Capítulo cinco
La cálida brisa de primavera golpeaba mi rostro, logrando mover algunos mechones de pelo hacia atrás. El paisaje de las luces encendidas de tanto edificios como casas era reconfortante. Muy apenas podía notar el sútil tacto de su mano encima de la mía. Aunque su abrazadora esencia invadía el ambiente. El silencio no era tenso ni incómodo, nunca había sido así entre los dos. Era tranquilo, ambos disfrutabamos nuestra presencia mutua. Mis pies guindaban por la corniza del edificio, pero no tenía miedo a caer. No cuando él estaba junto a mi. Sin embargo, la pacífica aura que se había creado entre los dos, se vio disturbada. En un principio me gustaba el aroma, pero al acostumbrarme y al darme cuenta que por poco lo pierdo debido a eso, ahora lo repugno.
—¿Es enserio? —Me giré hacia él frunciendo el ceño, viendo su bonito perfil. Pero me distraje de la estructura ósea de su rostro, debido al pequeño tubo entre sus labios.
Al menos no era droga.
—¿Qué? —Dijo en tono inocente girándose hacia mi, dándome esa sonrisa torcida que tanto me encantaba.
Lo estaba haciendo adrede, lo tenía claro. Quería distraerme del cigarrillo. Pues no serviría, no señor.
—Prometiste que ya no lo harías —Murmuré arrebatándole el artefacto del demonio y tirándolo al vacío. Él soltó un chillido y me miró ofendido.
—¿Qué necesidad, Alex-ia? —Exclamó claramente alterado. Yo rodé los ojos.
—Sin droga —Comencé a ennumar con los dedos—, sin cigarrillos, sin alcohol, y sin nada que te pueda matar de una sobredosis o coma etílico.
Blake hizo un mohín con su boca y se cruzó de brazos, volviendo su vista hacia el atardecer con tonos morados y azules. Parecía un niño pequeño, dándole un aspecto absolutamente tierno. No pude evitar morderme el labio y apretarle una mejilla. Él me dio un manotazo. No me dolió, sin embargo, rodé los ojos ante su actitud inmadura.
—Tienes tres años —Murmuré, igualmente volviendo a ver el paisaje.
Podría acostumbrarme a hacer esto. A quedarme viendo el panorama, bajo la tenue sombra del casi desaparecido sol y la abrazadora luz de la luna. Siendo la única testigo del amor entre dos jóvenes. Y mierda, no cambiaría esta sensación por nada.
Solté un suspiro y recargué mi cabeza sobre el reconfortante hombro del chico junto a mi. Pensaba que iba a seguir con su rabieta y me iba a ignorar, sin embargo, exhaló lentamente y pasó un brazo alrededor de mi cintura, estrechándome contra sí mismo.
—Blake... —Susurré.
Él soltó un simple ¿mhm?
—Te quiero —Sonreí y me separé levemente para ver su rostro—. Y lo digo muy enserio.
Él sonrió con la boca cerrada para después darme un beso fugaz en los labios, para después pasar a dejar un recorrido en toda mi cara: mis mejillas, mi nariz, mi frente, mis sienes y mi pelo.
—Eres literalmente lo único bueno en mi vida, Clark —Murmuró contra mi cuello causándome cosquillas, provocando que soltará una risita.
—No quiero que esto cambie —Susurré—. Que nos separemos.
—Y no va a pasar, de eso me encargaré yo —Susurró él volviéndome a abrazar.
Negro. Ruidos de fondo...
Demonios, odio ese maldito pitido. ¿Acaso esta pobre alma en desgracia no tiene derecho a dormir un par de horas más?
Solté un gruñido y estiré mi brazo hacia la mesita de noche intentando encontrar mi celular. No tenía ganas de abrir mis ojos, y mucho menos levantarme.
—¡Calla esa mierda! —Soltó en un adormecido bufido Nicole al otro lado de la habitación.
Me podía hacer una imagen mental de ella en estos momentos. La almohada sobre su cabeza cubriendo sus oídos, y probablemente su ceño fruncido.
—Eso hago... —Susurré.
