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〖 5 〗


 Nada me podía apasionar menos que el fútbol, solo porque el abuelo Jim estaba de visita y Parker jugaría su partido era que había accedido a ir. Luego de tomar una ducha me cambié las vendas de las manos, las rodillas ya estaban sanando rápidamente y los moretones de la cadera parecían una pintura de van Gogh, habían pasado de violetas a azules con manchas amarillas, era espantoso.

Mamá nos dejó en el partido de camino al hospital y nos reunimos con Katherine que nos había guardado unos asientos en las gradas.

—Señor Williams, Cat. Por aquí —hizo señas para que cruzáramos entre las personas y nos sentamos a su lado—. Legaron justo a tiempo.

—Sí, el abuelo me amenazó con tirarme agua si no salía de la cama —bromee y Katherine rio—. ¿Dónde están los demás? —pregunté viendo que faltaban miembros Walter.

—George se quedó en casa con los niños porque tenía que hacer cosas en el rancho y Cole no contesta mis llamadas.

Se veía que la mujer quería asesinar a su hijo, y no era la única. Él sabía lo importante que era para Parker este partido y no estaba aquí presente.

—Me preocupa Parker —dijo viendo la cancha en dirección a la pequeña que acababa de entrar—. Estuvo practicando mucho con Cole, si falta ahora estará muy decepcionada. 

Le di un apretón al brazo de Katherine dejándole claro que entendía la situación, era de esperarse que Cole hiciera este tipo de cosas, sentí mucha pena por P, ella no se merecía tener un hermano tan irresponsable.

—Estoy segura de que lo entenderá, es muy difícil para ella también siendo la única mujer además de ti en esa casa.

—Si, lo se. Ahora está Jackie en casa, pero parece que no se llevan tan bien.

—Katherine, ¿puedo hacerte una pregunta?

—Si, corazón.

—¿Por qué Jackie se está quedando con ustedes? —lo solté sin más—. Perdón si esta fuera de lugar mi pregunta.

—No, está bien, Cat. Debería haberte avisado que Jackie se mudaría con nosotros, sus padres fallecieron hace poco y la tutela recayó en mi por parte de su madre, justamente de eso quería hablarte. Jackie se está quedando en mi viejo estudio de pintura y hay algunas cosas que te pertenecen. Pensé en decirte que podrías ir estos días a buscarlas por si hay algo que quisieras conservar.

¿Qué?

—Si, lo entiendo. Tengo que hacerme espacio esta semana, te aviso apenas pueda ir.

Sentí una opresión en el pecho, no había experimentado esto desde que papá falleció, era como si alguien más te arrebatara todo lo que tenías, como si las personas más importantes en tu vida de pronto te dejaran de lado, y no era para nada justo.

El partido continuó perfectamente con una victoria por parte de Parker y muchos golpes. Eran brutales, aunque se tratara de niños de nueve años. Cuando P nos encontró a la salida estaba feliz por la victoria, esperaba que no preguntara por Cole.

—¡Cat, viniste! —dijo saltando de alegría y me abrazó, yo me agaché a su altura y le di un beso en la frente.

—¿Como iba a perderme tu partido? 

—¿Puedes venir a casa a almorzar? —preguntó más para Katherine que para mí.

—Cat tiene que pasar el día con su abuelo —respondió la pelirroja por mi—. ¿Recuerdas al abuelo Jim?

Ella negó con la cabeza y mi abuelo le entregó las palomitas que no había terminado de comerse.

—Fue un partido impresionante señorita. 

—Muchas gracias —dijo Parker con un leve rubor en sus mejillas, yo estaba feliz de que al menos tuviera un par de personas que se preocupaban por ella.

—Puedo ir un día a jugar solo contigo, te lo mereces.

Ella estaba conforme con el trato y ambas mujeres se marcharon a casa, con el abuelo almorzamos en un restaurante del pueblo ya que veríamos a mamá en la tarde. 

En casa le mostré la huerta y como la producción había crecido, los árboles habían dejado de secarse y las plagas se controlaron bastante bien. George me prometió que regaría la mitad de su campo con el producto que le vendí y la otra mitad con la de Stan, si una funcionaba por lo menos tenía que cortar solo la mitad dañada. No lo admitiría, pero esperaba que fuera la de Stan.

El abuelo se iría pronto, todavía no me quería decir cuándo, pero era un hecho que no estaría para mi cumpleaños.

Recogimos un par de frutillas y entramos a la casa a hornear galletas, traté de convencerlo de que se quedara otra semana más, pero no sirvió de nada. Él también tenía su campo que cuidar y manejar la fábrica de dulce.


. . . . . ╰──╮╭──╯ . . . . .



La semana arrancó más tranquila de lo normal, salvo por la despedida del abuelo. Me prometió que volvería para las fiestas y ya no podía estar más ansiosa de que esa fecha llegara lo antes posible.

La enfermera me había dado un parte médico y ese día no participaría de la clase de gimnasia. Melody me confesó que estaba molesta de que ella tuviera que hacer las carreras del infierno que exigía la profesora y yo no. Me senté en el banco donde le daba ánimos a mi amiga y gritaba cosas graciosas que hacían reír a los que pasaban por allí.

—¡Williams!, si vas a estar sin hacer nada trae agua a tus compañeras —me gritó la entrenadora.

—Lo estás haciendo genial —comentaba mientras repartía las botellas y me miraban con mala cara—. Mel, cada vez estás más cerca de tu propia meta. Si un día te intentan robar no podrán alcanzarte.

—Te odio —dijo con la respiración hecha un hilo—. ¿Oíste lo de Dylan?, al parecer dará una fiesta o algo así en su casa del lago.

—No podría interesarme menos —dije y me marché para que siguieran con la clase.



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Luego del almuerzo decidí quedarme en el baño, no quería entrar a clase de matemáticas, me dolía la cabeza horrores y la pastilla que había tomado todavía no hacía efecto. La puerta se abrió y escuché la voz que identifiqué como la de Peige, estaba dentro del cubículo y retumbaba todo lo que decían.

—La tal Jackie está acaparando el mercado de chicos disponibles.

—¿Crees que es bonita?

—No hace falta cuando eres nueva. Los hombres aman la novedad. Pero la novedad se desvanece.

—Si, bueno, además de su teatro de huérfana indefensa. Se ganó la lotería cuando murieron sus padres.

—Y además eran muy ricos, ¿no?

Me lamentaría por esto más tarde, pero realmente quería estar sola en el baño, así que salí de mi escondite.

—¿Por qué no cierras el hocico antes de estar hablando de los demás, Peige?, ¿ya te cansaste de andar de zorra por toda la escuela que ahora se te acabaron las actividades recreativas?

—Cierra la boca...

—¿O qué?, ¿vas a golpear a alguien que ya está lastimada?, eso no le gustará a la directora.

En su rostro blanco comenzó a marcarse las venas azules de lo enfadad que estaba, prefirió rebajarme con la mirada y salió del baño con su amiga. La puerta de otro baño se abrió y era Jackie quién lo estaba ocupando.

—Gracias por eso, Cat —no sabía si estaba en el momento justo o si también se estaba escondiendo.

—Me debes una —dije bromeando.

—Si, pídeme lo que quieras.

—Es una forma de decir, Jackie, no te sientas obligada a hacer nada. Sé lo que se siente perder a un familiar y que la gente hable a tus espaldas, nadie debería pasar por eso.

Me fui del baño escuchando un gracias detrás mío.



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Melody no paraba de hablar de que Jackson iría a la fiesta de Dylan y a ella no la habían invitado, a mí tampoco así que regresaría a casa en el autobús a descansar y tomar una taza de té caliente.

—Cat —me habló Jackie justo antes de entrar a mi clase—. Sé que no tienes ganas de estar en clase. Y Cole me convenció de ir a la casa de Dylan en el lago, pero acepté solo si tu vienes también.

—¿Y porque tengo que ir yo? 

—Porque ambas no hemos tenido nuestro mejor día que digamos. Creo que nos haría bien despejarnos.

Melody ya había entrado a su clase y no podía hacer nada para decirle que nos escapáramos. Le tendría que enviar un mensaje y rogar que no se enojara conmigo.

—Bien, iré.

—Ok, te esperamos en el estacionamiento.

—Espera, ¿iremos en el auto de Cole?

—Claro, no irás caminando en esas condiciones. 

Jackie me acompaño hasta el estacionamiento donde Danny acababa de subirse en el asiento del copiloto y Cole esperaba apoyado en su lado del conductor. Sus cejas se elevaron al verme llegar y sonrió de lado.

—Es un gusto que nos acompañes, Speedy.

—Lo hago porque Jackie me lo pidió, tampoco tengo ganas de estar en clase, Melody cree que Jackson la está engañando y por último no quiero caminar a casa de vuelta.

—Sí que son muchas razones —dijo abriéndome la puerta trasera de su lado en un intento de caballerosidad.

—Solo no me fastidies el día.

Cole condujo hasta la casa del lago, era bastante lejos del pueblo, sabía que en esa parte estaba mucho más fresco y agradecí traer un abrigo extra. Cole notó que Jackie no llevaba más que su suéter rosa y le colocó su campera del equipo sobre los hombros cuando bajamos del auto.

—La granjera más sexy decidió venir —la voz de Rayan hizo que volteara verlo, era un jugador del equipo, desconocía su posición porque no me interesaba el fútbol—. También puedo prestarte mi chaqueta, si tienes frío —dijo refiriéndose al gesto que había tenido Cole con la chica de Nueva York.

—Estoy bien, gracias —no me interesaba Rayan, no es que no fuera lindo, su cabello castaño hacía juego con las leves pecas de su rostro, pero era un idiota y todos en la escuela lo sabían.

—¿Hoy me aceptarás una cerveza? —señaló con la cabeza la hielera que sus amigos estaban bajando de una camioneta.

—Lo pensaré —mentí—. Si me disculpas.

Me acerqué hasta Jackie que estaba caminando sola.

—Creo que es mejor no hablar con Erin en estos momentos —la pelinegra me miró esperando una explicación—. Al parecer están teniendo esos momentos complicados en la relación. Sin mencionar que debe estar celosa de que una chica viva en la casa de su novio.

—¿Y por qué está celosa de mí y no de ti?

—Porque Erin sabe que siempre he sido amiga de Cole. Soy como una hermana para él, ella está conforme con eso y yo no busco tener problemas con ella.

—Sí, lo sé. Pero a mí no me interesa Cole en lo más mínimo —mi corazón dio un salto y no supe por qué.

La casa tenía un pequeño muelle sobre el lago y al final de éste se encontraba la casa, los del equipo ya se habían puesto manos a la obra con la bebida y los tragos. Rayan me dio una lata de cerveza y comprobé que estuviera cerrada antes de tomarla, una cerveza nunca era mal recibida, pero uno nunca sabe.

Me senté en una silla al lado de Jackie y junto a esta estaba Erin. Olivia llamó nuestra atención con unos shots que había preparado y dije que pasaba, no iba a llegar borracha a casa. Jackie parecía no pensar lo mismo porque tomó uno en respuesta a la provocación de la rubia de que no se atrevería, di un trago largo a mi cerveza rogando que la chica de Nueva York soportara la bebida. 

—Oigan, ¿quién quiere nadar desnudo conmigo? —preguntó Dylan haciéndose el interesante o borracho, no sabía con exactitud.

—El agua está como a cuatro grados —le advirtió Danny. 

—Por eso necesito a alguien que me dé calor. 

Me paré y decidí ir a dar una vuelta por el lugar, no me apetecía ver desnudo a nadie hoy. Llegué hasta un montículo de troncos cortados listos para hacer una fogata, me senté un gran tronco y dejé la lata de cerveza en el suelo, saqué un paquete de cigarrillos y prendí uno con dificultad, mis manos todavía dolían por la caída.

Nadie sabía que fumaba, solo lo hacía en ocasiones como esta o cuando necesitaba despejar la mente, ya si era muy necesario armaba uno de marihuana y me quedaba horas viendo el cielo sin pensar en nada.

—¿La chica responsable fuma cigarrillos baratos? —dijo Cole sorprendiéndome y casi hace que lo tire.

—Idiota —susurré, pero sabía que me había oído de todas formas—. ¿No tienes otra cosa que hacer?

—Tengo que llevar madera para la fogata, el idiota de Dylan puede sufrir hipotermia si se baña desnudo —se sentó con dificultad a mi lado por la pierna dañada.

—¿Tanto te preocupa la salud del nuevo capitán del equipo? —dije fumando el cigarro y exhalando por la nariz.

—Es mi amigo —dijo sin creérselo ni él mismo—. ¿Tienes otro? 

—¿Ahora que no estás en el equipo por tu pierna también quieres dañarte los pulmones?, tendrás que buscar otro hobbie me parece —dije mientras sacaba otro cigarrillo y se lo entregaba, él lo tomó con la boca y esperó hasta que lo prendiera por el temblor de mis manos.

Jamás lo había visto fumar y no lo hacía tan mal.

—Te burlas de mí, pero parece que tienes experiencia en esto —él sonrió.

—No sabes todo de mí, Cat —eso me golpeó fuerte.

—Tienes razón, desde el accidente te volviste un extraño para mí. Solo me quedé con el Cole que se reía de mis chistes y era mi mejor amigo.

—¿Qué no lo soy? —preguntó ofendido.

—Ninguno de los dos sabía que el otro fumaba, creo que se responde sola la pregunta.

Nos quedamos un segundo en silencio fumando y escuchando el eco de las voces que se mezclaban con el sordo sonido del bosque.

—Bueno, ya que no soy tu mejor amigo según tú, tendrás que actualizarte —dijo tirando la colilla del cigarro y yo hice lo mismo. Tomó mi lata de cerveza y le dio un trago antes de seguir hablando—. Pregunta lo que quieras y responderé.

Tenía miles de preguntas y ninguna pintaba para bien.

—¿Cuál es mi actividad favorita después de la escuela?

—Vamos, Cat —se mofó—. Eso es muy fácil, te gusta pasar el tiempo entre las plantas. Pregunta algo más difícil.

—Error. Mi actividad favorita es tejer y pintar.

—¿Es un chiste? —preguntó sin poder contener la risa—. Maldita sea con tu sarcasmo de mierda. 

—Siempre caes, Cole. Creo que te conozco más de lo que piensas.

—Tengo una pregunta —le quité la cerveza—. ¿Crees que alguna vez me enamoré?

El líquido recorrió mi garanta caliente como lava. ¿Qué se suponía que respondiera a eso?

—Estabas enamorado del fútbol.

—Yo hablo de una persona, no de un deporte.

—Entonces no —dije dando otro trago.

—¿Cómo estás tan segura? —acercó su rostro interesado por mi respuesta.

—Porque si de verdad te hubieras enamorado no te habrías acostado con las amigas de tu novia. Tendrías gestos tiernos hacia esa persona y nunca la abandonarías en sus peores momentos.

Su rostro estaba serio y miró hacia el bosque que se extendía a kilómetros. 

 —Tú querías jugar a este juego, Cole —me apresuré a hablar—. Solo cuando las cosas no salen como te gustarían es que te pones así.

—¿Así como? —dijo recorriendo mi rostro con sus ojos verdes como los pinos.

 —Olvídalo —terminé mi cerveza y quise aplastar la lata con la mano, pero fue una mala idea porque sentí un par de heridas abrirse—. Mierda.

—¿Eres idiota? —dijo quitándome la lata y arrojándola lejos—. Déjame revisar tu mano.

—Estoy bien.

—No, no lo estás. Solo con ver ese vendaje me puedo dar cuenta que no lo estás haciendo bien —me tomó la mano y comenzó a sacar la venda, aparté la mirada para no ver las heridas—. Si no ves como lo hago nunca aprenderás.

—No puedo ver.

—Todo estará bien —me prometió—. Mira, esto se haces desde la muñeca y luego cruzas la tela entre tus dedos.

Me explicó con paciencia envolviendo la mano con un suave pero firme tacto, mis ojos viajaban desde su rostro hasta sus manos y de vuelta a sus pestañas. No le diría que no presté atención porque me iba a regañar, así que asentía a cada cosa que decía, hizo el mismo procedimiento con la otra mano y se sentía muy bien.

—¿Dónde aprendiste primeros auxilios?

El rio. —Tenía que hacer esto cada vez que salía a jugar para evitar torcedura de muñecas. Listo, mucho mejor, ¿no?

Asentí. El no soltaba mi mano y me sentía por primera vez en mucho tiempo cuidada. 

Cole se apartó y comenzó a cortar leña, yo prendí otro cigarro. Jackie nos había encontrado y traía un vaso en sus manos, noté su torpeza al caminar y sabía que ya estaba borracha.

—Guau. Okey. Esto del leñador enojado es nuevo para ti. 

—¿Acabas de hacer un chiste? —preguntó Cole divertido.

—No lo sé... Tal vez.

—¿Estás ebria, Nueva York?

—¿Yo? —preguntó Jackie, no quedaba dudas de que lo estaba—. No, Soy niña buena, ¿no sabías?

—Mi amiga aquí presente también es una niña buena y ahí la ves. Fumando como un camionero de cincuenta años —negué por su comentario y seguí dándole pitadas al cigarro.

Jackie cubrió su boca entre sorprendida y divertida, me señalo con la mano que sostenía el vaso rojo sin poder creer lo que veía, yo le guiñé un ojo y tiré la colilla cuando pasaba detrás de Cole.

—Okey. Toma —le dijo entregándole a la pelinegra un par de troncos—. Me vas a ayudar con la fogata. 

Le quitó el vaso para beber el contenido sobrante pero no quedaba nada para tomar. Jackie dio media vuelta y la seguí cuidando de que no tropezara, Cole me hizo cargar palos también y me quejé.



. . . . . ╰──╮╭──╯ . . . . .



—Okey. Olivia —dijo Erin parándose de golpe— ¿Verdad o reto?

Rodeé los ojos, no iban a ponerse a jugar a esa estupidez. Todos se emocionaron y recordé por qué no me gustaba juntarme con estas personas. 

Me paré a buscar otra lata de cerveza y alejarme de esta gente. Sabía cómo era el juego que habían inventado y no tenía ganas de besar a nadie en ese momento. 

—¿Juegas? —me preguntó Rayan.

—No, no me gustan ese tipo de cosas.

—¿Y qué es lo que te gusta? —preguntó más interesado que niño por saber quién era Santa.

—Otras cosas. Caminar por el bosque, ver películas, bailar... —me arrepentí al instante de haber dicho eso último.

—¿Con que bailas? —los ojos se le iluminaron, quise decirle que no pero ya era tarde—. Estoy de suerte, porque ésta es mi canción favorita.

—¿Tú canción favorita es California Gurs de Katy Perry? —reí por su confesión.

—No critiques los buenos gustos y baila conmigo —dijo tomando mi mano y dándome una vuelta, hacía movimientos muy graciosos y parecía vivir la canción como una verdadera adolescente.

Le seguí el juego porque hacía mucho no bailaba, me estaba divirtiendo realmente y nadie estaba prestándonos atención. Por un segundo había olvidado todo, ni si quiera me dolía el cuerpo y saltaba a la par de Rayan que gritaba la letra de una forma muy aguda. Me dio otro giro y me atrapó en sus brazos, quedamos a centímetros de distancia y podría haber ocurrido cualquier cosa si no fuera por los gritos y exclamaciones de los demás, me aparté del castaño y noté que Cole tenía lo que parecía vómito en su suéter.

Jackie le había vomitado todo y salió corriendo, detrás de ella iba Danny.

—Lo siento —me disculpé con Rayan y fui detrás de los Walter y la chica—. ¿Qué mierda pasó?.. —me tapé la boca con el dorso de la mano por el olor—. Apestas, quítate eso —Cole se miró el suéter e hizo lo que le dije.

—Ayuda a Danny. Los alcanzo en el auto.

Con el gemelo ayudamos a Jackie a caminar hasta el vehículo, se tambaleaba y era casi imposible meterla en el auto.

—Cat —se me acercó Rayan corriendo—. ¿Quería preguntarte si estás libre este fin de semana?, podemos ir a tomar algo o ver una película...

—Oye, Rayan —le corté antes de que siguiera hablando—. Pasé un bueno momento hoy, excepto por el incidente del vómito. Pero no estoy buscando nada serio por el momento.

—No tienes que contestarme ahora. Solo piénsalo y avísame, ¿está bien? —asentí para que se fuera y me dejara subirme al auto—. Te veo en la escuela.

Dentro estaba Jackie sosteniendo su cabeza con la mano, seguro tendría dolor de cabeza mañana. Cole me miró interrogante por la charla que acababa de tener.

—¿Qué?

—Nada —dijo sonriendo—. Solo para que lo sepas, Rayan no es un buen partido para ti.

—Mira quién lo dice.

—Tu padre no pensaba lo mismo —largó el comentario y me dejó entre sorprendida y extrañada. 

¿Qué mierda sabía él de mi padre?, ¿me estaba ocultando algo?



. . . . . ╰──╮╭──╯ . . . . .



Me dejaron en casa, bajé del auto no sin antes agradecerle a Danny, me acerqué hasta la ventanilla de la chica y le di unos golpecitos en el hombro.

—Jackie —ella espabiló un poco y me prestó atención—. Cuando llegues come algo y toma una ducha fría, ¿ok? —ella asintió y miré a Cole—. Asegúrate de que lo haga.

—Tranquila, Speedy. Yo la cuido.

—Luego hablaremos tú y yo —di media vuelta y caminé el sendero hasta mi casa. 

Mamá estaba avisada de que llegaría tarde, pero sabía que me esperaría despierta, siempre lo hacía. 

—Hola, corazón —dijo bajándole el volumen a la tele—. ¿Qué tal el lugar?, ¿la pasaste bien?

—Sí. Nunca puedes pasarla mal cuando estás con los Walter —me senté a su lado en el sofá y ella acarició mi cabello—. Ma, ¿extrañas mucho a papá?

—Todos los días.

Su muerte había sido tan repentina que en el momento no podíamos procesarlo. Él había salido a comprar para hacer la cena cuando un grupo de estudiantes ebrios les pareció buena idea conducir a toda velocidad por la avenida. Según los forenses, mi padre había intentado esquivarlos, pero no había servido de nada, recuerdo que esa noche me quedé esperando a que llegara, cuando escuché un auto acercarse a la casa salí con la esperanza de que fuera él, pero en su lugar vi el auto de los Walter y el recuerdo vívido de Katherine gritándome que me subiera al vehículo me ponía los pelos de punta.

—¿Te dijo algo antes de irse? —no recuerdo haberle preguntado nunca esto a mamá.

—Solo que fuera fuerte por ti, que te cuidara... Dijo, dile a Cat que la amo con todo el corazón. ¿Por qué preguntas esto? 

—He estado pensando en el últimamente. ¿Sabes si alguna vez le dijo algo a Cole? 

—¿Como qué?

—No lo sé. Cole mencionó algo, pero no tuvimos tiempo de hablar.

—Entonces pregúntale. Él nunca te mentiría, cariño, y menos si se trata de tu papá —me dio un beso en la frente y se marchó a su habitación a descansar.

Tomé mi teléfono y abrí el chat que tenía con Cole. Supuse que ya había llegado a casa y le habían propiciado el castigo correspondiente.


-Cole

-Llegaron bien?

Pasaron unos minutos y pensé que no contestaría hasta que las palabras de "escribiendo" aparecieron frente a mí.

-Estamos bien, gracias por preguntar

-Los castigaron a todos?

-No, solo a mí, pero es algo de todos los días

- Que haces ahora?

-Estoy arreglando la camioneta

-A esta hora? 

-Si, no podía pensar

-En realidad no quería hacerlo

-Yo tampoco quería pensar 

-Pero lo que me dijiste en el auto no se me quita de la cabeza

-Podemos hablar?

-Ya lo estamos haciendo Cole

-No, en persona, quiero decir

-Puedo ir hasta tu casa?

-Claro

✔✔ 22:15

Escribí eso sin pensarlo y luego entré en pánico, no podía borrar el mensaje porque ya lo había visto, seguramente estaba de camino aquí. No sé en qué estaba pensando al decirle que sí, mamá ya estaba durmiendo así que subí al baño de mi cuarto y me lavé los dientes, me cambié de ropa y volví a bajar. Tardaba unos diez minutos en auto llegar desde los Walter hasta mi casa, no sabía si vendría caminando o habría sacado el auto a escondidas. Ya estaba castigado de por sí, si se enteraban de que había salido de su casa podrían ponerle un castigo mayor.

Tomé mi teléfono, la caja de cigarrillos y una bolsa de papas, decidí esperarlo afuera para que no golpeara la puerta al llegar. Cuando escuché un caballo a lo lejos no me quedó dudas de que se trataba del rubio, ató el caballo a un árbol y le hice señas de que estaba en el porche, subió los pequeños escalones y se sentó a mi lado en el gran sillón.

—Estoy harto —dijo sin más.

—¿De qué?

—De todo, Cat. ¿Sabías que no iré a la universidad? —mis ojos se abrieron de par en par.

—¿Qué? —dije más fuerte de lo que esperé y bajé el tono—. ¿Estás loco?

—Cat, mi pierna está arruinada, mis notas son las peores y soy un fracaso como ya te habrás dado cuenta —dijo enumerando con su mano—. Me estoy quedando sin opciones.

—Siempre hay opciones, Cole. Tal vez estás cansado de oírlo, pero no es prudente que bajes los brazos ahora. Tienes que esforzarte, tal vez un poco más que otras personas, pero confío en que puedes hacerlo.

Su rostro se tornó un poco rojo, pero no sabía si la oscuridad de la noche me estaba engañando. El pelo rubio caía sobre su rostro dificultándome verle las expresiones.

—Es bueno escuchar eso. No siempre lo dicen de esa forma.

—¿De qué forma?

—Ya sabes —se encogió de hombros—. Siempre dices todo de una forma reconfortante, haces que no me sienta mal, no me tratas con odio.

—Nadie te trata así, Cole.

—Ya lo sé, es que a veces siento que todo el mundo está en mi contra —trataba de evadir mi mirada así que tomé su rostro obligándolo a mirarme.

El corazón se me estrujó al ver sus ojos verdes a punto de romper en llanto.

—Cole, aunque el mundo esté en tu contra, yo jamás lo estaré —hacía tanto tiempo que no tocaba su rostro que había olvidado lo suave que era.

Él me abrazó y nos quedamos así un buen tiempo. 

Él llorando en silencio y yo tratando de que mi corazón no se rompiera.

Él cayendo al vacío y yo sosteniéndolo. 



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