Capitulo 10
Como de costumbre Amelie se levantó, desayunó con su hijo y lo llevó al colegio, esta vez regresó a casa y se sentó en el comedor a revisar su portátil.
-¿En verdad te pondrás a trabajar estas horas?
-¿Tengo algo mejor que hacer? No puedo descuidar mi trabajo mamá.
-Hoy es la gala hija, así que desde mi punto de vista deberías descansar lo suficiente para verte espectacular.
-Mamá, estoy bien y podré soportar la noche, no es algo nuevo para mí.
-¿Qué haces tú aquí? – Cristina se detuvo a verla en su recorrido por un vaso de agua.
-¿Sigues en pijama? – Amelie miró su reloj de muñeca. – Son las nueve de la mañana.
-Pregunté primero.
-Estoy trabajando, es lo que debo hacer.
-Ve a dormir y es una orden, ¿O quieres que todos vean las ojeras que tienes?
-¿Tengo ojeras visibles? – Se tocó la cara.
Su madre asintió y Cristina se cruzó de brazos. Resignada apago su computador y se encamino a su dormitorio. Su cuerpo volvió a tener contacto con su cómoda cama y no tardó en dormirse.
-Bella durmiente, ¿Segura que aún no deseas levantarte?
Amelie comenzó a abrir los ojos.
-¿Qué hora es?
-Tres de la tarde.
-¿Por qué no me has levantado antes? – Se sentó rápidamente en su cama.
-Creímos que debes dormir lo suficiente, solo que ha llegado un paquete y deseo saber que es.
Se colocó los zapatos de casa rápidamente y corrió a la puerta principal. Miró el paquete en el lugar habitual donde dejan la correspondencia y como siempre la caja tenía aspecto de regalo de cumpleaños.
Lo abrió con cuidado de que su madre y amiga no mirasen otra cosa que no fuera el antifaz. Desenvolvió el producto y aquello parecía ser recién elaborado.
-Esta mucho mejor que en la foto.
-¡Es hermoso!
Su celular comenzó a sonar.
-¿Señor?
-Amelie, ¿has enviado los correos correspondientes con todo el itinerario de esta noche?
-Si señor, lo he corroborado esta mañana.
-¿La prensa se está instalando?
-Son las tres de la tarde, se supone que deben estar ahí a partir de las cuatro y media o cinco, se ha organizado a un grupo de guardias que los guiaran con la coordinadora del evento.
-¿No estarás presente para cuando ellos lleguen?
-No pensé que fuera necesario, pero si lo desea, ahora mismo voy para allá y así vigilo que todo quede en orden.
-Esperaba que así fuera.
-No tenga problemas estaré ahí en cinco minutos.
-Te llamaré mas tarde, si necesitas algo no dudes en hacérmelo saber, aunque estoy seguro de que puedes arreglártelas.
-Si señor. – Colgó. – Tengo que irme.
Avisó a su madre y amiga, se metió a la ducha rápidamente y en menos de media hora estaba caminando de prisa buscando las llaves del auto.
-¿Te iras al trabajo?
-Mi jefe me ha enviado a verificar todo, regresaré lo más pronto posible.
-¡Amelie! Deberías estar pensado en ti, no en la fiesta.
-Prometo que regreso pronto.
-¡Mamá trae algo de helado!
-Claro cariño. – Gritó avanzando al elevador.
Condujo más rápido de lo que estaba permitido en la ciudad y al llegar al lugar de la gala, olvidó por completo su vida personal, comenzó a enfocarse en lo que estaba por venir.
-Hola Anne, ¿Debo saber si ha sucedido algo nuevo? – Se dirigió a la coordinadora del evento.
-Nada nuevo, solo que los decoradores están haciendo su trabajo y ha llegado el servicio del banquete, ¿Deseas que se instalen ya o aún acondicionaras una sala?
-No, se dio la orden que les brindaran el acceso al cuarto continuo del salón, esa es la cocina especifica para estos eventos.
-Entonces voy a avisarles.
-Gracias, por el momento pasaré a verificar la decoración.
Uno de los secretos que guardaba las empresas Kent es que siempre pensaban en construcciones útiles de espacio de relleno, como por ejemplo salones enormes que funcionarían como lugar de fiestas.
