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Capítulo cuatro

Conocidos sin apellidos.

Mierda, doble mierda, triple mierda, mierda infinita.

¿Por qué siempre me tenía que ir tan mal en la vida?

Tenía un simple trabajo anoche, un simple trabajo. Pon la alarma, duérmete, levántate a tiempo mañana. Y no, no podía. Se me olvidó poner la alarma, me dormí tarde leyendo un fanfic Larry en Wattpad, y hoy ya iba diez minutos tarde a mi primera clase. LA PRIMERA. No podía ni siquiera triunfar para levantarme por las mañanas. Hoy definitivamente el día había empezado un asco, y por experiencia, sé que los días que empiezan un asco. Terminan un asco.

Owen Wagner, un hombre famoso en la universidad por ser una mierda, o eso había oído en la página de Facebook de estudiantes, sería mi profesor para Teoría General del Estado. Una de las clases más importantes para los primíparos. Y justo a la que decidí llegar tarde. Mis piernas avanzaban en grandes zancadas mientras intercambiaba mi vista del folleto donde se encontraba el mapa del campus y el frente, donde estudiantes caminaban con tranquilidad.

Realmente que intentaba ser disimulada, pasar desapercibida y simplemente caminar rápido. Pero el nerviosismo no me permitía siquiera parecer cuerda. Con cada par de pasos que debe, se me doblaba un tobillo, causando que acabara chocando con el desafortunado que estuviese pasando de casualidad. Me limitaba a disculparme entre dientes y pasar de esa persona, totalmente sonrojada. En este tipo de situaciones es en las que extraño que me valga una puta mierda todo. Pero ahora, vemos otro volumen de mi vida:

¿Cómo ser una fracasa y hacer el ridículo sin intentarlo? Vol. 45

Edición especial: En el extranjero.

En este tipo de cosas en las que me arrepiento de no haberme quedado en España. Al menos, no llevaría caminando por lo que parecen horas. Jared me hubiera llevado a la universidad, y fácilmente hubiera encontrado el salón. Pero no, señorita aspiración decidió venir a estudiar a un país extranjero, en una universidad donde estudian cientos, e incluso miles de personas. Y a las únicas cinco que conoce, deben ya estar cómodos en sus respectivos salones. Mientras señorita aspiración, prácticamente corre por todo el campus, más pérdida que su dignidad.

Bravo señorita aspiración, ya fracasaste hoy, y apenas son las ocho de la mañana.

Resoplé frustrada mientras me quedaba quieta en medio de unos jardines que dividían un edificio del otro. Quién pensaría que encontrar el edificio D, sería tan difícil. Alrededor mío solo había un par de parejas sentadas en el pasto charlando y metiéndose la lengua hasta la gargantilla.

Ew.

Entrecerré mis ojos intentando ver más allá, puesto que estaba ciega. No es mi culpa, es culpa de Wattpad. A pesar de mi borrosidad, alcancé a ver una silueta que parecía conocida, para mi suerte. Antes que siquiera mi cerebro se los indicara, mis piernas ya me estaban guiando hacia la entrada de ese edificio. Mientras más me acercaba, más distinguía a la persona. Solté un suspiro de alivio, y sin poder evitarlo, sonreí. Inhalé hondo ante la figura de espaldas, y soltando todo rasto de timidez, le toqué un hombro. Era solo un chico, intimidante, sí, pero solo un chico. No le estaba hablando a Zayn. El alto, se volteó y levantó ambas cejas al verme.

—Hey... —Sonreí pasando un mechón de mi pelo atrás de mi oreja, por inercia. Solía hacer eso cuando estaba nerviosa.

—Hola Alexia —La autoritaria, fuerte y ronca voz de Nicholas fue un resueno en el lugar, puesto que antes había un pacífico silencio—. ¿Necesitas algo? —Me miró de arriba hacia abajo, sin descaro.

