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Capítulo 1

Esta historia es la continuación de Un Beso, no comiences esta antes de leer la primera parte.

No recuerdo como conduje todo el camino de regreso a casa. Solo sé que iba repasando lo sucedido en el set una y otra vez.

Abrí la puerta distraída y caminé hacia la puerta trasera que daba a la playa. La abrí y me recosté allí dejando que el aire del mar golpeara mi rostro.

Necesito aclarar mis ideas y creo que no hay nada mejor que un chapuzón. Fui hacia la habitación me puse un biquini de color negro y salí hacia la playa. Estaba atardeciendo y me sumergí completamente en el agua. Después de un rato nadando me senté a la orilla de la playa mientras veía el sol ponerse lentamente en el horizonte. Y ver el sol ponerse me hizo recordar a Cassey, no sé por qué.

Un estremecimiento recorrió completamente mi cuerpo. El aire estaba soplando un poco más fuerte. Pero eso no había sido el motivo de mi estremecimiento. Al girarme hacia la izquierda pude ver a Cassey parado a mi lado.

Estaba descalzo, con un short, sin camisa y traía unos audífonos colgando de su cuello.

—¿Has venido corriendo hasta aquí? —le pregunté mientras veía su cuerpo completamente bañado en sudor.

—No es tan lejos Jamie, solo son seis kilómetros.

—¿Has corrido seis kilómetros?

—Normalmente corro más.

—¿Te has desviado de ruta? —le pregunté con curiosidad.

—No, la verdad es que vine a verte. ¿Me puedo sentar?

—Adelante. —le dije mientras el se sentaba a mi lado.

Sabía que se iba a vengar de mí. Y estaba preparada para que me preguntara muchas cosas. Pero el solamente se sentó a mi lado, haciendo lo mismo que yo.

Viendo el atardecer.

Mientras el tiempo corría yo me ponía más nerviosa. Imaginaba cual era el motivo por el cual Cassey había venido hasta aquí.

Venganza.

—¿Me dirás porque has corrido seis kilómetros para verme? —le pregunté girándome en su dirección.

Se inclinó hacia un lado y sacó un papel del bolsillo.

—Pensaba que podíamos ensayar algunas escenas.

Me quedé mirándolo entrecerrando los ojos. Aún no me creía que el hubiese corrido hasta aquí solo para eso.

—De acuerdo, vamos. —le dije mientras me levantaba del suelo y caminaba hacia mi casa.

Cassey se levantó y comenzó a caminar a mi lado. Abrí la puerta y entramos.

—Bienvenido, ponte cómodo, voy a enjuagarme y regreso. —le dije mientras me dirigía hacia la habitación para cambiarme de ropa.

Pero mientras caminaba hacia la habitación pude sentir los pasos de Cassey detrás de mí, siguiéndome.

—¿A dónde vas? —le pregunté mientras me giraba brevemente y me detenía en medio de la sala.

—Necesito una ducha también. —me dijo mientras caminaba hacia mí.

Y retrocedí inconscientemente mientras él se acercaba.

—¡Cassey!

—¡Jamie!

—¿Pensaba que íbamos a ensayar?

—Y lo vamos a hacer. —me dijo mientras continuaba caminando en mi dirección. —En la ducha, creo que necesitaremos un poco de práctica para esa escena.

Y a medida que continuaba retrocediendo repasé mentalmente el guión y el libro. En el libro había una escena en la ducha, pero no recordaba que estuviese en el guión.

—¿No recuerdo que haya una escena en la ducha?

—No la había. —me dijo mientras llegaba al baño. —He traído el guión con los arreglos. —Cassey se pegó a mí, pero sin tocarme.

—¡Cassey! Creo que estas abusando demasiado de tu poder como productor ejecutivo.

—Solo quiero que la película sea extremadamente sexy.

—Aja. O sea, que ensayar es tu excusa para dormir conmigo.

—¿Quién dijo que voy a dormir contigo? —me decía mientras se deshacía de su short.

—¿No vas a acostarte conmigo? —pregunté incrédula.

—No.

