Capitulo 1
Vacío.
Un lugar que carece de materia, o que nada existe dentro de un receptáculo.
Eso es lo que yo siento a diario dentro de mi, vacío. Quisiera decir que me duele el pecho, o que me siento feliz, incluso enojada. Pero no siento nada, solo un vacío interminable. Antes sentía, cuando era pequeña, incluso cuando era pre adolescente. Me acuerdo que siempre tenía una sonrisa en la cara, la casa siempre estaba llena de risas, mía y de mi hermana.
Mi hermana...
Una niña, literalmente. Su cabello rubio habitualmente caía en ondas por su espalda si es que no lo tenía agarrado en una cola de caballo alta, siempre envidie su belleza a pesar de su corta edad. Su nariz pequeña, sus pestañas largas resaltando sus verdes y grandes ojos, sus labios carnosos y rojos. Una reina de belleza. Si que lo era, no me imagino la rompecorazones que sería de grande. Tenía tanta vida por delante... Siempre fue muy desobediente, si nos hubiera oído y no hubiera cruzado esa calle...
Quisiera decir que quiero llorar, que me duele el pecho, el ver el recuerdo de mi hermana desangrándose muerta. Pero no, con el tiempo apagué el dolor, apagué los sentimientos. Mis papás me quisieron ayudar, me llevaron a terapia y nada cambió. Ya no siento. Y odio eso, quisiera llorar, extraño hacerlo. No recuerdo que era reír, o una sonrisa sincera. Tiendo a sonreír falsamente para no hacer sufrir más a mis papás de lo que ya lo están haciendo o mis típicas sonrisas falsas y condescendientes para la sociedad de mierda en la que vivimos. Suspiré escuchando como el segundero del reloj sonaba, cada día, cada hora, cada minuto, cada segundo es mas lento desde que Amelia murió. No tenía una motivación. Escuchaba como al fondo sonaban las voces y risas de mis compañeros, pero yo estaba sumergida en mi propio mundo, mi burbuja de pensamientos y recuerdos. ¿Como se sentía reír? No recuerdo. ¿Como se siente estar feliz? Tampoco lo recuerdo. ¿Como se siente poder sentir algo? Quisiera saber, lo deseo. Aún puedo escuchar la voz aguda de Ami llamándome.
Alex, Alex, Alexia
Se repetía mi nombre hasta que salí de mi trance y vi a la profesora de ciencias sociales mirándome expectante, al igual que las miradas penetrantes de mis compañeros.
Hace un tiempo estaría roja de la vergüenza
- ¿Si? - Una respuesta indiferente y sin ánimos brotó de mi boca. Como normalmente.
- Responda mi pregunta, por favor. - Frunció los labios, intentando ocultar su clara irritación debido a lo que me imagino, es mi actitud. Así son todos los profesores ahora. Antes era la mejor, y ahora agradecen si hago acto de presencia en el salón.
- No la escuché - Confesé honestamente. Ahora era muy directa, ya no me importaba lo que dijeran o pensaran los demás. Antes era muy insegura, hacía todo a partir de lo que pensara la sociedad. Ahora me vale una soberana mierda, si les caigo mal pues bueno, si les caigo bien, pues también bueno, si les valgo verga, aún mejor. Vi como la señora García rodó los ojos. Es una mujer de aproximadamente cuarenta años, su pelo rubio pintado, sus ojos azules cubiertos por capas de sombra y delineador negro, sus labios siempre en un color carmesí y normalmente olía a café.
- Necesito que pongas atención Alexia, se que es duro lo de tu hermana pero... Ya han pasado cuatro años, tu educación importa de ella depende tu futuro - Me comentó con voz suave. Aquel mini discurso me hizo brotar una sonrisa sarcástica, comencé a negar lentamente.
- ¿Cual futuro? - Pregunté con una ceja encarnada. Hablaba enserio. ¿Que futuro tenía? Una suicida sin motivos ni sentimientos, quien nunca prestaba atención a clase y solo pasaba por la lastima de sus profesores. Cuanto odiaba que me tuvieran lastima. Creo que el único sentimiento que aún tengo es el odio. Detesto a todo y todos. García bufó y posó sus manos sobre ambas de sus caderas, una a cada lado. Me fijé en sus uñas, eran largas como de bruja y del mismo tono que su labial.
