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🥀 INTRO

Londres, durante el reinado de Enrique II

Atractivo como el pecado y más peligroso que el propio diablo, Min Yoongi sólo tenía una aflicción en su vida.

Adorar a todos los omegas.

A los veintisiete años, había acaparado más corazones de los que cualquiera podría contar, y seducido a más omegas que estrellas había en el basto cielo.

Se decía que en el momento de su nacimiento, la comadrona había quedado cautivada por el aspecto travieso del recién nacido. Como una maldición. La mujer, que había traído al mundo alrededor de sesenta pequeñines para ese momento, había proclamado inmediatamente que Yoongi sería un karma para cualquier omega lo suficientemente necio como para entregar su corazón a alguien como él.

Porque el muchacho tenía el demonio en el cuerpo. Y eso podía verlo cualquiera.

El propio Yoongi no sabía por qué los omegas lo fascinaban tanto. Lo único que sabía es que los adoraba a todos: hombres, mujeres, jóvenes, viejos, casados o solteros, hermosos o no tan hermosos. Sin importar quién fuese, cada uno poseía una llama especial en su interior que encontraba irresistible y, a su vez, los omegas quedaban hechizados al verle.

Dondequiera que fuese, sus criaturas favoritas se quedaban con la boca abierta y reían como tontas, chismorreando sobre su reputación los unos con los otros. Aquéllos que ya conocían sus habilidades en el dormitorio de primera mano presumían ante los que sólo las conocían de oídas.

Existía para complacer.

Vivía para escuchar los suaves suspiros de gozo en sus oídos mientras se deleitaba proporcionándole placer a su amante. Nunca se consideraba plenamente satisfecho hasta que su pareja había alcanzado el orgasmo por lo menos tres o cuatro veces.

Su familia decía que lo suyo era una adicción terrible.

No podría decir qué había en los omegas que lo fascinara de esa manera. Quizás fuese su aroma, o la sensación de esas suaves y flexibles extremidades deslizándose sobre su piel desnuda. Los omegas eran, por mucho, más delicados que los betas o alfas. Y Yoongi no podía privarse de su tacto.

No, decidió al final; lo que más le gustaba de los omegas era su sabor.

Y, en ese mismo momento, estaba rodeado de tres omegas que rivalizaban entre sí por llamar su atención.

Las hermanas Cho.

Bueno, únicamente dos de ellas seguían siendo Cho; la otra, MiRae, se había casado con John de Nottingham el invierno pasado. Y, aunque a Yoongi le caía bien el viejo alfa, era una vergüenza que una joven omega de semejante brío se viera unida a un alfa que le triplicaba la edad.

Sobre todo cuando dicho alfa pasaba más tiempo con sus halcones y sus sabuesos que mimando a su bella esposa.

MiRae había estado lanzándole indirectas desde que llegó a Inglaterra tres meses antes, con la intención de visitar a su hermano y a rendir tributo a Enrique II por sus propiedades inglesas.

Después de evitar, en lo posible, las hostilidades con los ingleses, Yoongi había esquivado hábilmente las maquinaciones y estratagemas de seducción de la joven.

Cuando esa mañana había recibido una carta de John solicitando su presencia para hablar sobre alguna de las propiedades escocesas que el conde estaba pensando vender, Yoongi le había dado poca importancia. Hasta que había llegado y se había encontrado con tres mujeres en casa, mientras que el conde y sus hermanos habían partido hacia Francia esa misma mañana.

El primer impulso de Yoongi había sido marcharse de allí. Huir de la emboscada. Pero, ¿qué alfa con sangre en las venas podría rechazar semejantes frutas del paraíso cuando, literalmente, se tendían desnudas a sus pies?

Era, ciertamente, más tentación de la que Yoongi podía resistir. Y no es que un hedonista como él necesitase mucha tentación.

Si las omegas estaban dispuestas a seducirle, entonces él estaba más que dispuesto a dejarse seducir.

Las tres mujeres lo empujaron sobre la cama y empezaron a utilizar libremente su cuerpo para complacerse. Encantado de permitir a las damas que hiciesen lo que quisieran con él, Yoongi se limitó a relajarse y a disfrutar de lo que le ofrecían.

