Capítulo II
Posiciono mis ojos sobre Blue en el instante exacto en el que la transformación acontece.
Un vaho morado comienza a cubrir su diminuta figura, al tiempo que esta se estremece en espasmódicas sacudidas. Parece como si alguna fuerza o entidad paranormal estuviera tomando posesión de ella.
Cuando el torbellino vaporoso al fin se disipa no puedo creer lo que veo. ¡Mi amiga se ha transformado en una ninfa de pelo índigo e igual metamorfosis le está ocurriendo a Eva!
Llega mi turno y siento que estoy dentro de una cabina rejuvenecedora. Mis células se modifican transmutando en algo nuevo. No es un proceso doloroso, pero una sensación efervescente y de gran ansiedad me invade.
Los temblores cesan y, cuando el humo violeta se esparce, miro mis manos con detenimiento. ¡Están cubiertas de pelo!
—¡Eres un hombre lobo! —advierte Blue, pasmada.
—Más bien un hombre zorro —corrige Eva, haciendo alusión a que todo mi vello corporal es cobrizo—. En cuanto a mi nuevo look... No puedo quejarme —Sonríe mostrando sus flamantes colmillos, deslizando su lengua por sus afiladas puntas.
—¡Claro que no! Eres una sexy vampiresa, una reina de la noche y yo soy una tintineante hadita del bosque —comenta Blue decepcionada, contemplando su nueva imagen en el magno espejo que decora uno de los muros.
—Al menos tienes imagen que reflejar—la consuela Eva—. Y creo que no eres un hada, no veo las alas. Te pareces más a una elfa.
—¡Hello! ¿Podrían concentrarse en lo importante? A ninguna le parece extraño lo que ha ocurrido. Por no decir perturbador. ¡Los tres somos seres paranormales! Y todo pasó luego de probar esa maldita manzana —expongo, alterado.
—Es cierto —reconoce Blue, en un breve momento de sensatez—. Aunque debo decir que, como el Adán que eres, deberías tener algo de experiencia en frutos prohibidos y habernos advertido del peligro —acusa. Pero no sé si está bromeando o habla enserio.
Estoy a punto de argumentar que fue ella quien mordió la manzana primero (ahora lo recuerdo todo con claridad), pero una nueva silueta, que parece haber brotado de los vestigios de niebla, se materializa en el salón.
La fémina no necesita presentación, es la viva imagen del retrato. Incluso viste de la misma forma. Reconozco que Blue llevaba razón, el paso del tiempo no la ha afectado. Su rostro refleja atemporalidad y sus ojos resplandecen como ópalos pulidos.
—Curioso —manifiesta la recién llegada, sin apartar la mirada de mi silueta—. Un Adán en mi sala. ¡Y yo que creí que estaban extintos! Supongo que esta mísera existencia aún puede darme una sorpresa más—añade, meditabunda.
—Madame Clutterbuck, es todo un honor conocerla —Se apresura a saludar la peliazul, volviéndose el foco de atención. Lo cierto es que no parece muy afectada, considerando lo sucedido.
—En verdad es una bruja —murmura Eva junto a mi oído.
Ahora entiendo la causa del estado de ánimo de la Pitufina. Le fascina tener la razón.
—No quisiera parecer irrespetuoso, ni saltearme las presentaciones pero, ya que habla de sorpresas, ¡¿podría explicarme por qué rayos somos criaturas sobrenaturales?! —demando. Un tic nervioso se apodera de mí y no puedo evitar rascarme la oreja con una pata.
—¡Por supuesto querido! —dice, sacudiéndose los pensamientos de encima—. Aunque, a estas alturas, supongo que lo han deducido por sí mismos. Se han convertido en seres paranormales porque han probado una manzana encantada. La última de mi reserva debo aclarar, así que espero que la disfrutaran.
¿Disfrutarla? ¡¿Acaso está de broma?!
—El sabor era celestial —confiesa Blue, adulante.
—No estaba mal —admite Eva.
La Gran Bruja sonríe satisfecha.
Giro mis ojos sin poder creer lo que oigo.
—¿Y cómo nos volvemos humanos de nuevo? —inquiero, como único ser viviente racional en la habitación.
—¡Oh eso! Bueno…Podría hacer algo de magia—inicia Madame, mientras toma la manzana entre sus finos dedos—. Bastaría con un pequeño hechizo restaurador y listo —continúa y la fruta trasmuta a su estado original por unos instantes.
"Aquí viene el pero." Medito.
›› Pero antes, necesito un pequeño favor —finaliza.
—Lo que requiera, Madame —asiente la elfa de pelo índigo, con devoción.
—¿De qué se trata? —pregunta la vampiresa, desconfiada.
—De eso nada —niego rotundo—. Fue su hechizo el que nos convirtió en estas criaturas, es su responsabilidad volvernos humanos —aúllo.
Los turmalinos ojos de la bruja se ensombrecen aún más y su expresión se torna seria.
Los vellos de mi nuevo cuerpo se erizan ante la creciente tensión.
—Era mi hechizo, pero nadie los obligó a probar la manzana encantada. Ustedes se colaron en mi casa aprovechando las circunstancias, fingiendo ser algo que no son, comieron de mi mesa sin ser invitados y ahora osan culparme ¡a mí! —increpa, furibunda.
En cierto punto admito que tiene razón, pero tampoco fue como si hubiesemos tenido opción o control de nuestros actos.
La cosa se pone peor cuando la manzana estalla en su puño y nos salpica con su dulce jugo. ¡Adiós esperanzas!
—Nadie la culpa, Madame. Le aseguro que mi amigo no quiso ofenderla —intercede Eva con una tranquilidad sepulcral, al tiempo que su voz suena en mi mente: "Calla o también terminaremos hechos puré"—. Cuéntenos de qué trata ese favor.
Si el nuevo don telepático de Eva me deja absorto, más lo hace la petición de la bruja, que además resulta ser una confesión.
La fémina explica que por más que quisiera ayudarnos, la realidad es que no puede hacerlo. La fuente de su magia ha sido robada por una maligna contrincante años atrás.
Resulta que la manzana era, en verdad, su última reserva encantada y actualmente no posee la fuerza suficiente para crear más.
Explica que su magia está guardada en un talismán, mientras señala el retrato en la pared.
Noto al felino color azabache que luce una gargantilla de perlas con una piedra lunar y asumo que ese es el objeto místico al que hace referencia la mujer.
››En ocasiones, las brujas nos despojamos de nuestra magia para protegerla y solemos ocultarla en objetos o incluso en otros seres vivientes —informa haciéndome dudar de cuál es el verdadero talismán, aunque no me atrevo a interrumpir y preguntar tonterías—. Pero, no contaba con que esa estrategia me jugaría en contra, que alguien descubriría mi escondite y que me robaría en mis propias narices.
››La peor parte es que no puedo recuperarla por mis propios medios, ya que el sitio donde esa inefable mujer guarda el talismán está protegido con poderosos hechizos que, en mi estado actual, podrían llegar a matarme. Aunque no les afectarían a ustedes, pues están dirigidos a mi persona. Por ello requiero su ayuda.
En vista de la nueva revelación y de las nefastas circunstancias en las que todos nos encontramos, digo:
—¿Y dónde se halla la bruja ladrona? —Esperaba que no dijera en Salem.
—Aquí mismo, en New Paradise. De hecho, probablemente la conozcan —responde, para tranquilidad.
Sin embargo, mis palpitaciones aumentan cuando dice su nombre.
De todas las féminas de la ciudad, jamás hubiera pensado que se tratara de ella. Y es que su disfraz de Feminista Femenina ocultaba muy bien el hecho de que Miranda Jones, la madre de Amanda, era en realidad una Hija de Lilith.
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