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15. Lo que queremos.

Victoria sirvió café en dos tazas y las colocó frente a don Gabriel y su abuela, ambos sentados en la mesa de la cocina del departamento de Victoria, con Cameron de frente quien devoraba una tableta de coco que recientemente había probado y no podía dejar de comer.

—De eso ya —pidió Victoria quitándole el resto del manjar de las manos—. Queremos ser serios, Cameron, ya fue suficiente.

—¿Hay más para después? —preguntó él haciendo un puchero.

—Sí, pero no habrá si te las comes todas —ella lo reprendió y volvió a mirar a su abuela y a don Gabriel quienes parecían impacientes ya, se aclaró la garganta y juntó las manos sobre la mesa poniendo una de sus mejores sonrisas—. Queríamos hablar con ustedes acerca de algo verdaderamente serio...

—Estoy asustada —murmuró Virginia negando con la cabeza.

—¿Qué hicieron? —preguntó don Gabriel muy serio.

—Si esto me pasa otra vez, voy a tener que cuestionarme mi manera de criar... ¡Pero si yo les mostraba un video educativo y los hacía leer un libro! No entiendo que está mal, de verdad no lo entiendo ¿Cómo le voy a decir yo esto a tu mamá, Victoria? —su abuela obviamente había empezado a imaginarse cosas que no eran, así que Victoria la tranquilizó poniendo su mano sobre la de ella.

—No estoy embarazada, abuela, no te preocupes —Victoria sonrió—. Yo sí entendí el video.

—¡Gracias a Dios! —Virginia se puso una mano sobre la frente—. Rezar funcionó.

—Si no estás embarazada, entonces... ¿Qué pasa? —interrogó don Gabriel suavizando su expresión.

—Bueno... —Victoria se cruzó de brazos— Cameron me propuso matrimonio y le dije que sí.

El silencio se hizo en la habitación cortando con toda la comodidad que ahí había, Virginia los miró como si fueran algo maravilloso, una aparición de la virgen más bien, Gabriel por su parte estaba más blanco que de costumbre, parecía que se había quedado sin sangre en el rostro por alguna razón. Victoria buscó la mano de Cameron, él la sujetó fuerte, tenían que mostrar que era un asunto sumamente serie.

—No hablan en serio... —Gabriel soltó una risa de repente, como si fuese ridículo.

—No, es en serio, papá —Cameron lo cortó—. Nos vamos a casar.

Virginia de repente comenzó a llorar, Victoria abrió los ojos ampliamente.

—Abuela... ¿Qué pasa? —interrogó Victoria ladeando la cabeza.

—¡Es que eres la primera mujer de la familia que se va a casar! —ella negó con la cabeza, limpiando sus lágrimas—. Eres la primera en un muy largo tiempo a quien le han propuesto matrimonio, esto tiene que ser un milagro.

—¿Estás permitiendo esto? —Gabriel la miró frunciendo el ceño—. Es decir... ¿Es sumamente serio?

—Sumamente serio —dijo Cameron.

—No hay nada que permitir, es nuestra decisión... solo queríamos saber si contamos con su apoyo —habló Victoria.

—Ok, bien... —Gabriel se acomodó en la silla, parecía listo para argumentar— ¿Y cuándo planean casarse? Si podemos saberlo.

—En un año, cuando Cameron vuelva a Venezuela —contestó Victoria—. Creo que el estar separados pondrá a prueba lo que sentimos por el otro, así que... si podemos superar eso, podremos superar cualquier cosa —ella miraba fijamente su mano junto a la de Cameron sobre la mesa—. Nosotros estamos completamente consciente de lo que conlleva un matrimonio, todo el compromiso y la responsabilidad que tenemos que asumir, hemos pensado en todo... desde donde vamos a vivir hasta que haremos para ganarnos la vida, hemos planeado nuestra vida juntos porque no queremos vivirla de otra forma.

—Pero, pero... Victoria ¿No les parece que van muy rápido? —Virginia los miró alternadamente con algo de desconfianza.