—¿Por qué te estás sacando la ropa entonces?

—Porque necesito bañarme y vamos a ensayar. —me decía mientras se deshacía de los bóxers.

—¿Alguien sabe que estás aquí conmigo? —le pregunté cambiando el tema de conversación.

—Le dije a mi madre que estaría ensayando contigo y los paparazis que me siguieron y estaban en la playa escondidos, deben habérselo comunicado a todos.

—¿O sea que ya todos saben dónde vivo? —le dije mientras lo miraba de arriba abajo desnudo.

—Si.

—Cassey, de veras necesito darme un baño. ¿No puedes esperar que yo termine?

—No. Quiero desnudarte, saborear tu cuerpo debajo de la ducha y después hacerte el amor en tu cama.

—No es como si no lo hubieses hecho ya. —le dije sin pensar.

Cassey se me quedó mirando entrecerrando los ojos.

—¿Cuándo nos bañamos juntos tú y yo?

—Lo que tu recuerdas como un sueño, en que me desnudabas en la ducha y me hacías el amor en tu cama, no fue un sueño en realidad.

—Hum. —dijo pensativo mientras sonreía de medio lado. —Imagino entonces que tengo que desquitarme contigo por ocultarme tantas cosas. —me dijo mientras tomaba mis manos entre las suyas y me empujaba dentro del baño.

Me metió debajo de la ducha y la abrió. El agua estaba fría, pero el calor de su cuerpo pegado al mío hacía que no pudiese pensar en la temperatura del agua y si en el calor de su cuerpo quemando junto al mío.

—Dijiste que no ibas a acostarte conmigo.

—En realidad acostarse implica dormir, y créeme, lo menos que vamos a hacer será dormir.

—¡Estás loco! ¿Sabes lo que sucederá si alguien nos descubre? —le dije mientras el se deshacía de mi ropa y la dejaba caer al suelo.

—Lo sé. Pero yo no pienso decir nada, y me imagino que tú tampoco. Y, además, hasta el momento te las has arreglado para no ser descubierta, ¿verdad?

Él tenía razón. Nuestros encuentros siempre habían sido en lugares públicos. Pero nunca nadie había sabido quien yo era.

¿Cómo íbamos a hacer ahora?

Todos sabían dónde yo vivía, y me seguirían a todas partes al igual que a él. Creo que lo de pasar desapercibida iba a ser más difícil a partir de ahora.

—Pero Cassey...—el puso un dedo sobre mis labios.

—No hay pero, ahora déjame hacer que te olvides de todo. —me dijo mientras ponía sus labios sobre los míos.

Cassey me presionó contra la pared del baño mientras sus labios me devoraban completamente y el agua gélida caía sobre nosotros. Una de sus manos se dirigió hacia mi sexo mientras la otra amasaba uno de mis senos. Y mientras mordía mi labio inferior, introdujo un dedo en mi y tiró de mi pezón.

El gemido que escapó de mis labios quedó silenciado por su boca que devoraba la mía. Podía sentir su miembro duro y caliente presionando contra mi vientre.

Otro gemido escapó de mis labios mientras el descendía dando besos por mi cuello y tiraba del otro pezón con los dientes. Cerré los ojos. Podía sentir como mis paredes comenzaban a tensarse alrededor de su dedo cuando introdujo un segundo dedo.

Un gemido audible escapó de mis labios.

—Será mejor que hagas silencio, los paparazis deben estar con la oreja pegada a las paredes a ver si escuchan algo. —abrí los ojos.

—No puedes pretender que aguante mis gemidos cuando estás haciendo lo que estás haciendo. —le dije mientras el movía sus dedos y tiraba de ambos pezones al mismo tiempo.

Cerré los ojos una vez más y me mordí el labio inferior tratando de aguantar mis gemidos. Me faltaba poco, muy poco. Aferré mis manos a los hombros de Cassey enterrando las uñas.

Solo un poco más.

Me aferré más fuertemente mientras me mordía más el labio. Y entonces el sacó los dedos de mi interior y se separó de mí.

—¿Estás bromeando verdad? —le dije mientras abría mis ojos.

