Capítulo 27
La verdad (parte 5)
Bill se quedó unos cuantos minutos admirando los recuerdos del chico que yacía inconsciente frente a él, sintiéndose dichoso al poder tener acceso a todos aquellos recuerdos tan privados y preciados del menor.
Cuando por fin se dio por satisfecho, acercó sus dedos a aquella extraña pantalla, que brillaba como si hubiese sido extraída del cielo mismo, dispuesto a comenzar con su trabajo de una vez por todas.
Ahora, teniendo el poder sobre aquella pantalla, él era capaz de hacer con el Pines lo que se le diese la gana. Podía convertirlo en un demente, quitándole parte importante de su cordura; hacerlo un sirviente más del castillo. Podía convertirlo en la mente maestra de planes para acabar con los Pines; un soldado que no dudaría en morir en batallas; o hasta en su propio esclavo sexual si así lo quería.
Y estaría mintiendo si dijera que no lo pensó, que no quiso vengarse de cierta manera por las palabras dichas por el castaño hace unos momentos, que en el fondo, sí lo habían herido.
Pero, al verlo así, como si estuviese dormido... tan lindo e indefenso...
Simplemente no fue capaz, pues lo único que pudo sentir en ese instante fue el gran deseo de que ese chico lo amara tanto como él lo había amado siempre. Quería protegerlo, estar siempre ahí para él, y que el castaño le correspondiese, feliz de estar a su lado.
Así que así lo hizo.
Tres semanas estuvo trabajando en los recuerdos del menor, casi sin descanso, casi sin dormir, sin comer. Trabajaba minuciosamente, con cuidado de no cometer ningún error, de no dejar ningún cabo suelto que pudiese provocar dudas en el chico.
Por un lado, era maravilloso el hecho de que el hechizo dejaba "en pausa" al castaño, por así decirlo, lo cual significaba que en esas tres semanas, el chico no necesitó de comer, beber, o hacer sus necesidades. Obviando el hecho de que pasó tres semanas sin envejecer en absoluto.
Aunque aquello era lo único "simple" del hechizo.
Y es que el crear un pasado totalmente nuevo para su Pino era realmente complicado, eran varios años de los cuales debía hacerse cargo de modificar, agregando que también tenía que tomar en cuenta los sentimientos que el chico tenía en todos aquellos momentos, lo cual era una de las cosas más importantes y delicadas.
Y todo esto, con precaución de no modificar la esencia misma del Pines, para que de esta manera, no se convirtiese en una persona completamente diferente a la que amaba tanto.
Si, el trabajo en sí era bastante complicado y demandante, pero lo valdría... valdría cada segundo.
Luego de aquellas tres semanas de constante trabajo, el Cipher finalmente se dio por satisfecho con su resultado obtenido: había construido una bella historia de amor entre él y su Pino, además de hacerlo odiar profundamente a su familia, eliminando totalmente la posibilidad de darles otra oportunidad, además de hacer que el chico le fuese absolutamente fiel, y que jamás pusiera en duda su palabra, puesto que lo hizo sentirse profundamente en deuda con él.
Era perfecto.
Le dió un último y fugaz vistazo a las nuevas memorias de su amado, asegurándose de que todo fuese correcto, y luego, con extremo cuidado, volvió a adentrar aquella brillante pantalla en el pecho del chico, que, tras aquellas modificaciones, poseía una que otra mancha oscura, signo de aquella poción.
Aunque no era nada por lo que debiese preocuparse.
Una vez que el último rastro de luz desapareció en el pecho del castaño, el rubio por fin desencadenó al menor, sujetándolo firmemente entre sus brazos, para posteriormente llamar a un pequeño grupo de sirvientas, a las cuales les ordenó bañar al chico y ponerle aquella ropa interior en específico que había puesto en sus recuerdos.
Luego de entregarles al Pines a las sirvientas de ojos brillantes, el de ojos ámbar tomó algunas cosas que habían quedado en la mesa a sus espaldas, y se dirigió a su habitación de trabajo, totalmente agotado.
Rápidamente, guardó algunas pociones en lugares seguros, y anotó algunas cosas en su cuaderno de apuntes, con tinta invisible, por supuesto, por si el castaño llegase a encontrar aquel cuaderno en alguna ocasión.
Y de pronto, despertó.
Agh, al parecer se había quedado dormido mientras escribía aquellos dichosos apuntes. ¿Pero quién podría culparlo?, había pasado tres semanas durmiendo solamente lo necesario para funcionar y seguir trabajando. Además de que realizar aquel hechizo había sido bastante estresante, teniendo en cuenta que el más mínimo error podía arruinar a su Pino para siempre.
Miró la hora en el reloj de pared que se encontraba en la habitación. Al parecer habían pasado siete horas desde que se había quedado dormido.
Bueno, no importaba. Al menos se sentía mucho mejor ahora, que al fin había podido descansar, y tampoco era como si el castaño fuese a despertar pronto.
De todas maneras, lo primero que hizo fue dirigirse a su habitación, encontrándose con un pequeño bulto bajo las sábanas, las cuales procedió a retirar con delicadeza, para poder observar al chico que allí dormía.
Si, las sirvientas lo habían vestido correctamente.
Lentamente se agachó junto al Pines, observando cómo éste parecía dormir plácidamente.
