Maia y Miles se llevaron muy bien desde el primer día en conocerse. Él le estuvo contando sus sentimientos hacia Lianne, incluso se fueron a un parque a terminar de hablar sobre ellos; nunca había tenido esa confianza con alguien tan rápido y le gustaba la facilidad con la que podía soltarse con ella, apenas tenían una semana de conocerse y sabia mas de el que sus compañeros de clases con los cuales estudiaba desde pequeño.

—Me caíste bien, Maia—le dijo acomodándose la manga de su camisa.

—Tú igual a mí—respondió —. Triste que no estudias en la misma Secundaria, así podría verte siempre —Miles se alegró de oír eso porque él estaba pensando en lo mismo—¿Te molestarías si te pido tu número telefónico? No quiero que todos nuestros encuentros sean frente a Sunny Ice.

—Claro—ella le entregó su teléfono y él anotó su número en él. Fijó su vista en el auto que había llegado, su hermana ya había venido a buscarlo—Creo que ya debo irme. Mi hermana llegó por mí. Escríbeme.

—Seguro que lo haré—le sonrió. Miles la abrazó y luego se despidió con la mano para ir hacia el auto junto con su hermana.

Sierra mostró curiosidad ante la chica, porque conocía que había estado saliendo últimamente pero no sabía que había sido con ella.

— ¿Y esa chica?

—Una amiga que conocí hace unos días.

—Te estás mostrando con más confianza con las personas, me alegra eso—dijo animada por lo genial que era eso, le gustaba que Miles conversara y pudiese estar cómodo con mas personas—. Además, ese abrazo la dejó toda sonrojada. Pobre chica, no se lo esperaba.

—Sierra, acabo de conocerla—le dijo—, somos amigos.

—Vale, amigos—respondió, Miles no quiso seguir porque sabía que ella lo estaba molestando a propósito—. Sabes, existe en el amor a primera vista.

— No lo creo.

— ¿Eso no fue lo que sentiste por la chica que ves por la ventana?

Quiso reírse, había sido atrapado.

—Touché.