Me removí incómoda. Pensé que su actitud condescendiente y acosadora en la fiesta, había sido por el alcohol. Veo que me equivocaba. Dudé entre irme y quedarme con la poca dignidad que me quedaba o quedarme y pedirle ayuda como un cachorro perdido. Y al final me terminé decidiendo por la segunda. Soy a lo que llamarían 'asocial', no me gusta hablar con la gente a menos que sea necesario. Por lo tanto, al él ser el único rostro conocido, me tendré que atener a que con suerte me acompañe, o que al menos me diga el camino correcto.

—Ahm... —Me aclaré la garganta—. ¿Sabes donde... Está el salón... —Resoplé frustrada volviendo mi mirada al mapa, ni siquiera podía acordarme de un número y una letra. Si, definitivamente era un fracaso.

—¿El salón?... —Murmuró con impaciencia.

Suspiré y sentí una punzada de emoción en mi pecho cuando lo encontré. Literalmente, soy la única persona en el mundo que me emociono por encontrar el numero de su salón.

Volumen no. 46 de Alexia perdiendo la dignidad.

—4D —Exclamé volviendo mi mirada hacia él. Sin embargo, casi de inmediato la aparté a los jardines. En verdad podía ser intimidante, y no en el buen sentido.

—Es en este edificio... —Suspiró—. Cuarta planta a la derecha...

Asentí avergonzada, sintiendo la sangre subir a mis mejillas. Debía parecer una niñata ridícula, despistada y sin dignidad... Bueno... Lo era. Pero nadie debía saberlo, al menos no aún.

—Gracias —Susurré antes de apresurarme hacia las escaleras viejas.

—¡Alexia! —Escuché su ronca voz llamarme hacia mis espaldas. Por lo tanto, me volteé confundida.

—¿Qué? —Murmuré intentando sonar lo más suave posible. A fin de cuentas, me había ayudado.

—No... —¡Frunció el ceño y agachó su mirada—. Nada, olvídalo.

Yo me limité a volver a mi camino, esta vez con una mueca de confusión. Siempre había sido alguien muy curiosa... A quien engaño, alguien muy chismosa. Por lo tanto, el mal sabor de la duda me está carcomiendo lentamente. Era una persona bastante hipócrita. En estos momentos, odiaba ser directa, no tenía el valor suficiente. Sin embargo, quería que todos fueran directos conmigo. Nunca me ha importado la opinión ajena, y cuando lo hacía, era solo una niña. Por lo tanto, no me voy a sentir mal si me llaman, yo que sé:

Perra sin corazón.

En parte lo soy, a fin de cuentas.

Cuando me paré en frente de la puerta de madera oscura con el número 4D grabado en esta en tipografía dorada, sentí como mi estómago comenzaba a revolverse. Era ahora o nunca. Con diecisiete minutos de retraso. Mierda... ¿Por qué nunca puedo hacer nada bien? Inhalé fuertemente y con mi mano temblorosa, agarré el pestillo, girándolo e introduciéndome al salón.

Todos los malos pensamientos que tenía, acerca de hacer el ridículo y una humillación del profesor, se esfumaron. El hombre ni siquiera se inmutó ante mi llegada, y tan solo un par de estudiantes se giraron hacia mí, lo cual solo duró un par de segundos, puesto que después volvieron su atención hacia el tablero. El lugar era mucho más grande y hermoso de lo que me imaginaba.

Era un anfiteatro. Las sillas estaban ubicadas por hileras, dejando un largo corredor con escaleras hacia donde estaba el profesor. Las mesas eran largas, tan largas como el salón y hechas en madera. Las sillas eran las normales de oficina, de un tono carmesí algo desgastado. El orden iba de forma ascendente, la primera hilera estaba apenas entrabas, y la última casi llegando hacia el profesor. Había un tablero blanco, algo pequeño para todo lo que ya había escrito y al fondo una gran pared destinada, me imagino, para el proyector. El salón no estaba muy lleno, no era como en el colegio, que todos ocupábamos una silla. Los estudiantes estaban distribuidos por todas las hileras.