- Creo que es mejor que vayas a hablar con el señor Salvador - Enrique Salvador es el psicólogo del colegio, cada vez que abría la boca me llevaban a hablar con el. ¿Tan loca estaba que solo hablando ya necesitaba ayuda?. Me encogí de hombros, ya estaba acostumbrada. Agarré mi bolso de atrás de la silla, me la colgué en el hombro y moví mi silla hacia atrás creando un chillido debido al metal de sus patas y al material del suelo. Las plásticas, como me gusta llamar a las egocéntricas peliteñidas que solo buscan novio, hicieron un chillido.
- Mis dientes - Dijo una de ellas, la cual sinceramente no recuerdo su nombre, con su voz aguda. Rodé los ojos y salí del salón a paso lento, sentía las miradas sobre mi. Otra costumbre ya. Era la típica rara antisocial que todo el mundo mira con tristeza. Patéticos. Quisiera pegarles un puño a cada uno de mis compañeros en su estresante cara. ¿Iría con Enrique? No. ¿Me montaría en mi bicicleta y manejaría sin rumbo alguno? Tampoco. Solo quería ir a mi casa, mi madre estaría allí, desde que Ami no está ella dejó su trabajo debido a que no lograba concentrarse, y tuvo una crisis de estrés y nervios. Pobre. A veces, o incluso todo el tiempo, muy dentro de mi, demasiado, me gusta el no poder sentir nada, el estar aislada del dolor.
Dolor.
El dolor es una experiencia sensorial y emocional desagradable, asociada con una lesión presente o potencial o descrita en términos de la misma.
Desde que nacemos sentimos dolor, físico y emocional. Me acuerdo cuando le estaba enseñando a Amelia a andar en bicicleta, la que se terminó cayendo fui yo, raspándome las rodillas y las palmas de las manos.
- ¡Rápido Alex! - Comentó mi hermana de siete años corriendo con su bicicleta en mano, risas acompañadas de su comentario. Intentaba seguirle el paso, pero no entendía como una niña tan pequeña lograba correr tan rápido.
- Ami... - Suspiré intentando recobrar aire en mis pulmones - Espérame - La tierna ojiverde se detuvo y miró hacia atrás lo cual me incitó a detenerme igualmente a descansar un poco. Me flexioné levemente y puse mis palmas sobre mis rodillas.
1...2...3...
Listo, ya podía continuar. Ya había recuperado un poco más mis palpitaciones y respiración habituales. En largas zancadas me acerqué a mi hermana, le agarré de su mano libre y comenzamos a caminar (A un paso normal esta vez) hacia el parque al que siempre íbamos. Ahí habíamos acordado con mis papás que le enseñaría a Ami a andar en bicicleta. Dudé mucho que yo pudiera puesto que no me montaba en una desde que tenía la edad de Amelia o era un poco menor. Pero ella quería que fuera una salida de hermanas, y como le podía decir que no a sus tiernos y grandes ojos. Así que aquí estoy, poniéndole todas las protecciones a mi hermanita, antes de llegar al parque. Porque conociéndola bien, apenas divisara los juegos, correría a montarse en su bici, y no quería que se lastimara nada. Ami es como mi propia hija, fui la primera en verla, la primera que le dio un besito. La que le ha enseñado todo hasta ahora.
Le miré y traía una gran sonrisa en su rostro, una mueca tierna se posó en el mío. Ya me veía llorando apenas comenzara a manejar. Esta creciendo tan rápido... Desearía que no lo hiciera. Que se quedara mi bebé toda la eternidad. Apenas noté los columpios del famoso parque, endurecí mi agarre para evitar que se escapara.
- Bien Ami... Empezaremos desde aquí - Exclamé con emoción aún sin soltarla - Primero, súbete a la bicicleta
- Pues obvio - Rodó los ojos - ¡Pero suéltame! - Intentó zafarse con cierta brusquedad, y yo con solo abrir la muñeca le liberé. Siempre ha sido de un carácter difícil, desde que nació ha sido muy cascarrabias. En un bufido se subió a la bici. - Ahora pon tu mano en los manubrios - Los señalé con un dedo y ella hizo caso. - Si quieres ir a la derecha... Los volteas así - Agarré sus manos aferradas fuertemente a los manubrios y las moví a la derecha, una de las ruedas, específicamente la delantera, se movió un poco atrapando mi pie lo que causó que chillara - Y a la izquierda de la misma forma - Dije rápidamente haciendo el mismo procedimiento para lograr zafar mi ahora adolorido pie. - ¿Sabes como manejar... O sea lo de los pedales y eso? - Ella asintió - Y estás cosas negras - Le señale - Son los frenos, cuando quieras frenar los aprietas y ya - Sonreí de lado - ¿Lista? - Amelia asintió con su cara iluminada y moviendo su coleta - Bien... ¡Arranca! - Exclamé y ella empezó a hacerlo con cierta dificultad - ¡Tu puedes! - Le animé estando al lado de ella en todo momento. Cuando comenzó a tomar velocidad, la dejé libre, risas salían de su boca y de cierto modo alegraban todo el viejo lugar.
