donde estaban ambos, era felicidad pura.

—Viniste —susurró ella antes de comenzar a besar su cara.

—Vine por ti... no podía seguir así, tenia que recu... recuperarte —él cerró los ojos—. No voy a dejar que me dejes... no lo harás ¿Verdad?

—Cameron... —ella se alejó—, debemos hablar.

—Lo sé —él asintió—. Vamos a casa ¿Sí?

—Sí —ella asintió.

Se volteó para ver a su madre que esperaba de brazos cruzados junto a Francisco. César lucia conmovido pero aun así serio.

—Maletas... —Cameron tiró de la mano de Victoria frunciendo el ceño—. ¿Para qué?

—Yo, iba a verte... hoy mismo, mi papá pagó los boletos, íbamos a ir él y yo, pero Francisco nos detuvo a tiempo.

Cameron sonrió y puso un dedo sobre su frente y luego en la de ella.

—Conectados —dijo, ella rió—. Les devolveré el dinero, lo prometo.

—Bueno, más te vale, esta no es una buena manera de conocer a tu suegro —ella dejó caer sus hombros pesadamente, miró detrás de Cameron al chico que sostenía una cámara de vídeo y los filmaba—. ¿Y ese qué? —interrogó.

Cameron volteó y rió.

—Es Dustin, vino conmigo —él ondeó la mano—, Come over here!

El chico bajó la cámara y la guardó para acercarse. Él era un poco más bajo que Cameron, tenía el cabello castaño y lacio, ojos marrón claro y una barba de unos días, Victoria no había podido reconocerlo al instante pero ahora que estaba cerca lo recordaba.

—Bienvenido —ella extendió su mano hacia él.

Thank youel estrecho su mano amistosamente, luego miró a Cameron—. She's hotter un person (ella es más caliente en persona) —le guiñó un ojo.

Stop (basta) —le advirtió Cameron serio por un minuto—. We're going home (Nos vamos a casa) —avisó luego tomando la mano de Victoria.

—Entendí todo lo que dijeron, me siento orgullosa —Victoria sonreía ampliamente mientras arrastraba a Cameron hacia su padre—. ¡Papá! —exclamó ella—. Mira, él es Camarón, Camarón, él es mi papá.

Cameron y César se miraron y se dieron la mano a pesar de la tensión que se había formado entre ellos. Victoria sabía que era un momento incómodo pero lo prefería sobre el momento de empezar a hablar. Sin embargo, estar con él hacía que todo cobrara una nueva perspectiva, era como si verlo, ver el esfuerzo que había hecho para recuperarla hubiese aclarado todas sus dudas.

Aun así necesitaban una buena charla.

Volvieron al edificio en donde todo había comenzado; sus manos entrelazadas durante todo el camino reflejaba cuanto se habían extrañado el uno al otro. Cameron no parecía querer soltarla pronto, incluso cuando llegaron él sujetaba su mano y no paraba de decirle cuanto la había extrañado, sobretodo en las fechas especiales como navidad y año nuevo. Era cierto, no habían sido muy especiales sin él ahí.

—¿Por qué no ustedes van a hablar al apartamento de mi tío mientras yo le muestro a Dustin... la panadería de la esquina? —interrogó Gran, Cameron asintió—. C'mon, dude, they need to talk (Vamos, amigo, ellos necesitan hablar) —Francisco tomó del brazo a Dustin para llevarlo lejos de la pareja.

—Vamos —Cameron apuntó al ascensor, ella tomó su maleta y entró con él—. Me da gusto que no te hayas dado por vencida... —le dijo mientras subían—, ibas a hablar conmigo para arreglarlo ¿Verdad?

Ella no dijo nada y dejó que el ascensor llegara a su destino, caminaron en silencio por el pasillo mientras él la miraba de manera extraña y ella mantenía su cabeza abajo. Él abrió la puerta para ella y luego ambos entraron, Cameron soltó su mochila en el piso y tomó la mano de Victoria para hacerla girar haciendo que soltase su valija también.