Al lado de las empresas Kent se encontraba un edificio de dos plantas que por fuera podría parecer todo un teatro en uso común, pero no, este era el lugar privado para hacer reuniones empresariales grandes o galas como la de esta noche, al ingresar estaba la parte restringida de los reporteros y camarógrafos que cubrirían solo la entrada de los asistentes, aquel espacio tenia una alfombra roja, digna de Hollywood y adornos florales por todas partes, sin olvidar el característico toque de las mascaras como adornos decorativos.
Al ingresar al primer piso un pequeño lugar de refrigero se encontraba esparcido por todo el piso alfombrado color gris oscuro, mesas individuales sin sillas se encontraban esparcidas y las barras libres estaban llenas de bebidas y bocadillos.
En la segunda planta donde el evento se llevaría a cabo, las escaleras habían sido adornadas con arreglos florales y listones de colores, gris, negro y blanco. Aquello contrastaba con los barrotes recién pintados dorados y la alfombra hindú que casi nadie notaba.
De los techos se desprendían enormes franjas de telas que se unían con el candelabro de cristal, el que alumbraba casi toda la pista central. A mano izquierda bajando por las escaleras los músicos comenzaban a colocarse, mientras que al frente al fondo las mesas con su cristalería fina ya estaban bien ubicadas, así como las de la parte derecha. La gran mesa de bocadillos estaba ubicada a un costado de los músicos y la barra de bebidas se situó al fondo a la derecha, para que no llegase a interrumpir el paso de los asistentes.
Agradeció a los muchachos por su trabajo y ayudó en colocar la cristalería que hacía falta, verificó si no necesitaban algo más y una hora después se quedó en la entrada principal dando la bienvenida a los primeros camarógrafos que comenzaban a llegar.
-¿Ya vienes o qué? – Cristina la llamó.
-Están comenzando a llegar las personas que cubrirán la llegada de los asistentes, no puedo irme ahora mismo. – Dijo rápidamente.
-Recuerda que tienes una cita con el estilista, no llegues tarde y mucho menos dejes que alguien te vea en esas fachas.
-Cristina, eso es lo de menos, primero mi trabajo y después lo que venga.
-Mujer ¿cuándo entenderás que primero el glamur y después lo demás?
Rodó los ojos.
-Tengo que colgarte, siguen llegando más personas.
Seis de la tarde. A ojos de Amelie la mayoría de los reporteros estaban instalados en sus posiciones correspondientes, como última revisión antes de considerar irse a casa, caminó a la cocina adherida al gran salón y preguntó si todo comenzaba a estar listo. Probó algunos platillos que ya estaban listos y la boca se le hizo agua, aquello era más que delicioso, su jefe no podía tener mejor paladar, ella misma no lo hubiera hecho tan bien.
-¿Dónde estás? - Le gritó por segunda vez su amiga por las manos libres del auto.
-Voy para casa.
-Amelie Stone, tienes media hora para llegar y meterte a bañar, Peter no tarda en llegar.
-¿No fueron ustedes mismos quienes dijeron que debía llegar tarde a la fiesta?
-Si, pero no dije que te fueras a verificas que todo esta bien, ¡Debiste relajarte en casa!
-Tranquila ya voy para allá, seré lo más rápida posible con la ducha.
-Ojalá así sea.
Abrió la puerta de su departamento y su amiga rápidamente la llevo a su baño en el dormitorio, le dijo que solo tenia quince minutos para que el cabello pudiese secar antes de que llegara Peter y no las matara a ambas.
Le dejó doblada la ropa interior y una bata limpia sobre la cama. Amelie dejó la ducha una vez escuchó la puerta de su habitación cerrarse y se envolvió en una toalla seca.
Miró el bikini de encaje negro sobre su cama y un brasier que te ayudaba a levantar los senos sin tirantes ni ataduras por detrás. Rio ante la idea de que su amiga había pasado el día buscando en su cajonera lo más adecuado para la noche o que simplemente lo compro ayer sin darse cuenta.
Por segunda vez en el día, siguió ordenes y se puso todo lo que había en la cama, se hidrató la piel con crema olor a lavanda como siempre le gustaba. Salió a la cocina para poder pescar algo de comida, ya que solo tenía el desayuno en el estómago.
-¿Qué estas haciendo?
