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No puede ser.

Llegaron al nuevo hogar del castaño en tiempo récord. Era increíble la velocidad que tenía su demonio cuando quería esforzarse por llegar a alguna parte. No bajo al humano de sus brazos en ningún momento. Abrió la puerta usando sus colas y se fue directo al sillón. Lo colocó ahí y él se arrodilló enfrente suya, recostando su cabeza en sus piernas.

-Takano-san, ¿qu...?-El demonio lo interrumpió.

-No vuelvas a hacer algo como eso.-Sintió al pelinegro temblar ligeramente. ¿Acaso estaba asustado?-Casi muero del susto.-

-Takano-san, ¿por qu...?-El humano acarició los cabellos del Kyūbi.

-Cállate.-Dijo tranquilo el demonio, pero con fuerza.-Solo... déjame recargarme en ti un rato.-Estar alejados el uno del otro, lo ponía muy ansioso. Sin él dando vueltas a su alrededor, sentía que no tenía fuerzas para hacer nada. Era una estupidez, sin duda alguna. Hace apenas unos meses estaba perfectamente bien solo. Ahora, sabía que no podría vivir sin su Onodera Ritsu.

-Perdón Takano-san.-El Kitsune asintió.-Debí haberte llamado apenas me encontré con él.-El castaño se movió un poco incómodo en su sitio. Quería verle la cara a su pareja y saber que estaba bien.

-Si, eso debiste hacer.-Se levantó, para poner al humano sentado en sus piernas, mirándolo a la cara.-Pero te gusta buscar problemas.-Lamió la herida que desde hace un rato no dejaba de sangrar.-Ese idiota.-Apretó los labios mientras fruncía el ceño, claramente irritado con el agresor.

-Mmm.-El menor cerró con fuerza sus ojos, dejándose tocar por el otro.

-Siempre es en la misma mejilla.-Dijo sobándola con su pulgar, dándose cuenta que era la misma donde él lo hirió en un pasado.-Tendré que tener especial cuidado con ella entonces.-Besó el lugar, luego de curarlo.

-No exageres.-Se separó un poco del pelinegro.-Puedo defenderme solo, muchas gracias.-Agradecía su ayuda pero él era lo suficientemente válido por sí mismo.

-Ritsu.-El Kyūbi besó su nariz para luego frotarla con la suya.-No hagas mi deber más difícil. ¿Acaso no te diste cuenta?-Preguntó, esperando que se percatará de lo que intentaba decirle.

-¿De qué?-El humano se acomodó mejor en sus piernas. Puso sus piernas a los lados del mayor para así mirarlo mejor. Colocó ambas manos en las mejillas del demonio, acariciandolo. Era su más efectiva forma de calmarlo.

-¿Cómo actuaron los demonios?-Se inclinó un poco hacia la izquierda, frotándose contra las manos del humano.-No creas que esa chica fue la única que intento ayudarte.-Apretó mejor el cuerpo de Ritsu contra él, tomando su cintura con sus manos.-Es por eso que debes llamarme enseguida, no puedo estar debiéndole favores a todos los Yōkai que te ayuden.-Mencionó rodando los ojos.

-¿Favores?-¿Los demonios se hacen favores entre sí?-El castaño puso un dedo en su boca, intrigado.

-Fue una de las primeras leyes que coloque.-Recordaba esos tiempos donde todos los demonios de verdad, actuaban como unos monstruos. Aunque, aún existen algunos que son incorregibles, algún día se desharía de ellos.-Si un demonio ayuda a otro, el ayudado le deberá un favor a su "salvador". De esa forma, pude hacer que dejaran de matarse unos a otros.-Eso, y castigando a los delincuentes. Pero eso no lo diría.-Por supuesto, estos favores tienen unas limitaciones.-Si los Yokāis pensaban qué podían abusar de su amabilidad, estaban muy equivocados.

-Obviamente, no es común que alguien ayude a un miembro de la familia real.-Pinchó la nariz del castaño con sus uñas. Si hablábamos del más débil de los cuatro que la conformaban, ese sería Ritsu.-Y aún más raro que vengan a reclamar por el favor, pero es mejor prevenir que lamentar, amor.-Quitó un mechón de la cara de Ritsu, poniéndolo detrás de su oreja.

-Esta bien...-Respondió cansado, recostándose en el pecho del mayor. Tenía sueño. Aún era de día pero su cuerpo se obligó a exportar tanta adrenalina alrededor de sus músculos que cuando esta se acabó, solo quedó el cansancio del susto.-Querido.-Que por hoy, se conformará con eso.

-Eres un tonto.-Dijo el demonio sonriendo, apretándolo más contra él. Tal vez no fuera la confesión que esperaba, pero algo era algo. Era la primera vez que lo llamaba de una forma cariñosa. Un avance.

Onodera se pegó más al pecho de su pareja, sintiendo sus mejillas calentándose poco a poco. Ahora sería un buen momento para decírselo, de una vez por todas.-Ah...-Balbuceó un poco, sin dejar que el pelinegro le viera la cara de vergüenza que tenía.-Takano-san... yo...-No pudo terminar su pobre intentó de confesión porque el Kitsune lo alzó en brazos.