Tragué saliva en seco y bajé un par de escalones, haciéndome en la cuarta hilera, de arriba hacia abajo. Esta misma, estaba en el centro, por lo tanto, para mi, era la más cómoda. No estaba muy lejos, pero tampoco muy cerca, era perfecta. Había cinco personas en esta, decidí sentarme junto a la que estaba más cerca. De lejos, no podía detallarla muy bien. Solo sabía que era una chica, o bueno, parecía una. O quizás era un hombre con pelo largo, lacio y negro. Uno bonito y bien tratado, a diferencia del mío, que estaba bastante seco y maltratado.

Sin más tiempo que perder, pasé detrás de dos sillas con algo de dificultas y corrí la última, para sentarme en esta. Dejé mi bolso sobre la silla a mi derecha, la que estaba libre.

Lo único que hasta ahora me gustaba de la universidad, era el hecho de poder llevar este tipo de bolsos. Siempre quise poder usarlo, y ahora que podía, eso me entusiasmaba. Un Michael Kors Abbey, de cuero y de un tono rosa palo. Bastante bonito y espacioso al mismo tiempo. Me incliné un poco para sacar mi laptop, puesto que, por lo que me había explicado Nicole, aquí ya no se usan cuadernos. Para un trabajo más pulcro, eficiente, y rápido, las notas se toman en el computador.

Abrí mi Macbook air de color gold rose y me apresuré a abrir Word. Sin embargo, sabía que adelantarme, ya no sería opción. Al menos no en la clase. Quizás alguien me podría pasar los apuntes. Igualmente, Nicole me había dicho que todas las clases tenían monitores. Ellos iban más avanzados, ayudaban con tus dudas, a veces corregían tus trabajos, y siempre estaban al pendiente. Pero claro, les pagaban por ello. Por lo tanto, al final de la clase, le pediría al monitor, que me ayudara.

—Hola —Saludé fugazmente a la persona, ya que no me he fijado en su género, junto a mi.

—Hola —Respondió ella con calidez.

Yo me giré lista para quizás, entablar una conversación y con suerte, hacer una nueva amiga.

—Llegaste un poco tarde —Exclamó divertida.

Yo sonreí y asentí lentamente, aunque fue algo inútil, puesto que no me estaba viendo.

—Si... Es que me he quedado dormida —Murmuré sintiendo como un leve rubor cubría mis mejillas.

—Eres muy descarada —Exclamó la chica riendo levemente y negando con la cabeza—. A propósito, Soy Ol... —Se giró, sin embargo, se calló abruptamente.

Sentí mi cara perder color, y como mi boca se secaba. Mis manos comenzaron a sudar y recuerdos que tenía bien guardados en mi interior comenzaron a salir en una explosión. Un nudo comenzó a formarse en mi garganta y mis ojos comenzaron a picar. Esto debía ser un puto chiste... Revivir las experiencias pasadas y recordar mis desdichas, no era como quería empezar este nuevo año. La herida que por fin comenzaba a cicatrizar, volvió a abrirse. Y mierda, no quería llorar, no más. Y mucho menos en frente de tantas personas. Llevaba tanto tiempo sufriendo que no creía poder soportar otra vez volver a caer. No quería. Quería empezar de nuevo, conocer gente, crear una vida sin él en ella. Sin embargo, otra vez la vida me jugó una mala pasada. Y aquí estoy, de nuevo, enfrentando mi pasado.

—Hola Alexia... —Murmuró.

Yo inhalé fuertemente y cerré los ojos por unos segundos, intentando relajarme. Lo último que quería era abrir la boca, y que un temblor o una lágrima rebelde, me delatara. No le daría la satisfacción a él de saber que aun me dolía. No. Debía ser indiferente y fresca.

Ya no me afecta, ya no me afecta, ya no me afecta, ya no me afecta...