En un rápido movimiento de mano, hizo un simple hechizo para cortar un poco el cabello del menor, aprovechando también de retirar el vello facial de su pequeño.
Tenía claro que a Dipper le gustaba esa barba que había comenzado a aparecer en su rostro luego de escapar del castillo, pero la verdad era que a Bill no le agradaba en absoluto, no se veía bien en su pequeño y adorable Pino, por lo cual también lo agregó en la mente del menor como "cosas que no le agradaban".
Luego, metió su mano a uno de sus bolsillos, para sacar algo que había estado guardando hace ya mucho tiempo: un collar de oro con un colgante con forma de un triángulo. Un collar que simbolizaba que el castaño ahora estaba de su lado, y que el Cipher se había asegurado de hacer que su Pino jamás pensara siquiera en quitárselo, dotándolo de un gran significado emocional en la mente éste.
Con delicadeza, puso el collar en el cuello del chico, deteniéndose unos segundos para admirar cómo se veía. Era bellísimo. Irreal.
Satisfecho, se puso de pie y retrocedió unos pasos, para dirigirse a trabajar un poco en su escritorio. Su Pino despertaría por lo menos en diecisiete horas, puesto que su cerebro tenía que asimilar bien los nuevos recuerdos que se le habían implantado.
No importaba, aprovecharía ese tiempo para trabajar, después de todo, tenía que admitir que había descuidado bastante el reino en las últimas tres semanas.
Así que trabajó, y se dedicó a ponerse al día con todo lo ocurrido en el reino en ese lapso de tiempo, además de aprovechar de dormir una pequeña siesta entre medio.
Y al final, cuando ya se acercó la hora de que el castaño despertara, se cambió su ropa (para que esta concordara con los recuerdos del menor), y de acostó al lado de su Pino, abrazándolo por la espalda.
Realmente podría haber pasado la eternidad en aquella posición, sintiendo la calidez que el cuerpo de su amado emitía.
Sin embargo, luego de unos minutos, Dipper comenzó a moverse lentamente, dando señales que ya había despertado.
El Cipher dejó que pasaran un par de minutos, dejando que el castaño aclarara su mente, para después abrazarlo con un poco más de fuerza, dándole a entender al chico que también había despertado
-buenos días, Pino- saludó al menor como si nada- ¿dormiste bien?- preguntó fingiéndose adormilado.
-si...- contestó su castaño, volteando su rostro hacia él - hace mucho tiempo que no dormía tan bien- añadió, para luego bostezar y volver a cerrar los ojos, somnoliento.
Dios, realmente era el ser más bello en este universo, no podía creer que despertaría de aquella manera todas las mañanas.
-me alegro- respondió finalmente el rubio mientras sin poder evitarlo, tomaba el mentón del Pines y depositaba un fugaz beso en sus labios, provocando que una sonrisa apareciera en el rostro del menor, derritiendo completamente el corazón del Cipher.
Pasaron unos cuantos minutos completamente silenciosos, pero no era una silencio incómodo... no, era un silencio... agradable.
-¿me amas?- dijo de pronto el rubio, ansioso de escuchar la respuesta para aquello.
-ya sabes la respuesta- contestó el castaño abriendo los ojos, mientras una sonrisa volvía a aparecer un su rostro.
-puede ser... pero realmente quiero escucharlo- contestó el contrario acariciando con delicadeza los cabellos del contrario- quiero asegurarme de que no sea un sueño- susurró contra su oído, sabiendo que el menor no entendería el doble significado de aquellas palabras.
Una adorable risita se escapó de los labios del chico, quien se dio la vuelta, para quedar frente a frente con el Cipher, que aún lo seguía abrazando por la cintura, sin pensar siquiera en soltarlo.
-lo he dicho antes, y también lo digo ahora- dijo mirándolo a los ojos, dejándolo admirar aquel bello color chocolate que los ojos del menor poseían- te amo más que a mi propia vida, y eso... eso no va a cambiar nunca.
Al rubio podría morir de felicidad en aquellos instantes, luego de escuchar aquellas palabras que por tanto tiempo había esperado oír.
-no sabes lo feliz que me hace escuchar eso...
-¿y tú?-dijo de pronto su pequeño.
-¿yo qué?- respondió algo confundido el mayor.
-¿me amas?
Dios, no había una pregunta más fácil para el de ojos ámbar.
-te amo más que a cualquier cosa en este mundo, Pino- contestó el rubio contra los labios del menor, sintiéndose el hombre más dichoso en todo el universo.
¡Hoooola!, ¿cómo están?, ¿les gustó el capítulo?, espero que si jejeje.
Bueeeeno, esta fue la última parte de "la verdad", ojalá los haya tomado por sorpresa jsjsjs.
De todas maneras, puse varias pistas sobre esto en la historia, aunque todas podían pasar desapercibidas. De hecho, la poción que Bill utiliza es encontrada por Dipper en un capítulo, pero éste no le presta atención, seguramente ustedes tampoco jejeje.
Como siempre, les agradecería que votaran y en especial que comentaran, ¡díganme qué les pareció el cap!
Ah, y otra cosa... por favor no vayan a hacer spoilers a los capítulos anteriores... quiero que los nuevos se sorprendan igual que ustedes jejeje.
Y bueno... creo que de mi parte eso es todo...
¡Nos leemos luego!
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