Capitulo 9
-Te escuchas muy agitada, ¿Qué sucede?
-Mañana en la noche es la fiesta de gala de la empresa y debo comprobar que todo está en orden.
-Estoy segura de que lo has comprobado más que una vez.
-Nunca es suficiente.... Dani, ¿Ya estas listo?
-¿Vas tarde al trabajo?
-Mi jefe me ha dado el día libre, pero no he podido aceptarlo, debo estar en la empresa en menos de quince minutos hay una importante junta y nunca he faltado como secretaria personal.
-Entonces déjame que te ayude, puedo llevar al pequeño a la escuela, estoy segura de que él sabrá guiarme.
-¿Cómo pretendes llevarlo si estas a millones de kilómetros Cristina?
En ese momento Amelie abrió la puerta y observó a su amiga de pie del otro lado, abrió los labios en forma de O.
-¡Sorpresa! – Cristina la abrazó.
-¿Por qué no me dijiste que vendrías? Pude pasar por ti al aeropuerto.
-Bueno, aquí estoy así que me puedes ir a dejar cuando me vaya.
Amelie la abrazó de nuevo.
-Estoy tan contenta de tenerte aquí.
-Y yo más de poder ayudarte.
-¡Tía! – El pequeño corrió a sus brazos al verla.
-Dani, has crecido demasiado, ¿Qué has comido últimamente? Creo que pronto podrás alcanzarme.
-¿Te cuento mi secreto? Mamá me ha dado permiso de comer helado estos días.
-Entonces me sentaré contigo en el sofá y comeremos mucho helado para ser tan altos.
-¡Sí! – gritó con entusiasmo el niño.
-Bueno, bueno, antes de que se queden en el sofá sentados comiendo solo helado, debemos llevarte al colegio.
-Bien, entonces lo llevo yo.
-¿Mamá me iré con mi tía Cristina hoy?
Amelie asintió con la cabeza.
-Ve por tus cosas que nos vamos pequeño.
-Gracias – susurró la madre.
-No es nada.
-Por cierto, ¿Has traído equipaje? – Miró a los lados.
-El recepcionista me ha dicho que lo subirán en un momento.
-Mi madre ha salido a comprar la despensa para la semana así que al regresar ella recibirá las cosas.
-Pensé que estaba haciendo la limpieza o la comida o estaba durmiendo, ¿Tú madre sigue viviendo aún aquí?
Stone rio.
-Si mi madre aun vive conmigo, solo que ahora que tiene una pareja le he dejado un poco de tiempo libre, aunque se ha negado al principio, pero le he dicho que me encargo de todo.
-Estoy ansiosa por conocer a ese dichoso señor Badminton.
-Esta noche podrás conocerlo.
-Estoy listo mami.
-Entonces en marcha.
Los tres salieron del departamento y fueron en busca del auto, mientras avanzaban Amelie no dejaba de mirar su reloj en la muñeca.
-Si te parece mejor Dani y yo podemos ir caminando o tomaremos un taxi, no tengo problemas en conocer la ciudad sola, además este pequeño listillo conoce como llegar al colegio, ¿No es así?
-Si mami, la tía Cristina y yo sabremos como llegar al colegio.
-Esta bien, confiaré en ambos, deberían tomar un taxi así llegan más pronto. – Le dio un beso al pequeño. – Te quiero, ¿Lo sabes cierto?
-Yo más mamá.
-Gracias de nuevo.
-Con gusto.
Ambas amigas tomaron caminos separados. Amelie se reincorporó al trafico y pidió a las divinidades no llegar tan tarde.
Abrió la sala de juntas unos minutos después de iniciar y pidió disculpas a los asistentes, su jefe la miró confuso y continuaron con lo establecido.
Una hora y media después, todos dieron por finalizada la reunión, se levantaron y uno por uno salió de la habitación.
-¿No te había dicho que te tomaras el día libre? - Patrick la miró levantando los documentos de la reunión.
-Lo siento señor, pero creí más conveniente venir a ayudarlo por si se ofrecía algo.
-¿Cuándo harás caso a indicaciones?
-Señor yo...
-Bien, como sé que eres tan obstinada en seguir indicaciones, te daré el beneficio de que te quedes en la empresa y asumas tus responsabilidades, pero si para mañana algo sale mal en la gala, reconsideraré tu puesto.
Amelie no dijo palabra alguna y se retiró a su lugar habitual de trabajo. Mientras revisaba por undécima vez que los contratos estuviesen firmados por quienes decorarían, amenizarían el ambiente, el servicio del banquete, etc. Corroboró la lista de invitados y terminó verificando que las palabras de agradecimiento fuesen las adecuadas, así como el posible contrato que se firmaría en la noche a cargo de su jefe con otra empresa.
También verificó que todo el personal de la empresa fuese invitado, ninguna persona era excluida, para los socios de Kent, incorporar a todo su personal en fiestas como aquellas significaban que les agradecían por hacerlos crecer año con año.
