Lucero del alba
Sientes un inventario de soles
y en todo detrimento,
portas tu luz...
Nunca arropaste un atisbo por el tren de la medianoche.
Acabando en pinceles,
supiste sobre los frascos vacíos
y en tus húmedas manos,
portas un ron casi tiznado de demencias...
Sientes un bestiario de libélulas,
ay, astillas de Venus en la garganta nubífera
y en todo detrimento,
portas tu novilunio de París...
Y no serás apreciado cuando sea el momento de arder.
Y tienes un agujero en donde debería de latir toda intemperie estelada.
Más allá de los mausoleos, sólo queda la ferruginosa pala del sepulturero.
Herida de Nereida,
oh, amaneceres en la ribera sin quebrar.
¿Cómo harás para ser aliento de gaviota en pos de la carta embotellada?
Sientes la armonía de las cascabeles
y es en tí,
maleta de alta mar,
donde portas tu luz...
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