Cassey cerró la ducha y cogió una toalla.

—Sécate. —y salió del baño ignorándome por completo. Él no podía hacerme esto.

Salí del baño envolviéndome en una toalla y encontré a Cassey en la habitación poniéndose los bóxers y el short.

—¿A esto es a lo que has venido? A calentarme y después marcharte como si nada. —le grité mientras el se giraba en mi dirección.

—Podrías hablar más bajito.

—Es mi casa y hablo como me da la gana. —le grité una vez más.

—En realidad traje algo para pasar un rato divertido. —me dijo mientras sacaba algo del bolsillo de su short.

Me acerqué a donde el estaba y me quedé mirando lo que tenía en la mano. Creo que Jade tenía unas parecidas, me había dicho que eran para meditar.

—¿Sabes qué son?

—Son unas esferas chinas. —le contesté mientras él sonreía.

—Pensaba que no las conocerías, pero el término exacto sería bolas chinas. ¿Sabes para qué son?

—Para meditar. —le contesté mientras el reía a carcajadas. —¿De qué te ríes? —le dije mientras lo golpeaba por el hombro.

—Lo siento, disculpa ¿Quién te dijo que eran para meditar?

No podía contarle quien me lo había dicho.

—Una amiga.

—Pues tu amiga te engañó, estas bolas no son precisamente para meditar, creo que eso sería muy difícil de hacer con ellas.

—¿A qué te refieres?

—Intentemos algo. —me dijo separándose un poco de mí. —Tócate la punta de los pies. —hice lo que me pidió. —No te muevas. —me dijo mientras daba la vuelta y se ponía detrás de mí.

Colocó las manos en mis nalgas y mi respiración comenzó a acelerarse. Sentí un dedo deslizándose por mi sexo húmedo he hinchado por sus recientes caricias. Introdujo un dedo haciendo que me arqueara involuntariamente hacia él.

—No te muevas. —me dijo una vez más mientras sacaba el dedo de mi interior.

Y entonces sentí algo introduciéndose en mi una vez más, pero no era su dedo, se sentía mojado. Y lo sentí una vez más. Esto se sentía extraño. Y entonces me percaté de que era lo que me había introducido.

Las bolas chinas.

—Ya puedes levantarte. —me dijo mientras me apretaba levemente las nalgas.

Me enderecé mientras sentía algo extraño en mi interior.

—Aún no lo entiendo. ¿Para que me has metido las bolas? —Cassey me sonrió burlón.

—Ya lo entenderás.

En ese instante tocaron a la puerta. ¿Quién era a esta hora?

—Vístete, yo veré quien es. —me dijo Cassey mientras salía de la habitación.

Pero es que él iba a abrir la puerta, así como estaba. Lo mejor sería que me vistiera rápido para ver quién era. Intenté caminar rápidamente hacia el armario para buscar una ropa, pero en cuanto di el primer paso me quedé pegada literalmente al suelo.

El tenía razón, las bolas no eran precisamente para meditar.

Di otro paso y sucedió lo mismo. Esto era una dulce tortura. A cada paso que daba las bolas se movían en mi interior creando una deliciosa vibración. Intenté concentrarme en caminar al armario y vestirme, y no en el delicioso hormigueo que se acumulaba en lo más bajo de mi vientre. Pero era algo imposible de hacer.

No sé que tiempo tardé en llegar al armario, ni cuanto tardé en vestirme solo sé que me pareció una eternidad.

Me paré frente al espejo y me miré. Tenía las mejillas sonrosadas y mi respiración iba a mil. Miré hacia el pasillo de la sala. Ahora solo tenía que salir de la habitación. Respiré profundamente y caminé a paso veloz hacia la sala.

—¿Cassey quien era? — pregunté cuando estaba llegando a la sala.

Me agarré del marco de la puerta mientras levantaba mi mirada.

—Hola Lex.

¡Mierda!

Esta noche no podía ponerse mejor.

¿O sí?

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¿Que mas puede suceder esa noche?

Déjenme sus comentarios y no olviden votar.
Xoxo🐦⭐

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