—Sí, es lo que digo, han pasado solo unos meses —argumentó Gabriel—. ¿Están de verdad seguros de que quieren hacer esto? Miren que divorciarse sale muy caro.

—Estamos completamente seguros —afirmó Cameron—. ¿Tenemos su apoyo?

Gabriel y Virginia se miraron entre ellos, Virginia sonrió con lágrimas en los ojos porque para ella parecía ser un milagro del cielo que una mujer de su familia llegase a casarse. Victoria había sido testigo de que había llorado como María Magdalena en la boda de su tío y estaba preparada para verla deshidratada en la suya. Don Gabriel había sonreído después de mantener una cara seria todo el tiempo mientras ellos hablaban, al final no pudo resistir sentirse conmovido por el valor de los jóvenes, seguramente. Victoria sabía que aún no estaban del todo convencidos pero con el tiempo ellos irían acostumbrándose, no había otra opción, porque ellos no pensaban dar marcha atrás.

—¿Ya se lo dijiste a tu mamá?—preguntó Gabriel.

—Sí —Cameron asintió—. Ella nos apoya.

—¿Y qué le vamos a decir nosotros a tu mamá, Victoria? —interrogó Virginia.

—Que me caso y ya —Victoria se encogió de hombros como si esa fuera la respuesta a todos los problemas que tenían en ese momento—. El año casi termina, ya pasé todas las materias que era lo que a ella le preocupaba, ahora voy a empezar a ahorrar para pagar un curso y terminar de aprender inglés. Me destaqué en el liceo, eso fue lo único que me pidió.

—Ay Dios, bueno... —Virginia hizo una mueca dándole la razón—. Si esto es lo que ustedes quieren, adelante, ya vas a cumplir dieciocho, así que no te puedo decir que no lo hagas... pero ten en cuenta que un matrimonio no es cualquier cosa ¿Sí? Requiere sentido de la responsabilidad, madurez, entrega, fidelidad absoluta, no es ningún juego de niños, quiero que tengan presente eso... es que son niños todavía —comenzó a llorar de nuevo, Victoria no estaba segura si era felicidad o nostalgia—. ¡No puedo creérmelo todavía, yo pensé que este día nunca llegaría! Tú ya sabes, mi abuela no se casó, mi madre no se casó y ni yo ni tu mamá nos casamos... serás la primera en bastante tiempo.

—Que halago —suspiró Victoria—. Al menos sé que no voy a tener que usar un vestido viejo.

—Esto significa... ¿Qué te irás? —preguntó Virginia con una expresión aun más triste.

—Bueno sí, no ahora pero sí —de repente, Victoria sintió una ola de culpabilidad cubriéndola por completo.

―¿Segura que es lo que quieres? ―interrogó su abuela.

―Quiero estar con Cameron más que nada... si eso suena muy egoísta, yo...

―No, Victoria, nosotros hacemos lo que queremos con nuestra vida y si tú quieres estar con Cameron... bueno, adelante, eso será tu responsabilidad, yo puedo apoyarte todo lo que quieras pero al final solo tú decides si puedes hacerlo o no, no es ser egoísta, tú no podías vivir conmigo toda la vida, egoísta serías si no me lo hubieses dicho y te hubieses ido así como así.

Victoria tomó las palabras de su abuela y las guardó en su memoria como un recordatorio de lo mucho que ambos debían esforzarse para que todo esto no fuese en vano. Era cierto que el tiempo jugaba con la percepción de las cosas, desde afuera parecía que ellos solo eran niños caprichosos que se habían enamorado repentinamente y que iban a terminar como Romeo y Julieta en cualquier momento. Bueno, a ella le parecía que Romeo y Julieta eran demasiado dramáticos y no es que ella fuera la persona más seria, pero no se dejaría influenciar por cualquier cosa así como así... amar a una persona y querer pasar toda su vida con ella nunca debería ser tan difícil, pero de alguna manera eso solo hacía que lo apreciase aún más.

En algún momento tuvo que contárselo a Eliana y a Miguel, así que los convocó en su casa y los hizo pasar por el mismo proceso que a su abuela y do Gabriel. O trató.