Cuando comenzó a dar su tercera vuelta divisé que iba hacía la calle - ¡La calle no! - Grité. Rápidamente corrí hacia ella con el sentido de detenerla, sin tener en cuenta que la rubia ya había frenado lo que causó que debido a no alcanzar a frenar yo a tiempo, cayera al pavimento sobre mis manos y rodillas, raspándolas.
- ¿Estas bien? - Comentó mi hermana riendo por lo bajo y yo solo asentí. Perra, yo ayudándole y ella se burla de mi.
Frené en seco mi bicicleta, con el recuerdo en mente, ya me encontraba bastante alejada del instituto pero aún me faltaba un largo camino a casa. En carro no me demoraría tanto, pero no quiero darles otra carga a mis padres. Desde el día en que le enseñé a Ami a andar en bicicleta, yo me uní a su entrenamiento y casi todos los días salíamos a pasear.
Mi sola presencia, ya es una.
¿Que pasaría si me muriera? Le haría un favor al mundo, realmente dudo que alguien me llorara. Rodé los ojos. Enserio detestaba a todo el que existiera. Volví a arrancar mi bicicleta. Otro recuerdo de Amelia llegó a mi mente. La extraño, todo de ella. Era el sol de mi vida, y ahora solo hábito en una tormenta sin final. Quiero que acabe. Muchos se suicidan por dolor, yo me quiero morir por falta de este. Parece fácil, o incluso divertido no sentir nada. Nada más que soledad. Me siento sola, veo a mis compañeros reírse y no puedo evitar imaginarme como se siente. Olvidé como ser feliz. Que patética. Quiero llorar, gritar, romper cosas. Pero no sale, me siento estreñida de lágrimas, por más mal que suene. Es cierto.
No se cuando ni cómo pero divisé el gran portón de mi casa. Mi familia es adinerada, no lo voy a negar, pero con el tiempo nos dimos cuenta que el dinero no era más que una excusa material para representar la felicidad, la vida se basa en pequeños momentos que nos hacen lo que somos y definen nuestra personalidad y nuestras emociones. Por ejemplo, con solo un apodo tu ánimo y tu forma de ser de ahora en adelante puede cambiar drásticamente. Las sociedad nos moldea a su estilo, hasta que nos destruye. La humanidad es lo peor que le pudo pasar a este mundo, destruimos todo a nuestro paso, incluidos nosotros.
Saqué mis llaves de uno de los bolsillos traseros de mis jeans y tiré mi bicicleta por el pavimento de la entrada de mi casa. Al abrir la puerta me encontré a mi mamá levantando su mirada confundida.
- Alex... ¿Que haces aquí tan temprano? - Ladeó su cabeza frunciendo el ceño dándole un sorbo a lo que me imagino es té, yo solo me encogí de hombros dándole nula importancia a su pregunta. Comencé a caminar hacia las escaleras y sentí su mirada acusatoria.
- Te van a expulsar, Alex... No te puedes ir de la escuela porque si. - Rodé los ojos y me volteé con una sonrisa falsa -
- No me han expulsado en seis años que llevo haciéndolo. ¿Por que lo harían ahora?. - Me encogí de hombros. Y era cierto, desde que Ami... Se fue, comencé a irme de clases. Pero esta vez no fue mi culpa, quien mandaba a García a hacerme salir.
- Porque están perdiendo la paciencia, Alex... - Suspiró - Ven... Siéntate conmigo un momento. - Volví a rodar los ojos y me acerque a ella, sentándome al otro extremo del sillón. - Se que lo de Amelia... Es difícil pero... Debemos seguir adelante, comenzar a rehacer nuestras vidas... Te aseguro que ella lo querría así - Bufé -
- ¡No me comporto así por Ami! Lo hago porque se me da la maldita gana, ¿no lo entiendes? No me duele mamá - Señalé mi pecho - Ya no siento, no miento, no dramatizo... No siento ni una mierda... Este es mi puto alter ego, tus dos hijas se murieron en ese maldito accidente, y por más que lo intentes ¡no va a cambiar nada!. Sé que soy una puta carga en sus vidas, los psicólogos, las medicinas, tod... - Me interrumpió el contacto de su cuerpo contra el mío en un cálido abrazo. A los pocos segundos le correspondí, sigue siendo mi mamá, y muy dentro de mi aún la quiero.