Me repetí mentalmente. Con un suspiro abrí los ojos y forcé una sonrisa.

—Hola Olivia.

[***]

En un rebaño un granjero tenía a sus cerdos. La granja era famosa en el pueblo por tener todo tipo de animales. Desde ovejas hasta vacas. Sin embargo, una noche, desaparecieron tres cerdos de la granja. El pueblo culpó a un lobo que rondaba por los bosques que rodeaban el lugar. Lo desterraron y le prohibieron volver al pueblo. Simplemente por su apariencia terrorífica, y por la mala fama que tenía. Sin embargo, tiempo después, descubrieron que el tierno viejo dueño de los cerdos, se los había comido. Las apariencias los engañaron. Pues el ser más bonito puede ser el más cruel, y el más inesperado, uno de los mejores.

Toda esta situación me recordaba a la moraleja que una vez me contó mi madre por la noche para dormir. Nunca le puse mucha atención, lo veía como una historia infantil, creada con fines de entretener. Sin embargo, ahora no me podía sentir más que identificada.

Todo este tiempo estuve juzgando terriblemente mal a Olivia.

Era una chica increíble, carismática y extremadamente divertida. Hablar con ella salía con naturalidad, y al instante podías conectar con ella. Hablamos durante toda la clase, algo un poco irresponsable, pero los temas simplemente salían. Al principio fue algo incómodo, pero cuando él, dejó de ser importante, conectamos de inmediato. Entre risas por una anécdota de ella, nos acercamos hacia donde estaba el profesor junto al monitor de esta materia. Claramente no me adelanté, por lo tanto, le pediría ayuda al chico.

El profesor estaba concentrado en algo en su maletín y apenas el alto chico de monitoria se volteó, sentí una punzada en mi estomago. Un tipo de recuerdo me invadió.

Ojos verdes como las esmeraldas.

—Cariño... —Exclamó ella acercándose al chico y dándole un beso en la mejilla, él sonrió y le dio un abrazo rápido—. Ella es Alexia, una nueva... También es española —Sonrió ampliamente.

—Si, ya nos conocíamos —Él sonrió—. Pero no creo que te acuerdes de mi... Logan —Extendió su mano.

Como si un bombillo se prendiera, algunos recuerdos de la noche del viernes, llegaron a mi cabeza.

Dios... Ahí si que hice el ridículo.

—Hola... —Murmuré estrechando su mano, sintiendo mi cara arder.

—Bueno... —Olivia suspiró y frotó sus manos juntas—. Los dejo... Hablamos más tarde, Alex —Acarició mi hombro y se encaminó a la salida.

Un silencio incómodo se instaló entre nosotros. Yo fijé mi atención en la mesa de madera del profesor y no tenía idea de que estaba haciendo Logan. Simplemente quería que me tragara la tierra.

—Entonces... —Murmuró causando que volviera hacia él, se estaba rascando la nuca con la mirada gacha. Sin embargo, cuando subió su mirada hacia mí, sentí mi corazón dispararse—. ¿Qué necesitas?

Yo abrí mi boca, pero las palabras no querían salir. Me sentía ridícula en este momento. Patética.

No como Weigel, ella era patética, pero al menos tenía su toque. Era patética como Raquel, o incluso peor. Era patética como Nora Grey.

—Ahm... —Me aclaré la garganta—. Antes que nada... ¿Podemos hacer como si el sábado no hubiera pasado nada? Estaba muy borracha, no sabía lo que hacía y... —Aparté la mirada sintiendo mis mejillas quemar—. Y eso, ¿podemos olvidarlo? —Fruncí el ceño y volví hacia él.

Logan me miraba con una sonrisa, una encantadora y demasiado perfecta sonrisa. Era ladina y dejaba ver un poco sus blanquecinos dientes. Tragué saliva en seco.