-Busco algo de comer.
-Ya esta aquí Peter.
Amelie se dio cuenta que no estaba sola en casa como era común, lo saludó avergonzada por no verlo antes y él lo dejó pasar. La sentó en la mesa del comedor y comenzó a explicare todo lo que le haría.
Una de sus ayudantes comenzó a darle unos pequeños masajes y ponerle una mascarilla en la cara. Minutos después se lo retiró, limpio la piel y comenzó con los productos de belleza.
Mientras las brochas se deslizaban por su cara, la plancha de cabello comenzaba a hacer su trabajo, en palabras de Peter solo rizaría un poco el cabello y le daría volumen, llevarlo suelto sería una buena idea por el diseño del vestido.
El maquillaje esta ocasión no seria cargado y no llevaría mucho trabajo, pues el antifaz cubría la gran parte del rosto. Cuando la maquillista dio por finalizado su trabajo, Peter lo observó y dijo que era el momento de poner el antifaz para que la obra de arte no se arruinara.
Lentamente el antifaz fue colocado y Amelie pasaría por desapercibida esta noche si así lo deseaba. Su madre y amiga se quedaron atónitas ante la mujer que tenían al frente.
-Voy por el vestido y los accesorios.
Corrió Cristina hacia el interior del departamento. Regresó con el vestido en una mano, los tacones en la otra y la pulsera de diamantes que había escogido minutos antes de su joyero.
-¡Anda cámbiate ya! Queremos verte al completo.
Obediente Amelie se apartó de todos los asistentes y fue al baño de visitas, con cuidado se metió en el vestido y se puso los tacones con un poco de dificultad, se colocó los aretes plata y la pulsera. Salió en busca de ayuda y todos alabaron su belleza.
Cristina corrió a ayudarle con los cordones traseros del vestido.
-¡Estas bellísima! – Peter le arregló unos mechones por encima del hombro.
-Gracias, has ayudado en el proceso.
-Es mi trabajo linda.
-Mamá, ¿Eres tú? – El pequeño Dani olvido su programa televisivo y se unió al parloteo de los adultos.
-Si cariño, ¿Crees que estoy guapa? – Preguntó con indecisión.
-Eres la más hermosa de todas, ¿A que esta muy guapa? – Miró a todos.
-¡Claro que sí! – su madre se acercó y la abrazó – serás la más guapa de la fiesta.
-Toma cenicienta, no olvides llevar esto. – Cristina le dio su cartera de la misma tonalidad del vestido.
-Gracias a todos.
-¡Anda ya! No es para tanto, el taxi te espera abajo.
-¿Taxi? Iba llevar el auto.
-Dudo que puedas observar bien con el antifaz, así que no quiero que arruines lo bella que vas – La abrazó. – Ve y trae a uno de esos millonarios a casa. – Le dijo al oído.
Por ultima vez Amelie se despidió y bajo en busca del taxi. Le indicó la dirección y al llegar notó que la multitud de personas interesadas por la farándula abarrotaban las aceras.
Al bajar del taxi, recordó que también tenía otra misión, descubrir quien era el supuesto practicante que la había invitado a la misma fiesta, su pase decía <<Asistente personal>> esta noche podría ser dos personas sin que nadie se diera cuenta.
Curiosamente la alfombra del pasillo de los invitados ya había sido cerrada y los camarógrafos estaban alistándose para marcharse, un tipo alto y corpulento de seguridad la detuvo cuando ella intentó ingresar.
-Su pase por favor.
Le mostró su gafete.
-Lo siento señorita Stone no la reconocía.
-No importa.
El guardia la dejó pasar y le deseo una noche agradable. Agradeció amablemente y continuó con su recorrido. Las puertas estaban abiertas de par en par y la música se escuchaba por todo lo alto, visualizó a personas intercambiando charlas, miró panorámicamente todo el lugar.
Se quedó petrificada al mirar al hombre de la mascara familiar. Aquello no podía ser cierto. Lentamente comenzó a bajar las escaleras y el hombre notó su presencia, miró en su dirección.
Amelie desprendió curiosidad por los asistentes más cercas de su presencia, la mayoría de los invitados no la conocían por ser dueños de otras empresas. El único quien parecía conocerla era su propio jefe, indescriptiblemente ella también lo reconoció al llegar.