"Milord" ronroneó MiNa mientras le quitaba la sobreveste azul oscuro y la arrojaba al suelo. "Contadnos de nuevo cómo acabasteis con el Dragón de Kilgarigon"

MiYeon tironeó de su bota derecha hasta que consiguió dejarle únicamente con la media.

"Prefiero que nos contéis cómo despachasteis a ese salteador de caminos cuando veníais hacia Londres"

MiRae deslizó las manos sobre sus muslos hasta la parte trasera de sus caderas.

"Y yo prefiero que nos habléis sobre esto de aquí" dijo mientras apretaba entre sus manos la carne de sus nalgas.

"Vamos, ladys" dijo él, suspirando. "¿Por dónde debo comenzar?"

Como si un rayo la hubiese alcanzado, la mayor de las hermanas trepó sobre él y se sentó en su regazo, descansando ambos brazos sobre sus hombros y dándole una mirada seductora.

"Debe empezar por mi"

El alfa sonrió, dando su aprobación a la osadía de la mujer.

"Sí, ése parece un sitio estupendo para comenzar"

Pero, antes de que pudiera complacer a la condesa, la puerta del dormitorio se abrió de golpe.

"¡MiRae!"sonó un ultrajado bramido.

Yoongi se apoyó sobre los codos para ver a John junto a la puerta, con un gesto indignado. El rostro del alfa se había puesto más rojo que las brasas de la chimenea, consiguiendo que su bien cuidada barba blanca resaltase más todavía. Su aroma apestó la habitación de inmediato, opacado el de las tres omegas que chillaron asustadas.

Yoongi dejó escapar un gruñido.

¿Es que un alfa no podía pasar un momento de diversión sin que algún padre, marido o hermano furioso se apresurara a reclamar su sangre?

<<Bueno, si te casaras con la mujer primero, hermano, no tendrías esos problemas.>> Yoongi se encogió al escuchar de nuevo las familiares palabras de Hoseok en su cabeza.

Bueno, ¿pero qué sabía su hermano en realidad? Hoseok se pasaba casi tanto tiempo como Yoongi tratando de eludir el sagrado voto del matrimonio.

MiRae se levantó a toda prisa de su regazo con un chillido irritado, mientras las otras dos omegas corrían asustadas hacia una esquina. La luz del fuego de la chimenea y la de las velas de la lámpara proyectaban sus trémulas sombras contra la pared.

Yoongi suspiró con resignación. Bueno, había sido ciertamente divertido mientras duró.

¿Qué pasaba con los maridos que no se podía confiar en que salieran del país cuando decían que iban a hacerlo?

"Uno pensaría que un hombre tendría que ser más respetuoso y no entrar en los aposentos de su mujer sin anunciarse. Señor, hacer una cosa semejante es realmente de mala educación."

"¡Cómo os atrevéis!" gruñó John, entrando como una tromba en el cuarto.

MiRae detuvo a John en mitad de la habitación, con los brazos en jarras.

"¡Cómo os atrevéis vos!" gritó ella, avanzando para enfrentarse a su encolerizado marido. Agarró la chaqueta de caza de su Alfa cuando él intentó acercarse a la cama, haciendo que se girara para mirarla. "Me dijisteis que os ibais, sólo para volver justo en el momento en que me estaba divirtiendo un poco. Empiezo a pensar que me mentís sólo para poder regresar a casa y matar a cada hombre que atrapo"

Yoongi arqueó una ceja divertido al escuchar sus palabras. ¿Pero a cuántos hombres había atrapado la condesa?

John entrecerró los ojos para mirar a su esposa.

"Mujer, os juro que si no fuese por la riqueza de vuestro padre y por el hecho de que sería un mortal enemigo, os habría repudiado la primera semana de matrimonio, u os habría golpeado hasta que no pudieseis manteneros en pie"

"Bien, entonces es de agradecer que llegase a este matrimonio con buenas referencias, ¿no es cierto?" hizo un gesto señalando a Yoongi, que todavía estaba tumbado en la cama a medio vestir. "¿Sabéis?, estoy comenzando a sospechar que os gusta ensartar vuestra espada en los alfas jóvenes sólo por despecho. Porque tu tiempo ya pasó y estás viejo, amargado e impotente"

A John se le hinchó el pecho por la furia.

"¡No tendría motivos para ensartarlo con mi espada si él no te hubiese ensartado con la suya a ti primero!"

