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Capítulo 7: Confesión oportuna.

-¡Pero, Lale! ¿Y esa cara?

-No me digas nada, Anelía.

-Pero ríete. -Me tomó de las mejillas e intentó hacer que sonriera-. Así... ¡Qué linda te ves riendo! h
Hace falta que te quedes así todo el... ¡Lale!

Al Anelía soltarme las mejillas, la seriedad me inundó. Es que no podía sonreír después de lo que había descubierto ayer.

Cloe y Mateo...

No dejaban de rondarme por la mente. ¿Por qué ella? ¿Acaso ella no escuchó mi confesión, cuando les dije a todas que me gustaba Mateo? Si fue así, entonces ¿por qué son novios? ¿Acaso nuestra amistad no valía nada?

-Déjame así, Anelía, estoy bien. -Le quité las manos antes de que se posaran en mis mejillas y viera después cómo mi amiga se cruzaba de brazos.

-Tú no estás bien, Lale. Te conozco, a ti te pasa algo.

-No vale la pena que te lo diga, de todas formas es una tontería.

-¡¿Pero cómo que tontería si estás...?!

-¡Buenas por aquí!

Una voz nos interrumpió en el momento justo, y cuando levanté la mirada,, que segundos antes luchaba por no mirar a Anelía a los ojos, vi a Melany frente a mí con las manos en sus caderas.

Estábamos sentadas en el aula, era hora de receso de clases y casi todos estaban afuera, todos menos nosotras, y ahora Melany se sumaba a la reunión.

-Buenas -dije en un hilo de voz.

-Buenas, Melany, gracias por interrumpir... -Anelía la fulminó con la mirada, y yo hice los mismo con ella.

Mientras yo amé que Melany se apareciera, estaba segura de que Anelía le quería lanzar un libro.

-¡Ups! Lo siento. -Sonrió tímida-. ¿Qué interrumpí?

Colocó sus brazos sobre la mesa y luego se agachó, creando un ambiente de confidencialidad entre las tres.

-Que Lale me estaba contando cómo le fue ayer con...

-NAAADA. -Le cubrí la boca y le sonreí a Melany-. Ella solo está delirando. Está media loca y los estudios le tienen estresada, ¿verdad, Anelía? -le hablé entre dientes y me acerqué a su oído, aún con la mano sobre su boca-. Si sueltas alguna palabra referente a esto, te ahorco, ¿okey?

-¡Ten misericordia! ¡Por favor! ¡Ten...! -murmuraba sobre mi mano hasta que le solté la boca y comenzó a respirar dramáticamente-. Gracias, gracias. ¡Uff!

Me miró y la fulminé con la mirada, señalé mis ojos con dos dedos y luego los de ella.

-Tranquila, Lale. Ya todas sabemos que te gusta Mateo -dijo Melany y giré mi cabeza tan rápido que hasta mi cuello crujió.

-¡¿Cómo?! -exclamé tan fuerte que hasta la profesora en su mesa me miró.

Respiré profundamente e intenté relajarme.

-¿Lale, sucede algo? -dijo la profesora, demandante, y mi vergüenza se presentó.

Creo que grité muy alto.

La miré apenada.

-No, profesora. Solo algo que me dijo Melany, perdón -me disculpé.

-No grites más así, es de mala educación.

-Lo siento, profe. -Bajé la mirada arrepentida y volví a mirar a las chicas.

Ahora que estoy menos alterada debido al escarmiento que me dieron, recuerdo cómo sucedió todo.

¿Cómo lo pude haber olvidado? Lo dije ayer delante de todas y fue cuando Cloe se fue de mano con Mateo.

Estoy mal.

Él me tiene mal.

Y después Anelía dice que no estoy enamorada. ¿No es esto amor? ¿O no?

-Me había olvidado que lo dije ayer para casi todo el mundo -hablé seriamente y esta vez a un volumen más bajo.

-Y Cloe y Mateo están...

-¿Vas a la fiesta de hoy? -Cambié el tema antes de que un ataque de celos me invadiera.

No podía seguir afectándome, después de todo, "era una bobería".

-No estoy segura de que me dejen.

-¿Por qué? -preguntó Anelía.

Distinguí algo de tristeza en la mirada de Melany cuando suspiró y me miró fijamente.

-Mi mamá no me deja ir a fiestas.

Auch.

-¿Pero, por qué? -inquirí.

-Dice que no es mi tiempo, que no debo salir de casa, que hay mucha maldad en el mundo...

-No entiendo por qué lo dice. Tú eres una adolescente normal, no tienen ninguna enfermedad. ¿Qué te pasaría? Sinceramente no entiendo a tu madre -dijo Anelía, negando lentamente.

-¿Y no hay nada que puedas hacer?