―A la mierda con tu café asqueroso ¿Qué pasa, Victoria? ―espetó Miguel dejando la taza de café abajo.

―¿Quieres de esto? ―preguntó Cameron extendiéndole una de las tabletas de coco que Victoria había tenido que volver a preparar.

―No ―Miguel rodó los ojos―. ¿Cuál es el misterio?

―Como estés embarazada te vamos a matar ―habló Eliana―. Bueno, no... pero te castigaremos.

―¿Por qué todo el mundo cree que estoy embarazada? ―Victoria dejó caer sus manos y rodó los ojos.

―Es lo normal ―Miguel se encogió de hombros.

―Nos casamos ―soltó Cameron de repente―. ¡Hay boda! ―exclamó alegremente.

Victoria negó con la cabeza y rió.

―Gracias por la sutileza, mi vida ―dijo hacia Cameron.

―No jodas ―espetó Eliana―. No se casan ―se rió de la misma manera en que se había reído don Gabriel.

―Es verdad ―admitió Victoria―. Nos casaremos, en un año, cuando él vuelva de Estados Unidos.

―Te volviste loca, te falta un tornillo, una tuerca, una bujía ¡Algo! No te puedes casar ¿Estás chiflada? ―Miguel la miró como si creyera que ella necesitaba ser internada urgentemente, Victoria se cruzó de brazos dándole a entender que hablaba muy en serio―. ¡Ahora sí te perdimos! Que tienes diecisiete años ¿Cómo te vas a casar a esta edad? Tu abuela aun te compra la ropa ¿¡Cómo coño se te ocurre eso!?

―Detesto ser una aguafiestas, pero él tiene razón ¿Se volvieron locos los dos? ―Eliana negó con la cabeza, lo que a Victoria le dolió un poco porque esperaba que ella la apoyara―. Sabes que te quiero... pero eso es una locura.

―Lo sé, lo sabemos pero no nos importa ―Victoria bajó la cabeza―. Y esperaba que ustedes nos apoyaran, pero nos salieron más criticones que mi abuela y el papá de Cameron.

―Bueno, eso es porque nosotros nos metemos en tu vida sin importar la edad que tengas o vayas a tener, somos tus amigos y estamos para decirte cuando creemos que la estás cagando... y para Cameron también ―le dijo Miguel, Eliana lo golpeó y él le puso una mano sobre la cara cubriendo su nariz para que lo dejase en paz mientras hablaba―. ¿Para qué se quieren casar de todas maneras? No necesitan casarse para seguir siendo una pareja.

―Es que si nos casamos, puedo ir a vivir con él, no tendríamos que separarnos nunca más... solo tendríamos que soportar un año y eso es todo ―explicó Victoria muy firmemente, Cameron sostenía su mano debajo de la mesa, ella lo agradecía porque necesitaba sentirse apoyada―. Yo lo amo, nos amamos ¿Pueden entender eso?

―Claro, lo entendemos... ¿Pero realmente quieres irte a Estados Unidos? ―interrogó Eliana frunciendo el ceño―. Yo sé que es muy lindo y todo, el sueño americano y tal pero... ¿Realmente quieres irte?

―Por supuesto ―Victoria asintió decidida―. Yo voy a venir a visitarlos ¡Y ustedes pueden ir! Saben que siempre tendrán un lugar con nosotros... por favor, entiendan que esto es lo que yo de verdad quiero... lo que queremos.

―Bueno... ―Miguel suspiró y dejó caer las manos pesadamente sobre la mesa―. Sigo pensando que esto es una locura ¿Pero qué más da? Como si no hubiésemos hecho cosas peores... solo tengo una condición para ser parte de esto y es que quiero ser el padrino.

―¡Yo la madrina! ―exclamó Eliana―. Aunque también sigo pensando que es una locura, pero como dice él, hay cosas peores.

―¿Qué dices? ―Victoria se giró hacia Cameron―. Será por civil, necesitamos dos testigos de todas maneras.

―Me gusta la idea ―él le besó la mejilla y luego la acarició con sus dedos―. Solo un año ―susurró luego.

―Solo un año.



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