Cada hora que pasaba significaba más y más trabajo, los papeles parecían no dejar de acumularse, pues Amelie deseaba que su fin de semana después de la fiesta fuese liberado sin pendiente alguno para poder disfrutar de un viaje corto a un pueblo cercano con su mejor y única amiga al lado de su hijo.
-Amelie pasa por favor. – Su jefe la llamó por el interfono.
-¿Me necesita señor?
-Una esposa de uno de mis amigos estará presente en la gala, solo que ella es reservada a estos eventos y no se siente cómoda, le he ofrecido que serás su acompañante en todo momento y que si necesita algo puede pedírtelo o decirlo a mí directamente.
-¿Su esposo no vendrá?
-No, él.... Él tiene otros asuntos de trabajo, pero me ha dicho que no dejará pasar la invitación ya me ha confirmado así que no podemos dejar a su esposa a su suerte.
-Si lo desea, puedo colocarla en la mesa de los señores...
-¡No! Con que esté contigo está bien.
-Pero señor, dudo mucho que pueda tomar asiento en algún momento, debo estar a su lado para lo que se ofrezca, y también debo corroborar en que todo marche bien.
-No es necesario, además creo que serás muy buena compañía, así que por favor no te preocupes por mí, puedo solo, tú disfruta de la noche y sé buena anfitriona.
-¿Cómo sabré quién es? ¿Puede proporcionarme su apellido y nombre? Así puedo estar al pendiente de su llegada.
-No lo recuerdo.
-Bueno si me dice el nombre y apellido del esposo seguro lo tengo en la base de datos cuando envíe las invitaciones, lo resolveré en un minuto.
-No, no... es que yo le envíe la invitación personalmente a mi amigo, porque nos vimos una noche para cenar, es posible que ella pueda contactarte es lista, de todas formas, si no notas su llegada puedes avisarme.
-Está bien señor. – Dijo no convencida, por el misterio que le proporcionaba aquello. - ¿Necesita algo más?
-No, por el momento es todo. ¿Tú necesitas que firme o cheque algo?
-No señor, por el momento todo está bien.
-Entonces me retiraré en cinco minutos, tengo que pasar a la sastrería e ir por mi máscara. Espero que ya tengas listo tu atuendo de mañana.
-Si, señor todo está preparado. – Mintió.
-Bien, sería todo.
-Con permiso.
Se retiró, riñéndose mentalmente por no acordarse de su vestido y la máscara que debía usar. Recordó que su cita sexual nocturna también la había invitado a la misma gala y no podía asistir con la mascara que él conocía, aquello estaba fuera de discusión, Amelie asistiría, pero su personalidad sexual nocturna no. Tal vez así podría conocerlo y poner distancia.
Necesito tu ayuda.
Escribió un mensaje para su amiga.
¿Qué necesitas?
Tengo que buscar un vestido de gala para la noche de mañana y también debo encontrar un antifaz que vaya acorde a ello.
No me digas que apenas lo vas a conseguir.
Si, lo había olvidado por completo.
¿Y que haces en la oficina? Vete de ahí ¡YA! Tenemos que encontrar el adecuado.
No me iré hasta que termine mi turno.
Escondió el celular cuando escuchó la puerta de su jefe abrirse.
-Amelie me voy, nos vemos mañana. Ve a casa temprano.
-Lo haré señor, gracias.
Lo miró subir al elevador y rápidamente leyó el mensaje nuevo de su amiga.
Bien, voy por ti para hacerte salir de ahí a gritos, ¿Cómo dices que se llama?
Me voy a casa en quince minutos.
Dejaré a tu madre con Dani, tengo una misión contigo.
Por favor no me pidas comprar un vestido de diseñador.
¡Compraremos un puto vestido de diseñador sexi!
Ha sido mala idea contarte.
Soy la experta en moda e imagen.
No cambios de estilo.
¡Haremos un cambio de estilo!
Se rindió y comenzó a guardar sus cosas.
-¿Te vas pronto? – Rachel se acercó a su escritorio. – No termina aún la jornada laboral.
-De hecho, tenía el día libre y me he presentado. ¿Se te ofrece algo?
-Contigo no, ¿Se encuentra el jefe?
-Se ha ido, si tienes algo que entregarle me lo puedes dar. – Extendió la mano y miró las carpetas que Rachel tenía entre brazos.
-No es algo que te importe, el señor Dom me las encargó.
-Si son para el señor Kent debo entregárselas yo o conocer de qué se trata el asunto, es mi deber.
-Lo siento. – La miró con la ceja levantada. – Pero me han exigido que se las entregue yo personalmente.
-No tengo ánimos para seguir con esta discusión y además tengo cosas importantes para esta tarde. Te puedes marchar o esperarlo hasta mañana si deseas.
-Le llamaré.
-No puedes hacerlo, es mi trabajo.
-También soy su empleada, así que puedo hacerlo. – Partió al elevador.