La estrechó contra su cuerpo poniendo sus manos en sus mejillas, la besó sin preocupación, con toda la libertad que la privacidad les daba. Ella rió contra su boca al ver su desesperación pero aun así le siguió el beso, dejándolo poner sus manos donde quisiera. Ella aprovechó para introducir sus manos en su suave pelo, aferrándose a él mientras la hacía caminar de espaldas.

—I missed you so fucking much (te extrañé tan jodidamente mucho) —farfulló contra la piel de su cuello, la levantó del piso y se dio la vuelta, cayendo en el sofá con ella a ahorcadas.

—También te extrañé —ella acarició la línea de su mandíbula con la punta de los dedos—, te amo. 

—También te amo —él tomó su mano y la besó—. ¿Por qué no contestabas mis mensajes?

Ella frunció el ceño y le golpeó el pecho levemente.

—¡Besaste a Hope, imbécil ¿Cómo podría yo superar eso estando tú allá y yo aquí?! —le gritó.

—Pero ya te dije lo que pasó, no quise besarla, jamás voy a querer besar a nadie que no seas tú —él besó su nariz—. Si hay un beso del que me voy a arrepentir toda mi vida será ese... Victoria, si tú no me crees... entonces, no puedo casarme contigo.

—No hará falta que lo hagas igual —ella se encogió de hombros y dejó caer algunas lagrimas—. Yo... pienso que la boda ya no es una buena idea.

Pudo sentir como él se tensó al instante y al subir la mirada se dio cuenta de que no era la única que lloraba.

—Ya no me amas...

—¡Claro que te amo! —ella puso sus manos sobre sus mejillas—. Te amo tanto... tanto que duele, desde que te fuiste siento tanto dolor... por eso no quiero seguir con esto, la distancia... ambos sabemos que no podemos dejar nuestros países, si fuera así te hubiese quedado o yo me hubiese ido en cuanto lo planeamos, pudimos haberlo hecho ¿Por qué no lo hicimos? Dime...

—Queríamos tiempo —Cameron cerró los ojos.

—Y aún con todo este tiempo nunca voy a poder despedirme de mi país correctamente —ella se miró las manos—. Y si tú te vas otra vez... yo... no lo voy a soportar... no quiero seguir llorando, Cameron.

—No te voy a dejar —sentenció Cameron—, está bien, no nos casemos, pero te quiero... como sea te quiero conmigo.

—¿Y qué vamos a hacer? —ella se encogió de hombros tratando de limpiar sus lágrimas con su manga—, no te puedes quedar...

—¿Quién dice? —Cameron quitó un mechón de pelo de su frente —, soy venezolano también ¿Recuerdas?

—Pero tu vida...

—¡Victoria! —Cameron juntó sus manos y las sujetó entre las suyas—. Yo me iba a casar contigo, lo que... significa... que yo haría cualquier cosa por ti y cambiaría mi vida por ello, eso es matrimonio, no tener miedo de los cambios, enfrentarlos juntos.

—Ahora me siento muy mal porque yo no podría adaptarme tan rápido a Estados Unidos —ella colocó sus brazos alrededor de él.

—Eso es porque tú siempre has sido apegada a tu país, yo nunca me sentí como en casa en un solo lugar... hasta que te conocí —él besó su hombro, todo el camino hasta su cuello.

—Aun hay cosas que tenemos que resolver —argumentó sujetando su cabello.

—Lo resolveremos juntos —él se levantó, poniéndola de pie—. Ahora, quisiera... celebrar —él sonrió esperando que ella entendiera.

—¿En serio puedes pensar en eso en un momento como este? —ella colocó sus manos sobre su cadera.

—Fueron cinco meses —él se quitó la camiseta.

—A la mierda, tienes razón —ella saltó sobre él de nuevo enrollando sus piernas alrededor de él.

No todo estaba arreglado pero por lo menos, estaban juntos.

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