El corazón le latió de prisa y su cerebro le pidió huir antes de que él también la reconociera y no exactamente como su secretaria. Aquello no debía estar pasando, ella no se podía tirar a su jefe en las noches, había sido un error. Imaginó que las máscaras casi nunca son indiferentes, así que se tranquilizó pensando en que su desconocido nocturno y su jefe tenían los mismos gustos.
Se unió a su lado y saludó cortésmente.
-Señor Kent – extendió su mano en saludo. - ¿Está todo en orden? – Tembló ante su contacto.
-Amelie, estas impresionante... sí, ha sido fenomenal lo que has hecho, felicidades. – Miró con los socios que se encontraba. – Señores permítanme presentarles a la organizadora de todo esto, mi secretaria Amelie Stone.
-Felicidades señorita, todo ha sido impresionante. – Habló uno de ellos.
-Gracias, lamento no poder recibirlos personalmente.
-Es comprensible. – Respondió otro.
-Bien, entonces verificaré que todo marche en orden. Los dejo, disfruten de la noche.
-Igualmente señorita. – Respondieron.
Caminó a la barra de bebidas y pidió un tequila para controlar los nervios que se le acumulaban en el estómago. Dijo un mantra para tranquilizarse y evitó pensar en teorías que solo la pondrían mal.
Se mezcló con la multitud y como en años anteriores hizo su papel como una buena secretaria, complaciendo a los socios con lo que desearan y proporcionando una buena atención.
-Amelie, ¿Eres tú? – Su exjefe se acercó.
-Señor William, así es soy yo. Buenas noches, me gusta su máscara, es sencilla.
-Bueno, diré que gracias, aunque no soy partidario de este tipo de temáticas, ¿Lo sabes verdad?
-A decir verdad, a mí tampoco me van, pero su hijo ha tenido la idea y ¿la señora Kent? No la he visto esta noche.
-Esta con unas amigas, probablemente se encuentra recorriendo algunas mesas, ¿Por qué no nos acompañas esta noche?
-Señor, pero... yo solo soy la secretaria y debo corroborar que todo vaya bien.
-Excusas, todos los años nos evitas, esta vez no creo que muchos te reconozcan, había dudado acercarme antes, ni yo mismo podría saber si eras tú.
-Creo que las mascaras confunden mucho. – Se encogió de hombros.
-Igual lo pienso, pero dime, ¿Nos acompañaras? Aunque sea en el discurso de bienvenida de mi hijo.
-Señor, pero...
-He dicho que nada de excusas, te esperare en nuestra mesa. – Detuvo a un mesero. – Un Martini por favor. – Y se marchó.
Amelie cerró los ojos, precisamente hoy las cosas le parecían más complicadas que un día de trabajo normal. Se dio la vuelta para caminar a la barra por otro trago fuerte cuando escuchó una voz llamarla.
-¿Si señor? – Su jefe estaba a su lado.
-¿Ha llegado ya?
-¿Quién? – Se sintió confusa.
-La esposa de mi amigo, te he dicho que vendría solo que es tímida.
Su corazón volvió a latir de prisa y las piernas le temblaron.
-No señor, aún no me han avisado de alguien que me esté buscando y tampoco se a acercado nadie.
-Esta bien, me avisas cuando eso suceda por favor.
-Disculpe que lo pregunte, pero... ¿Es importante para la gala?
-No, solo que prometí estar al pendiente de ella, es la esposa de un buen amigo.
-Le avisaré cualquier cosa señor.
Él rápidamente salió de su campo de visión y otro grupo de señores en traje lo distrajeron. Amelie llegó a la barra y pidió otro tequila y otro más. El barman parecía hacer sus propias conclusiones y la miraba como si fuese una mujer despechada.
-Un wiski por favor.
Reconoció la voz a su lado y no se atrevió a mirar, fijo la mirada a sus pies y dejó que el cabello le tapara los costados, ahora mismo deseaba pasar desapercibida. Sintió que el desconocido se fue y ella caminó en sentido contrario. Sin darse cuenta estaba sentada en la mesa de su jefe con sus padres.
-Me da gusto que nos acompañes. – Su exjefe le sonrió.
-Se lo debía señor. – le regresó la sonrisa.
