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10. Tú eres mío.

—¿Estás nervioso? —le preguntó Victoria a Cameron cuando ambos se pararon frente a la puerta del apartamento de ella, donde se encontraba su madre esperando para conocer a Cameron—. Mi mamá es chévere, es un poco seca a veces pero normalmente es un amor. Además, me dijo que iba a ser buena contigo, no tienes que por qué estar nervioso.

—No estoy —Cameron sacudió la cabeza—. Solo... no sé, nunca tuve novia... tan seria como... conocer padres ¿Ves?

—Cuando te pones nervioso te entra lo indio otra vez —Victoria rió.

—¡Que no estoy! —él insistió.

—Sí estás.

—No.

—Sí.

—Déjame en paz... o me voy y no hago esto —su voz se confundía a menudo con las palabras, sonaba como si en vez de ser gringo tuviera dificultades con su capacidad para usar cualquier palabra en cualquier idioma.

—No te vas porque me quieres —ella hizo un puchero y ladeó la cabeza, cruzándose de brazos—. No te vas a ir ¿Verdad?

Él sonrió inevitablemente.

—No —se encogió de hombros—, pero ¿Tú me quieres?

—¿No te dije que sí?

—No.

I love you.

Ella se puso de puntillas y le dio un beso, trató de alejarse luego pero él la mantuvo contra sí, subiendo sus manos a sus mejillas para mantener su boca contra sus labios más profundo y firme, ella se estremeció entre sus brazos, llevando sus manos de los hombros de Cameron hasta su cabello para sujetarlo y obligarlo a inclinarse un poco más. Él bajó sus manos inmediatamente hasta la cintura de ella y la presionó, poniéndola contra la pared y cambiando el ángulo en el que la estaba besando. Cuando él la besaba así ella no podía sentirse nerviosa o preocupada, solo pensaba en él y su bendita manera de relajarla.

Cuando Cameron mudó su boca al cuello de Victoria, un lugar en donde nunca antes la había besado, la alarma de incendios se encendió en su cerebro, porque el resto de su cuerpo se estaba quemando. Contra todo lo que realmente quería hacer, lo alejó con sus manos. Él la miró sonriente desde arriba y dijo—: Te quiero.

De repente, ella quiso llorar.

—¿Te das cuenta de lo que hicimos? —ella se rió entre las lágrimas que empezaban a salir.

—¿Decir "te quiero" en... tu idioma y... mi idioma? —él preguntó, secando sus lágrimas.

—Nos enamoramos, Cameron —ella sacudió la cabeza.

Él cerró los ojos y juntó su frente con la suya.

—Te vas conmigo —susurró él.

—No puedo —ella sollozó.

—Lo sé —suspiró robándole otro beso, uno corto y tierno.

—Yo quiero ir, sí quiero, mucho... pero no puedo, no ahora.

—¿Después?

—A lo mejor... solo no me vayas a olvidar.

—Te dije que te quiero ¿Verdad?... no olvido lo que quiero —él ordenó su cabello detrás de sus orejas—. ¿Tú me olvidas? ¿Consigues otro y me olvidas?

—Si te dije que me dan asco los hombres aquí ¿Verdad?

—Sí, pero no todos... quizá... alguien más...

—¡No! Me niego a que siquiera pienses en eso ¡Te quiero a ti! Yo soy una mujer de palabra y si te digo que te quiero, es solo a ti.

—¿Y tu mamá...? Si te dice que no.

—¿Qué importa lo que diga ella? Ha tenido como cuatrocientos novios, porque yo ame al mío y me quiera ir con él no haré nada que ella no haya hecho antes, pero lo mío será real, porque nos queremos... ¿Verdad?

—Soy tu novio —él besó sus labios una vez más y luego añadió—: Y te quiero.

I love you too.

Él se separó de ella con una gran sonrisa, ella terminó de limpiar todas las lágrimas que le quedaban y sacó sus llaves de su bolsillo, tomó su mochila del piso y abrió la puerta. Su madre en realidad no los esperaba a una hora específica, Victoria le había dicho que se lo presentaría justo después de que llegara del liceo. Se encontraron en planta baja como siempre y luego subieron. Cuando ambos entraron en el apartamento encontraron que su madre estaba haciendo el almuerzo, su abuela estaba muy relajada sentada en el sofá leyendo una revista.

Victoria tomó la mano de Cameron y lo dirigió hasta la cocina, donde Oriana vigilaba las tajadas en la sartén. Cuando la mujer levantó la mirada, Victoria se aferró al brazo de Cameron y sonrió tímidamente, buscando desesperada la aprobación inmediata de Oriana.