-Emmm... No lo creo. Ya lo he intentado pero nada tiene sentido para ella. -Melany frunció sus labios y se levantó de sus rodillas, poniéndose de pie. Mi mirada la siguió hasta arriba.

-¿Podemos hacer algo por ti? -volví a preguntar.

-Eh...

-¡Chicas!

Segunda interrupción en el día.

Vanessa se acercaba a nosotras dando pequeños saltitos y sentándose en nuestra mesa. Cloe venía tras ella y mi expresión cambió. Me relamí los labios y suspuré.

-¿Van a ir a la fiesta? -preguntó Vanessa emocionada.

-Cuenta conmigo. -Le guiñé un ojo con una sonrisa.

-Y conmigo -dijo Anelía, sonriéndome cómplice.

-Conmigo no, lo siento -confesó Melany y todas la miramos.

-¿Por qué? -espetó Cloe rápidamente dejando reposar el celular en su mano.

La foto de ella con Mateo de nuevo.

Oh Dios. No me hagan sufrir.

Respira profundo.

¿Por qué no puedo despejar la vista de ahí?

-Mi mamá no me deja.

-¿Niña pero por qué?

-Porque ella no quiere.

-¡Escápate! -Abrí los ojos como platos al escuchar a Cloe-. A mí me dicen que no voy a una fiesta y juro que me escapo. ¿Me van a pagar mis momentos de juventud? Lo dudo. Hay que aprovechar la vida y hacerlo todo hoy porque mañana tú no sabes si te vas a morir.

-Es verdad -dijo Melany y tanto Anelía como yo la miramos boquiabiertas.

-¿Te vas a escapar? -preguntó Cloe.

-Si.

-¡¿QUÉ?! -gritamos Anelía y yo al unísono.

-¿Son sordas? Dijo que sí -dijo Cloe de mala forma.

Esas no son las formas correctas. No me gustó. ¿Qué le pasa a Cloe? Quizás el estar con Mateo la ha cambiado.

Mateo...

Ayer tan dulce cuando fue a mi casa y hoy ni me ha saludado. ¿Dónde está Mateo?

-¡Oye! A las 7 estoy en tu casa.

Esa voz me hizo saltar. Mateo se apareció como si hablara del Rey de Roma.

Mi corazón se heló. Late... Late...

Los nervios... No sé a dónde mirar. Miro a Anelía y ya me está alzando las cejas.

¡Mierda!

Que me sonrojo. Que tiene novia. Y es Cloe. Y está frente a mí. Y...

Mateo de acercó a ella y la besó de pico en los labios.

* * *

Es por la tarde, no hay nadie en el aula y he dejado mi mochila por estar entretenida con Anelía hablando de la fiesta de hoy.

¡Es que estoy emocionada!

-Ahora regreso, qué tonta soy.

-Sí que eres tonta, amiga. Dame paciencia. Apúrate que tengo calor y tenemos que llegar rápido para alistarnos para la fiesta.

-¡Sí, Anelía, no me lo recuerdes!

Corrí hacia mi aula, desde lejos vi la mochila que estaba sobre una de las mesas.

Entro, la tomo y me voy. Sencillo.

Ahí está. Me acerqué y la tomé. Cuando me di la vuelta, me dio el impacto:

Cloe sola con el teléfono en su mano, un tic nervioso en el pie y una expresión molesta en el rostro. Aunque pasó lo que pasó, sentí la necesidad de acercarme a ella.

-Cloe... -intenté llamar su atención pero no me miraba-. ¿Cloe, estás bien?

-No -me respondió en seco.

-Bueno y... ¿Qué te pasa?

-Estoy molesta.

Veo que será difícil sacarle algo.

-¿Molesta con quién?

-Con Mateo.

Oh...

Me quedé sin palabras. ¿Tuvieron una pelea? Un trozo de felicidad me atacó, pero no lo demostré.

Eres mala.

No, no soy mala. Ella fue la primera que fue malvada conmigo.

-¿Por qué?

-Porque él se cree que puede tener a todas las chicas a sus pies. Ya no quiero estar con él. Me cansé ya. Todo terminó -confesó.

Doble impacto.

¿Se acabó?

¿Terminaron lo que sea que tenían?

Estoy más que feliz. Algo dentro de mí me dice malvada, pero para mí es pura justicia.

-Bueno... -Le di la mejor de mis sonrisas y la tomé del brazo-. ¿No piensas estar así toda la tarde, verdad? Venga, que tanto tú como yo tenemos que alistarnos para una fiesta.

Caminamos hacia la salida, recogimos a Anelía y nos fuimos. Mientras tanto, Anelía me miraba rara en todo el camino por el simple hecho de estar andanso con Cloe, sin embargo, ahora sí estaba en calma.

Todo va a salir bien esta noche, y nada ni nadie me hará cambiar de opinión.

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