Amelie tecleo rápidamente el número de su jefe, él era especial con las llamadas telefónicas que no fuesen exactamente de ella.
-¿Si?
-Señor Kent, lamento interrumpirlo, sé que se acaba de ir, pero... la señorita Rachel ha venido a entregarle unos documentos de parte del señor Dom, pero no ha querido dejármelos, ha dicho que le llamará.
-Esta bien Amelie, lo arreglaré mas tarde, ¿Algo más? ¿Te has marchado ya?
-No, señor es todo. Terminaré unos asuntos pendientes y voy a casa.
-No olvides que mañana es la gala, por favor no trabajes.
-Lo tendré en cuenta señor. Gracias. Que tenga buena tarde.
Amelie se preguntó si en realidad los asuntos de su jefe fuera del trabajo también consistían en contestar las llamadas telefónicas de sus secretarias. Si ella fuese alguna vez la gerente general de algún lugar o tuviese su propia empresa lo que menos haría seguir pensando en el trabajo al dejar las oficinas.
Rachel por su parte después de bajar del ascensor fue en busca de su celular y llamo a toda prisa a su jefe, pero lamentablemente para ella el numero estaba ocupado. Intentó cinco minutos después.
-Señor.
-¿Necesitas algo? – Se escuchaba molesto.
-Me ha pedido el señor Dom en enviarle los documentos de final de mes que pidió. Dice que se han agregado los presupuestos para el bimestre siguiente, para que no haya problema. Lo he ido a buscar en su oficina, pero no se encontraba y su secretaria tampoco.
-Señorita Morrison, pudo entregárselos a mi secretaria, la señorita Amelie continua en su puesto y le aviso que a partir de ahora no tiene permitido llamarme y mucho menos levantar mentiras de mi personal, si continua con estas acciones me veré obligado a despedirla. ¿Me ha escuchado bien?
-Señor, pero....
-¿Lo he dejado claro señorita Morrison?
-Si señor.
-Entonces que pase una tarde agradable. – Colgó.
Rachel apretó el teléfono y se enojó con Amelie por querer siempre dejarla mal ante el jefe mayor. No dejaría pasar aquello.
El señor Patrick Kent a veces era un hombre considerable con peleas entre sus empleados, pero últimamente consideraba a Rachel como la asistente más inquietante de todas. Se daba cuenta de la rivalidad que existían entre Amelie y ella, conocía su historia, Morrison aspiraba por años a ser la próxima secretaria personal, mientras que Amelie solo llegó para quedarse con el puesto.
-¿Por qué exactamente me has citado a esta hora en un bar?
El mejor amigo de Patrick, Eduard estaba sentado a su lado tratando de entender porque repentinamente cambio su personalidad.
-He querido compañía.
-¿Es por aquella dama nocturna?
-No.
-Si no fuera ella, ahora mismo estarías con Paola, la chica rubia con la que no has querido formalizar alguna relación, pero la tenías en tu cama casi todas las noches.
-No estamos juntos desde hace un mes.
-Y es porque has conocido a la dama nocturna.
-¿Puedes dejar de llamarla así?
-¿Tiene un nombre? ¿Lo sabes por lo menos?
-No, no podemos intercambiar ningún dato personal.
-Pero la has invitado a la gala de tu empresa.
-Técnicamente no he sido yo.
-Mentirle no resuelve nada. Es lo mismo. Eres la misma persona.
-De todas formas, no sé si irá, no lo dejó claro.
-¿Es por eso que estamos aquí?
-Necesito que me ayudes a conseguir un traje de gala para mañana.
-Puedes llevar solo un esmoquin con pajarita y listo. Eres el dueño, nadie te juzgará.
-Quiero algo mejor, no puedo andar con el mismo traje siempre.
-¿Es por ella? ¿Quieres impresionarla? Le has dicho que eres un practicante.
-Ser un practicante no tiene por qué definir mi vestuario.
-¿Quieres hacerla creer que tu empresa le paga una cantidad considerable a los practicantes? Esto es por lo que ella dijo, quieres enseñarle que se equivoca al pensar que tu empresa hace menos a los practicantes. ¿A dónde quieres llegar con todo esto?
-¿Me acompañaras a conseguir el traje sí o no?
-Adelante.
Ambos hombres caminaron hacia la salida y se subieron al BMV de Patrick.
Minutos después estaban siendo atendidos por el mismísimo Gaspar Mozzi, uno de los diseñadores exclusivos de Prada.
-Entonces... ¿Desea que sea de tres o dos piezas?
-¿No es el terciopelo exagerado para la ocasión? – interrumpió su amigo mirando las solapas del traje
-De tres. – Contestó Patrick.
-Tenemos una nueva tela, que al contraste con la luz el terciopelo se notal algo azul, este efecto realza el corte. Si lo nota, no se preocupe es un tipo de tela nuevo. ¿Desea combinarlo con unos pares de zapatos? ¿Un abrigo? Sabemos que las temporadas climáticas en Londres son algo cambiantes.
