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- ¡Lis! - el grito de Gabriel la despertó y abrió los ojos a la vez que se los acariciaba con sus nudillos. - Los Ángeles, ¿cierto?

Gabriel estaba de pie en uno de los pasillos mientras que su madre se ocupaba de coger todas las maletas que ambos guardaron antes de despegar. El chico palpó su hombro con el índice varias veces y soltó una carcajada al ver el rostro cansado de la joven.

- Venga, ya has llegado.

- ¿Ya he llegado? ¿Ya estamos en Los Ángeles? - preguntó ella impresionada, pues no creía haberse quedado dormida durante tanto tiempo. Gabriel asintió con la cabeza y estiró su mano para ayudarla a levantarse, ella la aceptó y le dedicó una amplia sonrisa agradecida. - ¿Eres de aquí?

- Venimos a ver a mi padre que es americano.

- ¿Eres mitad coreano y mitad...

- Americano. Sí, lo soy. - Gabriel terminó la frase y segundos después comenzó a caminar siguiendo la fila de todos los pasajeros. - ¡Adiós, Lis! ¡Espero que te vaya bien! - gritó por encima de la multitud a la vez que se aproximaba hacia la salida.

Lis cogió todas su cosas y fue la última en salir a la pista de aterrizaje, donde una vez allí la noche cubría el lugar y el frío del otoño se hacía notar. Miró la hora y agradeció que no fuese más de las diez ya que horas más tarde apenas habría gente caminando por las calles y esto le producía algo de temor, pues al ser joven era más vulnerable a sufrir alguna agresión. Intentó no pensar en aquello y se dirigió hacia la salida gracias a los carteles del aeropuerto, después buscó con la ayuda del GPS del móvil la ubicación que le había mandado una mujer que alquilaba su casa. Por suerte, no estaba muy lejos de donde se encontraba y sólo tuvo que cruzar al menos siete calles para llegar al lugar. A pocos pasos había una mujer con un abrigo que le llegaba hasta las rodillas que la miraba fijamente, Lis se acercó y apretando su maleta con nervios preguntó lo siguiente:

- ¿Eres Anne?

- ¿Lis?

- Sí.

- ¿Qué tal el viaje? - la mujer tendría alrededor de treinta años aunque su rostro bien cuidado le daba un aspecto más juvenil. Tenía un cabello largo y moreno atado con una goma, sus ojos eran verdes y la voz era dulce por lo que le transmitió una buena sensación de seguridad. Lis confesó que estaba cansada pero valió la pena para descubrir la ciudad y aunque solamente había visto los grandes edificios ya le estaba empezando a gustar el lugar. - Bueno, estas son las llaves. Yo vivo justo en frente por si necesitas algo. De todos modos, hablaremos mañana por la tarde un poco para conocernos, ahora deberías descansar.

La joven cogió las llaves y sonrió ampliamente a Anne, después se despidió de ella entrando en aquella casa que había alquilado gracias al dinero que le había prestado su padre. La casa era grande tanto por fuera como por dentro y los muebles eran lujosos y tenía la típica cocina americana que a ella tanto le gustaba.


Tras investigar su nuevo hogar subió unas escaleras que daban al piso superior y descubrió que había tres habitaciones en total más un cuarto de baño. Pensó que tenía que haber alquilado otra casa más pequeña pero no encontró ninguna más a un buen precio y ésta era la más barata. La casa se le iba a hacer demasiado grande para ella sola, pero después la idea de que ya estaba en la ciudad le quitó todas las angustias. Cuando eligió la que sería su habitación dejó la maleta en un rincón y comenzó a acariciar los muebles bien cuidados de un color turquesa los cuales hacían juego con las baldosas blancas de cuadritos que tenía el suelo. Luego abrió la bolsa que contenía comida y sacó de ella el bocadillo que le habían preparado sus padres junto con un zumo de naranja en botella de un litro, se lo comió con ganas y más tarde siguió investigando las habitaciones contiguas a la de ella.

A unos pasos había una enorme habitación con una cama de matrimonio y varios muebles, después cerró la puerta desechando la idea de pasar a ella en las dos semanas que se quedaría ahí viviendo. Seguidamente pasó a una más acogedora y ésta tenía un sofá-cama que a simple vista parecía muy cómodo. Para salir de dudas sentó su trasero en él y observó la iluminación de la luna invadir la habitación. <<Ésta es perfecta para pasar el tiempo dibujando>>, se dijo.

Al día siguiente se despertó a media mañana y decidió vestirse con el mismo conjunto que el día anterior trajo puesto para salir a comprar algo de comida. Llevó su móvil y la tarjeta de crédito junto con las llaves de la casa en el interior del bolso. Caminó lentamente por Rodeo Drive, un paseo en el que se encontraba tiendas de lujo y boutiques. Observó de reojo un vestido que contenía pequeños diamantes en los costados y optó por no distraerse con aquella maravilla, tenía mucho dinero pero en verdad no quería volverse loca y quería ahorrarlo. Muchos jóvenes de su edad le dirían que era una tonta por no comprarse algún que otro capricho pero ella bien sabía que el dinero no lo era todo. Por desgracia, en el instituto muchas personas interesadas se acercaban a ella por la fortuna que tenía pero solamente una chica llamada Tiffany, la quería por como era y no por lo que obtenía ella y su familia.