El humano se afianzó bien de su dueño, rodeando su cuello con sus brazos y su cintura con sus piernas.-¿Qué pasa, Takano-san?-Preguntó alarmado, alzándose con la ayuda de los fuertes hombros del Yokāi para verle mejor el rostro. La expresión que tenía su demonio no le decía nada bueno.

-Están aquí.-Dijo mirándolo seriamente. Onodera soltó un quejido de horror. Hoy no sería un buen día.

Takano Masamune avanzaba con rapidez cargando al castaño que iba fuertemente aferrado a su cuello, algo asustado y angustiado. Se movían hacía la casa de su pareja. Lo sabía desde el momento en que arribaron. Los cazadores que Onodera le había dicho que venían, ya estaban aquí. Los podía oler en la estación de trenes, al otro lado del pueblo. No les llevaría mucho tiempo llegar hasta la casa de Ritsu.

-¿Qué de-deberíamos hacer, Takano-san?-Dijo el humano, los nervios le estaban ganando la batalla. No sabría cuánto tiempo más aguantaría sin sufrir un colapsó.

-Lo mejor será que te coloques tus cosas y vayamos a la oficina.-Comentó el pelinegro, pareciéndole lo más sensato. Se "supone", que el chico debería estar con él, vigilándolo sin que se diera cuenta. Así lograrían despistarlos.

El castaño asintió, de acuerdo con sus palabras. Se soltó un poco del cuello del demonio, se le cansaban las manos de usar tanta fuerza para agarrarse. Además, su pelinegro nunca lo dejaría caer. No había lugar más seguro para él, que los brazos de Takano. Respiro, tratando de calmarse. No debía parecer sospechoso, eso solo empeoraría las cosas.

El demonio aprovechó su posición para besarlo brevemente en los labios, intentando transmitirle calma. Que supiera que no estaba solo en todo ese embrolló, en donde él mismo lo había metido. Ritsu sonrió tímidamente. Estarían bien, seguro que sí.

Llegaron hasta su apartamento. Por lo menos no notarían que ya no vivía ahí, debido a que él limpiaba el lugar cada cierto tiempo-los hermanos se encargarían de traer algo de su ropa de la casa de Takano cuando estuvieran fuera del apartamento-. Fue corriendo a buscar los artefactos que había traído en un principió para espiar al demonio. Se apuró en vestirse adecuadamente con el uniforme de la empresa.

Gracias a Kami-sama, la camisa que utilizaba era cuello de tortuga por lo que la marca del demonio no se notaría. Se colocó sus instrumentos encima, listo para probarlos primero.

-¿Eh?-Expresó confuso. Su broche para hacerse invisible no funcionaba.-¡¿Eh?!-Exclamó con más fuerza. ¡¿Cómo era eso posible?! ¡Funcionaba perfectamente la última vez que lo usó! Aunque bueno, solo fue una vez y hace ya, algo de tiempo.

-¿Qué pasa?-Preguntó Takano, viendo al humano tan alterado.

-¡No funciona!-Gritó señalando el problema. El demonio se acercó a él, tomándolo de las manos. El castaño Lo miró a los ojos, perdiéndose en el avellana de su mirada. Respiró, intentando calmarse.

-Ya, ya.-Lo tranquilizó acariciando su cabello.-¿No puedes arreglarlo, amor?-Preguntó, pareciéndole la única salida viable. Sin esa cosa, los cazadores se preguntarían qué rayos había estado haciendo todo este tiempo. La necesitaba.

Onodera asintió, más calmado.-Sí.-Era bueno arreglando estás cosas. No debía perder el control de la situación. Lo haría rápidamente. Fue hacía su cuarto con el Kitsune siguiéndolo, y sacó de abajo de la cama un maletín. Utilizó las herramientas allí para reparar el objeto, no duró ni cinco minutos haciéndolo.-Ya po-podemos irnos.-Le dedicó una extraña sonrisa al demonio. Quería que este momento de paz se demorara lo más que pudiera, pero el destino tenía otros planes para ellos.

Solo esperaba que todo saliera bien.

Hace rato que el castaño no se cansaba tanto estando de pie. Por lo general, era boca abajo en una cama. Ahora, extrañaba esa sensación placentera en sus piernas y cintura de saberse agotado después de haber recibido todo el amor pasional de tu pareja. Suspiró impaciente. ¿Cuándo se contactarían con él sus amigos? Se suponía que no debía tener conocimiento de su llegada, así que no podía aparecer así como así.

Takano lo vió desde su escritorio. Desde ahí sentía el miedo del humano hacia lo que sucedería. Debía calmarse o resultaría demasiado sospechoso. Se mordió el labio. ¿Sería capaz de actuar como si nada en frente de sus compañeros de trabajó? Ritsu no parecía del tipo que tuviera maestría en decir mentirás. Y él no era ningún actor profesional tampoco. Quien quiera que sea, se sobrepasaba con el castaño y le faltaría carretera para huir de su furia.*

El celular del humano vibró, llamando la atención de los dos en la oficina. Onodera sacó el objeto de su bolsillo, leyendo el nuevo mensaje que le había llegado. Decía:"Ya estamos aquí, te esperamos en tu apartamento", junto con unos emoticones de corazones. Sonrió incómodo. Ese chico no cambiaba. El menor tragó saliva con fuerza. Bien, momento de la verdad.

Se dió un último vistazo con el Kitsune, intentado ganar parte de la valentía que el demonio le trasmitía solo con la mirada. Salió del edificio, directo hasta su apartamento. Le temblaban las piernas. Ya no estaba tan seguro de su valentía, parecía que iba a declinar en cualquier momento y le sugeriría a Takano esconderse para siempre. Sacudió su cabeza, negando. No podía hacer eso, tenía que seguir adelante y superar los obstáculos. De eso se trataba vivir.

Apretó sus labios, frunciendo el ceño. Veía a su edificio como un campo minado, listo para explotarle en la cara en cualquier momento. Se golpeó ambas mejillas, dándose aliento para seguir.-Muy bien, aquí vamos.-Susurró para sí mismo. Comenzó a caminar hacia su apartamento, muy lentamente. De verdad, muy lento. Se movía como un robot atemorizado.

-¡Ritsu!-Cerró los ojos con fuerza, asustado al escuchar las dos voces que venían hacía él. De pronto, algo lo tomó de la cintura, alzándolo del suelo y empezó a dar vueltas con él a cuestas.

Se agarró del cuello de su opresor, riendo levemente. También extrañaba a sus amigos. Debió haber recordado eso desde un principió, ellos eran sus amigos, seguro lo entenderían. Se conocían desde que eran pequeños y siempre habían sido muy unidos, algo como esto no debería separarlos. ¡No podía separarlos!

-Nao.-Exclamó cuando su amigo lo bajó. La otra persona en la escena se acercó a ellos, apoyándose en el compañero que tanto extraño.-An-Chan.-Colocó ambos brazos alrededor de sus amigos, dándose un abrazo grupal. Los otros dos, juntaron sus mejillas, aplastando la cara de Onodera. De verdad que lo querían mucho.

Desde un principió, se opusieron a la idea del padre del castaño. Ese chico no podía haberlos traicionado, por supuesto que no. Lo conocían demasiado bien, seguro tenía una explicación para aliviar las sospechas del jefe. Seguro que sí.

Solo debían confiar.

-¡Rayos, Ritsu!-Exclamó Nao, abrazándose con fuerza al chico.-De verdad te extrañamos mucho.-Dijo, soltándolo por fin.

-Solo han sido unas cuantas semanas.-Se sentó junto con su amiga en el sofá de su apartamento. Sonrió divertido, Nao siempre era un exagerado. Ni que no se hubieran visto en años.

-Aún así, estuvimos muy ansiosos por verte.-Comentó An, diciéndole la verdad. Cada vez que se iba sólo, ambos se ponían muy nerviosos por su amigo. No era que no confiarán en sus habilidades, pero no podían evitar preocuparse por la seguridad del castaño.-Te fuiste sin decir nada.-Le recriminó, volteando a verlo.

-Lo siento.-Respondió apenado. Estaba tan emocionado por su misión que incluso se le olvidó contactarse con ellos.-Me tuve que ir rápidamente.-Colocó sus manos atrás de su cuello, apoyándose en ellas como una almohada.

-Bueno.-Nao se sentó a su lado, encerrándolo entre él y Kohinata.-Lo que importa es que ahora estamos juntos, otra vez.-Ambos se acercaron a besarle ambas mejillas.-Supongo que... no se te ha olvidado de que tenemos asuntos pendientes.-Susurro el chico, alejándose un poco de su rostro. Ritsu tragó saliva con fuerza, incómodo hasta más no dar.*

No iba a ser tan sencillo como él quería. Sólo esperaba que Takano no fuera a perder su paciencia. Hizo una mueca.

Imposible.

*Yo quería poner:"Balazo y pa'l rió", pero ajá. Japoneses, no colombianos. Aunque también me gustó como quedó. XD

*El trío, no mames.
Ritsu en ese momento:

¡Ya llegamos a las 2k vistas!
🥳🤩🥰😘😍💘🎉🎊🎁🎈
Ustedes son geniales, muchas gracias por el apoyo que le dan a esta historia de mierda. Intentaré seguir escribiendo lo que sea que a ustedes les guste de esta vaina.

Noticia: Por cierto, voy a participar en un concurso que hace otro autor, por lo que esperó puedan apoyarme. También y esperemos consigamos uno de los tres primeros puestos-sería genial, enserio, ya que es el primero en el que participo-. La palabra clave es "prohibido", lo que es una gran coincidencia porque uno de mis borradores era exactamente sobre eso, soy muy suertuda XD.

La historia la estaré publicando dentro de unos días-o semanas-y será un one-shot, Takaritsu, como siempre.
Más o menos les estoy diciendo... que muy seguramente-tal vez no, mis amigas me dicen que no torture a los lectores-me atrasaré con el siguiente capítulo. Gracias por su comprensión y apoyo 😘. Sigan así 😉.

Cambió y fuera mis amigos. Aquí Todoroki19.

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