-¿Qué me ofrece?
-Enseguida le muestro algunos modelos.
-¿Un abrigo? ¿Zapatos nuevos? Pat, estas exagerando en todo esto.
-Solo es un gasto mínimo.
-Tienes cientos de trajes Prada en tu armario y estamos aquí comprando uno nuevo. ¿Qué sigue? ¿Un reloj?
-No lo había pensado, tendremos que ir a Rolex.
-Estás pensando con la cabeza algo caliente... ya no eres un jovencito debes saberlo.
-Eduard te he traído para que me ayudes con tus opiniones no para que me trates como un crío.
-Madeleine siempre lo ha dicho cuando se te mete una mujer en los ojos eres un tipo sin cerebro.
-¿Cómo está ella?
-Recuperándose del embarazo.
-Mis saludos para ella y la bebé, eres un buen tipo, me alegra haberte ayudado el día de tu boda.
-¿Estas cambiando de tema o me estas queriendo decir algo?
-Solo estoy esperando a que me ayudes a elegir bien.
-Y te he dicho que no compres más atuendos.
-Señor Kent, le he traído estos, ¿Le parece si los probamos?
-Excelente. – Dejó a su amigo a un lado y comenzó a probarse los abrigos para después pasar a los zapatos.
Amelie estacionó en casa y su amiga ya la esperaba al lado del elevador.
-¿Qué haces aquí afuera?
-Te he dicho que te acompañaría.
-Subiré a cambiarme y a comer algo.
-Nada de que subiré, siempre te arrepientes a último minuto, así que ahora mismo regresas ese culo al auto que nos iremos a las boutiques más prestigiadas.
-No me arrepentiré. Debo avisar a mi madre de que he llegado y ver a Daniel.
-Tu mamá ya sabe que iras de compras conmigo, se lo he dicho.
-Tengo que subir a comer, a ella no le gusta que me quede con el estómago vacío.
-Entonces vayamos primero a un restaurante.
-¿No me dejaras subir verdad?
-He dicho que no.
Dejó caer sus hombros resignada.
-Bien, vámonos.
Su primera parada se detuvo en LouGi Restaurant un pequeño local con mesas cuadradas para cuatro personas. La mayoría de las veces el lugar se encontraba abarrotado de gente, pero esta vez fue diferente, solo se reducían a tres mesas ocupadas.
Ordenaron la comida del día y bebidas diferentes, Amelie optó por un vaso agua de frutas, mientras que Cristina eligió un mojito de fresa.
-En la fiesta ¿hay alguien especial que debamos impresionar?
-No, no me interesa nadie, voy en plan secretaria personal, no me divierto y mucho menos socializo, no me lo permito.
-¿Cómo has ido los otros años?
-Vestidos básicos largos, no opto por escotes y mucho menos provocativos, la empresa no da esa imagen, esta vez busco unos pantalones o un jumpsuit.
-Alto ahí. No irás con pantalones holgados a una fiesta del año.
-¿Por qué no? Son elegantes con el atuendo correcto.
-He dicho que no, así que hoy probaremos únicamente lo que te diga.
El mesero les sirvió su orden.
-¿Podemos pensar en la comida primero?
-¿Color?
-No responderé eso. Voy a comer.
Tomó de las manos la gran hamburguesa que tenia por delante.
-¿Color? – Su amiga insistió.
-Rojo o negro. – Dijo dejando a medio camino de su boca la hamburguesa.
-Bien, tengo ideas en la cabeza.
Comieron tranquilamente y el tema cambió sobre la salud de los padres de Cristina, la vida en la pequeña ciudad de Greenville y sin querer sobre el paradero de Derek.
Terminaron de comer, con un postre encima y unas copas demás por parte de su amiga, partieron al centro comercial en donde se encontraban marcas de prestigio sobre la moda femenina actual.
Cristina la jalo del brazo y la hizo entrar en la primera tienda que visualizó.
Todos los percheros estaban inundados de vestidos de gala, cortos y largos, así como vestidos casuales.
-Buenas tardes, ¿Puedo ayudarlas en algo? ¿Desean algo en particular? – La empleada se acercó.
-Buscamos un vestido provocativo en color negro o rojo, de aquellos en donde los hombres miran solo a la chica. Mi amiga se está divorciando – Amelie abrió los ojos como platos – Así que buscamos algo que le haga arrepentirse a ese hijo de puta, ¿Me entiendes?
-Por supuesto han llegado al lugar indicado. Enseguida regreso, si lo desean puede pasar al probador las atiendo.
-Gracias.
La empleada se fue y ellas quedaron solas mirando los vestidos.
-¿Qué fue eso de que me estoy divorciando? No estoy casada te lo recuerdo.
-Es solo una mentirita para que nos traiga el vestido más hermoso que tenga guardado.
