Capítulo 19: La fiesta de Navidad 2.
LA FIESTA DE NAVIDAD 2.
¿Eh?
¡ALERTA ROJA!
¿Por qué me tiene que decir esas cosas? Ahora la que lo mira como el ser más hermoso del puto mundo soy yo. Ahora la que no entiende nada soy yo.
—¿Cómo la cucarachita Martina, como no soy bonita te lo agradezco más? —dije con inocencia y él se echó a reír.
—Ay, eres muy graciosa.
—Okay, eres el primero que me dice que le gusta mi sentido del humor.
De repente para mi sorpresa, comenzó a acercarse mientras me miraba los labios.
Un ángel y un demonio imaginarios se me posaron en cada hombro.
—Hija... —me decía el ángel en mi hombro derecho—. Hija, él tiene novia. Apártalo, no lo vayas a besar. Lale, por favor...
¿Hmmm? Miré a mi hombro izquierdo donde el demonio me alzaba las cejas y tanteaba sus dedos, haciendo constantes repeticiones.
—Bésalo. Bésalo. Bésalo. Bésalo. Bésalo.
—¡Demonio, cállate ya! —le gritó el ángel.
—Tú no sabes aprovechar la vida —le contestó—. Bésalo. Bésalo. Bésalo. Bésalo... ¡Que lo bese!
¡Ay ya basta, las dos!
En ese momento, se me apareció Anelía en la cabeza.
—¿Anelía? ¿Qué carajos haces tú en mi cabeza? —dije mirando hacia arriba.
—Yo no soy ni aquella —Señaló al angel—, ni aquella —Señaló al demonio y ambos se esfumaron—. Y como digo yo: si te va a besar, aprovecha, mamita, que la otra no tuvo pena quitártelo.
—No sé por qué, pero te adoro.
—Soy solo una ilusión. Despierta, Lale. Despierta.
Y entonces como que volví a la realidad y me di cuenta que antes no estaba sobre ella. Me había quedado hipnotizada y apenas vi a Mateo mirándome los labios, me acerqué y le planté un corto y delicado beso sobre los suyos.
Cuando me llegó la hora de separarme y mirarle los ojos, sentí el calor apoderarse de mí.
¡Carajo que le robé un beso a Mateo!
Y la mejor decisión que pude formular fue: huir, correr, huir de Mateo lo más rápido posible.
¡Maldita Anelía, ¿por qué tuve que seguirte?!
Estaba tan sumida en mis pensamientos que el choque de realidad que me di fue literalmente: un choque. Y adivinen quién tenía que ser.
Cloe.
—¡¿Estúpida, qué haces?! —me gritó Cloe haciendo que su pelo flotara en el aire por el rápido virón de cuello que se dio.
Me acabo de besar a tu novio, imagínate tú.
Solo la miré y procedí a salir corriendo hasta el portal a tomar aire. Lo necesitaba.
Malditas hormonas adolescentes que solo quieren regresar con Mateo y morderle todo lo que se llama labio.
Estando afuera me abaniqué la cara con las manos para ver si por lo menos asi podía reducir el calor.
¿Qué hice?
¿Qué carajos acabo de hacer?
Lo arruiné.
Qué va. ¡Estoy arruinada!
En ese momento saqué mi teléfono para buscar el número de Anelía.
Maldita Anelía. Te me apareciste en la puta cabeza cuando le iba a hacer caso al ángel y me iba a ir.
Iba a marcar su número, pero mi dedo quedó en el aire cuando de pronto me voltearon por los hombros y...
¡Puff!
Me plantaron otro beso en los labios. Y esos labios solo podrían ser de una persona...
De Mateo.
Decir que quedé impactada fue poco, porque mis ojos quedaron literalmente como platos y mis manos en su pecho aún con una de ellas aguantando el telefono.
Pero continuó. Esperó. Y entonces cerré los ojos sintiendo la verdadera satisfacción más nerviosa en mi vida.
No sabía si lo iba a hacer bien, si no lo iba a hacer bien. Pero decidí no pensar. Simplemente me dejé llevar y él me guió. Mateo guió mis labios en un lento movimiento, succionando, besando, acariciando, y por leves segundos introduciendo su lengua en mi boca.
Decidí imitar sus movimientos y cuando me concentré la verdadera maravilla explotó dentro de mí.
El telefono se me resbalaba por lo sudadas que estaban las manos, sin embargo algo satisfactorio se adueñó de mi corazón.
Le gusto.
¡Le gusto a Mateo!
Mi sueño haciéndose realidad. Mi ilusión más grande estaba naciendo y palpitando en mi pecho, nublando mi mente y bloqueando mis sentidos.
Escuché su respiración y llegué a acariciar su pelo. Entonces se separó y volví a poner los ojos como platos que agrandé lo más cuando dijo:
—Estaba esperando esto hace mucho tiempo —lo dijo tan sensual que hasta el más frío témpano de hielo se derretiría.
¿Qué?
¿Cómo?
¿Cómo fueeee?
El demonio y Anelía aparecieron en mi hombro derecho y chocaron los cinco, para luego desaparecer.
Maldita sea. ¡Tenía que ser que Anelía y él demonio son la misma persona!
¡AHHHH!
De repente salí del shock para que mis ojos encontraran a Mateo frente a mí, mirandome, esperando alguna reacción.
—¿Me besaste? ¿Tú me besaste?
—Sí, pero tú me besaste primero.
—Si, pero no tenía que haberlo hecho.
—¿Te arrepientes de haberlo hecho? —inquirió.
—Sí. Es decir, no... O sea, sí. ¡No! ¡Ah!
Calma, Lale. Cálmate que ya estás tartamudeando.
Y de repente Mateo me tapó los labios con su dedo índice, algo que me hizo recordar a aquellas telenovelas de amor que siempre veo en la televisión. El toque suave y delicado.
¿What?
Me eché hacia atrás por un momento y sus dedos continuaron en mis labios. Me iba a decir algo y tengo los nervios a flor de piel.
¿Que le gusto?
¿Que no le gusta Cloe y quiere estar conmigo?
¡Que va a terminar con ella!
¿Que sea su novia?
Justo en este momento estaba en las nubes. No sabía pensar otra cosa, pero lo que salió de sus labios fue otra cosa.
—Ya, Lale. Tranquila. Simplemente fue un beso.
Y ahí se me cayó el cielo.
¿Sólo un beso?
Si, un beso. Solo un beso...
—¿Ya te ibas a ir tan temprano? —inquirió cambiando de tema con una agilidad increíble.
—Sí, ya debo irme. Simplemente debo ir por Rosalía al baño.
Le dije con la decepción en mis labios y un dolor en el pecho que no pude explicar.
Le pasé por al lado y entonces él se volteó.
—¿Lale, todo bien?
—Sí, todo bien —le dije sin ánimos tratando de ocultar la decepción. Pero me resultaba imposible. Fingir una sonrisa me dañaría más.
Fui por Rosalía quien murmuraba cosas incoherentes, de entre las únicas que pude distinguir fue "llévame''.
Estaba tirada al lado de la taza del baño. Juraria que si podría decir algo diría "Tierra, tragame".
—Okay, no se si lo peor que me pudo haber pasado fue besar a Mateo o dejar que mi amiga se bebiera toda una botella sola.
Sin embargo, Rosalía no reaccionaría para entender mis palabras. Estaba fuera de este mundo o de cobertura, por así decirlo.
La ayudé a levantarse, a lavarse la cara y a tomar su bolso para después salir de la fiesta las dos. Tuve que hacer mis esfuerzos para que no se me cayera en la calle, así que opté por parar un taxi.
Una vez dentro, mientras Rosalía tenía la cabeza sobre mis muslos, yo no dejaba de pensar. Yo también estaba en otro mundo y si mi amiga estuviera cuerda en estos momentos lo habría notado.
Permanecí mirando la ventana, mirando los autos y las casas pasar. Aquel beso me había dejado fuera de órbita, mis expectativas estaban al máximo en ese momento. Me sentía feliz. ¿Cómo la misma persona que te hace subir hasta las nubes es el encargado de empujarte para darte un golpe de realidad sobre el pavimento?
Sus palabras resonaban en mi mente.
—¿Simplemente fue un beso? —pregunté al aire—. ¿Solo un beso? ¿En serio, Mateo?
Me llevé los dedos a los labios y cerré los ojos, recordando su cercanía, su perfume, su respiración y su aura.
—Sí, simplemente un beso —me dije—, pero mi primer beso.
CAPÍTULO EDITADO.
FASE DE EDICIÓN CONCLUIDA.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro