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〖 6 〗


Lo de anoche no fue un sueño, casi no pude dormir desde que se había marchado a mitad de la noche. No tenía ni idea por todas las cosas que estaba pasando desde el accidente.

Había prometido a Katherine que iría a buscar las cosas del taller y a Parker que jugaría con ella. Desayuné temprano y le pedí el auto prestado a mamá, todavía le guardaba resentimiento a la bicicleta. Cargué al perro y conduje hasta la casa de los numerosos Walter.

Al llegar, Cole estaba reparando su camioneta, vio mi auto entrar y se quedó inmóvil. No le había enviado ningún mensaje de que vendría hoy, tampoco tenía la menor idea de cómo se sentía después de lo de anoche.

Lee pateó una pelota de fútbol que golpeó la camioneta del rubio, éste lo regañó y poco le importó al chico García. Cole comenzó a caminar en dirección a mi auto y bajé con la esperanza de que no hiciera ningún comentario de su escapada. 

—¿Y esto? —preguntó Cole al ver el cachorro.

—Mi hijo —dije cargándolo para pasárselo al rubio.

—Hey, es igual a mí —habló refiriéndose al color de pelo de ambos—. Creo que no va a hacer falta la prueba de paternidad.

Rodé los ojos por su comentario. Había vuelto al modo Cole arrogante y bromista de siempre, estaba feliz de que así fuera.

—¿Ya pensaste un nombre?

—Aún no, quiero que sea algo especial.

—Ah, claro. Mamá estaba esperando a que papá también decidiera el nombre, ¿verdad? —dijo hablándole al perro como si de un bebé se tratara.

—¿Por qué te adjudicas la paternidad de mí perro? Ni si quiera sabes cuando lo adopté o si está castrado.

—Shh, no hay que pelear frente al niño, eso le puede generar traumas. Además, no podemos castrarlo, él puede decidir lo que quiera hacer cuando sea mayor.

—Suficiente —le quité el perro y entré a la casa con el supuesto padre de mi cachorro detrás mío.

Subí las escaleras y encontré la puerta del estudio abierta.

—¿Está bien que entre? —le pregunte a Cole.

Lo que menos quería en este momento es que me encontrara husmeando en su habitación, sería super incómodo para ambas.

—Como quieras, creo que guardó casi todo en esas cajas.

En la esquina de la habitación había una pila de cajas de cartón, iba a ser un fastidio revolver una por una y ya me estaba arrepintiendo de haber ido en primer lugar.

—Se un padre responsable y cuida a tu hijo —le entregue la custodia temporal del perro para ponerme manos a la obra.

—Okey, daremos un paseo. Le voy a enseñar sus terrenos.

Luego de que los rubios se marcharon comencé a sacar caja por caja al pasillo, seguía sintiéndome extraña al revisar las cosas allí adentro. Saber que ese lugar no me pertenecía me hacía sentir un hueco en la boca del estómago.

Había pasado momentos muy lindos ahí con Katherine pintando, con Danny inventábamos escenarios ficticios dignos de niños de cinco años. Pero lo mejor eran las siestas con Cole en ese pequeño taller luego de bañarnos en la piscina toda la mañana y almorzar hamburguesas.

El sol del medio día calentaba la habitación y Cole desprendía ese aroma a verano y pileta que me fascinaba, era mi droga favorita. Dentro de una caja estaba mi cuaderno de dibujos que reconocí al instante, muchos pintados por Katherine. Una gorra que usaba de pequeña, seguro la había olvidado en algún verano que pase allí. Mis pinceles que ya no servían de lo gastados que estaban, piedras y objetos raros que Cole me regalaba.

—Hey, ¿qué haces aquí? —la voz de Jackie me sorprendió y tire una caja sin querer.

—Lo siento, Katherine me dijo que podía venir a retirar mis cosas del viejo taller. En realidad, ahora es tu habitación, pero tú me entiendes.

Sabía que sería incómodo.

—Está bien, no te preocupes —dijo restándole importancia—. Había más cajas aquí, pero Alex se las llevó al granero.

—Ah, está bien. Gracias por avisar, ya terminé con estas, así que ya me voy —necesitaba salir de allí lo antes posible.

—Oye, Cat, ¿puedo hacerte una pregunta? —asentí—. ¿Qué sabes de Cole?

Su pregunta me tomó por sorpresa y casi no supe que decir.

—Sé muchas cosas de Cole, se cosas que nadie sabe de él, también se cosas que él no sabe que yo sé. 

Al parecer la estaba mareando con mi respuesta.

—¿Y él sabe tanto de ti? 

—No lo sé, tal vez. Creo que es algo normal después de pasar toda mi vida aquí. ¿Por qué la pregunta?

Ella se puso un tanto incómoda. 

—Ah, es que, solo tenía un poco de curiosidad nada más.

—Hey, sin ofender, pero te recomiendo que no caigas en el efecto Cole. Supongo que ya te lo advirtieron —ella asintió, parecía muy pequeña, aunque lo más probable era que nos lleváramos un año de diferencia.

—¿Alguna vez te enamoraste de Cole? —su pregunta me atravesó el estómago como una daga.

—No —salí de ahí antes de que pudiera seguir bombardeándome con preguntas.

El granero estaba vacío salvo por los caballos. Subí la escalera que conducía a la parte superior y los recuerdos me volvieron a invadir la mente. Traté de mirar lo menos posible, me concentré en las cajas apiladas, estaba tan absorta en eso que no escuché a Cole llegar.

—¿Ya terminaste de revisar adentro? —le contesté con un sonido de afirmación y él se sentó en un sillón viejo y empolvado—. Ya tengo el nombre perfecto.

—Me muero por oírlo —le dije sarcástica sin dejar de revolver cosas.

—Walter Jr. —dijo orgulloso haciendo énfasis con sus manos.

—En todo caso sería Williams Jr. Ya que soy la responsable de la tutela.

—Está bien, escucha, ¿qué te parece Sunny? Ya sé que suena un poco raro —se atajó antes de que pudiera decirle algo—. Pero tiene una explicación.

—Otra vez, me muero por oírla.

—Sunhine era muy largo entonces pensé en acortarlo y quedó Sunny. Es tierno, es ingenioso y brillante como él. 

—Tantos años y todavía me sorprende que no entiendas mi sarcasmo.

Se encogió de hombros restándole importancia.

—¿Es un mal momento para decirte que ya revisé todo eso y aparté tus cosas? —le di una mirada que podría haberle atravesado como una bala sus perfectas cejas.

— No te enojes, están por aquí —sacó una caja más pequeña de madera, estaba garabateada con lápiz y no podía descifrar que había dibujado.

Tomé la caja y me senté en el viejo piso que crujió, Cole repitió mi acción. Dentro de ésta había más objetos como tapas de cerveza, monedas y un llavero con un dije de Mickey Mouse, reconocí la llave de mi diario íntimo de cuando tenía diez años.

—¿Sabes de que es esto?

—¿Como podría saberlo? 

—Es la llave que abre mi diario íntimo. Diario que escondiste y vaya a saber dios donde está ahora, o si existe.

—Claro que existe —me miró sonriendo de lado.

—¿Sabes dónde está?

—Tengo una idea de donde puede estar —se recostó hacia atrás apoyándose sobre sus manos y con un movimiento de cabeza se apartó un mechón rubio.

—Cole —lo regañe, él se levantó riendo y bajó las escaleras, no necesitaba que me dijera nada así que lo seguí.



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Hacía mucho tiempo no entraba a la habitación de los gemelos Walter. Recuerdo que Katherine siempre los obligaba a ordenar el cuarto, Danny lograba terminar primero y Cole me convencía de que le ayudara, como siempre terminaba haciendo todo yo.

El rubio levantó su colchón y sacó un pequeño libro rosa con flores y me lo entregó.

Lo miré con desaprobación, pero tomé mi pertenencia.

—No te preocupes, no lo leí —el diario estaba cerrado, pero eso no me aseguraba que podría haber forzado el pequeño candado—. Si encuentras algo sobre mí, dímelo.

—Claro que no —di media vuelta para salir de la habitación, pero Cole me tomó del brazo.

—Cat, sobre lo de anoche...

—Tranquilo, no le diré a tu madre.

No quería que dijera que había sido un error, no quería escucharlo. Él sonrió bajando la vista a su mano que todavía permanecía aferrada a mi brazo. 

—Cat, mamá pregunta si te quedarás a almorzar —dijo Alex desde el pasillo.

—Dile que sí —contestó Cole antes de siquiera preguntarme si podía—. ¿Qué?, hace mucho tiempo no te quedas a almorzar aquí.



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Jugué hasta la hora del almuerzo con Parker, no había quedado deporte por practicar y vencimos en casi todos a los hermanos García. Katherine nos llamó dentro y todos tomaron sus asientos correspondientes en la mesa, Cole me esperaba con una silla a su lado, donde eternamente había sido mi lugar. 

—Cole, ¿puedes bajar al perro de la mesa? —preguntó su madre.

—No le hace daño a nadie —dijo sosteniéndolo como si fuera un bebé.

—Si Cole puede tener al perro yo también puedo comer con Rumple —se quejó Jordan.

—Con ese razonamiento también puedo traer a Murphy a comer —dijo Alex sin apartar la vista de su libro.

Tomé a Sunny y lo dejé en el suelo frente a mi silla y la de Cole, disimuladamente le fui dando pequeños trozos de comida, el rubio sonrió de costado y seguimos alimentando al perro sin que nadie más excepto nosotros supieran. 

—Katherine, quería preguntarte si puedo llevarme a Cole mañana —dije un poco fuerte para hacerme escuchar entre tantas personas.

—Está castigado cariño. No puede ir a ningún lado.

—Estoy obligado a ir —dijo Cole llamando la atención de sus padres, Jackie y Alex—. El abuelo de Cat me compró en la subasta y me pidió que pasara la tarde con ella, tiene que ser mañana porque es su cumpleaños.

—¿A qué te refieres con que te compró en la subasta? —preguntó George.

—Cole se subastó para ayudar a la colecta solidaria de la escuela —intervino Jackie—. El abuelo de Cat fue muy generoso en aportar ese dinero.

—No lo sé —dijo Katherine.

—Yo creo que es tiempo de que Cole asuma sus responsabilidades —habló George terminado de comer—. Además, creo que Cat puede aprovecharlo bien para su campo —guiñó un ojo en mi dirección.

Cole abrió sus ojos espantado, no pensaría que se iba a salvar de esta fácilmente.



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Me despedí de la familia antes de que se marcharan a la inauguración de la cafetería The Lark. Will me había dicho que cerraría temprano mi local para preparar todo allí y le dije que no había problema, estaba pensando ir, pero mamá necesitaba el auto esta noche para trabajar.

Agradecí que llovería más tarde, ya tendría una excusa para no usar la bici. Cole me acompañó hasta que entré en el auto con Sunny.

—Creo que tu camioneta estará lista la semana que viene —dijo apoyándose contra la ventanilla.

—Si me mientes no tendrás propina —él sonrió— Nos vemos mañana Walter.

Arranqué el auto y me fui a casa.

Mamá preparó su cena para llevársela al hospital y comí sola esa noche, la lluvia me hacía compañía junto con Sunny que dormía en el sofá, seguro Cole lo había hecho correr por todos lados.

Preparé el bolso para salir de paseo con mamá en la mañana. Siempre en mi cumpleaños hacíamos lo que la lista de papá indicaba, había un cronograma que se seguía al pie de la letra desde que tenía como 10 años, la habíamos creado juntos y era una de las pocas cosas que me quedaba de él.

Hubo un corte de luz esa noche y decidí acostarme, mañana me esperaba un día largo y esperaba que fuera maravilloso.







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lo resubo porque me olvide de escribir una cosita y editar un diálogo 

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