-¡Amelie, querida! – La señora Kent la saludó con dos besos en la mejilla. – Me asombra tenerte en la mesa con nosotros, siéntete parte de la familia.
-Muchas gracias, señora. – La abrazó.
-Bien, creo que es hora del espectáculo. – Patrick se sentó a su lado. La miró confuso. – Amelie, disculpa, no te había visto. Esto...
-No se preocupe, su padre me ha invitado a acompañarlos, si le molesta me puedo retirar. – Se levantó de prisa.
-No, no. – El la invitó a volver a sentarse. – Por favor siéntate. Solo que fue una sorpresa, por supuesto que te puedes quedar.
-Gracias. – Fue lo único que dijo y se centró en lo que pasaría a continuación.
La coordinadora del evento se acercó a Amelie y le dijo que era hora de iniciar, ella como responsable de todo el evento, se levantó de su lugar y tomó el micrófono en medio de la pista.
Carraspeo.
-Señores, bienvenidos sean todos... me complace presentarles al gerente general de la empresa Kent, el señor Patrick Kent, recibámoslo por favor con fuertes aplausos.
La audiencia se puso de pie y Patrick caminó hacia ella. Le dio las gracias y tomó su lugar, ella silenciosamente se ubicó a un lado de la pista de baile donde nadie pudiese notarla.
-Gracias a todos por estar un año más aquí. Hoy como saben, Kent la empresa que fundó mi padre hace quince años celebra un año más. Me gustaría que todos levanten sus copas – Amelie se acercó a darle una copa de Champagne y él le toco el brazo pidiéndole en silencio que se quedara. - y brindemos por el esfuerzo de mi padre, los empleados que hacen que la empresa funcione correctamente todos los días, los socios que han confiado en nosotros, por los nuevos que vendrán y por la señorita aquí presente – Amelie se petrificó y lo miró – Gracias a ella hoy tenemos una buena gala por disfrutar. ¡Salud a todos!
Los asistentes repitieron el típico ¡salud! y el salón se inundó de aplausos.
-Señor gracias por la mención, pero no era necesario. – Amelie lo enfrentó en un momento de distracción entre todos los asistentes.
-Te lo mereces, estos días has trabajado muy duro. Comienza a aceptar cumplidos.
Un señor los interrumpió y Amelie quedó sola en la pista. Bebió todo el contenido de su copa y se apartó de la multitud. La música comenzó a amenizar el lugar y ella aprovechó para dar indicaciones en que sirvieran la cena.
Se moría de vergüenza y decidió que su lugar sería quedarse en la cocina escondida de que la gente pudiese pensar que ella estaba haciendo todo esto para gustarle a su jefe. Tantos años de trabajo bien ganados, no les daría gusto a las personas allá afuera. La coordinadora le avisó que las mesas habían sido servidas y que los meseros estaban al pendiente de lo que pudiesen necesitar.
Preguntó al Chef si necesitaba ayuda en la terminación de algunos platillos y él le indicó que a los canapés le faltaban un pedazo de cilantro como decoración, ella sin escucharlo dos veces se puso manos a la obra.
-¿Pero niña, qué haces aquí? – La señora Kent la sorprendió en la cocina.
-He pensado que necesitaban ayuda.
-Eres la secretaria de mi hijo, no una empleada del buffet, debes estar con él.
-Señora, pero...
-Vamos a la mesa. – Se escuchó como una orden.
Amelie se lavó las manos y la siguió hasta la mesa como si hubiese sido una niña regañada por comer las galletas que no debía.
-¿A dónde has ido? – Su jefe la intercepto al verla sentada a su lado.
-Estaba en el baño, señor. – Miro de reojo a la madre de Patrick.
-Después del postre tendrás que acompañarme. Tenemos que cerrar un trato importante y quiero que estés presente para que puedas recordar lo más importante y después plasmarlo en notas.
-¿Necesitará algún contrato? Puedo subir por ello.
-No hace falta por el momento me bastará que sea un contrato de palabra, confío en estas personas.
-Esta bien, si desea que enviemos una bebida especial antes de que vaya a hablar con ellos puede decirme y hago que envíen una botella.
-No hace falta, de todas formas, saben que la invitación a la gala ha sido directamente para cerrar tratos.
