Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Solía importarnos esto


Hay momentos en la vida en que las cosas parecen encajar. Aunque yo me tardase siglos en comprenderlo o más bien aceptarlo. Habían transcurrido, después de sacar la cuenta mentalmente, exactamente dos años. Si lo pensaba con determinación creo que ni siquiera le había recordado en un buen tiempo. No al menos cotidianamente. Después de todo, ¿cómo podría olvidarle?

Era cierto que yo había evolucionado desde la última vez que le vi, o eso es lo que quería creer. Pero cuando él me envolvió en un abrazo seguido de un entusiasta saludo, simplemente comprendí que nunca iba a dejar de remover algo en mi interior.

De pronto era como si jamás le hubiese olvidado de esa forma cotidiana. Y recordé todo e incluso más.

¿Tienes tiempo?, te invito un café.

Habíamos iniciado nuestra relación a los veintitrés años. Alguien decidió unilateralmente que congeniaríamos y nos presentó. Resulto ser que en aquel entonces Ariel se transformó en una compañía ideal. Teníamos intereses en común, vidas tranquilas. Supongo que ambos en algún punto de la historia hubiésemos preferido no conocernos. No sé si ese pensamiento aún estaba latente en mí ser. Podía ser un pensamiento estúpido, pero Ariel siempre había significado una constante incertidumbre en mi vida. Le necesite y al mismo tiempo quise con todas mis ansias que no existiera. Y a pesar de cualquier incertidumbre que pudiera existir, estaba segura de que él había pensado lo mismo en el pasado.

¿Qué tal todo por Ámsterdam?, ¿cuándo regresaste?

Hace tres meses, para ser exacta.

Debo admitir que, pensé en más de una ocasión contactarte.

Que bueno que no lo hiciste.

Sí. Definitivamente ha estado bien no hacerlo.

Era extraño pensar en el por qué nada había resultado. Podríamos haber escrito una lista sobre las cosas que nos llevaron a la tragedia y aun así no comprender en qué momento exacto todo había acabado. Tal vez desde el momento en que nuestro amor se había trasformado en una constante escena de celos o tal vez desde que no habíamos aceptado el hecho de que la monotonía nos había consumido. No podía asegurarlo.

Lo cierto, es que cualquiera que fuese el motivo, no habíamos estado dispuestos a aceptarlo tan fácilmente. Estuvimos juntos por más de cuatro años. Lo habíamos realmente intentado. Aún recordaba el día en que habíamos decidido vivir juntos, y como no hacerlo si todavía teníamos nuestro departamento abandonado, sin finiquitar. Aquel había sido un gran día. Nos habíamos escondido en esas paredes una semana completa antes de volver a enfrentar al mundo. Por aquel entonces no me saciaba de él, nunca eran suficientes los besos, las caricias, su sexo. Estaba tan obsesionada con su persona, lo estábamos. Ariel había sido capaz de hacerme sentir un amor desgarrador de la forma más poética que pudiese pensarse. Estuvimos dispuestos a destruirnos y no lo supimos. Éramos como una bomba nuclear.

Y nos gustaba. Supongo que el hecho de sentir que nuestra presencia nos quemaba lentamente día tras día se había convertido en una clase de sobrevivencia, en una especie de droga. De alguna u otra forma me gustaba ese dolor y a él también. Nos habíamos conocido y sin saber cómo nos habíamos enamorado tan profunda y radicalmente que el amor no bastaba. Yo amaba tanto a Ariel que dolía y sentía que aquel sentimiento tan genuino y toxico a la vez me impedían respirar.

Estuve molesto contigo por mucho tiempo.

Lo sé. Supongo que lo merecía.

Discutíamos mucho. Yo gritaba demasiado. La primera vez que las cosas escaparon de control le había arrojado los platos de la cena encima. Ariel había logrado contenerse aquella vez, se marchó durante horas, la siguiente vez no lo hizo. Nos enfrentamos con toda clase de proverbios despectivos. Me tomó por las muñecas y me arrinconó contra la pared. La rabia contenida se manifestaba en nuestras respiraciones agitadas. Le dije que lo odiaba. El me respondió besándome violentamente, retándome a que lo detuviese. Yo jamás lo detenía. No quería detenerlo.

Tú no tuviste toda la culpa. Te hice mucho daño.

Nos lo hicimos mutuamente.

Yo había decidido abortar a nuestro bebé y él, supongo que eso lo había destruido. Ambos sabíamos que no íbamos a llegar a ni un sitio juntos, nuestra relación ya había tocado fondo, y con esa última decisión yo había terminado por destruir las últimas de las esperanzas que cualquiera de los dos hubiese podido albergar. Nos manteníamos en aquella prisión de forma voluntaria, pero ninguno de los dos ya podía resistirlo. Él se marchó y entonces ese fue el impulso para que yo lo hiciera. Supimos que era el momento en que todo había terminado.

Solíamos pasarla bien, ¿No crees?

Lo creo. Definitivamente lo creo.

Habían transcurrido dos años. Él me había invitado un café. Ese momento era uno de aquello en los cuales te das cuenta que las cosas encajan. Nos habíamos amado, habíamos luchado. Nuestro amor había mutado desde un genuino sentimiento a algo completamente insostenible y enfermizo. Nos rompimos y quebramos innumerables veces, pero de alguna u otra forma conseguimos sobrevivir. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro