El día tan esperado para algunos, pero más desafortunado para la princesa llegó. Era una mañana bastante fría, el sonido del aire se hacía presente por la ventana de la habitación de la joven princesa, quien aún se encontraba dormida en su cama, cuando en eso el sonido de la puerta de su habitación hizo que ella se despertara.

Toc toc toc

Hija, puedo pasar, decía el gigantesco rey que estaba en el pasadizo de la habitación de la pelinegra.

Adelante, padre, pronunció la bella princesa, levantándose de su cama, para segundos después dirigirse a abrir las cortinas de las ventanas de su habitación.

¡Hija, feliz cumpleaños hija!   espero y lo uses el día de hoy, decía el rey, entregándole una enorme caja con uno moño de color rosado a la princesa.

¡Eh¡ ¡gracias padre!, respondió la bella princesa, abriendo el paquete, al tiempo que agregaba tras ver el lindo vestido color verde nilo que le había regalado su padre: Esta hermoso, pero creo que no podre usarlo en el torneo, ya se te olvido que debo vestir para la ocasión.

¿A qué te refieres hija?, pensé que con la llegada del príncipe Vegueta tu habías cambiado de opinión, dijo el rey.

Lo lamento padre, pero no es así, yo no me puedo casar con ningún príncipe, porque yo...

Toc toc toc, disculpe por entrar así su majestad, pero los jóvenes príncipes ya están llegando, los hice pasar a los jardines del castillo, decía una de las empleadas del castillo, interrumpiendo de manera repentina la conversación.

Está bien, ya bajo, respondió el rey dirigiéndose a la puerta, al  tiempo que agregaba: Luego continuamos la conversación hija, y alístate, que tienes que estar presente en la inauguración del torneo y en las luchas.

Como usted diga padre, decía una angustiada princesa.

En los jardines de palacio, los príncipes se encontraban en la realización del pequeño sorteo de luchas, cuando en eso vieron acercarse al rey.

Sean todos ustedes bien venidos a mi castillo, dijo el rey.

¡Buenos días rey Ox! ¿y la princesa? ¿Dónde se encuentra?, preguntaba un joven apuesto que tenía una cicatriz en la cara.

¡Buenos días príncipe Yamcha! en unos momentos viene para acá, ¿Cómo están tus padres?, agrego el rey.

Bien estimado rey, decía el príncipe de la cicatriz.

No se para que vinieron tanto perdedor, si a las finales yo seré el ganador, pronunciaba con orgullo el príncipe con cabello negro en forma de flama, acercándose a donde se encontraba el rey y el nuevo príncipe.

Príncipe Vegueta bien venido, dijo el rey.

Y ¿Dónde está mi prometida?, respondió muy seguro de sus palabras, el príncipe Vegueta.

Para ello tienes que competir, con todos nosotros,   ¿o ya se te olvido?,   dijo el príncipe Yamcha en tono irónico, mientras los otros príncipes presentes asentían.

Ja ja ja, hecho ha reír Vegueta, causando el enfado del príncipe de la cicatriz.

Nos estás menospreciando, dijo otro de los principes presentes.

Chicos cálmense por favor, mejor vayan a ver su turno de participación, pronunció el rey, para calmar el momento.

Lo que me faltaba que estos insectos crean que me puedan ganar, acá no veo ningún rival digno de mi, creo que el único digno de pelear conmigo y darme una buena batalla hubiese sido ese tal Gokú, pero para su fortuna no es un príncipe como yo, pensaba Vegueta mientras se dirigía a ver su turno de combate.

Los combates ese primer día se llevaron a cabo, 16 príncipes habían calificado y hubo 8 enfrentamientos, quedando 8 príncipes ganadores, luego continuaron los duelos, llegando a las semifinales solo cuatro príncipes, entre los que se encontraban el príncipe Yamcha y por su puesto el príncipe Vegueta.

Hubo un pequeño receso para que los semifinalistas descansen un poco y puedan rehidratarse y luego por la tarde continuar con la semifinal, ya que la final sería el día siguiente.

Mientras esto pasaba en Fri pan , en Paoz otra historia acontecía:

Abuelito, ¿Qué te sucede?, decía un desesperado joven al encontrar a su abuelo en el piso de su casa.

Hola Gokú encontré la puerta abierta y ¿cómo......?, ¿Qué le paso a tú abuelito Gokú?, pronunció una desconcertada peli azul.

No sé , no sé, yo también acabo llegar del bosque. Bulma ayúdame, necesito, llevar a mi abuelito al hospital, agregaba el joven de cabello alborotado desesperado.

Claro, Gokú, entonces, vamos hacia el hospital, respondió Bulma.

En el castillo Fri pan:

La linda princesa paseaba de un lado para otro, inquieta por no ver por ninguna parte a su novio secreto.

Gokú, ¿porqué no llegas?, ¿te abra sucedido algo?, pensaba la bella princesa.

Hola linda, ¿Cómo viste mis combates?, dijo el príncipe Vegueta quien se encontraba ya al lado de ella dándole un beso en la mano.

¡Eh!, eres muy bueno en las artes marciales, respondió la joven princesa.

Claro que lo soy y también seré un gran esposo para ti, seremos la pareja perfecta, decía Vegueta, dudando el mismo de sus palabras al acordarse sin darse cuenta de una linda peliazul que le había dicho eso alguna vez.

¡Eh¡ creo que ya es momento de volver, pronunció la joven princesa para romper tan incomodo momento, y pensando para sí misma: Gokú ven por mí.