Patrick dejó la charla por terminada y comenzó otra con las personas de al lado. Cada vez que Amelie lo miraba a la cara sus engranes de la cabeza trabajaban a toda marcha, las imágenes nocturnas en el club se reproducían en su cabeza y tenía miedo de que él la reconociera, podría perder su trabajo.
Dejo a medio terminar los tres platillos que se sirvieron en la cena, probó el postre de chocolate, pero tampoco lo terminó. Su jefe la miró incrédulo.
-¿Tan mal han sido mis elecciones?
-¿Disculpe? – Ella no sabía a que se refería.
-Hablo de la comida. – Le señaló con el tenedor. - ¿Tan mal han sido mis elecciones?
-Oh no, no señor, todo ha estado muy bien, simplemente se me ha ido el apetito.
-¿Es porque te has desvelado con todo esto? No debí encargártelo todo a ti, soy un jefe desconsiderado.
-Oh no, usted es todo lo contrario, ha sido un buen jefe, solo que yo había comido en casa antes, por ello no tenia mucho apetito. – Mintió.
-Me había preocupado.
-Le aseguro que los asistentes están encantados con la elección de platillos.
La mayoría de las personas estaban terminando con sus postres y los meseros comenzaban a llenar las copas de vino u alguna otra bebida que pidiesen.
-Creo que es hora.
-¿Ya?
-Si, bien dicen que los negocios se hacen con el estomago lleno.
Se levantó y ella lo siguió. Se disculpo con quienes los acompañaban en la mesa con una sonrisa y se quedó a un lado de su jefe quien ya se encontraba estrechando manos con otro señor de traje.
-Amelie, ellos son Carrick – Le presentó al primer hombre y ella estrechó manos y recibió dos besos en la mejilla. – Y él es Derek.
Escuchó el segundo nombre como si su mundo se parara. Le estrechó la mano y cuando sintió su roce supo que era el mismo Derek de Greenville. Él se acercó a darle dos besos en la mejilla y ella se quedó petrificada.
-Un gusto volver a verte Mi...
-Derek, hola. – Ella lo interrumpió.
-¿Se conocen? – Patrick parecía no entender lo que sucedía.
-Viejos amigos.
-¡Vaya! Es una buena noticia, creo que entonces podremos relacionarnos de buena manera.
-Antes que nada, señor Kent nos gustaría agradecer la invitación, es una fiesta agradable.
-Todo gracias a Amelie, ella lo organizó todo.
-Siempre ha tenido buenos gustos. – Respondió Derek.
Amelie deseaba que la tierra se la tragase. Se cogía por las noches a su jefe y ahora tenía al padre de su hijo más cerca de lo que quisiera.
<<¡En qué lío te has convertido Amelie!>> Pensó.
-Espero que se la estén pasando muy bien, si necesitan algo no duden en hacérmelo saber.
-Todo ha estado muy bien, agrademos su hospitalidad.
-No es nada, nos gusta ser cordiales, ¿Pretenden quedarse más días? Podemos fijar una cita de rutina en la empresa para este lunes, tenemos casi lista el área de mercadotecnia, lugar donde Derek sería nuestra imagen.
-¿Qué? – Amelie dijo sin pensar.
-Derek puede ser nuestra imagen de la empresa y se puede contratar para otros proyectos bajo nuestro nombre. – respondió Patrick.
-No sabía que trabajabas aquí ¿Cuándo dejaste Batterbemg?
-¿Batterbemg? – Patrick ahora se encontraba confuso.
-Es un tema largo. – sonrió nerviosa. – Dime, ¿Tú ahora vives aquí?
-Resido en Gales, pero la empresa Kent me ha contactado y aquí estoy, aún no hemos firmado nada.
-¿Qué les parece si fijamos la cita? – Carrick cambió de tema.
-¿El lunes a las ocho de la mañana?
-Si me parece un buen acuerdo.
-¿Por qué no mañana? – Dijo Amelie.
Su jefe la miró como si le faltase un tornillo.
-Porque sería una buena idea de que conocieran las funciones de la empresa en un día laboral, además recuerda que mañana no laboramos por descanso de esta noche. Siempre eres muy activa Amelie.
-Lo siento, no lo recordaba. – Miró el suelo.
-Entonces tenemos una cita.
-Así es señor Kent.
Los hombres estrecharon manos y a regañadientes Amelie también debía despedirse. Patrick colocó una mano en la espalda desnuda de Amelie y caminó con ella. Amelie se sorprendió por ese repentino cambio.
-¿Vivías en Batterbemg? – Fue lo primero que preguntó.
-No, en Greenville.
-¿Entonces que fue eso de haber dejado Batterbemg? ¿De donde se conocen ambos? Él parecía saber más sobre ti. Si lo conocías pudiste hacer más fácil el contrato.
-Ambos somos originarios de Greenville, solo que tuve que mudarme de ahí hace tiempo y perdimos contacto cuando llegué a Batterbemg por eso él pensó que seguía ahí. ¿Por qué yo no sabía de esto?
-Es un modelo en ascenso y estudiamos su perfil y tiene mucho por venir, pensé que habías leído el contrato que te pedí revisar con los abogados.
-Solo estudiamos el contenido, no los implicados, nadie lo notó interesante.
-Bueno, pues ahora que sé que lo conoces y sabes que la empresa tiene un interés en él te pido que lo convenzas de quedarse con nosotros.
-Señor, pero no creo que sea lo correcto, no estaría haciendo mi trabajo como su secretaria al contrario estaría usando algo personal para beneficios profesionales y no me parece correcto.
<<Tampoco es correcto que te cojas a tu jefe>> una voz interna le recordó.
-Amelie a veces si tenemos cartas a nuestro favor es mejor usarlas a quedarnos sin ninguna, ¿Puedes pensar en el beneficio de la empresa?
-Prefiero mantenerme a raya.
-Piénsalo por lo menos, por favor.
-Hasta que los encuentro. Patrick, el señor Kim-Chan esta solo en estos momentos – William nos interrumpió.
-Pero padre, es mejor que vayas mamá y tú, saben que él es muy conservador.
-Confío en ti, puedes logarlo. – Le tocó el brazo y regresó a la mesa.
-Amelie acompáñame por favor.
-¿Tengo otra opción?
Mientras caminaba por detrás de su jefe sintió un par de ojos seguirla en todo el recorrido y no deseaba voltear si sus sospechas eran buenas o no. Sin duda alguna su noche y días parecían mantenerse agitados.
-Señor Kim-Chan, bienvenido de estar aquí. – Lo saludó cortésmente.
-Gracias por la invitación, mi esposa y yo estamos alegres con la temática.
La señora saludó a Patrick.
-Ella es la señorita Amelie Stone, encargada de hacer esto posible y mi secretaria personal.
-Felicitaciones señorita, todo ha sido estupendo.
-Muchas gracias – Saludo en Japones y cortésmente hizo sus reverencias como Patrick.
-¡Oh vaya! Muy buena pronunciación, ¿Ha estado en Japón antes?
-No, conozco el idioma muy poco, apenas estoy aprendiendo.
Ambos japoneses se sintieron alabados por las palabras de Amelie, durante los años que trabajaban con William siempre usaron un interprete para las palabras que no conocían y ahora con Patrick parecía no hacer falta.
Continuaron una charla divertida en Japones sin incluir al patriarca de la empresa y ellos quedaron encantados con la dulzura y amabilidad de Amelie.
-Señor Kent, muchas felicidades tiene una secretaria muy eficiente, si no la cuida puede que se abra una vacante en Japón. – Dijo en inglés.
-No creo que sea posible Amelie solo es nuestra. – La tomó de la cintura.
-Lo consideraré. – Dijo Amelie en Japones.
Los señores Chan rieron al igual que Amelie.
-Es un gusto saber que podemos seguir teniendo una colaboración entre empresas señor Kent, esperaré su renovación de contrato esta semana.
Patrick se quedó pasmado, por primera vez no tuvo que hablar mucho para convencer a un nuevo socio.
-Sin duda alguna lo tendrá el lunes a primera hora. Muchas gracias.
-A usted y a la bella Amelie.
-Que disfruten la noche.
Se despidieron y nuevamente Amelie con Patrick se quedaron a mitad de pasillo solos.
-Son agradables.
-¿Qué fue aquello?
-Conversamos en Japonés, dice que pensaba no asistir a la fiesta porque le pareció poco formal, pero que ahora no se arrepiente.
-Mi padre y yo estamos muy agradecidos por tu ayuda.
-Es mi trabajo señor.
-¿Me acompañas a la mesa a contarle a mi padre?
-Estoy para servirle.
Volvió a poner su mano en la espalda de ella y juntos caminaron a su mesa. Le contó a su padre que se reforzó el trabajo del señor Kim-Chan gracias a la encantadora Amelie y que él esta vez no había hecho casi nada, el merito era solo de ella. Su padre contento le agradeció más de lo necesario y le dijo que estaban en deuda.
Ella apenada aseguró que solo era parte de su trabajo y que no era necesario deberle nada. Se sentaron juntos y pidieron nuevas copas de Champagne, aquello debían celebrarlo. Chocaron copas para celebrar que aun tenia un convenio con un empresario de Japón.
-Amor, acompáñame a la pista de baile, debemos celebrar esto. – Dijo el señor William dejándolos solos en la mesa.
-Su padre esta orgulloso.
-Yo también lo estoy, has hecho un buen trabajo.
-No hablaba por mí.
-Pues yo sí, ¿Qué te parece si me concedes esta pieza por lo que has logrado?
-Señor, yo no creo....
-Anda vamos, solo son unos pequeños pasos de baile, mañana puedo volver a ser tu jefe.
Amelie sonrió con diversión. Su jefe le tendió la mano y ella gustosa aceptó. Los asistentes se unían en parejas y la banda sonora no dejaba de reproducir canción tras canción.
Se movieron lentamente al ritmo de la canción <<One Woman man>> Ambos se miraban a través de las máscaras.
Ella se debatía en seguir con su secreto o decir toda la verdad ahora mismo, seguir cogiéndose a su jefe después de esta noche no era buena idea. Mientras que en la cabeza de Patrick las ideas divagaban sobre si su dama nocturna aparecería en algún momento o si ya se encontraba ahí mismo y lo estaba evitando a toda costa.
Derek se aceró con paso decidido a la pareja de baile.
-¿Puedo terminar esta pieza con la dama?
-Por supuesto. – Patrick le entregó las manos de Amelie y se retiró.
-Una mujer para un hombre. Una buena canción, ¿Ustedes son algo?
Amelie miró a otras direcciones menos a él.
-Es mi jefe, no tengo intenciones de algo más.
-No lo parece.
-¿A qué viene todo esto?
-Comienzo a pensar que me mentiste sobre Batterbemg.
-He entrado a trabajar aquí por recomendación.
-¿Por qué me evitas? ¿Qué te hice?
-Derek no es el momento, ¿Podemos dejarlo para otra ocasión?
-No, no sé en qué momento volverás a ponerte en contacto o nos encontraremos, siempre huyes y no sé por qué.
-Derek no es el lugar.
-Amelie solo dime porque huyes cuando nos encontramos.
-He dicho que no huyo, solo tengo cosas por hacer.
-Entonces hablemos tenemos una larga noche.
-No puedo, estoy trabajando.
-Miel...
-No vuelvas a decirme así. – Se detuvo en medio de la pista de baile. – Estoy en mi trabajo y aquí no relaciono lo personal con lo profesional. Así que sí me disculpa señor Spencer, que disfrute la velada.
Caminó hacia su bolsa en la mesa de su jefe y salió de prisa de aquel lugar. Para su mala suerte no había traído su auto y conseguir un taxi sería casi imposible a estas horas a menos que se pidiera por teléfono y eso tardaría media hora en llegar.
-¡Amelie! – Su jefe corría de prisa a donde se encontraba. – Te he visto salir de prisa, ¿Todo está bien? – Se quito la máscara al llegar a ella y se sintió mas expuesta.
-Si, señor, solo que... estoy cansada, creo que es momento de irme a casa si no le importa.
-Por supuesto, puedes irte, has hecho mucho, estoy agradecido. – le sonrió dulcemente. – Espera aquí enviaré al chofer para que te lleve a casa.
-No, no, no hace falta. – Esperaré un taxi.
-Por favor, deja que el chofer te lleve a casa.
Aceptó porque teníatanta culpa encima, que aquello no la dejaría dormir. El chofer llegoenseguida, subió al auto y partió a casa.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro