—¿En qué estaba? ¡Ah sí! Formas de tortura, seguida de muerte —profiere Miranda, a su retorno, ya por completo repuesta.

Mueve sus manos, cargadas de rayos, en nuestra dirección.

—¡Espera! Lo de las formas de tortura suena tentador, pero ¿no te parece que antes podríamos negociar? —propongo, antes de quedar como lobo rostizado—. Estoy convencido de que eres capaz de calcinarnos en un chasquido de dedos pero, ¿qué tal si te dijera que la magia que le robaste a Madame constituye solo una parte de su fuerza? —Sus ocelos relucen y me doy cuenta que logro captar su atención, aunque todavía desconfía.

Tengo que hablar con calma y tomar recaudos.

››Es decir, tú tomaste la mayor parte, pero hay más. Madame mencionó otro talismán depositario de su poder. Incluso nos reveló el objeto para que pudieramos protegerlo, pero podría ayudarte a llegar hasta el a cambio de que perdones nuestras vidas...Piénsalo ¿por qué conformarte con ser una Gran Bruja si puedes volverte una Bruja Suprema? —la tiento.

Ahora Miranda está por completo interesada, la flama en sus ojos es toda una hoguera. Se acerca a la celda, con intensión de oír la estrategia, pero otro plan es puesto en marcha.

Eva aprovecha la oportunidad para nublar su mente unos instantes, los suficientes para que Blue utilice sus poderes y acelere el crecimiento de las hiedras que se asoman por las gritas del suelo, con el fin de alcanzar la llave de la celda que la Hija de Lilith lleva oculta en su vestuario y abrir la puerta.

Una vez libres, noqueo a Miranda y  abro la jaula, tomando al felino entre mis manos para huír cuanto antes.

En ese momento escucho una nueva voz sonando en el interior de mi mente. Interpreto que es el gato quien está comunicándose conmigo tras haber entrado en contacto. Me indica que recite unas palabras en un lenguaje arcano. Lo hago y el animal me revela que acabo de transferir la totalidad de la magia robada de nuevo hacia él.

A estas alturas resulta más que obvio que no es el collar de piedra de luna el reservorio de la fuerza de Madame, sino el mismo felino. Pero no solo es un recipiente, la magia está ligada a él y viseversa. Lo que explica el hecho de que Miranda no se hubiera desecho del gato inmediatamente y a pesar de sus alergias. Lo necesitaba con vida para canalizar esta fuerza hacia ella.

Reconozco que Madame es una bruja bastante artera.

Hay que darse prisa. Apremia el cuadrúpedo.

Esta bruja todavía posee su propia magia y puede llegar a dañarnos. Advierte.

En el camino de regreso, el felino (cuyo nombre es Fausto) me cuenta que la disputa entre Miranda y Madame Clutterbuck comenzó en una Convención Anual de Brujas a la que ambas habían asistido, luego de que esta última tildara a la primera de bruja novata de poca monta.

La falta de reconocimiento por parte de la Gran Bruja generó que la madre de Amanda albergara resentimiento y se empeñara en hacer la vida de Madame miserable.

Después de algunas molestias menores la fortuna se puso a favor de Miranda una noche de Halloween, cuando accidentalmente descubrió cuál era su tesoro preciado y lo sustrajo, obteniendo así la victoria que tanto anhelaba. 

—¡Mi querido Fausto! —exclama Madame, al vernos llegar con el felino minutos antes de las doce.

Tras recuperar sus poderes, cumple su parte del trato y restaura nuestra forma original.

Admito que jamás me sentí tan feliz de volver a mi traje de Eva como en esta ocasión.

Pero no es la única magia que ocurre.
Cuando el reloj da sus primeras campanadas una nueva metamorfosis acontece.

El gato se despoja de su atavio animal y se torna humano. ¡Lo más increíble es que resulta ser un Adán, el esposo de Madame!

Me doy cuenta, entonces, de la magnitud del daño que había causado Miranda y comprendo aún más su necesidad de preservarlo.

También entiendo que el deseo de Madame no solo radicaba en recuperar su fuente de magia y a su mascota, sino a su gran amor.

Ambos nos narran su historia, acontecida cincuenta Halloween atrás (un parpadeo en la vida de una bruja). Madame debió transformar a Fausto en felino para protegerlo del virus XY que causaba la mortandad de los hombres y debió hacer el conjuro permanente para garantizar su efectividad. También para mantener a su amado oculto de una sociedad que podría verlo como una amenaza al nuevo orden. 

¡En definitiva esta bruja es muy astuta! Reflexiono.

Por otra parte, no puedo evitar pensar en las vueltas de la Historia o en la ironía de los acontecimientos. Antaño las mujeres fueron tildadas de brujas y cazadas por el patriarcado. Ahora, el matriarcado cazaba a los hombres de la misma forma.

No pierdo la esperanza, sin embargo, de que la sociedad evolucione finalmente y opte por una senda intermedia y menos violenta. Me contenta también poder contemplar un final feliz, al menos en esta historia.

Aunque Fausto solo es capaz de deshacerse de su atuendo gatuno una vez al año, lo lleva con orgullo, no como un yugo y eso me hace reflexionar sobre mi propia situación.

Después de todo, no importa como nos veamos en el exterior, los disfraces que llevemos a diario, las máscaras que nos pongamos, ya sea por diversión o para enfrentar las situaciones cotidianas. Nada de esto cambia lo que somos en realidad, aquello que nos define.

Esa magia que nos hace únicos y especiales permanece intacta en nuestro interior y de nosotros depende que nadie puede robarla.