Si por lo menos hubiese llegado tan lejos pensó Yoongi con pesar. Desgraciadamente, el conde tenía un atroz sentido de la oportunidad. A decir verdad, ni siquiera había llegado a besar a la dama.

Yoongu se levantó lentamente de la cama.

"Será mejor que me vaya"

"Será mejor que te mate" dijo el viejo alfa, apartando a su mujer.

Habiéndose encontrado en situaciones similares en más de una ocasión, Yoongi sabía que lo mejor era no dejarse arrastrar por el pánico. De hecho, pensar fríamente había evitado que le separaran la cabeza de los hombros más de una vez.

Y lo último que quería era morir en suelo inglés. Si tenía que morir, entonces, por todo lo que era sagrado, que fuera con el suelo escocés bajo sus pies.

Y, preferiblemente, con alguna omega escocesa suspirándole al oído.

"Si no os parece mal, John, preferiría esperar algunos años más antes de encontrarme con el Creador"

"Entonces deberíais haber mantenido las manos alejadas de mi omega"

En realidad, lo único que había hecho Yoongi era dejarse acariciar, pero, en ese momento, no parecía que eso importase mucho. Por no mencionar el hecho de que sería muy poco caballeresco comprometer a la dama más de lo que ya lo estaba.

A pesar de toda su insolencia, a Yoongi le gustaba MiRae de veras, y lo último que deseaba es que saliera herida de alguna forma.

La omega se refugió con sus hermanas en la esquina cuando su esposo desenvainó su espada.

Yoongi evaluó a su oponente.

Como el más joven de cinco hermanos alfas, Yoongi había sido un guerrero desde la primera vez que empuñó una espada. En todos los años de su vida, tan sólo sus hermanos habían sido capaces de igualarle en la batalla. Y el viejo inglés que tenía delante era un pobre rival para sus habilidades.

Aunque jamás había evitado matar a un hombre en la batalla, a Yoongi no le parecía bien derramar sangre por un asunto tan trivial. Un asunto de faldas no valía la vida de un hombre.

Ahora, lo único que tenía que hacer era convencer al conde de eso.

Braden extendió los brazos a los lados.

"Se razonable, John. En realidad, no queréis luchar conmigo"

"¿Que no quiero luchar con vos, maldito bastardo escocés? ¿Después de lo que habéis hecho? Os devolveré al infierno al que pertenecéis, perro perverso."

Yoongi reprimió una carcajada. Qué encantador. Insultos. Lo malo era que el hombre no tenía mucha práctica. Los hermanos mayores de Yoongi podrían enseñarle varias y admirables maneras de derramar sangre con la lengua.

"¿No podríamos discutir este asunto como personas civilizadas?" le preguntó Yoongi al conde.

"¿Civilizado vos, canalla descerebrado?"

Y entonces, sin avisar, John arremetió con la espada.

Yoongi lo esquivó con bastante facilidad, pero teniendo en cuenta que la espada pasó silbando a unos centímetros de su garganta, decidió que, definitivamente, ya era hora de alejarse del conde.

"Vamos, mi señor" dijo Yoongi, intentando distraer al hombre del hecho de que se estaba acercando poco a poco a las puertas abiertas del balcón. "Sabéis que no sois rival para mí. Podría luchar con una docena de alfas como vos a la vez."

John se echó hacia atrás con una sonrisa especulativa.

"Es bueno saberlo, porque he traído conmigo a mis tres hermanos"

Dichos hermanos eligieron justamente ese momento para entrar en la habitación y desenvainar sus espadas.

Tenías que decir eso, ¿verdad?, pensó Yoongi con ironía.

Se detuvo un momento para examinar a sus nuevos oponentes. Ninguno de ellos tendría menos de cuarenta años, seguramente. Aun así, por la forma en que sujetaban sus espadas, podía deducir que eran caballeros bien entrenados, y no unos petimetres que pagasen tributo al rey inglés por sus servicios. Esos hombres habían luchado en muchas ocasiones y aún estaban en condiciones para la batalla.

No es que eso importara demasiado; a él no le preocupaban unos simples caballeros. Jamás llegaría el día en que un inglés consiguiera derrotar a un highlander.

Pero Yoongi no era ningún estúpido, y cuatro alfas armados y entrenados contra un highlander desarmado y a medio vestir, no eran las circunstancias apropiadas para tener todas las de ganar.