—Mamá, mira, él es Cameron Lawrence, es mi novio, como te dije, aquí está ¿Verdad que es lindo? —Victoria lo miró, Cameron la miró a ella y le sonrió de vuelta.

Oriana tomó un paño de cocina limpiando sus manos mientras sonreía al verlos.

—Bueno, mucho gusto, Cameron, me llamo Oriana, soy la mamá de Victoria —Cameron tomó la mano que le ofrecía y la agitó.

—Mucho gusto, señora —dijo él sonriendo.

—No señora, Oriana por favor —pidió ella amablemente—. ¿Ya comiste? El almuerzo ya va a estar listo y quisiera hablar con ustedes.

—¡No los agobies, Oriana! —gritó la abuela desde la sala.

—¡Solo son unas preguntitas de nada, cálmate mamá! —gritó de vuelta su madre.

Victoria rodó los ojos y ayudó a su madre a poner la mesa, le ordenó a Cameron sentarse. Luego la abuela apareció, le sonrió a Victoria de manera cómplice. Los cuatro se sentaron en la mesa y mientras empezaban a comer, el silencio reinó en la sala. Oriana fue la primera en hablar—: Y Cameron ¿Cuántos años tienes, hijo?

Victoria se mordió el labio, no podía evitar estar un poco nerviosa.

—Diecinueve —él dijo, apenas se le entendió, su acento se volvió más espeso y marcado, así era cuando estaba nervioso pero por suerte, Oriana logró entenderlo.

—Ah... —su madre la miró levantando las cejas—. ¿Y de dónde eres?

—Seattle, Washington —contestó.

—Mmh... ¿Trabajas, estudias...?

—Cuando vuelva, entro a la universidad.

—¿Vuelves a tu país? —la madre de Victoria se vio sorprendida.

Victoria se tensó.

—Sí —él asintió.

—¿Cuándo? —preguntó ella con verdadera curiosidad.

—En unos meses —él miró a Victoria.

—¿Y qué pasará...? —Oriana movió su tenedor hacia Victoria y luego hacia él— ¿Qué pasará con ustedes dos?

—Pasará que vamos a intentarlo —espetó Victoria bajando sus cubiertos—. Pasará que vamos a confiar el uno en el otro, que vamos a... vamos a mantenernos unidos a pesar de la distancia, unidos figurativamente pues... es algo entre él y yo —susurró la última parte.

Oriana miró a doña Virginia y ella hizo una mueca que le indicaba que no dijera lo que pensaba decir.

—Bueno, eso es muy bonito —murmuró Oriana—. Es decir, pocos tienen el valor para intentar algo a distancia, sobre todo cuando la distancias es... tan larga, pero lo admiro ¿Saben? Porque supongo que se quieren ustedes dos ¿No?

—Por supuesto —Victoria sonrió mirando a Cameron—. Nos queremos... —murmuró sonriendo al ver como él la miraba.

—Mucho —él asintió.

—Y... —Oriana continuó—: Bueno, lo único que yo quiero Victoria, es que me prometas que vas a mantenerte concentrada en las clases ¿Ok? es todo lo que pido, todo lo que requiero para dejarte... bueno, tú entiendes.

—Mamá ¿Por quién crees que saqué veinte en inglés? Si él no me enseña, raspo —ella rodó los ojos.

—¡Ah! —Oriana sonrió—. En ese caso, bienvenido seas, Cameron.

La cena terminó mejor de lo que Victoria esperaba, su madre no solo aceptó a Cameron sino que se llevó realmente bien con él. Ella sabía que en algún momento su madre se daría cuenta de lo increíble que él era, porque ¿Quién no de todas maneras? Ella lo quería, eso tenía que hacerlo realmente especial, Victoria no le daba su amor a nadie solo porque sí.

Al día siguiente Oriana volvió a Caracas, pasaron un par de semanas en las que Cameron y Victoria casi no pudieron verse. Don Gabriel había pedido vacaciones al fin y aunque había puesto a Cameron muy feliz porque raramente lo veía de día, también los alejó un poco; ahora él casi nunca estaba en casa y Victoria menos, ella tenía que terminar su último año con buenas notas, siempre estaba en casa de Miguel o Eliana u otro de los compañeros que estaban en su grupo del proyecto de investigación que tenía que presentar a fin de año.

El primer día en un mes entero en que tuvieron una conversación completa era el mismo día en que todos sus compañeros de proyecto se reunirían en casa de Victoria. La conversación entre ella y Cameron terminó con ella boca arriba en el sofá, el chico sobre ella, besándola como si no la hubiese visto en un año entero.

