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No me digas que fuiste tú.

- ¿Y cómo te lo estás pasando? - preguntó mi madre a través del teléfono.

- Oh, muy bien. El apartamento es muy grande y las vistas son increíbles. - mentí, para acto seguido mirar mis muñecas cortadas con tristeza. - Incluso hay una playa muy cerca.

- Bueno, mi amor. Disfruta de tu viaje.

- ¿Señorita ________? - interrumpió una enfermera.

- Ah, sí, mamá, te quiero. Luego te llamo. - colgué rápidamente.
Me giré y vi a la enfermera que frecuentemente pasaba a ver cómo estaba.

- El médico ha dicho que podrás volver a casa en dos días. - sonrió tiernamente. - ¿Cómo estás? ¿Te sientes mejor?

- Sí, sí. No se preocupe, muchas gracias.

Asintió con sus pequeños ojos entrecerrados y salió de la habitación.
Justo después, Jungkook y Suga entraron en el cuarto.

- ¡Buenos días ________! - dijo Jungkook animado.

- ¿Qué hacen aquí, tan temprano? Seguro me usáis sólo de excusa para faltar a clase - solté una risa.

- ¿Nosotros, cuándo? - bromeó Suga, fingiendo cara de asombro.

- Tss... Y bueno, ¿cuál es la noticia?

- ¿Qué pasa? ¿No podemos venir a verte sin un motivo? - saltó Jungkook, mientras se sentaba en un sillón de cuero con Suga.

- Hombre... - Me encogí de hombros. - No seríais ustedes si ocurriera lo contrario.

Me lanzaron una mirada seria para luego echarse a reír. Lo admito. Los echaba de menos.

- Verás...

- Ah, no, espera. ¿En serio que habíais venido sólo porque ocurrió algo? - levanté una ceja. - Guau, estoy asombrada.

- Ja-ja. Y ahora, Doña Adivina, ¿desea proceder a escuchar nuestro informe? - vaciló Suga con sarcasmo.

- Bueno, lo pensaré seriamente.

- A ver, ya. Los dos. - interrumpió Jungkook.

- ¿Qué? ¿Yo qué hice? Fue ella.

- ¿Perdona?

- ¿Así que vienen a visitarla y ni avisan? - se burló Jin tras entrar al cuarto.

- El que faltaba... - Murmuró Suga.

- ¿Qué? ¿Quieres morir? - le señaló con el dedo.

- ¡Ya! ¡Por Dios! - gritó Kook frustrado. - Tenemos noticias sobre las fotos.

El rostro de los otros dos se oscurecieron y adoptaron un semblante más bien serio. De repente, se sentía como si pudieras cortar el aire con un cuchillo de la tensión que había.

- Bueno, no es por meter mierda, pero... - titubeó. - Yo creo que fue V.

- ¿V? ¿Qué dices tío? - dijo Suga.

- No lo veo lógico. - comentó Jin.

- A ver, a ver. A Tae desde el principio le ha gustado _________, ¿no es así? - Todos nos miramos confundidos. - Pues yo creo que, para separarla de HoSeok, ideó algún tipo de plan e hizo eso. - se dejó caer en el sillón de cuero, con mucha seguridad.

- ¿Pero tú ves a Tae capaz de eso? - Jin hizo una mueca.

Kook encogió los hombros y levantó las cejas.

- Quién sabe.

- Vamos a ver - me lamí los labios. - Propongamos cosas que tengan sentido, ¿sí? Tae no es capaz de hacer eso...

- Yo creo que fue la zorra. - dijo Suga mirando a la nada.

- ¿Quién? ¿Nataly?

- No, mi hermana.

Lo miré seria y levanté una ceja.
Hoy el sarcasmo le gotea hasta de las orejas.

- Sí, sí. La zorra o Nataly. Son sinónimos. - juntó las manos. - Piénsalo. ¿Quién más podría haber sido?

- Buff, no sé. Tal vez, sólo tal vez, ¿alguna de vuestras fans locas?

- Nah, ni de coña. No se atreverían a hacer algo así en el instituto.

- Yo también creo que fue Nataly. - dijo Jin. - ¿Quién te puede odiar más que ella?

- Pero ella dijo que no hizo nada. - fruncí el ceño. - ella normalmente admite cuando ha sido ella.

- __________, ¿eres tonta? - Se rió Kook. - ¿En serio crees que lo admitiría, y delante tuya? Algo así es motivo suficiente para una expulsión definitiva del instituto, mas una denuncia. - apretó los labios.

- Claro... - abrí mucho los ojos, sorprendida. - ¡tienes razón! - me levanté rápidamente de la cama y me metí en el baño para ponerme unos vaqueros y una blusa que me quedaba grande. Salí como un relámpago del baño.

- Oye, oye, oye. ¿A dónde crees que vas? - se levantó Suga.

- Se va a cagar.

- Oh, no. Tú no puedes salir de aquí. - soltó Jin antes de acercarse rápidamente a mí.

- Eh, eh, eh. - me detuve en seco y me gire para detenerlo poniéndole la mano en el abdomen. - Tengo motivos suficientes. - los miré uno a uno detenidamente. - Si intentan hacer algo más les corto los huevos.

Pude ver cómo Kook tragó saliva y, al ver mi advertencia funcionando, salí como una furia de la sala y estaba dispuesta a irme al instituto a armarle una buena discusión a esa zorra.
Saqué mi teléfono y marqué el número de Helen.

- ¿Sí? - contestó.

- Me tienes que acompañar al instituto. Urgente. Sal ya.

- ¿Ahora? Tía, me tengo que vestir.

- No, Helen. No vamos a una fiesta. Ponte lo primero que veas y sal pitando.

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- Esa se va a enterar - murmullaba furiosa después de entrar al instituto.

No paraba de buscarla por los pasillos y, acto seguido, supuse que lo más probable era que estaría en el patio.

- Buff, ________, espera. - Suspiraba Helen, que le costaba seguirme el paso.

- Oye, ¿y ese bolso?

- Ah, ¿este? - dijo al mirar el bolso azul que llevaba. - uno que tenía. Con las prisas ni me fijé en cuál cogí.

- ¡Ajá! - la localicé. - ¡Ahí estás, pedazo de guarra!

Corrí furiosa hacia ella y le pegué un cachetón. Se giró hacía mí con gran sorpresa.

- ¿Qué cojones crees que haces?

- ¡Esto! - Acto seguido, la agarré del pelo y comenzamos a forcejear, cayendo al suelo las dos.
- ¡Suéltame, asquerosa! - gritó Helen, que peleaba con una de las amiguitas de Nataly.

Conseguí ponerme encima de ella y le sujeté con fuerza ambas muñecas.

- ¿Te crees que mi vida es una broma? ¿Eh? ¿Crees que es gracioso acabar en un hospital y recibir terapia? ¡¿Eh?!

- ¡Joder! - gritó Helen cuando cayó al suelo al ser empujada. La amiguita se alejó de ella y se acercó a Nataly a ayudarla a levantarse.
Todo el interior del bolso de Helen se desparramó por el suelo y me acerqué a ayudarla.
Había un pintalabios, colonia, crema de manos, y un montón de papeles.

- Déjame ayudarte.

- ¡No! - gritó.

De repente, mi corazón se detuvo. Se me hizo un nudo en la garganta y empecé a sudar.
Se me estaba cayendo el mundo encima y yo sólo quería que la tierra me tragara.
No podía mirar otra cosa. Mi mandíbula estaba tan rígida que si sentía que la aflojaba, me dolerían los dientes.

- Helen... - tartamudeé. - Qué es esto... - se me hizo la voz aguda. Estaba al borde del llanto.

Entre papeles, habían copias y copias de todas las fotos mías con J-Hope que habían colgado en el instituto.
Me costaba incluso respirar en aquél momento.

- No... - me empezó a temblar el labio. - No me digas que fuiste .

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