Solo felicidad
La mañana comenzaba a teñir las calles de la ciudad de Gotham, sus rayos dorados ofreciendo un cálido calor, era uno de esos raros días donde no había nubes opacando el cielo azul, o la amenaza inminente de la fría lluvia, era uno de esos días únicos en el año, donde los habitantes de la ciudad maldita podrían disfrutar de un día soleado.
La luz del día se filtraba a través de las cortinas de cierto muchacho de mechones oscuros cual noche, el cual a pesar de ya ser tarde en la mañana aún disfrutaba de un profundo y placentero sueño sin sueños, el chico parecía querer imitar una estrella de mar, tendido en medio de su amplia cama, brazos y piernas extendidos en múltiples direcciones, enredados entre las sabanas blancas de su cama, un nido enmarañado de tela arrugada, su rostro sumido en sueño y sus labios entreabiertos dejaban escapar un delgado hilo transparente de saliva, Damian Wayne, el heredero de trece años del magnate Bruce Wayne, disfrutaba de una mañana de sábado, parcialmente bajo sus sabanas y acunado por los rayos del sol de una tardía mañana, que pronto se convertiría en medio día.
De repente el sonido estrepitoso de la puerta de su habitación dio lugar a un brusco despertar, por la puerta ingresaba un Dick Grayson luciendo un perfecto traje de pijamas de sábado por la mañana, pantalones de chándal, una playera negra Nightwing, de ese héroe de los cómics del que su hermano mayor era fanático, y una perfecta sonrisa dentada y cegadora marca Dick Grayson.
- ¡Arriba arriba little D! - El mayor alzó la voz mientras se asomaba por la puerta entre abierta - Hora de levantarse, vamos, el desayuno ya esta en la mesa, si no bajas pronto Jay y Timmy se acabaran tu parte también - La última parte se desvaneció por el pasillo, junto a los pasos del mayor que se alejaban bajando las escaleras.
Mientras tanto el menor de la casa se tambaleaba en su cama para poder sentarse, estirando sus extremidades al tiempo que dejaba escapar un gran bostezo, la noche de películas del viernes se había prolongado hasta entrada la madrugada, ni siquiera podía recordar como llego hasta su cama, lo último que puede vislumbrar de la noche anterior es haber estado luchando contra el sueño en uno de los sofás de la sala, mientras intentaba deducir, entre parpadeo y parpadeo, que era lo que se mostraba en la pantalla de la enorme tv, al final el calor de las mantas que lo envolvían, la voz de fondo de sus hermanos que lo arrullaban, y la comodidad del hombro de Tim, el cual había estado usando de almohada durante horas, debe haber acabado por arrastrarlo al mundo de los sueños, cuando se hubo dormido, alguien debe haberlo cargado hasta su cama, probablemente Dick, o tal vez Jason.
El menor froto sus ojos con el dorso de su pequeña mano en un intento vano por espantar el sueño que empañaba sus jades ojos, con movimientos perezosos se dirigió al borde de la cama, casi tropezó al ponerse de pie, el sueño aún muy presenté en su nublada mente, dirigió sus pasos torpes hasta dar con su reflejo en el gran espejo que adornaba la puerta de su ropero, la imagen en el objeto le regreso la mirada, ojos jades perezosos en sueños, apenas abiertos para revelar su exótico color, sus labios mostraban un puchero desconforme por su repentino despertar, sus amplias ropas arrugadas parecían querer escapar de su delgado cuerpo, su cabello indomable con un perfecto peinado de almohada que apuntaba en todas las direcciones posibles, le sonrió a su reflejó, no importaba cuanto lo intentara, su apariencia por las mañanas era un verdadero desastre.
Entro al baño y se dedicó a tomar una ducha rápida y cepillar sus dientes, al salir con nada más que una toalla alrededor de su cintura y su cabello goteante, se detuvo por un momento, sus ojos fijos en la imagen que su espejo le devolvía, una vez más sus ojos analizaron su figura, cerro sus orbes aguamarina por un momento, mientras que de sus labios escapaba un cansino suspiro, al abrirlos, ese par de gemas embrujadas volvieron a posarse en la imagen delante de él, su pelo revuelto y ahora empapado, figura delgada y complexión pequeña, piel bronceada besada por el sol, unos cuantos lunares aquí y allá, hizo una mueca ante la imagen en el espejo, al parecer, a pesar de sus trece años no había logrado crecer en altura desde sus diez años, eso combinado con sus rasgos suaves heredados por su madre, ojos jades, rostro redondeado y mejillas rellenas con la grasa del bebé persistente de la edad, nariz pequeña y respingada, ojos profundos y pestañas pobladas, rasgos finos y delicados combinados con su cuerpo pequeño, complexión delgada, cintura estrecha y baja estatura, hacían que aparentar su edad real fuera una lucha constante, siempre dando una imagen de alguien menor, siempre siendo tratado como un niño.
Aunque esto no era del todo algo malo, mirando a su alrededor, observo su habitación, en un rincón apartado descansaba su guitarra, junto a esta miles de hojas de partituras regadas por doquier, más haya descansaba un trípode con un lienzo a medio pintar, una pintura a acuarela de un paisaje de otoño, un retrato de su familia completa, con rostros adornados por sonrisas sinceras, las paredes tapizadas en lienzos y dibujos de su autoría, póster de bandas de su gusto y personajes de sus películas favoritas, de un lado de la habitación se podía ver un gran librero, que dividía sus estantes en películas, libros, revistas, comics, y un espacio especial dedicado solo a sus libros de bosquejos, junto a este, descansaba un hermoso violín de color negro guardado de forma segura en su estuche, colgada de una de las puertas entre abiertas de su ropero, una chaqueta de cuero negra, un regalo de cumpleaños de parte de Jason, en su escritorio dos boletos usados para el cine de una película que había ido a ver con Richard hace algunos días, sobre su mesa de luz dos retratos, uno de él con sus hermanos en Disney, el otro de una salida de acampada con sus mejores amigos, en el primer estaba riendo a carcajadas junto a Timothy, ambos burlándose de Jason y Dick, ya que los dos mayores habían recibido una paliza cortesía de un malhumorado Mickey Mouse, en el segundo retrato portaba una sonrisa más pequeña, pero igual de feliz y sincera, se encontraba abrazado por Maya, Colin, Jonathan y Billy, sus mejores amigos lo habían acorralado en el medio de un abrazo grupal asfixiante, todos sonreían de forma radiante, los cinco estaban manchados de barro y cubiertos de raspones.
Damian sonríe ante el recuerdo del desastre de ambas escenas que se plasman en esas fotografías, los ojos del adolescente siguen viajando por la habitación, se topan con una pila de libros abiertos y apuntes a medio hacer en su escritorio, recuerda que Tim lo había estado ayudando con su tarea durante la noche anterior, eso hasta que sus dos hermanos mayores hubiesen decidido dar inició a un maratón de películas, de esas que solo te queda reírte de lo malas que son, enzima de estos colgando de la pared, una cartelera repleta de fotos y recuerdos del pasado, la mayoría son de él junto a sus hermanos y amigos, tanto juntos como separados, y a veces ambos grupos mezclados, algunas de Jonathan y él durante sus incontables citas, otras con Colin y sus escapadas a todo tipo de lugares, a su mejor amigo le gustaba raptarlo para salir a divertirse juntos, algunas de él y sus padres, otras solo él y Dick haciendo el tonto, o junto a Jason siendo atrapados haciendo alguna travesura, también había un montón de él junto a Tim y sus múltiples momentos, esos a los que solo ellos podían dar sentido, Damian sonrió, realmente sonrió, si, no estaba del todo mal ser tratado como un niño, era mimado y consentido hasta el cansancio por sus hermanos mayores, y sus amigos siempre estaban de su lado, siempre defendiéndolo de los "depredadores" que hozaban posar sus ojos en él.
A veces, solo a veces, era divertido ser el más pequeño.
Damian giro sobre sus talones una vez más, enfrento el reflejo de su espejo, y esta vez le sonrió, una sonrisa que llegó hasta sus ojos, esas hermosas gemas de peridoto que brillaban en felicidad, abriendo la puerta del ropero extrajo una playera negra, una con el icónico escudo del héroe de los comics Superman, la cresta del hombre de acero adornaba el pecho con un profundo carmín, junto a esta se colocó unos vaqueros negros ajustados al cuerpo y rasgados a la altura de las rodillas, y en sus pies un par de converse negros, hace mucho que se había rendido con su pelo, por lo que lo dejo estar, apenas peinado, algunos mechones caían sobre su frente, el resto revolotea en todas las direcciones, ya estaba un poco largo, pero todavía no tanto como el de Tim, por lo que lo dejaría estar.
Le dio una última sonrisa al espejo y se decidió a bajar a desayunar, con suerte Tim le habría guardado algo para él.
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Desde ahí el día de Damian fue solo la rutina diaria, disfruto de un ruidoso desayuno con sus hermano, que igual que cada día acabo en una pelea de comida, fue a la escuela y se divirtió con sus amigos, regreso a casa y jugo videojuegos con Tim, mientras este le contaba sobre un nuevo proyecto que tenia en mente, paso el rato leyendo junto a Jason, mientras se permitía ser retenido en el regazo del mayor, comió comida chatarra junto a Richard, a la vez que le contaba a su hermano mayor como estuvo de divertido su día, saludo a su padre en su oficina y ayudo a Pennyworth con el jardín, estuvo un rato pintando en su habitación mientras su banda favorita sonaba en sus auriculares, y se encontró con su novio para su cita de los sábados, la paso realmente genial junto a Jonathan, fueron a su cafetería favorita, comieron un delicioso brownie de chocolate, pasearon por el parque tomados de la mano, y Jon le obsequió un dulce beso bajo un árbol de hojas doradas, sobre un camino teñido de otoño.
Fue un día realmente divertido, y ahora se encontraba sentado en la barandilla de uno de los tejados de Gotham, riendo a carcajadas junto a Colin, el chico de mechones rojizos le contaba sobre la cosa más loca que le había ocurrido ese día, Damian no podía parar de reír, ya le comenzaba a doler el estómago.
Y una vez que logro controlar su risa, un silencio cómodo invadió el lugar, Damian contemplaba el firmamento poblado de estrellas en el oscuro manto que cubría los cielos de Gotham, era una noche cálida a pesar de ser otoño, los ojos jades competían con el resplandor y belleza de las luces de la ciudad que se entremezclan con las estrellas, una sonrisa suave adornaba sus labios.
Al final, fue la voz de Colin en un susurró triste, la que rompió el hechizo.
- ¿Cuando te diste cuenta?
Damian soltó una risilla que se perdió en la brisa de esa noche de ensueños.
- Fue en la mañana - Fue la escueta respuesta del más bajo, mientras sus ojos no abandonaron en ningún momento el firmamento, y su sonrisa permaneció plasmada en sus labios, sus ojos mutaron bajo el titilar de un deje de tristeza.
- ¿Que fue lo que nos delató? - Fue la pregunta del pelirrojo, ojos esmeraldas ahora fijos en el más bajo.
- La cicatriz...no esta - Fue la respuesta de Damian, su voz sin delatar ninguna emoción.
- Bueno, eso es porque, en un mundo perfecto, tú nunca moriste ...Pero, si lo sabias desde un principio, ¿Porque no dijiste nada? - Colin pregunto confundido, aun sin entender la despreocupada actitud de su amigo.
- Porque en este mundo, todos sonríen, todos son felices ...todos me aman - El menor hizo una pausa para dejar en libertad el aire atrapado en sus pulmones, en un suspiro que buscaba aflojar el nudo de su garganta, y evitar el dejar escapar las lágrimas que ya comenzaban a formarse en sus cristalinos jades empañados de anhelo - En este mundo nadie murió, Batman y Robin nunca existieron, solo un hombre que se vio reflejado en el dolor de un grupo de niños huérfanos con la misma clase de dolor y perdida que él, Jason nunca cruzo caminos con el Joker o el Lazaru Pit, Richard nunca se vio obligado a cargar con el dolor de la muerte de uno de sus hermanos menores, o tener que ver como algún psicópata hiere a uno de sus seres amados una y otra vez, y como Jason nunca murió, padre nunca cambió, él nunca se cerro al mundo, por lo que Timothy nunca tuvo que cargar con el peso de su tristeza, no tuvo que obligarse a cargar con todo aquello que nadie más quería cargar, y en mi pecho, no hay una cicatriz que delate la espada de mi madre, porque en un mundo perfecto, no tuve que elegir entre los ideales de mis padres, en un mundo perfecto padre y madre no se odian, porque no hay un lado correcto de la línea, porque esa línea que dividía ambos mundos de mis padres, en este lugar nunca existió, en esta realidad todos sonríen, nadie carga con cicatrices del pasado, no hay una tumba por cada niño que habita en la mansión, ni tampoco existen los casos conmemorativos a la muerte de otro niño soldado en una guerra de adultos, en este mundo solo soy un niño de trece años, tengo una familia que me ama, voy a la escuela, tengo pasatiempos normales, me divierto con mis hermanos, tengo amigos geniales y un novio que me ama - Por primera vez desde que inicio la charla, Damian bajo la vista del cielo y la poso en Colin, una mueca triste en sus labios que se asemeja mucho a una sonrisa, un par de lágrimas se deslizan por sus mejillas - Fue divertido - Susurro con la voz quebrada, que luchaba por retener un sollozo - Fue muy divertido - Una risilla entremezclada con un sollozo abandono los labios del menor, y mirando a la ilusión de su mejor amigo, esa que le veía con ojos tristes conocedores de la verdad, si, solo Colin para llamarlo de vuelta a la realidad, solo Colin para ver tras su mentira de una sonrisa fingida - Solo quería ver como era, ya sabes ...Ser feliz...Sentirse amado...Vivir en un mundo perfecto... - Su voz se entrecortaba, y se veía obligado a entrecortar sus oraciones para retener un siguiente sollozos, las lágrimas nacían en sus ojos y viajaban por sus mejillas, una radiante sonrisa adorno sus labios, mientras sus nudillos palidecían ante el apretón de sus puños en la barandilla del tejado - Pero supongo que ya es hora de despertar de este hermoso sueño - La voz de Damian fue solo un susurro, el niño pelirrojo frente a él no respondió, solo observando al de ojos jades - Gracias por permitirme quedarme tanto tiempo, lamento que tengas que siempre estar salvándome Colin - y sin más, dedicándole una radiante y sincera sonrisa, adornada por las lágrimas que caían de sus hermosos ojos jades, con la imagen de la suave sonrisa que Colin le devolvía, Damian tomo impulso a trabes de sus manos, y empujando su cuerpo a trabes del borde, se dejo caer a la nada.
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Fue en la bahía medica de la Batcave donde Damian despertó esta vez, rodeado de maquinaria medica que no dejaría de pitar, sus brazos conectados a la aguja de un suero, fue casi de inmediato que el cuerpo que descansaba a su lado se encontró envolviéndolo en un apretado y cálido abrazo, era Grayson, que pronto comenzó a soltar un aluvión de palabras de agradecimiento y susurros de consuelo, Damian parpadeaba con somnolencia en brazos de su hermano mayor, al parecer se había ido por un tiempo allí, podía sentir como las manos que acariciaban su pelo y que con tanta fuerza se aferraban a él, temblaban de miedo, al parecer Grayson no lo estaría soltando por un tiempo, esta bien, tampoco le apetecía estar solo en este momento, todo dolía y su cabeza estaba nublada, no sabe bien si por los golpes recibidos en batalla o por el cóctel de calmantes que de seguro Pennyworth le aplicó, pero realmente estaba agradecido del contacto a tierra que Dick Grayson representaba en este momento.
- No vuelvas a asustarme de esa manera Dami - Pudo escuchar la voz de Grayson atrapada entre las hebras de su pelo, sonaba tan asustado.
De repente la imagen de un lienzo a medio terminar en su habitación invadió su mente, esa imagen teñida en los colores del otoño donde toda su familia sonreía sin ninguna clase de aflicción, Damian cerro sus ojos y dejo caer un par de lágrimas traicionera, y en un leve susurro teñido de tristeza sus palabras fueron dichas.
- Fue un hermoso sueño
Si, pero ahora tocaba volver al mundo real, ese donde todos aquellos a los que amaba estaban heridos, donde las capas y las mallas eran una realidad, donde existía cuatro lápidas grabadas más haya del jardín, y donde ninguno de sus hermanos o amigos era capaz de sonreír con sinceridad.
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