La lluvia comenzó desde temprano por la mañana, aunque no había mucho inconveniente ya que Namjoon no iría al trabajo. Era profesor de filosofía en la universidad con un horario favorecedor, y le gustaba. Sostuvo su taza de café observando hacia el otro lado de la ventana, el viento hacia mover las ramas de los árboles plantados en su jardín, lo cual le encantaba. Las gotas de lluvia que azotaban contra el cristal se resbalaban formando pequeñas carreritas por ver quien llegaba primero.

––Ya me voy ––hablaron a sus espadas. Namjoon sonrió de inmediato. Conoció a Jungkook estando en la universidad, se convirtieron en buenos amigos, y de un momento a otro estaban compartiendo su casa porque Jungkook necesitaba de su ayuda. Han pasado alrededor de tres años del suceso.

––Cuídate ––le respondió Namjoon sonriéndole y despidiéndole con su mano.

––Tenemos la cena hoy ––dijo Jungkook dirigiéndose a la puerta––. No lo olvides, a las siete.

––No lo olvido.

––¿Seguro? ––preguntó Jungkook con una de sus manos en el pomo de la puerta.

––Sí ––chilló Namjoon––. ¿Cuándo he quedado mal?

Namjoon pudo adivinar la mirada de su amigo, aunque no la estuviera viendo, su silencio hizo que se estremeciera y medio sonrió cuando Jungkook salió de la casa sin decir nada más.

––¿Cuándo se me ha olvidado algo? Claro, un día te olvidas de irlo a recoger al aeropuerto, al siguiente te olvidas de una de sus presentaciones, al otro te olvidas casi de su cumpleaños y ya eres un mal amigo ––bufó––. Mi cabeza no da para tanto.

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