—Claro —Asintió soltando una risilla—. Logan... —Se detuvo en seco extendiendo su mano—. ¿Sabes? Mi apellido no importa. La mayoría se acerca a mi por poder, sé que tu no... Pero por las dudas... Soy Logan.

—Alexia —Sonreí estrechando su mano—. Y me pasa lo mismo, por lo tanto, solo Alexia.

—Bien —Me soltó y se pasó las manos por su cabello, desordenándolo y dándose a si mismo un toque más atractivo de lo que ya era—. Ahora... ¿Qué necesitas?

—Oh, eso, sí... —Carraspeé de nuevo apartando la mirada—. Tengo un problemilla.

Él arrugó la nariz a modo de incógnita.

<< Llegue algo tarde, por... —Vi de reojo al profesor—. Razones personales, y pues... Cuando llegué, había muchísimo que copiar, y no me pude adelantar muy bien... Por lo tanto... Como eres monitor...

—¿Te parece hoy a las cinco? —Me interrumpió y yo abrí los ojos desconcertada.

¿Tan obvia soy? ¿O simplemente me estaba pidiendo una cita?

Tan obvia eres, ilusa.

—Claro —Asentí con una sonrisa—. ¿Dónde?

—¿Conoces el Starbucks del campus? ­ —Yo negué con la cabeza—. Vale... —Suspiró—. Pásame tu celular y yo te envío la dirección.

Me miró fijamente. Y mierda... Que ojazos. Eran de un verde claro, tirando a azul, penetrantes y terriblemente hipnotizantes. Podría quedarme como tonta mirándolos todo el día, y no me cansaría.

—Tierra llamando a Alexia —Pasó una mano delante de mi cara, sacándome de mi trance.

De nuevo sentí mi cara entera arder.

—V-Vale —Sonreí con nerviosismo—, pues pásame tu teléfono y anoto el mío.

Él acató mis ordenes y sonreí al notar que era un Firefly. Papá amará a este chico.

No hables como si fuera tu novio, pinche ilusa. No al amor, si al perreo. No te encules.

Anoté con rápidez mi número, sin embargo, noté lo estúpido que fue. Puesto que aun tengo mi sim de España. Aunque, quizás sirva aquí también, lo cual dudo.

—No sé si te sirva —Hice una mueca—. Aun tengo la sim española.

—Creo que sirve, pero igual... —Se encogió de hombros—. De todas formas, eres la compañera de Nicole, ¿no? —Asentí—. Pues vale, si no funciona, paso por ti y ya...

Yo me limité a sonreír asintiendo, de nuevo.

—Nos vemos más tarde —Murmuré y él se despidió con la mano.

Después procedí a despedirme del profesor quien simplemente me respondió con un mhm y salir del salón.

[***]

—Lo primero que le he dicho es 'estás bueno' —Hice voz de estúpida en lo último—. Doy pena, Char —Bufé echándome de cara en su cama.

—Estás exagerando —Dijo Charlie con serenidad acariciando mi espalda—. No creo que hubiera sido tan malo... Aparte estabas borracha. Pudiste haber hecho cosas peores.

—Vomité las plantas de la fraternidad, en frente de todo el mundo —Murmuré elevando mi cabeza levemente para poder mirarle.

Él hizo una mueca, pero después negó con la cabeza.

—Todos hemos hecho eso alguna vez.

—Y quien sabe que otras cosas habré hecho y ni siquiera me acuerdo —Chillé volviendo a enterrar mi cara en sus almohadas—. Soy un fracaso.

—No lo eres... Si no sufres esas vergüenzas ahora, entonces ¿Cuándo? Es mejor pasar pena en la universidad que en el trabajo.

Tiene un punto, sin embargo, como soy orgullosa, no le daré la razón.

—Debe creer que soy tonta —Murmuré apoyando mi mejilla sobre la almohada y haciendo un puchero.

—Pero... —Él rio—. Lo eres.

—Si, pero como dijo Louisa Clark... Él no debe saberlo aún.