- Por favor... Ve a una de las sesiones - Susurró soltándose y entregándome un brochure - Al menos a una, te lo ruego - Gruesas lágrimas rodaban por sus mejillas, volví a mirar el panfleto.
Clínica psicológica para adolescentes. Sophia Shaio
Mi madre me llevaba insistiendo que fuera desde hace unos meses, y siempre me he negado. No me interesa. ¿Hablar con gente loca me ayudaría a volver a sentir algo? Lo dudo. Pero verla tan destrozada llegaba a mover algo dentro de mi. A lo mejor, una de las sesiones no me vendría mal. Sería mejor que quedarme acostada mirando el techo con la mente en blanco. Suspiré rendida.
Puta locura.
[***]
Miré hacía el pequeño papel con la dirección escrita y después al gran letrero frente a mi.
Clínica Sophia Shaio
Rodé los ojos y entré al gran lugar. Todo era de un color blanco amarillento, debido a la suciedad, y lo que parecía que alguna vez había sido un verde agua marina. Me acerqué a la mujer detrás del mostrador.
Pelo negro recogido, sus labios color carmesí, ¿Porque todas las cuarentonas usaban labial rojo? ¿Acaso no existen más colores en el mundo?. Y sus ojos cubiertos tras unos lentes, se encontraba tecleando algo en el computador. Carraspeé un poco para llamar su atención, ella miró hacia arriba haciendo contacto visual conmigo, una sonrisa cálida se posó en su rostro.
- Hola nena, ¿Que se te ofrece? - Respondió amablemente, su voz demasiado aguda para su edad. Patética y hasta ahora, molesta.
- No soy una nena - Bufé - Mi mamá hizo un formulario hace unos meses - Recargué mis dos antebrazos en el mostrador de mármol y puse todo mi peso en una pierna, cruzando la otra por atrás de esta.
- ¿Tu nombre... - Pensó en algún otro apodo, me imagino - Muñeca? - Rodé los ojos -
- Alexia. - Respondí seca -
- Alexia ¿Que?
- Alexia Clark - Dije entre dientes. Mi padre era famoso al ser el dueño de las empresas Clark. Lo último que quería era todo un espectáculo.
La hija de Nathan Clark está loquita de remate.
- ¿Disculpa? No te entendí... - Murmuró -
- Alexia Clark - Dije fuertemente, claramente irritada. Si, me estresaban la mayoría de personas, pero mucho más las que son cómo está mujer.
- ¿Eres hija de...
- ¿En que me inscribió mi madre? - Le interrumpí antes que dijera alguna pavada. Ella asintió repetidas veces, sus ojos moviéndose rápidamente señal que se encontraba nerviosa. Patética, no me voy a cansar de repetirlo.
- Trastorno postraumático - Rodé los ojos. Mi mamá no era patética, ella llegaba a otro nivel, es ridícula. - 256. El último salón a la derecha - Asentí una vez con mi cabeza y comencé a caminar hacia el famoso y desdichado lugar de terapia. Las paredes me daban asco, se notaba que no se tomaban la molestia de limpiarlas. Podían tener de todo.
Pasé por diferentes salones.
• Alcoholismo
• Drogadicción
Luke Howland llegó a mi cabeza. Recuerdo haber leído cuando tenía trece años el libro de Wattpad Boulevard. Duré una semana llorando como María Magdalena después de su final, me acuerdo que Ami casi lo lee, ese día casi me da un paro cardiaco. Si mi mamá se llegara enterar sobre mis lecturas en Wattpad sería mi condena a muerte.
Por fin llegué al salón, iba a entrar hasta que vi a un chico afuera en un jardín que se veía a través de grandes ventanales.
¿Si el no iba a terapia por que yo tenía que hacerlo? Podía decirle a mi madre que había venido, ella jamás se enteraría que no había asistido. Miré de reojo la puerta blanca y a grandes zancadas salí hacia ese jardín. Al sentir la fría brisa acariciar mi cuerpo, por inercia me abracé a mi misma, mis dientes comenzando a castañear.
Estaba concentrada en otorgarle calor a mi cuerpo, hasta que cierto olor me distrajo de mi meta.
Hierba.
Volteé a ver al chico. Era muy alto, su pelo de un color castaño y desordenado, largo para mi gusto. Su cara ósea, sus hombros y brazos fornidos, se nota que va al gimnasio, a pesar de estar cubiertos por una chaqueta de cuero negra. Unos jeans rotos y unas vans. Volví a su cara encontrando el rollo de marihuana en sus labios.
¿Que se creía? ¿Luke?
- ¿Quieres una foto? - Su muy ronca voz comentó sobresaltándome. Aparté la mirada rápidamente, me había descubierto. - ¿Te comió la lengua el gato, niña? - Tensé mi mandíbula, si algo odiaba es que me llamaran así.
- No soy una niña, cliché barato. - Repuse seria mirando los pinos frente a nosotros, quienes tapaban cualquier contacto con el exterior. Escuché como el joven dio una risa, ronca al igual que su voz.
- ¿Cliché barato?
- Si - Asentí y le miré - Solo mírate... Chaqueta de cuero negra, drogadicto... Tienes cara de cretino, así que me imagino que te quieres creer el "Bad boy" - Hice comillas - Lamento desilusionarte cariño, pero no eres Hardin Scott. - Encarné una ceja e hice una mueca de molestia al ver su egocéntrica sonrisa. Lo que dije, un cretino. Volteó a verme, sus verdes ojos conectándose con los míos, tenían un brillo de diversión y lo que normalmente debía ser blanco estaba rojo debido a la droga.
- ¿Quien es jardín Scott? - Repuso riendo entre dientes. Probablemente si fuera una caricatura mi quijada hubiera bajado hasta el piso.
- Primero, es Hardin, sin la tilde y segundo... ¿¡Como mierda no conoces a Hardin Scott?! ¿¡En que cueva haz estado metido todo este tiempo?! - Le miré alucinando. A pesar de no haber leído After, Hardin es un icono mundial, y era uno de mis crushes en mi época de pre adolescencia.
- Pues perdón por no leer libros de romance tóxico - Exclamó frunciendo el ceño levantando sus manos a modo de inocencia, lo que dio a pie una sonrisa burlona mía -
- Si lo conoces - Chasqueé mi lengua negando lentamente, vi como tensó su mandíbula.
- Claro que no.
- Si no lo conoces... 1. ¿Como sabías que era personaje de un libro? 2. ¿Como sabes que ese libro es de romance y específicamente tóxico? - Nos quedamos callados por largos segundos, el solamente miraba al vacío con la mandíbula tensa, la sonrisa llena de diversión no lograba salir de mi rostro.
No recordaba la última vez que me burlé de alguien.
- Patético - Murmuré negando -
- ¿Como me llamaste? - Exclamó frunciendo el ceño mirándome de nuevo y tirando el rollo al piso seguido de pisarlo -
- Patético - Me encogí de hombros - No deberías avergonzarte de leer un libro. After es una joya, aunque muchos lo nieguen. - Su cara comenzó a relajarse - Es tu vida y si a los otros les jode, pues es su problema. No deberías enfocarte en lo que dicen los demás. - Mi sonrisa ya se había desvanecido y fue reemplazada por mi típica expresión seria. Nos encontramos otros largos segundos en silencio, pero no de ese incomodo del cual sólo quieres escapar, sino uno cómodo, mirándonos. ¿El bad boy barato es guapo? Si y mucho. ¿Me gustan cretinos? No, y jamás lo haría. Ni siquiera cuando era pequeña y leía libros me gustaban, odio lo tóxico en vida real, pero me encanta leerlo. Que un personaje literario me guste como lo describen físicamente o quien lo hace en su adaptación cinematográfica, no determina que me guste su personalidad. Una sonrisa curva se posó en el rostro del castaño, lo cual le hizo ver mucho más atractivo.
- Blake - Extendió su mano. Blake... Lindo nombre, me gusta. Miré su mano que se encontraba con pequeños tatuajes en esta, su palma mucho más blanca que su piel bronceada. Parpadeé un par de veces y estreché su mano.
- Alex... - Dudé en decirle mi apodo - Ia, Alexia.
- Un gusto... Alex-Ia - Bromeó lo cual me hizo soltar su mano en un movimiento brusco, eso claramente le sorprendió debido a que abrió los ojos de más.
- Ojalá pudiera decir lo mismo - Sonreí falsamente, esas sonrisas llenas de odio y fastidio. Algo común en mi.
- ¿Te han dicho que eres muy poco amigable, Alex-Ia? - Reprocha en un tono egocéntrico. Que molesto, Dios, jamás pensé que un ser humano llegaría a fastidiarme tanto.
- ¿Te han dicho que eres un cretino? - Dije imitándolo, pero en un tono más cínico. La risa entre dientes del capullo solo me hizo enfurecer más.
- Me caes bien - Se encogió de hombros volviendo su vista al frente, le iba a responder pero me interrumpió el ver que sacaba otro rollo y un encendedor del bolsillo de su chaqueta y prendía la droga haciendo que su asqueroso olor saliera.
- ¿Por que? - Pregunté al ver como expulsaba el aire de su boca. Siempre me había gustado ver eso cuando alguien fumaba, como salía el aire. Me parecía satisfactorio de cierto modo.
- ¿Por que, que? - Comentó indiferente mirándome fugazmente.
- ¿Por que te drogas? - Señalé el rollo, podía ver como su mirada estaba clavada en mi de reojo.
- No se - Se encoge de hombros - Me gusta el efecto
- Oh ¿El efecto que causa en tu cuerpo? - Una risa insípida, sin emoción salió de sus carnosos labios.
- No soy el único que atenta contra su cuerpo, Alex-Ia - Le reprocharía por el apodo, pero la confusión y curiosidad me carcomió viva. ¿A que se refería?. El se volteó hacia mi y comenzó a caminar a pasos lentos.
¿Porque se acercaba tanto? ¿Y que era lo que sentía en mi estómago al verlo hacerlo?. Me llevaba más o menos dos cabezas, así que tenía que bajar demasiado la cabeza para verme y yo subir la mía. Sus ojos son completamente hipnotizantes, su iris parece un bosque de Narnia. Sentí como su aliento chocó con mi cara subiendo a mis fosas nasales. Una combinación de menta y marihuana. Por mas loco que sonara, me gusta el olor. Su mano libre rozó mi brazo, cubierto por un hoodie rosado que no alcanzaba a cubrirme toda la cintura y dejaba al descubierto mi ombligo, comenzó a bajarla haciendo que mi respiración se acelerara. Así fuera sobre la tela, su roce era eléctrico. Me mordí el labio para que no se notara el efecto de su toque y no le subiera más los humos a este tal Blake. Bajó hasta mi mano y la agarró con delicadeza, como si fuera la porcelana más frágil del mundo. Me hubiera quitado de no haber sido por su tan satisfactoria caricia. Volteó mi mano lentamente dejando ver las grandes cicatrices que aún tenían sangre seca en mis muñecas, en ese momento aparté rápidamente mi mano y baje mi manga para cubrirla. Eso era algo privado, siempre las ocultó bien bajo las mangas, no entiendo como lo había notado. Acaricié ese brazo con mi mano contraria, de arriba a abajo.
- Lo noté cuando estrechamos manos - Me dijo en tono suave volviéndose a acercar a mi - Piénsalo bien, Alex-Ia, somos artistas... Yo marcó mis pulmones con pintura verde y tú, tus muñecas con tinta roja. Es un perfecto mural - Susurró contra mi oído llevando una corriente eléctrica hacia mi vientre, al separarse tenía una sonrisa ladina. Le dio una calada a su rollo y expulsó el aire en toda mi cara haciéndome toser. - Te veo mañana Alex-Ia. - Me guiñó el ojo y salió del pequeño jardín, entrando de nuevo al loquero haciéndome quedar ahí, impactada. Vaya filosofía de mierda.
Me encanta.
Hola Pauters,
PRIMER CAPITULOOOO WUUUU. ¿Que tal les pareció? La verdad, no se a quien amar mas, si a Alex o a Blake xd. Me terminé de leer Boulevard y alta depresión me entró, o sea LUKEEEE POR QUE EL Y NO LA WEIGEL, pero es que la pendeja no sabía valorar a mi bbsito hermoso. NO SABEN LO QUE ME EMOCIONA ESTA HISTORIA. Nunca había hecho algo así y no tienen idea de lo mucho que espero que les guste, que la apoyen, que sea famosa y la pueda sacar en físico Alv. En multimedia les dejo el aspecto de la Alex, toda Diosa. Cabe aclarar que Alex no tiene una doble personalidad que iba manejando el auto y atropelló a Ami, no se hagan teorías locas please. Si recibe mucho apoyo este cap sigo... Con el siguiente JAJAJAJJAJ. Bue los amo
- P A U
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