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Capítulo 7

—Hubo un tiempo en que estuve algo descarriado, esa parte de mi vida no la conoce mucha gente. No te voy a negar que era mujeriego, lo era. Pero con las mujeres y las fiestas vinieron otros vicios mucho más peligrosos. Las drogas.

—¿Consumías drogas? —le pregunté incrédula.

—Sí. Y créeme, probé varias, desde recreativas como LSD, éxtasis, DMT, hasta cocaína y crack.

Yo no podía creer nada de lo que el me estaba contando. Cualquiera que viera a Cassey Walker jamás pensaría que había hecho todo eso.

—Esto sucedió hace mucho tiempo Jamie, yo era joven y estúpido. Y creía que cuanto más consumiera y mientras más mujeres tuviese a mi alrededor me haría ver más genial. Y me equivoqué.

—¿Qué sucedió?

—Date la vuelta. —me pidió mientras yo me acostaba boca arriba ahora mirándolo a los ojos.

Cassey se levantó de la cama, se sacó la camisa y los jeans y se sentó nuevamente entre mis piernas. Tomó una y la colocó sobre su hombro. Cogió mas crema y comenzó a masajear mi pierna comenzando por el tobillo.

—Te voy a contar lo que me contó Jonathan, no recuerdo nada de lo que sucedió esa noche.

Asentí con la cabeza mientras me perdía en su mirada.

—Jonathan me encontró medio inconsciente en una esquina de un club, y sin que nadie se diera cuenta me llevó hacia su casa. Eso si lo recuerdo, despertarme allí al otro día por la madrugada.

—¿De madrugada?

—Estuve inconsciente hasta esa hora. Cuando desperté no tenía ni idea de donde me encontraba, aún estaba medio atontado. Jonathan me lanzó un balde de agua helada que hizo que me sentara de repente con mis sentidos agudizados. Aún recuerdo las palabras que me dijo...

"Si quieres demostrar que tienes el control, te puedo enseñar una forma más saludable de hacerlo. Una que no arruinará tu carrera entre drogas y mujeres diferentes cada noche." ...

—¿De veras te dijo eso?

—Si, cuando le dije que no se metiera en mi vida, me echó a patadas de su casa. No tenía celular, ni dinero. Así que tuve que regresar literalmente caminando a mi casa completamente helado por el agua fría que él me había tirado. —Cassey cogió más crema y comenzó a masajear mi muslo mientras me daba una sonrisa perversa. —Después de investigar quien era el que me había rescatado y descubrir que poseía varios clubs, me aparecí una noche en el que bailaste. Y al igual que tú, me llamó la atención lo que sucedía en el piso superior. Y ahí se apareció él frente a mí, dispuesto a echarme de su club porque no quería drogadictos allí. Le agradecí por rescatarme, y le pregunté que sucedía en el piso superior. ¿Y sabes que me contestó? —negué con la cabeza. — Que para saber lo que sucedía allí arriba tenía que hacerme un chequeo médico y demostrar que no estaba consumiendo. No te voy a negar que me costó trabajo alejarme de las drogas. —hizo una pausa y cambió hacia la otra pierna mientras untaba crema nuevamente. —Todas las noches iba al club, y todas las noches me quedaba mirando al piso superior. Hasta que al hacerme los análisis estos dieron negativos para el consumo de drogas. Y entonces Jonathan me subió hacia los VIP, no sin antes hacerme firmar el contrato de confidencialidad y darme una máscara para ocultar mi identidad. Y así comenzó todo. Impuse mis reglas allí, me volví un cliente regular. Podía disfrutar abiertamente del sexo, sin prejuicios, sin restricciones, sin drogas y sobre todo sin que nadie supiera quien yo era. Era algo liberador poder estar con alguien sin que esa persona se quedara mirándote impresionada. Ser famoso tiene sus pros y sus contras, y todas las mujeres querían estar conmigo a toda costa sin importarle absolutamente nada.

—¿Querían? Dirás quieren. —lo corregí mientras el reía y bajaba mis piernas poniendo una a cada lado de su cuerpo.

—Eso no va a cambiar nunca con los famosos de Hollywood Jamie, siempre vas a tener a algún fan obsesionado contigo o algún paparazzi detrás. —me dijo mientras se inclinaba acostándose sobre mí, descansando el peso de su cuerpo en los codos. — Y será mejor que te acostumbres. En cuanto salgan las primeras fotos publicitarias de la filmación, tendrás a todos los hombres babeando a tus pies y deseando acostarse contigo.

—Lo pueden desear, pero yo solo quiero acostarme con uno en específico. —le dije mientras Cassey bajaba sus labios hacia los míos.

—Bien, suficiente de charla. —dijo mientras rompía el beso. —¿Me dejas que te corrompa un poco más esta noche? —me preguntó mientras me miraba fijamente a los ojos.

—¿Qué más tienes planeado hacerme hoy?

—Todo lo que me dejes hacerte...y mucho más. —me dijo robándome un beso y separándose de mí. —¿Tienes algo para vendarte los ojos?

—En el armario. —le dije rápidamente.

No me iba a oponer, me gustaba que me vendara los ojos. Nunca sabía que era lo que podía hacerme. Y no saber lo que vendría, tenía que reconocer que me excitaba. Cassey se bajó de la cama y fue hacia el armario de donde regresó con varios pañuelos que puso sobre la cama. Después se agachó en el suelo buscando algo en sus pantalones. Subió a la cama y se sentó a mi lado con una de sus manos cerradas.

—¿Qué traes ahí? —inquirí con curiosidad.

—Quiero llevarte al borde del placer solamente con esto. —me dijo mientras abría la mano.

Dentro de su mano había una fresa, era pequeña y en la parte superior tenía una correíta, parecía un llavero. Aparté la mirada de su mano y lo miré a los ojos. Cassey me miraba con una sonrisa pícara. Cogí el pequeño llavero en mi mano y la examiné por todas partes. Se sentía suave, como de silicona o goma. Entonces de repente comenzó a vibrar haciendo que la soltase.

—¿Eso es un vibrador? —le pregunté mientras la volvía a coger en la mano por la correíta.

Ahora no estaba vibrando.

—Si.

—¿Por qué no está vibrando ahora?

—Lo hace a intervalos irregulares, todo depende de las condiciones.

—¿Las condiciones?

—Si, las condiciones de temperatura. Cuanto más calor sienta, más vibra. Por eso comenzó a vibrar cuando lo tocaste. Tiene un sensor de temperatura integrado sensible al calor humano.

—Pero es tan pequeño.

—Esa es la idea.

—No entiendo. —el solo me sonrió.

Cogió el pañuelo y lo doblo varias veces antes de vendarme los ojos. No podía ver absolutamente nada.

—Al ser tan pequeño, lo puedes llevar a todas partes... —me susurró en el oído mientras me empujaba haciendo que me acostara. —...en el bolso...—sentí sus labios sobre mi vientre. —...en un bolsillo...—comenzó a ascender por mi cuerpo ignorando mis senos. —...en tu interior.

Ya mi respiración estaba acelerada y lo único que quería era que él estuviese en mi interior.

—¿Sabes porque me gusta vendarte los ojos? —me susurró en el oído mientras me subía las manos por encima de la cabeza.

La verdad era que esa pregunta estaba por hacérsela desde hace tiempo.

—Tengo curiosidad, la verdad. ¿Por qué te gusta vendarme los ojos? —le pregunté mientras sentía como ataba algo a una de mis manos.

—¿Has notado algo diferente cuando lo hago? —cambió hacia la otra mano y me hizo lo mismo.

Sí, lo había notado. Cuando tenía los ojos vendados mis sentidos se agudizaban más. Mi respiración se aceleraba en anticipación por no saber lo que haría.

—Sí. —contesté en un jadeo a la expectativa de lo que el me iba a hacer a continuación.

Dejé de sentir su peso sobre mí. Pero yo necesitaba sentirlo. Intenté bajar las manos para tocarlo, pero no podía. Me había atado a la cama.

—Tener los ojos vendados hace que todo sea más intenso. —giré mi cabeza en la dirección que escuché el sonido de su voz. —Hace que anheles un toque o una caricia. Y si además estás atada, indefensa y a merced de alguien. Esto duplica o triplica las sensaciones. —sentí su voz muy lejos, como saliendo de la habitación.

—¡Cassey!

Pero no obtuve respuesta alguna. Agudicé mis oídos para tratar de escuchar algo.

—¡Cassey! —llamé una vez más.

Entonces sentí como la cama se movía a mi lado.

—Cuando te rindes voluntariamente a una persona...—me decía mientras deslizaba algo suave por mi piel, casi sin tocarme. —...a un toque, a una caricia, eso provoca sensaciones placenteras en la otra persona...—acariciaba mi cuerpo, casi sin tocarlo, mientras yo me retorcía ligeramente de placer.

Todo esto me hacía preguntarme si alguna vez alguien se lo había hecho a él. Imaginaba que no. No creo que Cassey sea un hombre que se someta a la voluntad de otra persona.

Lo que Cassey deslizaba por mi piel llegó hasta mis labios que tenía entreabiertos. Ya en este punto respirar me era difícil. Se sentía suave, como la caricia de una pluma, y envió una deliciosa corriente eléctrica hasta mi sexo. Olía deliciosamente a fresa.

—Muerde. —me dijo en un susurro mientras yo hacía lo que él me había pedido.

Fresa.

Delicioso.

Tras un mordisco apartó la fresa de mis labios dejando que el jugo corriera por ellos. Y entonces sentí su lengua deslizándose por mis labios, siguiendo el mismo camino que había tomado el jugo, bajando por mi cuello. Llegó hasta mis senos y se introdujo uno en la boca haciendo que yo me arqueara contra su cuerpo y dejara escapar un gemido de mis labios.

—¿Quieres más? —me preguntó mientras soplaba una leve brisa sobre mi pezón.

¡Oh Dios!

—Sí, quiero más. —le dije en un estremecimiento.