—No deberías preocuparte tanto... Es solo un chico, aparte me dijiste que te gustaba...

—¡No me gusta, Chandler! —Exclamé—. Solo me parece lindo.

—Nunca mencioné a Chacha —Canturreó causando que rodara los ojos.

Me incorporé y agarré su cojín de Stranger Things, abrazándolo entre mis piernas y pecho.

—Cuéntame de ti —Sonreí. Quería evadir el tema de Chandler, al menos por ahora. Porque era señora orgullosa, y a la señora orgullosa no le gusta admitir que tiene corazón—. ¿Qué tal tu primer día?

Charlie hizo una mueca y se rascó la nuca.

—Normal, nada fuera de lo común... Esperaba más de esta universidad.

—¿Hiciste algún amigo?

Él negó con su cabeza.

—Pero no importa, ¿sabes? Estoy bien solo.

—Puedes estar con nosotros —Le agarré la mano—. No creo que Nicole, ni ninguno de los del grupo ponga ningún inconveniente.

Quizás Nicholas, pero él es alguien en quien no quiero pensar. Es un tipo raro, que me da escalofríos de solo verlo. Y no los escalofríos buenos que me daban con... Son escalofríos malos. Me da mala espina, cada vez que lo veo tengo un mal presentimiento.

—Gracias, Alexis —Sonrió y miró su Apple watch—. Tu chico caritativo, ¿te escribió?

Rodé los ojos y saqué con dificultad mi celular de mi bolsillo trasero.

Nada.

Negué con la cabeza.

—Faltan cinco, yo sé donde está el Starbucks... Estás un poco bastante lejos de tu habitación, por lo tanto —Se incorporó—. Yo te llevo como buen samaritano que soy —Sonrió con picardía y me guiñó el ojo.

Yo me limité a sonreír negando, e igualmente me levanté de la cama. Para después colgar mi bolso en mi hombro derecho.

—Gracias, señor samaritano.

—Soy un ángel de Dios —Exclamó dramáticamente dirigiéndose hacia la salida.

—Yo diría un ángel del demonio... —Murmuré por lo bajo con una sonrisa divertida.

—¡Te escuché! Ahora mueve tu pequeño y plano culito hasta acá, o sino, te dejo afuera y pérdida.

Abrí mi boca ofendida y lo seguí entre maldiciones.

Hombres.

[***]

El aire del lugar se sentía incluso más caliente que el exterior, una oleada de calor había invadido esta tarde de agosto. Algo de mi total disconformidad. Hice une mueca despidiéndome con la mano de Charlie, mientras que la otra estaba saliendo de la manga de mi chaqueta de jean. Dejé momentáneamente mi bolso sobre una mesa desocupada y me enrollé la prenda alrededor de la cintura, dejando mi camisa de mangas en los hombros de estampado marinero, o sea, líneas delgadas blancas y azul marino, a la vista. Volví a colgar mi bolso en mi hombro y me dediqué a buscar con la mirada a Logan. Sin éxito.

Este parecía el lugar de encuentro para todo el campus, por lo tanto, estaba infestado. Me levanté en puntitas y me mordí el labio, como si de esa manera el chico mágicamente fuera a aparecer. Solté un bufido. Tendría que caminar entre la estampida de sudorosos, ruidosos y malolientes estudiantes.

Que divertido, ¡yay! De navidad les damos un desodorante.

Hice una mueca al chocar con la gran mayoría de los cuerpos intentando armarme paso hacia un lugar más desolado del café, donde rogaba que Logan estuviera. En el proceso, me gané fulminantes miradas y lo que me imagino, eran insultos en inglés. Sabía hablar el idioma, claro que si. Sin embargo, en el colegio no te enseñan nada urbano. Lo poco que sé, lo aprendí de Tik Tok, y las letras de One Direction.

