Prologo
—Pequeña Martina, ¿que fue eso que hablamos sobre que eres solo mia y que no puedes hablar con ningún jodido chico que no sea yo? —pregunto el ojiverde.
—Lo siento, n-no era mi intención —dijo la castaña —. Solo le pedi la... La tarea.
—La proxima vez, se lo pides a esa amiga tuya ¿entiendes? —murmuro roncamente, la castaña asintio frenéticamente, mirandose los pies —. Mirame a los ojos, Martina.
La castaña levanto la vista, el ojiverde sonrio con arrogancia.
—Asi me gusta, obediente —murmuro.
La castaña se sentia mal, ella no era sumisa, pero cuando estaba cerca de el, el ojiverde desataba posesividad y celos hacia ella...
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