Volví a sentir la leve caricia por mi cuerpo, esta vez se sentía húmeda y fría. Comenzando desde mis piernas. Yo apenas y podía contenerme. Tiraba de mis manos y movía mis piernas y mi cuerpo sin poderlo evitar.

Cassey detuvo la caricia.

—Jamie, intento hacer algo importante aquí. No te muevas.

—No puedo evitarlo.

—Cada vez que te muevas, me voy a detener y comenzar nuevamente.

—No estás hablando en serio, ¿verdad?

—Muévete una vez más y lo verás. —me susurró en el oído haciendo que escalofríos recorrieran todo mi cuerpo.

Me quedé quieta.

Cassey comenzó nuevamente a deslizar algo por mi piel. Y mientras mi respiración se aceleraba intenté con todas mis fuerzas no moverme. Pero era sencillamente imposible no hacerlo. Esa deliciosa caricia enviaba una deliciosa corriente por todo mi cuerpo y se arremolinaba en el centro de mi vientre.

Cassey se detuvo una vez más mientras yo maldecía en frustración y él se reía.

Comenzó una vez más mientras yo me dejaba envolver por las sensaciones. No me moví. Lo evité a toda costa pues deseaba que el terminara con aquella tortura.

Llegó nuevamente hasta mis labios.

—¡Muerde! —me dijo una vez más.

La fresa estaba fría y deliciosa. Y entonces la remplazó por sus labios que comenzaron a devorar ardientemente los míos. Dejó escapar un gemido contra mis labios que hizo vibrar todo mi cuerpo.

—¡Te necesito! No puedo aguantar más. —le dije en un susurro mientras sentía como el sonreía contra mis labios.

—¿Estás al borde del placer? —me preguntó mientras lamia mis senos.

Y entonces apretó ligeramente un pezón mientras soplaba sobre el otro. Sentí la descarga eléctrica en mi clítoris y mis paredes comenzaron a contraerse de placer en deliciosa anticipación.

—¡Siii! —le grité mientras tiraba de las manos.

Entonces sentí el cosquilleo del vibrador sobre mis senos. Y como poco a poco iba bajando, lentamente en dirección sur. A medida que descendía por mi cuerpo, mi vientre se retorcía más y más. Cuando llegó al ombligo dejé de sentirlo. No tenía idea de que iba a hacer a continuación. Mi respiración estaba acelerada, todos mis sentidos puestos en su siguiente acción. A la expectativa de su siguiente movimiento. Sentí el vibrador ahora deslizarse por mis costillas, por donde estaba el tatuaje. Apreté mis labios para evitar que escapara un gemido. Al llegar hasta mis caderas dejé de sentirlo.

Ahora lo sentí en una de mis piernas, subiendo hacia la cara interna del muslo y dejé de sentirlo cuando se aproximaba a mi sexo.

Esta era la verdadera tortura.

Creo que si volvía a hacerlo no iba a poder controlar los gemidos.

Volvió a colocar el vibrador en mi otra pierna y lo subió lentamente hacia el muslo.

—¡Cassey! —dejé escapar su nombre en un gemido.

Y una vez más lo levantó. Y volvió a comenzar la tortura esta vez por mi vientre. Su boca iba dibujando un camino de besos húmedos por mi cuerpo mientras el vibrador iba detrás. Entonces al llegar a mi vientre dejé de sentir sus labios, y dejé de sentir el vibrador. Entonces sus labios estuvieron sobre los míos, sin darme tiempo a reaccionar, solamente a devolverle el beso, con ansia, pasión y fervor. Y entonces sin esperarlo sentí el vibrador sobre mi clítoris. No lo pude evitar. El orgasmo llegó de forma inesperada y sin previa advertencia mientras mis gemidos eran absorbidos por sus labios contra los míos.

Dejé de sentir el vibrador mientras Cassey bajaba por mi cuerpo besando mi piel. Mi cuerpo se estremecía de placer mientras el continuaba su recorrido hasta mi sexo.

Casi convulsioné cuando sentí su lengua húmeda y caliente en mi sexo. Intenté cerrar las piernas, pero el me lo impidió con sus manos, manteniéndolas lo más abiertas que podía. Eran demasiadas sensaciones que asimilar en tan poco tiempo. Su boca que estaba devorando la mía hacía apenas un momento, ahora estaba devorando mi cuerpo con avidez.

Mi cerebro aún no había terminado de procesar el reciente orgasmo como para estar pensando en otro.

Pero mi cuerpo, mi cuerpo reaccionaba a todas sus caricias, y ya mis paredes comenzaban a contraerse una vez más. Y entonces dejé de sentir su boca.

No sabía qué vendría a continuación.

¿Sería otra fresa?

¿El vibrador?

¿Su boca?

Habían sido tantas cosas que no sabía que esperar en estos momentos. Y entonces lo supe. Sentí su miembro duro y caliente entrar en mí. Ambos estábamos al límite del placer.

Y por la forma en que él se movía, desesperadamente en mi interior, sabía que él no iba a necesitar muchos movimientos para alcanzar el clímax, y yo tampoco.

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