Volví a pararme en puntitas, y al ver una espalda cubierta por una camiseta polo azul marino, me hizo soltar un suspiro de alivio. Ojalá no quedara como payasa, y fuera alguien con exactamente la misma camiseta que Logan. Me apresuré hacia él, empujando disimuladamente a los que se encontraban en mi camino, poco me importaba en este momento. Tenía calor y quería acabar con esto lo más rápido posible. Le di una vuelta a la mesa, y sonreí al notar que si era él.

—Pensaba que no te iba a encontrar nunca —Exclamé con la respiración acelerada. Colgué mi bolso en la silla y me senté frente a Logan, mientras él me daba una sonrisa ladina—. ¿Llevabas mucho tiempo esperando?

Negó con la cabeza.

—Solo un par de minutos, no te preocupes –Se encogió de hombros.

—¿Normalmente está siempre así de lleno? —No me pude contener de preguntar haciendo una mueca mientras veía el infestado local.

—Depende...

—¿De qué?

—De la época —Sonrió—. Los primeros meses de cada semestre esto se congestiona, pero después está casi desolado, y al final se vuelve a congestionar...

Hice una mueca de confusión. No tenía sentido.

<< Bueno... —Suspiró y frotó sus manos—. No importa... No es necesario que saques tu laptop —Soltó antes que siquiera me volteara, aunque eso claramente estaba en mis planes—. No tocaba tomar nota, Wagner lo anota en el tablero por si alguien quiere... Pero no es necesario —Arrugó la nariz.

—Vale... —Asentí en un susurro—. Entonces... —Levanté las cejas como indirecta para que continuase.

—Oh si... Simplemente dio una introducción a la clase, dijo su nombre, le pidió a los estudiantes que dijeran algo breve... Y dijo los temas que van a trabajar durante el semestre.

Oh, ¿era solo eso? Tanto drama para nada...

—Oh... —Fruncí el ceño—. Gracias, pero... Me pudiste haber dicho eso en el salón.

—Lo sé —Asintió sonriendo—. Pero era una buena excusa para invitarte un café... ¿Sabes? No hay tantos extranjeros aquí, y menos españoles... Es... Lindo tener a otra española aparte de Liv.

—Pero... —Sonreí. No lo voy a negar, eso fue tierno—. Creí que llegaban cientos de extranjeros a estudiar a Estados Unidos.

—Si, pero a las públicas —Comenzó a jugar con sus dedos por encima de la mesa—. No todos tienen el dinero, o simplemente no ganan la beca... Esta no es cualquier universidad, es la universidad más costosa del mundo. Somos los niños privilegiados, los que tenemos un futuro escrito... Ese es el precio del dinero.

Los niños privilegiados que tenemos un futuro escrito.

Tenía claro que no debía darle importancia a esa frase, que simplemente fue un comentario más. Sin embargo, se quedó resonando en mi cabeza, una y otra vez.

Hola chikiperras,

¿Cómo estaaaaan? Hace años no venia por aquí. Perdón la tardanza, pero la combinación de la presión escolar y mi crisis existencial, me quitaron toda inspiración y ganas. Sin embargo, aquí estoy de vuelta, más fuerte que nunca. El viernes salgo a unas vacaciones cortas e intentaré escribir un poco para cada historia, al menos un capítulo.

Hablando de historias...

¿Ya les dije qué hay muchas historias interesantes en mi perfil y que deberían ir a leerlas? *guiño guiño*. Dejo un poco de mi en cada libro que escribo, y me encantaría que le dieran una oportunidad a los demás. Aparte... Se acerca uno nuevo y TA POTENTE.

¿Qué tal les pareció el cap? ¡Olivia está de vuelta! No saben cuanto la adoro, es de mis personajes favoritos. ¿Y qué tal les cayó Logan? ¿Les da buena espina? ¿Y el chiquito de Charlie? Si le hacen algo, mato gente. Él es mi protegido.

¿Qué creen que pasará en el próximo cap? Leo sus teorías.

En fin, los amo •3•

A los 77 votos sigo.

—P A U

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