Cuando por fin encontré la pantalla de mi teléfono, dejé caer rendido mi brazo y quise volverme a envolver en los brazos de Morfeo. Sin embargo, para mi desdicha, el sueño ya se me había espantado. Podía sentir los leves rayos de sol colarse a través de las persianas, y el calor de verano comenzar a calentar la habitación. Bufé quitándome la sabana y me recosté en posición estrella, intentando buscar frío en algún lado. Claramente fallé en el intento.
Escuché a Nicole murmurar algo inentendible y me incorporé lentamente, pasando una mano por mi cara para quitar la fatiga de mis ojos y los sobrantes de baba en mis comisuras. Entreabrí los ojos y solté un quejido infantil, sentí ese picor en mi nariz característico que estaba al borde de las lagrimas. Y como no, si estaba tan felizmente durmiendo y ahora me tengo que levantar a ir a los infernales salones de las infernales clases. Sorbí y me levanté hacia el baño. Por Dios, no podía estar más agradecida con papá. El hecho de compartir baño con quien sabe cuantas personas, me repugnaba. Al menos aquí, simplemente lo usamos Nicole y yo. Y pues claro, las muy poco recurrentes visitas.
Suspiré y observé mi reflejo en el espejo del lavabo. Dios Santo... Salgo a la calle así en Halloween y hasta creen que es disfraz. Si quisiera, y tuviera los ánimos suficientes, saldría a asustar niños. Mi pelo estaba enredado, enmarañado y todos los adjetivos posibles para describir un nido de pájaro. Debajo de mis ojos había un par de bolsas con venas notorias, producto de quedarme hasta tarde haciendo los deberes. Bienvenida a la universidad más cara, exigente, e irritante del mundo. Y un rastro de baba seca en mi mejilla. Rodé los ojos y me dirigí hacia la puerta de la ducha, notando demasiado tarde que me había faltado la toalla. Alta flojera de ir a recogerla.
—¡Nicole! —Exclamé lo suficientemente alto para que me escuchara. Ella soltó algo muy parecido a una exclamación, pero pareció más un quejido—. ¿Ahorita me traes la toalla?
Me pareció escuchar un sí, y con eso me conformaba. Solté un suspiro y procedí a quitarme la ropa. Que no era mucha. Una camisa de tirantes rosada, con unos shorts con estampado de cupcakes y mis interiores de abuelita. Claramente no voy a usar brasier para dormir. Uno, es la mierda más incómoda que existe y dos, juraría que estamos a veintisiete grados centígrados. Ya es suficiente con la ropa que traigo. Si estuviera en España, en mi cama, probablemente dormiría desnuda.
Ingresé en la ducha y solté una exclamación al sentir el potente chorro helado golpear mi flacucho cuerpo. Si, estaba haciendo un calor de los mil demonios, pero eso no significaba que fuera Elsa y me gustara bañarme con hielo. Salí del agua y me hice lo suficientemente cerca para poder templar la temperatura a una más tibia. Nunca me habían gustado las duchas calientes, pero tampoco las frías. Necesitaba una temperatura media. Que me refrescara pero que tampoco me congelara o quemara en el intento.
Volví a ingresar al sentir el agua en la temperatura casi perfecta. Un poco más fría de lo que me gustaría, pero de cierto modo, reconfortante contra el infernal calor afuera. ¿Cómo la gente podía vivir así? Sí, en España el calor era una mierda. Pero aquí es mucho peor. O bueno, la verdadera pregunta debería ser ¿por qué mierda decidí empezar en verano? Podía esperar algunos meses más y comenzar en diciembre, como cualquier persona coherente haría.
Porque no querías tener el riesgo de cruzártelo, idiota. Porque eres cobarde y no te atreves a verle la cara.
Un recuerdo fugaz, vago, cruzó mi mente del sueño —que era más bien un recuerdo— que había desaparecido un par de segundos después de despertarme. Y no era justo. No era justo que después de tantos meses, después de viajar a otro continente y después de conocer personas geniales como Chandler y los demás, siguiera pensando en él. Quería dejarlo atrás, realmente quería empezar de nuevo sin que el señor tenebroso estuviese en mi mente. Pero al parecer ha sido una misión fallida, puesto que ahora su recuerdo es recurrente. Mi mente quiere recalcarme lo imbécil que fui y lo herida que estoy.
—Ya te dejé tu toalla ahí.