-No puedo imaginarme de lo que serás capaz en las próximas tiendas si no conseguimos el vestido hoy.
Amelie entro al probador y tres vestidos la acompañaron en el pequeño cuartito. Se desvistió y se probó el primer vestido. Estaba diseñado en corte sirena, color rojo con encaje por todas partes, la piel expuesta era tapada por tela color carne. Salió en busca de la aprobación de su amiga.
-No, no me gusta. – Dijo sin más.
-Pero a mí sí, está bonito ¿No?
-Siguiente.
Regresó al probador y continuó con el vestido negro en corte A con mangas hasta la altura de los codos y una abertura apenas visible en la pierna izquierda.
-¿Qué te parece?
-¿Iras a una misa o qué?
-¿Tan malo lo ves?
-Siguiente.... – Se dirigió a la empleada - ¿Esto te parece sexi?
-Son los nuevos modelos.
-Deberían conseguir mejor distribuir.
Tercer vestido. Negro con abertura en forma de U en la espalda y lentejuelas del mismo color por todas partes. El largo de la tela llegaba un poco por debajo de las rodillas.
-Si de algo te sirve, yo creo que este no es el indicado. – Mencionó Stone.
-No puedo creer que lo hayas considerado tan siquiera.
-Estaba dentro de las opciones.
-Vámonos de aquí.
-¿Qué tan pronto?
-No hay lo que estamos buscando.
-Pero si hay muchos modelos.
-Aceptaste mi ayuda y por eso estamos aquí, me adelantaré. Cámbiate.
Sin más Cristina caminó a la salida y la dejó sola entre los probadores. La miro con la boca abierta y le sonrió apenada a la empleada.
Caminaron a la siguiente tienda de ropa y se repitió el mismo orden de las cosas, la empleada ayudó en la búsqueda del vestido adecuado, mientras que Amelie esperaba en el probador.
Se eligieron cuatro vestidos. Uno verde esmeralda, uno negro, uno rojo y uno plateado.
El verde esmeralda era largo en corte A con un escote corazón, se ceñía a la cintura y elevaba los pechos visiblemente. Amelie negó la cabeza frente al espejo, no era su estilo y Cristina pensó que el color no era adecuado. El vestido negro era del mismo corte que el anterior, solo que el frente y la espalda estaban cortados en V, Stone se sentía cómoda con el vestido, fue en busca de la aprobación de su amiga y esta solo pidió el siguiente.
Tercer vestido. Color rojo, el corte sirena fue una de las cosas que llamó la atención de Cristina al escogerlo, imaginó el cuerpo de Amelie dentro de este y conociendo sus atuendos anteriores en fiestas que habían asistido juntas no dudo en que seria el elegido. Su mejor amiga salió del probador y las expectativas habían sido erróneas. El vestido no era el indicado, no mostraba lo seductora que Amelie era por naturaleza.
Vestido plateado, este no mantenía un corte en sí, pero se ceñía considerablemente en todo el cuerpo, tenia una abertura en la parte baja del vestido por detrás. El escote rectangular no mantenía una imagen seductora, y por ello Cristina decidió buscar en la siguiente tienda.
-¿Puedes decirme por lo menos que tienes en mente?
-Busco algo para ti, un vestido que te haga lucir joven y muy sexy.
-No es necesario ir provocativa iré solo a cumplir con mi trabajo, no es una fiesta para divertirme.
-Pues debería serlo.
Se quedó mirando un maniquí en una de las tiendas más prestigiadas de la plaza. DeLucca, diseñador en ascenso que para el bolsillo de Amelie la podía dejar sin dinero por dos meses.
-No entraré ahí.
-¿Prefieres probarte los vestidos afuera o qué? – Dijo con sarcasmo.
-Es un diseñador exclusivo, los vestidos costaran miles de euros.
-Tal vez puedes pagarlos a plazos, además esto será una buena inversión, puede que al salir de la fiesta ya tengas un hombre enamorado.
-Entiende que el amor no está dentro de mis planes a futuro.
-Pues deberías.
Sin más Cristina se adentró en el piso de azulejos y le pidió a la empleada que le mostrara el vestido negro del maniquí. Con cara de muy pocos amigos la encargada hizo lo que le pidió y guio a Amelie al probador.
Amelie al ver el vestido se quedó asombrada, en primera porque lo miró tan pequeño para su cuerpo y en segunda porque el diseño era algo que ella probablemente no usaría por ética de profesionalismo en el trabajo. Tardó mas de lo planeado debatiéndose si pudiese mentirle a Cristina diciéndole que la talla no era la correcta y correr de ahí, pero conociendo lo testaruda que podría ser su amiga, sabía que no la dejaría irse a casa sin un vestido fácilmente.
La empleada tocó la puerta por la tardanza y Amelie le dejó pasar, le pidió que la ayudase con los cordones traseros del vestido. Dio las gracias y caminó hacia donde la esperaba su amiga. Cristina se quedó sin palabras al verla.
El vestido negro, brillaba bajo la luz de la tienda y llamaba la atención no solo de uno, sino de varias mujeres más que estaban alrededor. El largo cubría sus pies y quedaba un poco de tela arrastrándose por el suelo, la parte del torso era recto, ceñido a la cintura, con un pequeño realce en el busto, no se le notaban tanto, así que no tendría que cuidarse tanto de un accidente. Dos finas tiras eran el soporte del vestido que zigzagueaban en la parte de la espalda para unirse.
-¡Es perfecto! – Cristina sonrió al verla dar una vuelta.
-No lo sé, la parte de arriba no me hace sentir segura.
-Es lo de menos Amelie, con un buen brasier puede solucionarse.
-¿Puedo saber su precio? – Dijo a la empleada.
-Doce mil euros. – Contestó.
-¿Qué? – Amelie replicó.
-¡Lo llevamos! – Cristina dio saltos pequeños de alegría.
-¡Estas de coña!
-Toma, cóbrate – Le dio una tarjeta de crédito.
-¡Oye! Señorita no, no.... Disculpe mi amiga se ha equivocado.
La empleada se quedó de pie mirándola a las dos.
-Le he dicho que nos lo llevamos, ¿Puede cobrarnos?
-¡No! – Grito Amelie. – Señorita... disculpe, pero...
-Señorita, le pido que nos cobre el vestido. – Interrumpió Cristina. – O llamo a su gerente por no cumplir con la orden del cliente.
-Enseguida. – Pronunció la joven y se marchó a pesar de las protestas de Amelie.
-¿Cómo se te ocurre disponer de mi dinero sin mi autorización?
-He dicho que costara lo que costara te llevarías el vestido.
-Pero te había dicho que no este exactamente.
-No hay vuelta atrás, se han llevado tu tarjeta y la única manera en que puedan devolvértela es que lleves el vestido a cajas.
Enojada Amelie regresó al probador y se lo entregó a la joven que se lo mostró, escuchó el sonido de la tarjeta pasar por el cobro del vestido y solo respiró hondo. Cristina con una satisfacción enorme, dio las gracias y se marchó para la siguiente tienda.
-Nunca debí aceptar venir contigo a comprar.
-Ya es muy tarde para seguir quejándote. Debemos buscar ahora unos zapatos adecuados.
-Tengo zapatos en casa, solo te pedí que me ayudaras con el vestido.
-No puedes ir con zapatos usados Amelie, es una fiesta de gala y estoy segura de que miraras a muchas personas importantes.
-Técnicamente solo a las que conozco, porque es un baile de mascaras y algunos pueden ir con el rostro completamente cubierto.
-¿Por qué no lo has dicho antes? Pudimos escoger un vestido mejor, pero ya no importa, ahora lo primero es tu antifaz, dependiendo del diseño y color deberán ser los zapatos de tacón.
-Puedo escoger uno simple y ya está.
-No Amelie, este debe combinar con el vestido, en verdad que necesitabas ayuda con la moda. – Cristina rodó los ojos - ¿Dónde podremos conseguir un antifaz decente?
-Puedo pedirlo en línea, he visto paginas – Mentira. – Según los comentarios dicen que las entregas son en un día.
-Entonces déjame ver, necesito saber cual sería el adecuado.
-¡No!
-¿Qué? ¿Por qué?
-Digo que no te preocupes, sabré escoger bien, mira si quieres adelántate buscando zapatos mientras que yo busco la pagina que me recomendaron y te mostraré los que me hayan gustado.
-Me parece una idea razonable, solo que me llevare el vestido. – Le arrebató la bolsa de papel de las manos. – Por si se te ocurre ir a devolverlo.
-¿Crees que haría eso a tus espaldas?
-Si.
-Gracias por la confianza.
-De nada – Cristina se perdió en la multitud que también se encontraba de compras.
Amelie buscó un lugar donde nadie pudiese verla para conseguir el antifaz en una tienda virtual de artículos eróticos. Lo primero que se le ocurrió fue encerrarse en los baños. Cerró la puerta con seguro y abrió la pagina virtual, se dirigió al apartado de disfraces y encontró rápidamente las máscaras.
Pensó como posiblemente lo haría Cristina y recordó el vestido. Capturó pantalla de tres antifaces y rápidamente se los envió por mensaje a su amiga.
Este no, llevarías mucho negro encima y no vas a un velorio o a menos que estés buscando otra cosa.
Contestó rápidamente a la primera imagen, un antifaz negro con cristalería de fantasía pegados a los costados.
¿Es con temática veneciana? No puedes elegir un dorado con plumas de colores porque el vestido no es alegre, es algo mas formal.
El segundo antifaz, efectivamente contaba como temática veneciana y en la gala ese no era el tema principal. Estuvo de acuerdo.
¡Perfecto! Pensé que me enviarías solo imágenes de antifaces aburridos. ¡Compra este!
Su amiga acompañó su último mensaje con emojis sonrientes y ojos de estrellas, afirmando más su gusto por el antifaz, color plateado que cubría completamente los ojos y la parte de la nariz. Un par de pequeñas plumas adornaban el entrecejo y un poco de diamantina se esparcía por todas partes.
Amelie abrió el chat de la pagina para hacer su pedido.
De: Darkness69
¿Es posible obtener el antifaz para mañana mismo?
De: SexandJustSex
Querida Darkness69, algunas veces nuestros productos no hay totalidad en existencias, tendría que revisar.
De: Darkness69
Agradecería si el producto esta en existencia y pudiesen enviarlo mañana por la mañana, me urge.
De: SexandJustSex
Intentaré complacerte, en caso de que mi respuesta fuese negativa, ¿Te gustaría que te sugiriera modelos similares?
De: Darkness69
Solo que no sean iguales o semejantes al modelo que te he comprado con anterioridad, esta vez necesito algo diferente.
De: SexandJustSex
Revisaré en mi base de datos y te confirmaré.
De: Darkness69
Estaré esperando.
Pasaron aproximadamente cinco minutos cuando su celular emitió un sonido de nuevo mensaje.
De: SexandJustSex
¡Eres una suertuda! Tenemos disponible el antifaz que deseas, ¿A que dirección debo enviártela?
De: Darkness69
A la misma de siempre, te realizo el pago enseguida, muchas gracias.
De: SexandJustSex
A ti querida Darkness69, a medio día puedes recibir el pedido, ¿Deseas que agreguemos algo más?
De: Darkness69
Por el momento es todo, próximamente pediré con tiempo. Nos leemos pronto.
De: SexandJustSex
Disfrútalo querida.
Hizo el pago correspondiente, eliminó sus visitas dentro de la web y fue en busca de Cristina, quien ansiosamente la esperaba en la tienda de zapatos.
-Has tardado mucho, pensé que ya me habías dejado sola.
-Fue difícil encontrar existencia del antifaz, pero al final lo conseguí.
-¿Es el mismo que me mostraste cierto?
-Si, tranquila no he cambiado tus planes.
-Confío en ti. Prueba estos, creo que irán bien.
Le dio en la mano unos zapatos de tacón plateados cerrados completamente, solo que esta vez no acertó el número de calzado y los que le habían dado le quedó algo grandes y no había tallas más reducidas.
El siguiente par fueron unos tacones abiertos color negro, pero al imaginarse Cristina la combinación de todo el vestuario desechó la idea. No le gustaba que su mejor amiga solo llevara negro para la ocasión.
Amelie recorrió la tienda por su cuenta, mientras que Cristina le detallaba a la empleada lo que buscaba, miró al fondo de la tienda y encontró unas zapatillas plateadas con pequeños diamantes falsos incrustados en toda la correa que se enredaban en la parte externa del pie hasta los tobillos en forma de serpiente.
Sin preguntar, los tomó y se los midió, para su suerte aquellos zapatos estaban hechos a la medida, caminó con ellos un recorrido corto y los sintió cómodo, un factor importante para poder soportarlos toda la noche.
-Los he encontrado. – Dijo caminando hacia su amiga.
-¿Qué cosa?
-Mira, estos creo que van perfectos.
Le mostró sus pies y su amiga dio la aprobación. Esta vez amablemente Amelie le dio su tarjeta a la empleada y ambas salieron sin discusiones de la tienda.
-Bien, creo que hemos conseguido todo, ¿Vamos a casa? El carro...
-¿Qué? No, nada de regresar a tu casa, aún nos falta una cosa por hacer.
-¿Aún hay más? Hemos conseguido todo lo que deseabas, ¿Qué más falta?
-Debemos conseguirte un estilista.
-¿Estas bromeando cierto?
-¿Por qué? No me digas que te rehusaras.
-Claro que sí, no es necesario. He utilizado la tarjeta más de lo que la uso mensualmente, me he gastado los próximos seis meses de mi salario.
-Entonces gastemos otros seis meses para que se complete el año – Dijo con sarcasmo.
-Cristina, esto es algo serio.
-También te he dicho algo importante. Debemos ir al auto, de todas formas, he conseguido el lugar perfecto para ti.
-¿Cómo?
-Mientras te quedaste buscando el antifaz perfecto, yo también hice una búsqueda por el navegador y encontré que hay un sitio perfecto donde te arreglan el cabello y te dejan muy guapa.
-¿Puedo saber donde es?
-No, yo te guiaré.
-Sé que me arrepentiré toda mi vida después de esto. – Lo dijo en un susurro.
-¿Has dicho algo?
-Que no puedo esperar a ver que sorpresas me tienes.
Sonrió sarcásticamente.
Amelie siguió todas las instrucciones de su amiga hasta llegar al centro de la ciudad y aparcar delante de una estética que ella conocía solo de vista porque según sus pensamientos, aquel lugar se notaba tan elegante que su sueldo solo cubriría una manicura o pedicura, pero no para un cambio de estilo.
-Cristina, este lugar solo es para las personas con mucho dinero.
-No lo parece, además puedes pagarlo a plazos con tu tarjeta.
-No, no pienso seguir endeudándome con el banco.
-¿Y qué se supone que harás mañana entonces? ¿Arreglarte sola? ¿Pedirle a tu mamá que te maquille? ¿Ir con una amiga del trabajo?
-Sí, arreglarme sola es la opción mas apropiada.
-Eres la secretaria del jefe, no puedes ir como si fueses una practicante. Así que anda, mueve el culo y entra conmigo.
Cristina bajo de prisa para no escuchar otra excusa de su amiga y entro al local. Amelie la siguió.
-Tenemos una cita con Peter.
-¿A nombre de?
-Cristina.
-Adelante, las espera en la última silla, póngase cómoda y él se unirá a usted en un momento.
-Gracias.
Cristina camino rápidamente y le dijo a Amelie que se sentara.
-¿No podemos irnos y ya? Este lugar me produce nervios.
-No, así que siéntate y esperemos a Peter.
Un hombre delgado y alto con pantalones acampanados y una camisa ajustada se unió a ellas.
-Hola cristina. – Le dio dos besos en la mejilla a Amelie.
-Yo soy Cristina. – levantó la mano en saludo.
-A querida, lo siento, hola. – La saludó de la misma manera.
-¿Entonces tú? – Preguntó a Amelie.
-Ella es mi amiga, hice la cita a mi nombre, pero el trabajo es para ella.
-Ya entiendo, entonces díganme que desean.
-Quiero que le hagas algo en el pelo y que nos agendes un espacio para mañana en la tarde, ella es la secretaria personal del dueño de la empresa Kent y tiene una gala que asistir y debe ir reluciente, ¿A que sí?
Peter la miró con la cara asombrada.
-¡Por supuesto! Me lo hubieran dicho antes. ¡Carmen! – Llamó a una empleada.
-Por favor trae tres copas de champagne y agéndame una cita con la señorita...
-Amelie, Amelie Stone.
-Sera en la tarde, ¿Cómo a que hora desean que las vea?
-Bueno, el evento comenzará a partir de las ocho de la noche, pero debo estar antes de las siete, no sé qué hora te parezca bien.
-A las siete.
-Pero he....
-Cariño, si eres la secretaria, no creerás que serás la primera en llegar y la ultima en irte, debes ser quien llegará después de que la fiesta comience, a tu jefe no le importará. – La interrumpió.
-No, pero... yo soy la organizadora de todo.
-Con mucha más razón – reafirmó Peter. – Por el momento déjame hacerte una evaluación y si debemos hacerte algo hoy lo iniciaremos para que mañana luzcas radiante. ¿Lo has agendado ya? – Menciono a Carmen quien llevaba las tres copas de Champagne y una botella.
-A las siete tiene una decoloración con otra clienta, la señora Miles.
-Envía un mensaje y dile que se lo recorreré para mañana en la mañana.
-Esta bien.
-Si tardo un poco más, cancélame las citas de esa noche.
-Así será.
-Entonces... veamos. – Peter comenzó a elevarle el pelo a Amelie, a sentir la textura de este y evaluó el color. - ¿Te lo has teñido alguna vez?
-Hace años fue cuando iba al colegio.
-Te haremos un retoque de color, sin cambiarlo y te aplicaremos productos para que se note más brilloso y suave.
-¿Cuánto me costará? – Preguntó con miedo.
-No contestes. Toma – Le extendió la misma tarjeta con la que pagaron los demás artículos – Cóbrate ahora mismo y también lo de mañana.
-Cristina. – Pronuncio en tono de advertencia.
-¿Qué? Ya estamos aquí ¿No?
-Chica tú me caes bien. – Dijo aceptando la tarjeta, Peter.
Peter llamó a dos asistentes más y les platicó sobre el trabajo que harían en el cabello de Amelie, únicamente intensificarían el color castaño oscuro y le aplicarían una queratina para que se notara espectacular mañana en la noche.
Cuatro horas después ambas amigas salieron sonrientes del lugar y quedaron de reencontrarse con Peter al día siguiente.
-¿Ya ves que no solo la gente de Elite va a estos lugares?
-Pero tampoco mi cartera aguantará tanto gasto.
-El dinero va y viene, piensa que esto ha sido un pequeño gusto, dudo que te lo vuelvas a dar.
-Esto es como caer en la tentación, una vez que te gusta o empiezas a gastar así ya no hay vuelta atrás.
-Amelie eres la chica más controladora con sus cosas que conozco y duda que vuelvas a caer en esta tentación, como la llamas.
-Espero por mi bien tampoco volver a recurrir estos lugares.
Se abrocharon los cinturones y partieron rumbo a casa. Mañana el día estaría por volverse muy agotador.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro