Capítulo 14
Dipper observaba confundido al rubio, quien le dedicaba una mirada que le era completamente imposible descifrar.
No entendía absolutamente nada... ¿qué era lo que intentaba decirle?, ¿qué era lo que estaba pasando por la cabeza de Bill?
-¿cómo... cómo podría no serlo?- preguntó con el ceño fruncido- ¿por qué querrías volver a saber de mí después de... después de todo lo que te he hecho?- la voz le había comenzado a temblar.
-Dios, no sé cómo lo haces Pino- dijo el rubio suspirando.
El corazón del castaño comenzó a acelerarse al escuchar aquel apodo que tanto había extrañado.
-¿hacer... hacer qué?
-no sabes cuánto he intentado odiarte, Pino- dijo el chico, haciendo sentir un poco mal al menor- me abandonaste, y pusiste a tu estúpida familia por sobre mí, me abandonaste... y desde entonces he intentado odiarte, lo he intentado durante cuatro meses, Pino. Y al fin, cuando creo que finalmente he logrado olvidarte, o siquiera despreciarte, apareces tú de la nada, diciéndome todo esto, totalmente vulnerable, y... tan sólo con mirarme...- sus facciones se relajaron, parecía como si se hubiese resignado a algo- haces que vuelva a sentir lo mismo que sentí cuando te conocí, que tengo que protegerte... que tengo que tenerte junto a mi- admitió.
-¿qué estás diciendo, Bill?- preguntó el menor absolutamente confundido, ¿realmente estaría diciendo lo que cree que está diciendo?
-digo que... todavía te amo Dipper, te amo tanto como lo hacía antes de que te fueras, tal vez no debería hacerlo... pero lo hago. Por eso... quiero ofrecerte algo. Quiero que vengas conmigo.
El corazón del menor latía con fuerza, y sobretodo, latía con alegría. Bill lo amaba, Bill todavía lo amaba. Y aquello era mucho más de lo que podía pedirle al universo. Quería abrazarlo, quería correr a sus brazos y pedirle que nunca lo dejara. Pero no lo hizo. Porque aunque se sentía dichoso ante los sentimientos del rubio, sentía que no era correcto. No se lo merecía. No después de todo lo que hizo.
-Bill... yo... no lo sé- dijo mirando el suelo- no quiero seguir siendo una molestia... no quiero seguir haciéndote daño, porque al parecer eso es todo lo que sé hacer: tomar malas decisiones y dañar a las personas que intentan ayudarme- realmente creía que el Cipher estaría mejor sin él.
-pero... ¿tú me amas?
-¿qué?- preguntó el contrario alzando la mirada, la pregunta lo había tomado por sorpresa.
-ya te dije que te amo, Dipper. Pero, ¿tú sientes lo mismo?, ¿sientes lo mismo que sentías por mí antes de que todo esto ocurriese?, todavía... ¿todavía me amas?
El castaño se quedó mirando aquellos ojos color ámbar que lo miraban de manera casi suplicante, esperando su respuesta. Realmente no quería volver a dañarlo, realmente sentía que volver con Bill era algo que no se merecía. Sin embargo, la respuesta a aquella pregunta salió de manera casi involuntaria de sus labios.
-si...- contestó casi en un susurro- aún te amo Bill, te sigo amando más que a mi propia vida... creo que nunca dejaré de hacerlo.
El rubio sonrió de lado.
-entonces, te prometo que si me juras tu eterna lealtad, y te subes a ese caballo conmigo- apunto al caballo blanco que se encontraba a unos metros- olvidaré absolutamente todo, olvidaré que te marchaste, olvidaré a tu familia... solo seremos tú y yo. Tal y como solía serlo antes.
-¿por qué eres tan bueno conmigo?- preguntó el contrario, mientras sus ojos color chocolate comenzaban a humedecerse nuevamente, pero esta vez de felicidad- deberías odiarme, yo en tu lugar me odiaría.
-porque me gusta pensar que todo lo que ocurrió no fue más que un terrible malentendido, porque eso es lo que fue, ¿no?, un malentendido, generado por la maldita de tu hermana- dijo con odio al mencionar a la castaña- nada de lo ocurrido fue tu culpa... bueno, tal vez un poco, pero no tanto- dijo con una pequeña sonrisa- así que... ¿qué dices?- preguntó persuasivo- ¿podemos volver a tener lo que teníamos antes?
Al diablo lo que era correcto o no, lo que era justo o injusto. Al parecer la vida estaba ofreciéndole una nueva oportunidad, Bill estaba ofreciéndole la oportunidad de volver a ser feliz, de volver a estar con él, la única persona que realmente lo amaba.
Y no pensaba desaprovechar todo aquello.
-Bill...- dijo el menor acercándose lentamente al rubio- te juro por mi vida, que jamás volveré a desconfiar de ti, y que estaré a tu lado hasta el final de mi vida, pase lo que pase- puso su mano en una de las mejillas del mayor- juro que te seré absolutamente leal, y no habrá nadie capaz de hacerme poner en duda tu palabra. Juro que nada en este mundo será capaz de hacerme dejar de amarte- terminó diciendo, para luego unir sus labios con los del rubio.
Bill le correspondió de inmediato, rodeando su cintura con los brazos, acercándolo aún más a él, casi con desesperación.
Y Dipper... bueno, Dipper se sentía en el cielo, sin poder creer que todo esto realmente estaba ocurriendo. Sin poder creer que en verdad estaba volviendo a besar al amor de su vida.
Lo único que deseaba era que aquel beso fuera eterno, sin embargo, finalmente tuvieron que separarse. Malditos pulmones, ¿por qué tienen que necesitar aire?
-me alegra tanto tenerte de vuelta- dijo el rubio contra su labios- realmente me hacías falta.
-y tú a mí...
-entonces... ¿de vuelta al castillo?
- de vuelta al castillo- el menor se quedó pensando unos segundos-... tengo algunas cosas unos metros más allá- agregó- tal vez debería ir a buscarlas.
- déjalas, no van a hacerte falta... nada volverá a hacerte falta- el castaño asintió, mientras le dedicaba una pequeña sonrisa.
Luego de aquello, el Cipher tomó la mano del Pines, llevándolo hasta el caballo blanco que parecía estar esperándolos.
Una vez que se subió, el rubio se sentó detrás de él, tomando las riendas del animal, y haciéndole una seña a los soldados que se encontraban un poco más lejos, para que los siguieran.
-ahora que lo pienso- dijo Dipper mientras comenzaban su camino hacia el castillo- ¿qué estaban haciendo acá en el bosque?
-fue por el humo que provocaste hace unos días- contestó el otro- se podía ver desde el castillo, y mandé a investigar su origen, pero después de que no pudieron encontrarlo, decidí que yo mismo lo intentaría... tenía un extraño presentimiento acerca de él... no me equivocaba- dijo dedicándole una sonrisa.
-entonces... ¿es verdad que ahora eres el rey?- preguntó el castaño luego de unos minutos de silencio.
-si... después de que se fueron, los soldados decidieron que yo debía ser el rey, puesto que yo había liderado el ataque, y bueno, yo no me negué- dijo encogiéndose de hombros- pero si quieres, supongo que podría devolverte el trono, después de todo... siempre debió haber sido tuyo.
-no- contestó el menor firmemente- realmente no lo quiero... además, creo que tú debes estar haciendo un trabajo maravilloso.
-si tú lo dices...- respondió el rubio con una sonrisa- que así sea.
-otra duda...- dijo el chico algo avergonzado- ¿por qué tus soldados tienes los ojos... celestes?
-ah, eso. Lo que pasa es que antes del ataque, creé una poción para ayudar a los soldados, les da más fuerza, más resistencia, más velocidad... bueno, varias cosas, pero tiene un efecto secundario: los ojos se quien lo toma se vuelven complemente celestes. Pero eso no parece importarles.
-¿por qué tú no bebiste de aquella poción?
-porque no la necesito- dijo arrogante.
-¿y yo podría beberla si quisiera?
-no- contestó rápidamente el rubio- no soportaría perder aquellos hermosos ojos color chocolate que tanto amo.
Dipper no pudo evitar sonrojarse.
El resto del viaje fue más bien silencioso, pues Dipper no quería seguir haciendo preguntas, temiendo molestar al mayor... se sentía tan en deuda con él...
Una vez que llegaron al pueblo, ya era de noche.
Dipper no podía evitar mirar el estado del pueblo, al parecer el reinado de Bill había sido para mejor, todos parecían estar viviendo sus vidas tranquilamente. Algunas personas lo miraban curiosas, lo cual lo hacía sentir algo incómodo, pero se sentía seguro con Bill, quien parecía estar mirando atentamente a su alrededor, listo para enfrentar a cualquiera que mirara feo al castaño.
Ya en el castillo, Dipper casi no pudo reconocer el lugar, al parecer, Bill lo había remodelado todo. Era completamente diferente al castillo en en cual había vivido toda su vida.
-veo que hiciste algunos cambios por acá- comentó con una sonrisa cuando estuvieron en la entrada principal, en la cual habían unas escaleras que conducían a dos tronos- al menos conservaste los tronos.
-son una de las pocas cosas que conservé... si quieres podría darte un recorrido por el castillo mañana- le ofreció sonriente.
-sería maravilloso.
-lo haría ahora, pero creo que ya es tarde, deberías darte una ducha- dijo mirándolo de arriba a abajo.
-estoy hecho un desastre, ya lo sé- admitió el contrario algo avergonzado- pero en mi defensa, estuve viviendo en un bosque.
El rubio soltó una carcajada.
-no interesa, de todas maneras te ves hermoso como sea- dijo provocando que el rostro del Pines se tiñera de rojo- en fin, te llevaré a la que será tu habitación.
-¿mi habitación?
-si... al menos que quieras compartir habitación conmigo- dijo el contrario mientras lo agarraba de la cintura- tengo que admitir que eso me gustaría mucho más.
-creo... creo que a mí también- contestó el castaño sonrojándose aún más, mirando los ojos ámbar del chico frente a él.
El rubio sonrió ampliamente, para luego depositar un casto beso en los labios del contrario.
-entonces que no se diga más.
Rápidamente tomó la mano de Dipper y se dirigió a la que ahora sería su habitación. El castaño no lograba recordar qué habitación había sido aquella en el pasado, pero era indudablemente muy amplia, y tenía un baño privado... tal vez había sido de Mabel, o Ford... sin embargo, ahora era muy diferente, y bellamente decorada.
Luego de entrar a la habitación, Bill lo dejó solo, diciéndole que tenía que ir a resolver ciertos asuntos, lo cual no le interesó mucho.
Inmediatamente se metió en el baño, para luego darse una ducha. Estuvo allí un largo rato, aprovechando que no tenía que apresurarse para que se bañara alguien más (como había sido en la cabaña), hasta que finalmente salió del agua, satisfecho y algo relajado.
Rápidamente de secó y puso la toalla alrededor de su cintura, para luego entrar a la habitación y buscar algo que ponerse. Abrió uno de los cajones de una cómoda, de la cual Bill le había dicho que podía sacar ropa.
De allí sacó unos calzoncillos tipo bóxer color azul, que se puso inmediatamente, aprovechando que no había nadie más ahí.
Después de ello dejó la toalla en el baño nuevamente, y aprovechó de mirarse en el espejo un momento... hace tiempo que no se veía. Definitivamente le gustaba volver a estar limpio, y también le llamaba la atención lo delgado que estaba. No importaba, ahora todo estaría bien.
Lentamente dirigió una de sus manos a su cara, le había crecido un poco de vello facial, tampoco le gustaba, al igual que su cabello, que ahora estaba considerablemente más largo.
No se sentía él.
-al parecer has cambiado un poco- dijo una voz desde la puerta del baño.
-no me gusta- respondió el chico- no parezco yo mismo.
-creo que eso tiene arreglo- contestó el rubio con una cálida sonrisa- ¿qué es lo que no te hace sentir tú mismo?
-el cabello- dijo tomando un mechón de éste entre sus dedos- y, esto- dijo tocándose la barbilla, tocando ese poco de vello que había aparecido.
-yo me encargo- dijo el contrario, mientras hacía un rápido movimiento con la mano, que provocó que el cabello del contrario se cortara inmediatamente, dejando así el corte que solía usar antes, y desapareciendo completamente todo el vello de su rostro.
Dipper pasó sus manos por su cabello, algo sorprendido, por un momento, había olvidado que Bill era un maestro de la hechicería.
-¿mejor?
-si... muchas gracias- contestó el menor.
-no hay de qué- dijo Bill mientras se daba la media vuelta, dirigiéndose a la habitación.
El castaño lo siguió, caminando lentamente hacia la gran cama de la habitación, retirando las sábanas y acostándose en ella. Después de unos segundos, sintió cómo el rubio se acostaba a su lado, abrazándolo por la espalda.
No pudo evitar sentirse nervioso, nunca antes había dormido junto a Bill, pues sus tíos los hubiesen encontrado, pero ahora... todo era diferente.
Y entonces, cuando se encontraba en aquella suave cama, fue cuando Dipper se dio cuenta de lo cansado que estaba, tanto, que casi ni podía mantener los ojos abiertos. Realmente necesitaba descansar.
Su último pensamiento fue acerca de la suerte que tenía, de encontrarse en un lugar amplio y cálido, en una cama suave y cómoda, mientras lo abrazaba la persona que amaba.
-te amo- fue lo ultimo que dijo antes de caer rendido en los brazos de Morfeo.
¡Hooooola!, ¿cómo están?, ¿les gustó el capítulo?, espero que si jejeje.
Wow, pero que capítulo más largo (tiene 2.200 palabras), creo que es el más largo que habrá en toda esta historia jejeje, es que me inspiré un poquito :3.
Ah, lo que sucedió antes es que estaba revisando algunas partes, y sin querer presione "publicar", y bueno, inmediatamente tuve que sacarlo, porque todavía le faltaba harto.
Como siempre les agradecería que votaran y en especial que comentaran, ¡amo los comentarios!
Ah, y tengo una preguntita para ustedes, que me causa mucha curiosidad...
¿Cómo descubrieron esta historia?
Y si llegaron de You're mine, ¿cómo descubrieron esa?
Siempre ha sido algo que me he cuestionado jejeje.
Y bueno, creo que de mi parte eso es todo...
¡Nos leemos luego!
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