Decidió apelar al famoso sentido inglés sobre el juego limpio del conde.

"Estas circunstancias no son muy caballerescas"

"Y poner los cuernos tampoco"

Bueno, hasta ahí llegaba la caballerosidad.

John atacó de nuevo. Yoongi tomó una almohada de la cama y desvió la hoja con ella. Saltando hacia el lecho, rodó por el colchón justo en el momento en que John lanzaba una estocada directamente sobre su hombro. Falló por un pelo, quedándose enredado entre las sábanas de la cama.

Yoongi se puso en pie al lado opuesto y echó un vistazo a los hermanos del conde, que se dirigían hacia él.

"¡Yoongi!"

Arrojando la almohada, se volvió para ver a MiNa en la esquina, con su espada en la mano. Besando la empuñadura, la arrojó hacia él.

Yoongi la atrapó con facilidad y se lo agradeció un instante antes de que uno de los hermanos del conde cargara contra él.

Desvió la estocada sin muchos esfuerzos y se giró para alejarse de la esquina. Antes de que pudiera llegar al balcón, le atacaron todos a la vez.

Yoongi ofreció una buena exhibición, pero con bota una puesta y otra quitada, sus pasos desequilibrados hacían que fuese muy difícil moverse adecuadamente. Malditos fueran los ingleses por sus extraños atuendos. En su hogar, nunca se habría molestado en llevar esas incómodas botas, ni tantas prendas.

Y pensar que ellos llamaban retrasados a los escoceses Por lo menos, en las Highlands, un hombre sabía cómo vestir de forma conveniente para la salud.

Y, lo más importante, para las citas inesperadas.

Mientras luchaban, el conde perdió el equilibrio y trastabilló, dando a Yoongi la oportunidad que necesitaba para escapar sin derramar sangre inglesa. Pegándose a la pared, cortó las cuerdas que sujetaban la lámpara de araña.

El conde y sus hermanos se apartaron a un lado mientras la lámpara se hacía trizas contra el suelo, esparciendo las velas por la habitación.

Mientras se dedicaban a apagar con los pies las diminutas llamas, Yoongi corrió hacia la esquina, donde estaban acurrucadas las tres mujeres. Le quitó a MiRae su sobreveste, sus botas a MiNa y su capa a MiYeon.

"Adieu, mis queridas" dijo con una sonrisa, acariciando gentilmente la mejilla de MiRae. "Si alguna vez vais a Escocia" miró a los hombres, que se dirigían de nuevo hacia él."Dejad a vuestro marido en casa"

Y, dicho esto, atravesó corriendo las puertas abiertas de la terraza y saltó ágilmente al patio que había más abajo.

Miró de nuevo hacia el balcón para ver a las tres omegas observándole con corazones en sus ojos.

"Recordadnos con cariño" le dijo MiNa, despidiéndose con un delicado gesto de la mano.

"Siempre" respondió él sonriendo.

Yoongi les lanzó un rápido beso, se puso la bota y se dirigió hacia los establos. Tenía poco tiempo para escapar de allí antes de que el conde y sus hermanos salieran en su persecución. No es que eso le preocupase mucho; ni mucho menos. En realidad podría haberles matado a todos, pero ahí residía el problema. Se negaba a matar a un alfa por un asunto de omegas.

Los omegas eran divertidos. Sin embargo, ninguno omega merecía que muriese por él, y tampoco tomaría la vida de otro alfa por un omega.

Ésa era una lección que había aprendido hacía muchos años.

Además, ya era hora de que volviese a casa. Estas inglesas resultaban muy agradables durante un tiempo, pero, al final, eran las omegas escocesas a las que más anhelaba. Con sus voces amables y alegres, y sus radiantes sonrisas, eran las joyas de la tierra, y había llegado el momento de que regresara.

Yoongi sonrió al pensarlo.

Con la velocidad de un experto, ensilló su caballo y abandonó los establos antes de que el conde hubiese salido del torreón. De hecho, Yoongi había atravesado el puente antes de que el hombre llegase al patio.

Tenía que hacer una breve parada antes de dirigirse a la libertad.

Pero ya sentía la nostalgia por su tierra.




Yoongi mejora, esperense tantito jejej

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