La puerta de la ducha se abrió abruptamente y no pude evitar soltar un grito —un poco demasiado fuerte— mientras por reflejo me cubría mis partes. Me giré hacia Nicole totalmente desconcertada, quien me miraba divertida.
—¡Relájate, por Dios! —Exclamó entre risas sin descaro alguno—. Somos mujeres.
—Si, pero hay algo llamado privacidad —Solté para después bufar.
—Ay bueno... —Levantó sus cejas y cerró la puerta—. Dramática...
La escuché murmurar, sin embargo, no le respondí. No quería peleas. Sentí mi corazón palpitar con fuerza contra mi pecho, mis manos seguían estáticas contra mi cuerpo. Sentí mi boca de repente seca, una sensación de pánico sucumbió mi cuerpo entero. Como si se tratase de algo familiar, algo ya experimentado. Sabía que era Nicole, que no debía temer. Pero sentí la bilis subir por mi garganta. Esto era incoherente, no tenía sentido. Pero me sentí prácticamente violada.
Solté un largo suspiro y volví a relajar mis extremidades bajo el agua. Solo eran locuras de mi cabeza.
Obvio.
[***]
—No me gusta socializar, Alexis. Soy un alma solitaria... Como la loba en el armario de Shakira. Eso de conocer gente no es lo mío.
Rodé los ojos mientras jalaba a Charlie hacia el grupo que nos estaba esperando a la bajada de las escaleras. Nunca me imaginé que el extrovertido Charlie que había conocido hace unos meses, se convertiría en este pobre ser tímido y con terror a conocer grandes personas.
¿Quién te hizo daño, pupi?
—No tengas miedo —Exclamé—. Son grandes personas. Aparte, está Chandler y —Alargué la vocal—, hay un español.
—Los españoles somos una mierda.
—¡Claro que no! —Arrugué la nariz y él me miró con obviedad—, no todos... Aparte, el mundo en general es una mierda. Así que mueve tu plano culito y te voy a presentar a los demás, te juro que te caerán bien... ¡A mi me cayeron bien! Y a mí, nadie me cae bien.
—Es un punto... —Murmuró en un quejido mientras hacía un mohín con su boca y bajaba a regañadientes las escaleras.
Suspiré forzando una sonrisa, no había visto a Nicole desde lo de esta mañana, y sinceramente, esperaba que las cosas no se pusieran incómodas.
—¡Hola! —Exclamé llegando hacia ellos y moviendo mi mano a modo de saludo, de inmediato, la atención del grupo cayó sobre nosotros.
—¡Alex! —Laura fue la primera en reaccionar, y no se tardó en envolverme en un sorprendente y asfixiante abrazo.
Nunca he sido una persona de contacto, de hecho, odio que me toquen. No es ella, ni es que me caiga mal, de hecho, es una chica bastante divertida. Pero realmente odio el contacto humano, soy como alérgica a los actos de afección a menos que tenga la suficiente confianza. Algo que claramente no tengo con ninguno de ellos, comenzando con Nicholas y Martina.
Intentando no parecer ruda, me solté y le di una sonrisa cálida. De inmediato, me giré hacia mi amigo quien se removía incómodo en su lugar, acariciando su codo con la mirada gacha. No dudé dos veces de agarrarlo de su brazo libre y empujarlo hacia el circulo que se había formado alrededor mío.
—Él es Charlie —Sonreí.
—Aww, ya estás haciendo amigos por ti sola, Lex —Exclamó Nicole pegándome un puñito amistoso en el brazo.
—De hecho, nos conocemos del colegio —Murmuré amistosamente—. Les va a caer genial, era literalmente amigo de todos.
—Te ves amigable —Murmuró Laura para después acercarse un poco mucho a él; examinándolo. A leguas se notaba que el pobre estaba que se moría de los nervios. Su cara se tornó roja, y comenzó a sudar.
Ternurita.
—Soy Laura —Extendió su mano y él la agarró con desconfianza, ella, con su seguridad a tope, la sacudió con fuerza batuqueando a mi pobre amigo—. Ella es Beck —señaló a la chica que se encontraba un poco más apartada del grupo, fumando un cigarro, quien se limitó a hacer un ademán con la mano—, Nicole —Señaló a la de pelo oscuro quien sonrió ampliamente.
—Llámame Nicky, si quieres.
Él asintió más animado que antes, su característica sonrisa tierna y con hoyuelos adornando su rostro.
—Esos de allá son Nicholas y Tina —Continuó señalándolos. Ellos se limitaron a asentir con la cabeza—. Él es Chandler —Señaló con la cabeza al chico, quien sin dudarlo se acercó y le dio un abrazo fraternal a mi amigo, quien lo correspondió con alegría.
Después se acercó a mi y depositó un tronado beso en mi mejilla, causando que esta misma se tintara de un tono carmesí, junto con la contraria. Sonreí inconscientemente agachando la mirada, con pena.
—¿Cómo estás? —Susurró contra mi oído causando que un escalofrío recorriera mi espalda, yo asentí volviendo a levantar la mirada.
—¿Y qué tal tu? —Susurré en el mismo tono, conteniendo la respiración debido a la intensidad de su mirada.
—Bien, en lo que cabe —Frunció ligeramente el ceño y después se hizo a un lado mío, abrazándome por los hombros.
No pude evitar suspirar tras sentir se reconfortante colonia invadir mis fosas nasales. Podía ser tan elegante sin siquiera intentarlo. Su solo olor era... No sé como explicarlo. Como cuando te das esos gustos de salir a cenar a un restaurante caro, pero después terminas comiendo una hamburguesa. Huele a cuando sales de noche a pasear. No podía explicarlo, pero me encantaba.
Sin embargo, mi atención se posó en cierta pareja. Desde que Sophia me llevó al lado oscuro de One Direction, mejor conocido como Larry, me di cuenta que shippear parejas gay era mucho más divertido que las hetero. Los hetero aburren. Por lo tanto, el ver a mi querido amigo entablando una animada conversación con Jake, hace que mi fangirl interior —que creía muerta— chillé en emoción.
—Bueno —Exclamó Laura alargando la E mientras pasaba un brazo alrededor de los hombros de Charlie, sin dificultad, puesto que mi amigo era un poco pequeño—. ¿A dónde vamos?
—¿Y Logan? —Me atreví a preguntar antes que nadie más hablara.
Nicole y Jake soltaron un uuuu coqueto al mismo tiempo mientras sonreían pícaramente. Yo me limité a rodar los ojos. Intentas ser amable, y ya se imaginan todo tipo de cosas.
En fin, la hipotenusa.
Tu te callas.
—Tiene mucho trabajo, dijo que quizá se nos une más tarde —Soltó con suma frialdad Beck, uniéndose al grupo—. Yo digo que vayamos por pizza, muero de hambre y es lo que queda más cerca.
Todos comenzaron a asentir de acuerdo.
—¿Quieres? —De nuevo el cosquilleo en mi columna al sentir sus labios rozar el lóbulo de mi oreja.
Me limité a asentir con una leve sonrisa.
—¿Char? —Me dirigí a mi amigo, quien, para mi fortuna, parecía embelesado por el moreno junto a él. Si Sophia estuviera aquí, estaríamos creando teorías...
La extraño. El hecho de haber perdido su amistad, me dolía profundamente en el alma. Pero debía darle tiempo, quizás pronto volveríamos a tener contacto. Debía tener paciencia, yo mejor que nadie sabía lo dolorosa que era una mentira.
Aparté los pensamientos de mi cabeza y carraspeé para llamar la atención de mi amigo.
—Oh, si, si claro —Respondió con claro desinterés. Pero obvio, desinterés hacia mi.
Negué con una sonrisa mientras escuchaba la entusiasta voz de Nicole enunciando que, si no nos íbamos ya, seríamos la cena de Beck. Todos reímos ante su ocurrencia.
Y por un momento, un mísero momento, olvidé que el innombrable existía, que mi vida en España se fue a la mierda y simplemente me concentré en los ojos chocolate de Chandler.
[***]
—¡Y se ha tirado a la piscina! ¡Desnudo! ¡Con la mitad de la clase mirando! ¡Gritando que era un paticornio volador!
Éramos el centro de atención en el local, puesto que nuestras risas resonaban con descortesía por todas partes. Pero poco nos importaba, estábamos pasando un buen rato. Aparte que todos ya teníamos unas cervezas de más, no las suficientes para estar borrachos, pero si para ponerle sazón al asunto. Habíamos comenzado a contar anécdotas de nuestros colegios, y claramente Charlie y yo teníamos mucho material.
Recuerdo que, en el cumpleaños de Mike, todos nos reunimos en la casa de Justin. Fue el equipo de fútbol, algunas animadoras y algunos de los chicos del club de fotografía. Bebimos... Más de lo que deberíamos y terminamos en muchas locuras. Mike siendo mesa de todas las bebidas, John –un chico de fotografía–, vomitando encima de Camila y como les estaba relatando a los chicos, Charlie tirándose a la piscina desnudo. Fue inolvidable, de esos días que, aunque hayan pasado cuarenta años, no los olvidas.
—¡Pero si su colegio era lo máximo! —Exclamó Laura—. En el mío, lo más interesante que ocurría era que el profesor faltara y llegara un reemplazo. ¡Siempre eran viejos, calvos y panzones! —Soltó un bufido causando que de nuevo volviéramos a reír.
Sin embargo, el ambiente se vio disipado ante el irritante timbre de uno de los teléfonos. De inmediato, Chandler se removió en su lugar y con algo de dificultad —evitando golpearnos tanto a mi como a Laura que estábamos cada una a su lado— sacó su celular de su bolsillo trasero. Fruncí el ceño al notar como su reluciente sonrisa se transformaba en una mueca.
—¿Estás bien? —Susurré acariciando ligeramente su brazo. Él se giró hacia mi sobresaltado y pegando el artefacto a su pecho. Pude sentir una arruga formarse en mi frente.
¿Acaso estaba ocultando algo? ¿Realmente era narco y su papá mafioso lo estaba llamando?
Mientras miles de dudas comenzaron a rondar en mi lectora cabeza, él relajó su expresión, claramente forzando una sonrisa y soltó un suspiro.
—Si, solo... —Se rascó la nuca y después negó con la cabeza—. Debo atender, ya vuelvo...
Le dio una sonrisa fugaz a todo el grupo para después depositar un casto beso en mi mejilla. Seguí todo su camino hasta la salida del restaurante, donde ya el sol se había puesto y había dado paso a un hermoso cielo estrellado. Odiaba mi miopía por no alcanzarlo a ver bien. Solté un suspiro y volví mi vista al frente, ya había perdido el hilo de la nueva conversación, y en este momento no tenía ganas de unirme. No sin saber que sucedía con Chandler. Nunca lo había visto así.
¿Qué le hicieron?
Agarré un pedazo de la pizza de tres quesos y mientras masticaba, tarareaba por lo bajo la canción de fondo.
Sunflower vol 6 de Harry Styles.
Mi atención se posó en una familia que estaba sentada a unas mesas de nosotros. Dos padres homosexuales junto con dos pequeñas. Comían animadamente, una de ellas, reía escandalosamente. Por inercia sonreí. Sin embargo, esa sonrisa fue reemplazada por una mueca de nostalgia. Las dos hermanas habían comenzado a lanzarse los champiñones que cubrían su pizza mientras sus padres simplemente se limitaban a reír. Una punzada se clavó en mi pecho, el recuerdo vago de un par de niñas felices en España disfrutando su amistad causó que mis ojos comenzaran a arder.
—Voy al baño —Exclamé intentando evitar el temblor de mi voz, sonreí forzadamente —al igual que Chandler hace unos instantes—, y sin pensármelo dos veces, me levanté.
Con paso acelerado me dirigí hacia los baños y al ingresar al sitio, el pestilente olor de la defecación de alguien, logró que hiciera una mueca. Pero bueno, todo es mejor a que comience a llorar como loca bipolar en frente de todos. Contuve la respiración unos segundos y me dirigí hacia los lavabos, para después echarme agua fría en la cara.
Como si eso fuera a tranquilizarte, María Magdalena.
Me apoyé en el lavamanos y observé mi reflejo en el espejo. Era muy... Bipolar, si esa es la palabra. Me veía bipolar. Parecía una persona totalmente diferente: repuesta, con más aspecto más maduro e incluso más alegre. Sin embargo, estaba demacrada: un par de bolsas venosas cubrían la parte de abajo de mis ojos, mis labios estaban algo partidos debido a los pocos —pero ahora constantes— ataques de ansiedad. Nunca he sido alguien ansiosa, y probablemente me estoy auto diagnosticando. Pero cada vez que estoy nerviosa, con miedo o cualquier mal sentimiento, comienzo a arrancarme la piel de mis labios. Arde como el demonio, pero me relaja de cierto modo.
Di un salto en mi puesto al oír la puerta abrirse, poniéndome a la defensiva al instante. Me giré apretando mis puños, sin embargo, me relajé totalmente al ver la —algo coqueta—sonrisa de Nicole.
—Quería saber como estabas... —Murmuró—. Te fuiste de repente, y me preocupé.
—Oh —Forcé una sonrisa—. No, tranquila... —Acomodé un mechón de mi pelo, que se había alcanzado a mojar, hacia atrás—. Solo... —Inhalé hondo—, necesitaba un respiro.
Ella frunció el ceño, parecía preocupada.
—¿Es por lo de esta mañana? ¡Por Dios, lo siento tanto! No quería poner las cosas incómodas, porque me caes muy bien, y no quiero que me odies y decidas cambiarte de...
—No, no, no —La interrumpí agarrándola por los brazos, delicadamente—. Solo son... —Cerré los ojos y fingí mi mejor sonrisa—. Cosas mías. Nada que ver contigo, no estoy enojada... Solo me puse emocional. Es probable porque estoy cerca a... Ya sabes... Esa época del mes.
Y no mentía. Mi querido amigo Andrés estaba próximo a llegar, y eso no estaba ayudando con mis cambios de humor habituales. E igualmente venía acompañado con sus bonitos síntomas. Cólicos desde ya, un dolor insoportable en los senos –razón por la que, si me muevo muy bruscamente, probablemente terminé muerta–, migrañas y más bipolaridad que la de siempre.
—Vale —Sonrió para después pasarse la lengua por los labios, llevándose un poco de su pintalabios rojo.
Aparté la mirada, sintiendo mis mejillas tomar el mismo color que su labial. Tenía sentimientos encontrados con Nicole. Siempre me he considerado una persona hetero, nunca me he sentido atraída ni sentimental ni sexualmente a las mujeres. Sin embargo, las cosas cambiaron cuando la conocí a ella. Lograba ponerme nerviosa, hacerme sentir escalofríos e incluso sonrojarme. Era como una versión femenina de...
—¿Vamos? —Sonreí volviendo hacia ella—. Creo que ya nos están extrañando... —Le guiñé el ojo y arrugué la nariz.
Ella rio asintiendo y después me agarró de gancho.
—Me alegra tanto que no estés enojada... Eres literalmente la mejor compañera que he tenido... Si te ibas, probablemente me hubiera tirado de la torre del reloj.
—No digas eso... —Murmuré riendo levemente.
Inconscientemente, los recuerdos de la primera vez que leí perfecto mentiroso, llegaron a mi cabeza. No lo había notado, pero Harvard era bastante parecido a Tagus. Claro, sin los secretos –y para mi desgracia–, sin los Cash. Aunque bien que había gente muy parecida a ellos. No toda de mi agrado.
Beck era como Adrik. Un libro cerrado y misterioso. Con cara de culo siempre, y con actitud que te dan ganas de pegarle un puño. Sin embargo, muy dentro de ella, sabía que había alguien muy dulce.
Aleixandre sería Jake. Básicamente una dulzura de persona, siempre dispuesta a ofrecer tu hombro para llorar y con una linda sonrisa para alegrar tus días. Aunque no era un santo, sabía que debía tener un secreto oscuro.
Y sin duda, Aegan era Nicholas. Guapo, claro que si, pero intimidante y desconcertante. Estar en su mismo ambiente lograba que te cagaras por dentro. Con una mirada y te devolvía directo al útero.
Y pues bueno, yo no era Jude, no sé mentir ni obligada. Tampoco Artie, tengo de inteligente lo de nalgas. Y no por algo unos chicos en sexto grado me llamaban tabla de surf. Melanny... ¡Dios no! Yo sin duda sería una de las chicas del prólogo, hablando del chisme de los Cash. Pero sin siquiera haber cruzado palabra con ellos. Siendo un extra en la historia. Pasando desapercibida, como una mosca. No era protagonista, nunca lo sería, yo soy básicamente esos que aparecen al fondo a los que nadie les pone atención. Y me sentía conforme con eso.
Una sonrisita no pudo evitar curvarse en mis labios al ver como Charlie y Jake hablaban animadamente. Y como Chandler conversaba con los demás, mucho más animado que cuando se fue.
Le daría tiempo, quizás en algún momento me diría que ocurrió. Pero por ahora, no le presionaría, me limitaría a pasar un buen rato. Aunque bueno... Con él siempre lo haría.
[***]
Las luces de la mayoría de las habitaciones ya estaban apagadas, lo único que se escuchaba era el ruido del viento afuera del auto, las llantas contra la pavimentada calle y el sonido de la radio junto con nuestros leves tarareos. Heather de Conan Grey, –una de mis canciones favoritas del momento– era la que sonaba. El silencio no era incómodo, ni tenso. De hecho, era pacifico. No necesitábamos hablar, simplemente disfrutábamos nuestra compañía. Chandler y yo éramos los únicos presentes.
Hoy es viernes con v de vamos a drogarnos y emborracharnos como locos a la fiesta de hoy.
Cito las palabras de Beck. Obviamente me negué rotundamente, creo que es bastante claro que después de la última vez, no volvería a una de esas fiestas. O quizás si, pero sin beber, o incluso solo un poco. Pero hoy ya me había pasado de copas, no quiero lo de hace una semana. No, señor.
Confiaba en que Charlie pasaría un buen rato, y que, con suerte, se conocería a profundidad con Jake.
Reí ante mi propio pensamiento.
—¿Qué? —Murmuró Chandler con una sonrisa, bajándole un poco el sonido a la música.
Yo sonreí negando, pegando mi cabeza al asiento.
—¿Cómo crees que le cayó Charlie a los demás? —Murmuré girándome hacia la izquierda para poder mirarlo.
—Bastante bien... Creo que a todos les gustó.
—¿Incluso a Beck?
—A Beck no le gusta nadie —Exclamó arqueando una ceja mientras reía, no pude evitar contagiarme.
Sin embargo, mi concentración se posó en su perfil. Joder, este chico era hermoso. Y hermoso a su propia manera. No era como esos chicos que estaban buenos por tener pinta de malotes, todo lo contrario, Chandler podría considerarse incluso tierno. Su piel es bastante pálida, sin embargo, sus mejillas siempre tienen un tono rosado. Estas mismas están cubiertas con algunas pecas, muy poco visibles, que solo he notado a la luz fuerte del sol. Su mandíbula y pómulos tienen una estructura ósea envidiable para cualquier otro hombre. Son marcados, dándole un parecido con Timotheé Chalamet. Y su pelo, demonios, su pelo me encantaba. Una abundante cabellera chocolate –como sus ojos–, llena de rulos sedosos y brillantes. Sin poder evitar, subí mi mano hacia su cabello, acariciando rulo por rulo con suma delicadeza. Podía sentir su mirada sobre mi, logrando ponerme los nervios de punta.
—Mira al frente —Susurré como excusa barata para que dejase de mirarme. Él de inmediato se enderezó y posó su vista al camino.
<< ¿Y qué tal Jake? —Murmuré y pude notar como arrugaba las cejas.
—¿Qué hay con él?
—¿Que qué tal crees que le cayó Char, bobo? —Sonreí para pasar a acariciar los mechones de pelo que caían por su nuca.
—Mmmm —Sonrió—, yo veo química entre esos dos, ¿sabes?
Yo abrí mis ojos y boca con sorpresa y después solté un chillido, una amplia sonrisa curvándose en mi rostro.
—¡Pensé lo mismo! —Exclamé con emoción—. Los necesito juntos.
—Por dos —Murmuró con una sonrisa ladina—, somos un buen equipo, Clark de yo antes de ti. Deberíamos ser cupidos en esa relación.
Sonreí con picardía.
—Acepto tu trato, Chandler de Friends.
Él sonrió y se estacionó al frente de la residencia.
—Hogar dulce hogar —Suspiró mirando a través de la ventana para después volver hacia mi, causando que mi corazón comenzara a palpitar con fuerza contra mi pecho—. Vamos, te acompaño hasta tu habitación.
—No es nece...
—Si lo es para mi, Clark de yo antes de ti —Me interrumpió sonriendo para proseguir a salir del auto.
De no haber estado sentada, probablemente me hubiera caído. Sentí todo mi cuerpo derretirse, mis mejillas calentarse y no pude evitar esbozar una sonrisa de tonta. Me giré cuando sentí la cálida brisa contra mi cuerpo. Chandler me ayudó a bajar y entablando una conversación de que por fin pronto acabaría el calor, nos adentramos en el edificio.
—Mierda... —Se rascó la nuca mientras veía la desolada recepción con varios paquetes en esta—. Me va a matar mi jefe.
—Eres universitario, Chandler —Exclamé agarrando su mano—. Tienes derecho a divertirte.
Él suspiró y me dio su característica sonrisa ladina.
—Tienes razón, Clark de yo antes de ti —Subió mi mano hasta poner en contacto el dorso de mi mano contra sus labios.
Sonreí con timidez y aparté la mirada para que mi sonrojo no fuera notorio.
<< Te ves linda sonrojada —Murmuró acariciando mi ardiente mejilla para después jalarme hacia el ascensor.
Suspiré al ver la puerta de mi habitación. El día había sido tan maravilloso, que en verdad no quería que se acabara. La abrí con la llave y quedé un poco aturdida al ver la gran masa negra en esta, mejor conocida como oscuridad. Tocando la pared busqué el interruptor, hasta dar con él y prender las luces fluorescentes amarillas. Habíamos dicho con Nicole que un día de estos nos compraríamos de esas luces de colores y las pondríamos. Inhalé hondo y me giré hacia Chandler.
—Gracias por hoy... —Sonreí con sinceridad—. La he pasado genial, tenemos que repetirlo más... Aunque bueno... —Me encogí de hombros tímidamente—. Quizás la próxima vez solo tu y yo.
Él me dio la sonrisa más espectacular que he visto en mi vida.
—Me encantaría... —Murmuró para después inclinarse hacia mi. Sentí mi pobre corazón comenzar a palpitar desenfrenado y mi respiración acelerarse. ¿Acaso iba a besarme? Si lo hacía no me opondría. Cerré mis ojos lista para el contacto, sin embargo, como siempre, quedé como payaso. Sus labios hicieron contacto con mi mejilla y después se separó con una sonrisa.
<< Descansa, Clark de yo antes de ti —Murmuró con una sonrisa para después alejarse hacia el ascensor.
—Tu igual —Le di una última sonrisa y me adentré en la habitación. De inmediato, me recargué en la puerta soltando una larga exhalación. Eso había estado potente.
Corrí hacia mi cama, lista para hacer el típico cliché de tirarme en mi cama y gritar contra mi almohada. Sin embargo, al momento de mi caída no fue épica. Oh no, claro que no. Porque Alexia Clark no puede hacer nada bien en su vida. En la puerta, me quité los zapatos. Todo bien hasta ahí, ¿no? Pues no. Cuando iba a caer, me terminé golpeando el dorso del pie causando que aterrizara de cara en mi cama, soltando un quejido ahogado.
Buenos pensamientos, buenos pensamientos, buenos pensamientos...
Me cago en la puta.
Hola chikiperras,
Se viene golden de Harry Styles LRPM FLHWJALKFSHJLKQHAKLHFSKL. Ya perdón... Nada que ver con la historia, ¡pero se viene golden! Y eso hace feliz mi miserable existencia. ¿Cómo están? Yo a nada de acabar el año:) ¡Y por fin vacaciones largas! Ahora... Hablando de lo picante. ¿Siguen siéndole fiel a Blake o... Ya se están enamorando de Chandler? No las juzgo, yo misma estoy echando baba por él. ¿Sospechan de algo o alguien? ¿Con quién hablaba Chandler? Leo sus teorías. A propósito, para aclarar, los textos en cursiva que normalmente dejo al principio de los caps, son recuerdos con Blake. Cosas que no puse en el primer libro, que sucedió durante su relación, antes de la tragedia. A propósito, para los que creen que soy team Chandler y mi pareja favorita es la suya con Alexia... ¡Ja! Ilusos, adoro con todo mi corazón esa pareja, pero Charlie y Jake me dan ganas de vivir. Literalmente son las cositas más cute del mundo.
En fin, los amo.
—Moni.
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