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〖 14 〗


Estaba nerviosa y ni si quiera era yo quién se casaba. Estuve toda la semana buscando un vestido acorde al evento y eso me había producido estrés, Melody también se rindió conmigo luego de que la hice caminar por toda la ciudad.

El día anterior a la boda tenía que llevarle a George un pedido de manzanas para que hiciera unos postres. Imaginé que todo sería un verdadero caos, Will había anunciado todo muy pronto, esa era una de las razones por las que Katherine no estaba tan segura de hacerlo en su casa.

Cuando llegué al rancho de los Walters me recibió Jackie, sostenía una Tablet donde tachaba cosas de una larga lista, había estado pensando todo este tiempo como me sentía con respecto a ella, le tenía empatía por lo de su familia, pero también la envidiaba cada vez que la veía cerca de Cole. 

Le dije que todo iba a salir bien, no era necesario que se preocupara tanto.

—Gracias, Cat. ¿Pudiste encontrar un vestido? —me preguntó levantando un segundo la vista del aparato.

—Aún no. Creo que no soy buena decidiendo.

—Si necesitas ayuda dime, no es molestia.

No era por ser descortés, pero no me gustaba el estilo que tenía ella al vestirse, tal vez no compartíamos los mismos gustos.

—No, está bien. No quisiera que pierdas tiempo en eso, tienes muchas cosas que organizar. Esta tarde daré una última vuelta y voy a decidir, no te preocupes.

Ella sonrió y me deseó suerte. Cuando bajaba los escalones del porche vi a Cole saliendo del granero, me hizo una seña para que me acercara.

—¿Viniste a ayudar con la boda? —me preguntó mientras guardaba a un caballo en el establo.

—Vine a entregar un pedido. Tengo que irme, todavía no consigo un vestido para mañana.

—¿Qué pasa? ¿Estás tan indecisa como siempre?

—Si, tengo un par de opciones, pero todavía no decido que color usar.

—Escuché que el verde es el color de la temporada —dijo haciéndose el interesante, reí por eso—. Solo trata de no opacar a la novia.

—¿Cómo podría opacar a la novia, Cole?

—No sería difícil, aunque te pongas una sábana encima terminarías opacando a cualquiera. Será mejor que ni te aparezcas mañana por aquí. 

Rodeé los ojos y salí del granero con el rubio acompañándome hasta la camioneta. 



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Tres intentos me tomaron para que el cabello me quedara como quería, el maquillaje fue lo más sencillo, me vestí y bajé las escaleras con cuidado de no doblarme el pie por los zapatos. Mamá me esperaba en la base de las escaleras con su celular apuntándome con el flash que destellaba cada dos segundos.

—Con una foto está bien, ma.

—Es mi celular, yo decido cuantas fotos tomar —me detuve en el último escalón y ella me contempló con sus ojos azul claro—. Estás bellísima. 

La abracé fuerte, su olor característico a hospital y desinfectante me inundó los sentidos. Me acompañó hasta la camioneta y no me dejó ir sin antes darme el discurso de no tomar - no manejar. 

Al llegar al lugar me sorprendió la cantidad de autos que habían acumulados en la entrada, la gente ya había llegado y se estaban acomodando en sus respectivos asientos, crucé el camino hasta el arco que adornaba la entrada. No tenía idea de cual era mi asiento y me quedé parada analizando un buen punto donde pudiera ver bien a la pareja.

—Wow —la expresión me hizo girar para encontrarme a Cole vestido con una camisa celeste y corbata—. El color de la temporada si te queda bien.

Recién lo veía y ya estaba largando sus típicos comentarios.

—Combina con tus ojos —él sonrió nervioso por mi respuesta.

—Ten, son para ti —me dio una pequeña ramita con flores en los extremos, era un gesto que me recordaba a un Cole pequeño, me entregaba cualquier cosa que él considerara interesante. Pero este gesto significaba algo más, rogué que tuviera otra intención—. Ven, te acompaño hasta tu lugar. 

Caminamos por el pasillo y me señaló el asiento, él se sentó junto a mí y supe que nunca estuvieron asignados los lugares. 

—Te dije que no opacaras a la novia —me susurró al oído.

—Hice todo lo posible, pero no lo logré al parecer. 

El sonido de una guitarra proveniente de Nathan nos hizo voltear y presenciamos la hermosa entrada de Hayley, estaba preciosa, solo pensaba en lo afortunados que eran, pudieron encontrarse entre tantas personas de este mundo, pudieron encontrar a esa persona que les hiciera tomar la decisión de casarse.

—Bienvenidos, familiares y amigos. Estamos aquí reunidos para presenciar y celebrar el matrimonio de Hayley Althea Young y William John Jefferson Walter. Hayley y Will decidieron emprender un nuevo capítulo en sus vidas. Y hoy, van a confirmar ese vínculo espacial para empezar su nueva vida juntos.

Mientras Mato continuaba dirigiendo la boda, sentí como la mano de Cole rozaba la mía, no podía concentrarme en lo que decía por la sensación que recorría mi cuerpo con ese simple toque.

 —Un anillo es un inquebrantable círculo infinito. Es el símbolo de lo infinito y de su amor duradero.  

Luego de que dijeran sus votos cerraron la ceremonia con un hermoso beso, nos levantamos a aplaudir mientras ellos se retiraban. 



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Jamás había asistido a una boda, era una nueva experiencia que estaba experimentando y me encantaba que fuera con la familia Walter. Todos los invitados nos dirigimos hasta la gran carpa donde sería la cena, en el extremo final estaba la amplia tarima donde se sentarían los novios con sus respectivos padres. Había una pequeña mesa para los niños donde estaban Parker y Benny, ella constantemente venía a la mesa de sus hermanos, decía que no era tan pequeña para sentarse en ese lugar.

En dicha mesa estaban Cole, Danny, Alex, Nathan con su novio Skylar, los hermanos García, Jackie y yo, por cuestiones de espacio me había tocado la punta de la mesa. Había salido apurada de casa y no pude comer nada antes, así que agradecí que la cena fuera abundante, antes de que trajeran el postre ya no me entraba más comida en el estómago.

—Jackie, hiciste un trabajo increíble hoy —dijo Skylar.

—Todos ayudamos —contestó ella modestamente—. Ay, pero cuando el ramo quedó destruido, creí que ya había llegado el fin. 

—Sí, pero el que hiciste... me encantó —le alagó Alex.

—¿Sabes? Mi abuela decía que estas flores son un símbolo de amor no correspondido —dijo Nathan haciendo que mis oídos captaran ese comentario. 

Miré el pequeño ramo que descansaba al lado de mi celular y mi vista se elevó a Cole que parecía absorto en el plato de comida frente a él.

—¿Todos están bien? —George apareció evitando que lo ametrallara con preguntas al rubio sobre las flores—. Bueno, ¿listo para el discurso?

—Tanto como es posible —respondió Cole.

—Excelente. Ya es hora.

Cole se levantó de su asiento y se inclinó para decirme algo solo a mí.

—Espero que te guste.

No entendí por qué debería gustarme a mí el discurso, estaba rogando que no metiera la pata desde el momento que llamó la atención de la gente golpeando una copa de cristal en el micrófono.

—Damas y caballeros, hola —su voz sonaba más encantadora por el micrófono—. Cuando Will me pidió que hiciera el brindis esta noche, quería solo dos cosas. Que fuera breve y que no lo avergonzara. Y le prometí solemnemente las dos. Y es por eso que no voy a mencionar... Danny —dijo dirigiéndose a su hermano gemelo que estaba al costado de una pantalla—. Su fase gótica...

Todos reímos por la imagen que se proyectó de Will vestido completamente de negro.

—Cuando pintó su habitación de morado y se tiñó el pelo de negro. Y por supuesto que no voy a mencionar cuando papá lo atrapó fumando detrás del establo. Porque no estaba fumando cigarrillos normales, no sé si me explico.

No podía dejar de reír con los demás, todas esas anécdotas las había vivido con esta familia de locos, y me entraba un sentimiento de nostalgia al recordar esos momentos.

—Y por supuesto, estoy seguro al 100%, sin lugar a dudas, que no voy a decirle al exdirector Sykes, por cierto, qué gusto verlo, señor...

—Hola —dijo el hombre mayor.

—...que, en realidad, fue William John Jefferson Walter quien llenó su oficina de papel hace seis años después de la graduación. Así que no voy a hablar de todo eso. Ehm... De lo que sí voy a hablar... —tomó el micrófono y se aproximó hasta los novios—. Es de cómo Will siempre ha sido el mejor hermano mayor para todos nosotros. Él me enseñó a jugar fútbol. Nunca se cansaba de leer diálogos con Danny, o de escuchar a Nathan tocar la guitarra, de ayudar a Alex a montar. Le enseñó a Jordan a usar una cámara. Jugar hockey con Parker, patinaba con Lee, jugaba videojuegos con Isaac, le leía cuentos a Benny para dormir.

>Y no menos importante, fue el sacerdote en la boda falsa de Cat cuando teníamos ocho años —todos rieron por eso, yo solo tenía ojos para Cole, me estaba muriendo de la vergüenza—. Porque sí, gente, estamos comprometidos con Cat desde los ocho años —no había necesidad de aclarar eso, pero así era Cole, le encantaba ser el primero en todo y ganar a como diera lugar—. Esa es la clase de persona que es. Siempre apoya a su familia y siempre piensa en los demás antes que en sí mismo. Ahora les voy a contar de cuando conoció a Hayley. Cuando Will conoció a Hayley, fue después del año nuevo. Y no podíamos entender por qué aceptó tener una cita cuando hacía tanto frío. Ni por qué salió al metro y medio de nieve para verla al día siguiente. Y... al siguiente. Pero después conocimos a Hayley y lo entendimos. 

>Y es que cuando conoces a tu persona, en realidad, nada más importa —su mirada me atrapó justo a mitad de aquella frase, las lágrimas amenazaban con salir en cualquier momento—. Así que, Hayley, no entendemos cómo soportas a Will, ni a todos nosotros, pero nos alegra que lo hagas. Bienvenida a la familia. Levanten sus copas.

Se oyó al unísono el brindis para los novios, ellos pasaron a la pista donde abrieron el primer baile de la noche. Se notaba lo mucho que habían practicado la coreografía porque les salió a la perfección, Will invitó a todos a la pista y de pronto esta se había llenado de personas.

Mientras me servía más champagne en mi copa, Cole acercó una silla y se sentó a mi lado.

—Ese fue un gran discurso —dije mirando a la gente.

—Gracias, estuve mucho tiempo ensayándolo frente al espejo del baño —solté una risa imaginándome esa escena.

—No era necesario que todos los invitados se enteraran de nuestra boda falsa, Cole. Era algo más familiar.

—Es que ya no podía guardar el secreto. Además, necesitaba hacer esto.

Tomó mi mano y sacó del bolsillo de su pantalón un pedazo pequeño de cuerda, lo anudó en mi dedo anular. Simulaba nuestro anillo de compromiso de pequeños.

—Cole...

—Es que me rechazaron el préstamo en el banco, otra vez —bromeó—. Pero te prometo que te compraré uno de verdad.

No sabía si eso último era cierto o seguía siendo parte de la misma broma. Reí tapándome la cara y él quitó mi mano para dejar al descubierto mi cara completamente roja.

—No me ocultes nunca más en la vida tu sonrisa, por favor —dijo viéndome a los ojos.

—Me dijiste que no opacara a la novia y tú haces esto —levanté mi mano enseñando mi anillo de compromiso, él se encogió de hombros—. Me encanta, gracias, Cole. Eres el mejor esposo falso que tuve.

—¿Y si dejamos de decir la palabra "falso"? —lo miré rogando que se refiriera a lo que yo estaba pensando—. Falsa boda. Falso esposo. Falsa novia.

—Cole...

—Hey, Cat —llamó mi atención Will—. Ven y baila un poco con tu hermano mayor.

—¿Quieres robarme a mi chica? Te recuerdo que eres hombre casado —lo acusó Cole, pero su hermano no lo escuchó, me tomó por el brazo y me sacó a bailar a la pista.

Le di una mirada al rubio y él me guiñó el ojo, necesitaba seguir con esa conversación lo antes posible, el corazón me latía muy rápido. 

Will me daba vueltas por la pista, agradecía que fuera él quién llevara el ritmo, no se me daba bien bailar sobria, así que tomé otra copa de vino y comencé a soltarme más. George y Katherine nos retaron a una mini batalla de baile que ganamos con mucha dificultad, a decir verdad, estaba claro que Will había heredado sus dones para bailar de ellos dos. 

El tiempo se había pasado tan rápido que no me percaté, ya había anochecido y yo tenía que irme a casa en la camioneta. Me despedí de los novios y luego de Katherine, ella me insistió en que me quedara aquí, no podía casi mantenerme en pie y sería muy arriesgado conducir en ese estado. El discurso de mamá se me cruzó por la mente. Mis pies comenzaron a pedirme auxilio por los zapatos tan ajustados que llevaba, me senté en una silla a tratar de quitármelos.

—Te ayudo —la voz de Cole me sorprendió, se arrodilló y me quitó ambos zapatos. No llevaba el traje de antes, estaba con una camiseta blanca y tenía las manos sucias, como si hubiera estado en el garaje. Me recordó al cuento de la cenicienta, pasada la medianoche volvía a ser el Cole común y corriente que había conocido toda mi vida—. ¿Estás tan ebria como para correr por el campo conmigo?

Su mirada me decía que no estaba bromeando.

—Claro que lo estoy. 

Una sonrisa se dibujó en su rostro, me tendió su mano y salimos de allí, comenzamos a trotar y saltar por el gran campo que se extendía a quilómetros, lejos de las grandes carpas y el bullicio de la gente, tropecé por error y caí riendo al suave césped. Cole intentó ayudarme, pero jalé su mano y cayó sobre mí.

—¿Ya te aburriste de la boda? —pregunté tirando del cuello de su camiseta.

—Es evidente —volvió a incorporarse y me levantó sin dificultad, el mundo dio un giro de 180° y luché por no vomitar toda la cena.

—¿Por qué me trajiste aquí? —dije al ver lo lejos que estábamos de la boda, por la falta de luces era evidente que ya había finalizado y con seguridad todos estaban yéndose a la cama o a sus respectivas casas.

—Tengo que decirte algo importante —estaba con la mirada perdida en el suelo, solo éramos nosotros y los miles de kilómetros de campo a nuestro alrededor.

El sonido de los grillos comenzó a aturdirme en algún punto. Cole se mantenía estático y mi impaciencia no hacía otra cosa más que ir en aumento.

—Si es importante mírame a los ojos, Cole.

Él lo hizo y su mirada estaba tan cristalina como el agua.

—Besé a Jackie —dijo así sin más. 


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