Lis había pasado al menos una hora entera totalmente perdida así que sacó su móvil del bolso y buscó en el GPS un supermercado cercano. La voz de éste comenzó a darle la ubicación y ella la siguió hasta que encontró uno a dos manzanas, entró en él y se puso manos a la obra. Una vez pagó todo esto con la tarjeta de crédito cogió las dos bolsas con las manos y se marchó por el mismo camino por el que había venido leyendo un artículo sobre qué actitud tener para llegar a ser modelo. De imprevisto, se tropezó con una baldosa que estaba levemente levantada del suelo y milagrosamente no se desplomó en el suelo, sin embargo siguió su destino todavía distraída en la pantalla. Seguidamente, sintió un choque brusco contra otro cuerpo e hizo que el móvil del chico tanto como el de ella se cayeran en el suelo.

- Oh, perdona. - dijo él agachándose para coger ambos móviles, sin ni siquiera darse cuenta de que se guardó en el bolsillo el de ella. Lis aceptó el móvil que aquel joven le daba sin dejar de mirarle a los ojos.

- No... no... He sido... yo. - dijo Lis sin poder evitar tartamudear y pestañear al mismo tiempo.

De repente comenzó a fijarse detenidamente en él; tenía el pelo liso y caía por la frente dejando una pequeña abertura entre mechones. Sus ojos tenían toda las características de un asiático por lo que dudó de que él viviese en Los Ángeles, después se dió cuenta de que en su oreja izquierda llevaba un pendiente plateado no muy grande pero al igual destacaba ya que brillaba a la luz del sol. Vestía con una camisa de botones del mismo color que su pantalón, cuya prenda estaba sujeta con un grueso cinturón. Iba abrigado con una extensa parka del mismo tono negro al igual que toda su vestimenta y sujetaba con su mano una bolsa de compra.

- ¿Estás bien? - su voz no era ni muy grave ni muy aguda, pero era suave y dulce.

- Sí, disculpa.

- No pasa nada. - ambos se miraban fijamente permaneciendo completamente inmóviles en el mismo sitio. - Bueno, ten un buen día. Adiós. - se despidió con una sonrisa y acarició el hombro de Lis, para después continuar su camino tranquilamente.

Ella simplemente asintió y cuando notó  el peso de su mano se estremeció y un leve escalofrío recorrió todo su cuerpo. Lo miró por última vez de reojo y se fijó en la forma de caminar tan atractiva que tenía, sacudió su cabeza y miró al suelo suspirando pensando en lo torpe que había sido. Después se marchó caminando hacia su hogar y calentó la comida que ya venía preparada en el envoltorio mientras que miraba las últimas noticias en la televisión. En ella se mostraban los últimos premios que varios artistas habían ganado y entre ellos salió el grupo que tanto le gustaba a su primo, BTS. Escuchó las voces de los chicos pero no se dió cuenta de que en la pantalla salía uno de los que ya había visto hacía pocos minutos.

Lis pasó toda la tarde dibujando en aquella habitación tan acogedora el rostro del joven, intentó recordar cada detalle pero no le salía tal cual se lo imaginaba por lo que arrugó el papel y lo tiró en la papelera que tenía a sus pies. Apretó los ojos y comenzaba a sentirse cansada, tuvo la intención de echar una cabezadita así que se estiró en el sofá-cama y posó su cabeza sobre la almohada. Justo cuando estaba a punto de quedarse dormida una melodía extraña provenía del interior de su bolso, se levantó y se acercó para coger el móvil que estaba sonando dándose cuenta al fin de que no era el suyo y que además, el número que aparecía en la pantalla le pertenecía. <<¿Qué está pasando?>>, susurró algo asustada. Finalmente decidió contestar a la llamada y al principio escuchó un total silencio, luego una voz masculina y suave empezó a hablar.

- ¿Hola? - sus pelos se erizaron al escuchar al chico y comenzó nuevamente a tartamudear.

- S-si... Hola. ¿Quién eres?

- Creo que hemos tenido un pequeño problema. - entonces escuchó su risa a través de la línea y se lo imaginaba arrascándose la frente. - Creo que... me confundí y te di mi móvil.

- Ya... me acabo de dar cuenta de que tú tienes el mío.

- ¿Te parece si... quedamos para recuperar lo que nos pertenece? - la pregunta del joven le hizo ponerse especialmente nerviosa, pues al volver a verle no quería parecer nuevamente una torpe.

- Sí, pero...

- No saldrás de noche. - la interrumpió. - No te preocupes, puedo localizar mi móvil.

Lis abrió los ojos de par en par al escuchar aquellas palabras ya que alguien descubriera su casa tan pronto le daba miedo por si le hacían daño. Ella aceptó para volver a quedar y colgó la llamada para acto seguido ponerse un abrigo y salir a la puerta, donde allí estuvo esperando sin dejar de moverse de un lado hacia el otro aguantando el frío del anochecer con el móvil del chico en la mano.

De vez en cuando miraba la hora y se desesperaba, temiendo que él jamás aparecería. La dejaría ahí plantada pasando duras penas por alguien que ni si quiera conocía, sin embargo, un coche de alta gama y con los cristales tintados se detuvo a pocos metros. Tragó saliva y sintió una punzada en el pecho cuando escuchó la puerta del automóvil abrirse. De éste salió el mismo chico y cruzó la calle con cuidado caminando hacia ella, Lis dió unos pocos pasos y miró al joven quien le hizo una pequeña reverencia con la cabeza. Ella hizo lo mismo y después extendió su brazo para darle lo que le correspondía.

- Gracias... - su sonrisa era maravillosa y le transmitió rápidamente algo más de confianza. Después él hizo lo mismo y ella cogió lo que era suyo sintiendo electricidad al acariciar sus dedos. - Me llamo Taehyung.

- Lis. - dijo casi en un susurro.

- Es un bonito nombre, ¿de dónde viene?

- Es secreto.

- Oh, un secreto. Lucharé para descubrir de donde procede. - mantuvo su sonrisa sin dejar de mirarla.

- Existen las páginas web, tal vez allí encuentres su significado. - bromeó con timidez.

Taehyung se rió a carcajadas tomando sus palabras como una broma para romper el hielo y esto a él le impresionó, asintió con la cabeza y después pasó su dedo pulgar por la barbilla. Metió sus manos en los bolsillos de la parka en los cuales guardó su móvil mientras que pensaba en invitarla a tomar algo un día de estos. Al principio le pareció algo precipitado pero era jóven y le encantaba conocer gente nueva.

- ¿Te apetece tomar algo mañana? -soltó dejándo a Lis totalmente perpleja sin creerse lo que estaba escuchando. Por unos minutos se quedó callada y después asintió con la cabeza y una sonrisa. - ¿A las diez?

- Me parece bien, ¿pero dónde?

- En el Coffe Store.

- Bueno, la verdad es que... es la primera vez que vengo a Los Ángeles. Si tardo en llegar que sepas que es por que me he perdido por el camino.

- Para evitar que eso pase mejor nos vemos aquí. - ambos aceptaron y se dedicaron la mejor de sus sonrisas. Estaban felices de haber quedado para salir juntos a pesar de los nervios que tenían dentro. - Por cierto, bonita casa.

Taehyung se despidió con la mano y se introdujo en la parte trasera del vehículo. Ella volvió adentro y cerró la puerta sintiendo una bonita sensación que ni si quiera ella sabía como describirla. Pero después de haber visto al chico ya tenía más claro el próximo dibujo que realizaría en su escritorio. Por otro lado, Taehyung viajaba en el automóvil añadiendo el número de teléfono de la chica con una sonrisa en su agenda de contactos. Cuando llegó al hotel donde se alojaba junto con los demás compañeros, éstos se acercaron para propinarles pequeñas palmaditas en los hombros y revolverle el cabello. Jungkook le cogió de la mano y lo sacó de ahí para preguntarle si recuperó su móvil pues solamente a él le había confesado con todo detalle lo que le había pasado a primera hora de la mañana cuando se chocó con Lis. Namjoon pidió privacidad y echó a todos los demás fuera de la habitación yendo tras ellos para asegurarse de que no molestaran.

- ¿Cómo era? - preguntó Jungkook intrigado.

- ¡No te lo puedo decir! De seguro me la robarías... - dijo Taehyung sentándose en el sofá de la habitación. Después lo siguió su compañero e insistió una y otra vez. - Bueno, la verdad era muy guapa. - confesó mirándose las manos.

- ¿Es de la ciudad?

- No, no lo creo. Creo que también es coreana.

- ¿La volverás a ver?

- He quedado con ella mañana por la mañana.

- ¡Vaya! - Jungkook aplaudió y después pellizcó los mofletes de Tae a carcajadas.

- ¡YAH, déjame! No me gusta que me hagas eso en las mejillas.

- Es que estoy tan feliz por ti.

Taehyung puso los ojos en blanco y finalizó la conversación con él por lo que se levantó del sofá para quitarse el abrigo y dejarlo colgado en la silla que había a unos pocos centímetros. Después Jungkook le ofreció bajar al restaurante del hotel para reunirse con los demás y ambos se encaminaron hacia el ascensor. Taehyung no dejaba de pensar en la chica y además también tenía en mente irse a dormir cuanto antes para que llegara pronto el día siguiente.

❁   ❁   ❁

He aquí otro capítulo más queridos lectorexs!! Espero que lo disfrutéis y améis mucho a los protagonistas.

Buen fin de semana ❤

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