Tan temerosa como estaba Victoria de casi todo, descubrió que le gustaba cuando él la besaba en el cuello o cuando mordía sus hombros o metía las manos debajo de su camiseta y acariciaba levemente su piel sin excederse. Le gustaba hacerle lo mismo también, sus reacciones no tenían precio; sobre todo cuando él mascullaba palabras en su idioma natal, esa era su parte favorita.

Pero su diversión duró pocos minutos, alguien tocó en la puerta e hizo a Victoria rodar los ojos, antes de gritar un—: ¡Ya voy!

—¿Cuántos son tus amigos? —preguntó Cameron levantándose del sofá para ir a peinarse, ella lo siguió y lo empujó fuera del espejo mientras ambos se arreglaba.

—Cinco, ya conoces a Miguel y Eliana, ahora conocerás a Carlos, Beatriz y Alma —ella se arregló el cabello y se retocó el lápiz labial, él se cruzó de brazos y la miró a través del espejo—. Cuidadito con Alma ¿Ok? ella se la da de gringa, seguro va a querer mostrarte que sabe inglés y que tiene plata ¡Y como yo te vea sonriéndole a la rubia esa te castro! —le apuntó a través del espejo.

Él se movió hacia adelante, poniendo sus manos sobre la cintura de Victoria y le besó el hombro, luego dijo—: Me gustan morenas —se alejó—. ¿Abro? —apuntó a la puerta.

Victoria asintió.

—No te cae bien ¿Por qué en tu grupo...? —trató de preguntar él mientras caminaba hacia la puerta.

—Porque es prima de Eliana y pobrecita, no tenía con quien ponerse —ella se encogió de hombros—. Hago caridad. —le ofreció una linda sonrisa al chico.

—Buena y rara —dijo él antes de abrir.

—¡Hola Camarón! —saltó Eliana, lo abrazó cortamente y entró.

Miguel chocó su puño con Cameron y entró seguido de los demás. Victoria captó de inmediato a Alma escudriñando a su novio como un samuro hambriento. Eso la puso celosa y la enojó al instante, ni siquiera se molestaba en disimular. Beatriz también lo había mirado pero ella era tímida y lo escondió al instante. Carlos fue el único a quien no le impresionó su presencia, él solo vino a saludar a Victoria directamente.

Victoria los saludó a todos, pero mantuvo su mirada severa en Alma. Ella era muy bonita y Victoria estaba consciente de eso, tenía el cabello teñido de un rubio que le quedaba bien solo porque su piel era totalmente pálida como la de Eliana, era baja pero tenía curvas y labios rosados y llenos, ojos claros gracias a que eran descendientes de alemanes. La furia de Victoria bulló, Cameron estaba tratando de desviar las miradas de la chica.

—Oigan, quiero presentarles a mi novio —Victoria alcanzó rápidamente la mano de Cameron y la entrelazó con la suya—. Él ya se iba pero quería que lo conocieran, sí, es... bueno, mi novio.

—Mucho gusto —Carlos extendió su mano amigablemente hacia él, Cameron la aceptó, Carlos era agradable, de los pocos chicos realmente agradables que quedaban, usaba lentes y era bajo, parecía menor que sus compañeros—. No sabía que tenías novio —se rió.

—Sí, toda una sorpresa, con esa actitud que te gastas yo no apostaba porque consiguieras novio —se burló Alma.

La cosa con Alma es que ella podía soportarla cuando no abría la boca, de lo contrario solo la abría para decir estupideces o insultos. A Victoria le daban inmensas ganas de matarla pero se contenía solo porque era prima de Eliana, lo cual realmente no tenía sentido porque Eliana también la detestaba pero sería mucha mala educación matarla y descuartizarla de cualquiera forma.

—Ah... el gusto es mío —dijo Cameron rompiendo la tensión.

—¿De dónde eres? —interrogó Beatriz ladeando la cabeza con una mirada curiosa.

—Es de Estados Unidos y ya se va, a su casa, muy lejos de aquí... así que, adiós, te quiero —Victoria pegó sus labios a los de Cameron y lo besó intensamente antes de volver a soltarlo y acomodarle la camisa—. Ya te puedes ir —miró a Alma de reojo y la vio rodando los ojos, lo cual la complacía.

—Podría quedarme, te espero... en tu cuarto, tengo mi laptop —apuntó hacia la laptop sobre el mesón de la cocina.

Eliana y Miguel ya se habían puesto cómodos en la sala, ignorándolos mientras hablaban, los demás los siguieron pero Victoria era consciente de que Alma tenía su mirada en Cameron.

—Está bien —ella lo volvió a besar, luego añadió—: Pero tú eres mío. 


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